¿Cuándo comenzarás a reinar?
¡Hoy puedes comenzar!
Por Riqui Ricón*
Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha
escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están
sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os
ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante
de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso
guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano
poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de
Egipto. Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que
guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos,
hasta mil generaciones (Deu 7. 6-9).
Cuando comienzas a estudiar y meditar en la Palabra
de Dios te das cuenta, cada vez más, lo importante y especial que tú eres para
Él. Es Dios quien te ha escogido a ti y, por Su gran Amor con que te ama, Él
desea llenar tu vida de propósito y significado.
Pues yo sé
los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y
no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza (Jer
29.11).
Este día, sólo tienes que recordar que por Cristo
Jesús, ya no eres más el (la) mismo(a) pecador(a) que antes eras. Por Su muerte
en la cruz y Su Sangre derramada hasta la última gota como precio de tu
justificación, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a) no de simiente corruptible sino
de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece
para siempre (1 P 1.23).
¡Así comienzan los planes de Dios para tu Vida!
Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (2 P 2.
9-10).
Si alguna vez te has preguntado qué significa ser
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo o por qué Jesús le dijo a Nicodemo que
le era necesario Nacer de Nuevo para poder ver y entrar al Reino de Dios, la
respuesta a ambas preguntas es simple y sencillamente la misma: ser un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo significa ser linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa y pueblo adquirido, comprado, por Dios y, por consiguiente, ahora,
tu Vida en el Reino de Dios está llena de propósito y significado: Anunciar las
virtudes de Aquel que te sacó de las tinieblas a Su luz admirable.
Y cuando hubo tomado el libro,
los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del
Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las
oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de
tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu
sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra (Apo 5. 8-10).
Al aceptar y creer que a través de la FE en
Jesucristo has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios, recibes tu Identidad, recibes
tu linaje como Hijo(a) del Rey, dejas las cosas viejas en el pasado y te
extiendes a una vida nueva donde debes reinar y establecer el reino de tu
Padre.
Insisto, no eres más un ser humano sin ton ni son,
aventado(a) por ahí, olvidado(a) y arrumbado(a) en algún lugar del planeta.
¡No, nada de eso!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Ahora tú eres un(a) Hijo(a) amado(a)
de Dios. Por eso el mundo no te conoce porque no le conocen a Él, porque no
conocen Su gran Amor.
Satanás y su sistema pretenden
derrotarte con el engaño y la mentira. Harán todo lo posible para que dejes de
ver el Amor de Dios y para que no pongas más tu atención en Su Palabra, sino en
tus acciones y en las circunstancias que las provocan, para que así CREAS que
nada ha cambiado y que sigues siendo el (la) mismo(a) pecador(a), fracasado(a)
y derrotado(a) que antes eras.
Sólo recuerda lo que dice Dios,
tu Padre, en Su Palabra y resiste sus engaños: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu (Zac 4.6), y que, Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es (Jn 3.6).
Tú eres Nacido(a) de Nuevo
como un(a) Hijo(a) de Dios por el Espíritu Santo y no por lo que hayas hecho o
estés haciendo con tu vida. En tu carne, con tus fuerzas, jamás podrías hacer
de ti mismo(a) un(a) Hijo(a) de Dios.
Mas a
todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jua 1.12-13).
Así que, no se trata de lo que
tú hagas o dejes de hacer, sino de lo que Jesús hizo por amor a ti, al morir en
esa cruz y resucitar venciendo a la muerte.
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor 5.17).
Ahora, eres nueva creación, eres una nueva especie
de ser que no existía antes, y Dios, tu Padre, te ha dejado en este mundo
señalándote propósito y destino, porque confía plenamente en ti.
Y yendo, predicad,
diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos,
limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia
recibisteis, dad de gracia (Mat 10. 7-8).
No temas, ni dudes de la Palabra de Dios, Él no
miente ni se arrepiente, lo que Dios ha dicho lo va hacer; si Él lo ha hablado,
entonces, lo va a ejecutar. Recuerda que el diablo es homicida y padre de
mentira desde el principio (Jn 8. 44). El querrá confrontar tu realidad contra
la Palabra de Dios para hacerte dudar y así, con la duda, intentará lograr que pierdas
tu identidad.
Y
los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú
que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende
de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes,
escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A
otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y
creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de
Dios (Mat 15. 39-43).
De la misma forma que Satanás lo intento en el
desierto y en la cruz contra Jesús, lo hace hoy en día contra ti: si en verdad
la Biblia es… si en verdad tú eres… si en verdad ya sanaste… si en verdad
fueras un(a) Hijo(a) de Dios, etc., etc.
Lo interesante a notar aquí es que no importa la
situación en la que te encuentres, ni cómo tú te sientas hoy o cómo te veas a
ti mismo(a), todo eso es circunstancial; la única Verdad (aunque tú no la
creas), es que tú eres, ni más ni menos, la persona que Dios dice en Su Palabra
que eres: ¡Su propio(a) Hijo(a)! ¡Lleno(a) del Espíritu Santo y más que
vencedor(a) en todas las cosas!
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10. 10).
La Verdad es que en Cristo Jesús tienes todo el
derecho para hacer de tu vida una vida plena y abundante.
Si le crees a tu Padre, ten por cierto que, ¡Puedes
comenzar a reinar sobre la tierra!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero decirte que yo
sé en quien he confiado. Yo he confiado en Ti, Señor, en Tu Palabra, la Biblia.
Por lo tanto, sin importar las circunstancias o condiciones que esté
enfrentando hoy, no voy a temer, ni a dudar de quién soy yo ahora, en Cristo
Jesús. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tengo propósito y destino.
Voy a reinar en esta tierra y no voy a permitirles a la enfermedad, los
problemas, la pobreza, la tristeza, el resentimiento, la depresión, ni a nada,
ni a nadie, robarme lo que legítimamente es mío por la Sangre de Jesús: mi
identidad. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí al morir y
resucitar, Tú me hiciste de nuevo y eso ya nadie me lo puede quitar. Padre, que
hermoso es saberse tan amado(a) por Ti. Que sublime sensación es saber que has
establecido en Tu Palabra, Eterna, Perfecta e Infalible, que aunque yo ande en
valle de sombra y de muerte no voy a temer, pues sé que Tú estás conmigo; que
aunque las aflicciones vengan sobre mí, sé que de TODAS ellas voy a salir más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Escrito está! ¡Tú
no mientes ni Te arrepiente! ¡Lo has dicho y lo vas hacer! ¡Lo has hablado y lo
vas a ejecutar! ¡Gracias, precioso Dios! Y a Ti, amado Señor Jesús, quiero
decirte que te amo con todo mi ser, con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
Por lo que hiciste por mí en la cruz, al morir pagando todos mis pecados y al
vencer a la muerte, resucitando de entre los muertos, para darme la Vida Eterna
y hacerme nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios, ahora tengo identidad,
ahora sé perfectamente quién yo soy. Así que, no voy a temer más. Me determino
a ser dichoso(a) haciendo de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi
existencia; la pondré en mi boca, mente y corazón; voy a leerla y meditarla de
día y de noche para guardarla y hacer conforme a todo lo que Tú, precioso Dios,
dices en ella; porque sé que entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá
bien. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a)
Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Muchas Gracias, Señor. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes.
Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
7 Mat 27.
32-66 / Deu 7-8
/ Job 7
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
7 Mat 27.
32-66 / Deu 7-8
/ Job 7
San
Mateo 27. 32-66
Crucifixión y muerte de Jesús
(Mr. 15.21–41; Lc. 23.26–49; Jn. 19.17–30)
32Cuando salían, hallaron a un
hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.
33Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de
la Calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero
después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando le hubieron
crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes,d
para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos,
y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí.
37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE
LOS JUDÍOS. 38Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a
la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le
injuriaban, meneando la cabeza,e 40y diciendo: Tú
que derribas el templo, y en tres días lo reedificas,f sálvate a
ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta
manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y
los fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo
no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y
creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere;g
porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban
también los ladrones que estaban crucificados con él.
45Y desde la hora sexta hubo
tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la
hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto
es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?h 47Algunos
de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. 48Y
al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre,
y poniéndola en una caña, le dio a beber.i 49Pero
los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas
Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
51Y he aquí, el veloj
del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se
partieron; 52y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de
santos que habían dormido, se levantaron; 53y saliendo de los sepulcros,
después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a
muchos. 54El centurión, y los que estaban con él guardando a
Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran
manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
55Estaban allí muchas mujeres
mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea,
sirviéndole, 56entre las cuales estaban María Magdalena, María la
madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.k
Jesús es sepultado
(Mr. 15.42–47; Lc. 23.50–56; Jn. 19.38–42)
57Cuando llegó la noche, vino un
hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de
Jesús. 58Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces
Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59Y tomando José el
cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60y lo puso en su
sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran
piedra a la entrada del sepulcro, se fue. 61Y estaban allí María
Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
La guardia ante la tumba
62Al día siguiente, que es después
de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante
Pilato, 63diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo,
viviendo aún: Después de tres días resucitaré.l 64Manda,
pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus
discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los
muertos. Y será el postrer error peor que el primero. 65Y Pilato
les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. 66Entonces
ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la
guardia.[1]
Deuteronomio
7-8
Advertencias contra la idolatría de Canaán
(Ex. 34.11–17)
7
1Cuando Jehová tu Dios te haya
introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de
delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo,
al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete nacionesa
mayores y más poderosas que tú, 2y Jehová tu Dios las haya
entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no
harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. 3Y no
emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para
tu hijo. 4Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a
dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá
pronto. 5Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares
destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y
quemaréis sus esculturas en el fuego.b
Un pueblo santo para Jehová
6Porque tú eres pueblo santo para
Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial,c
más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7No por ser
vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues
vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8sino
por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros
padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de
servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. 9Conoce, pues,
que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a
los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; 10y
que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo;d
y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago. 11Guarda,
por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas.
Bendiciones de la obediencia
(Lv. 26.3–13; Dt. 28.1–14)
12Y por haber oído estos decretos y
haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y
la misericordia que juró a tus padres. 13Y te amará, te bendecirá
y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra,
tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus
ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. 14Bendito
serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en
tus ganados. 15Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las
malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las
pondrá sobre todos los que te aborrecieren. 16Y consumirás a todos
los pueblos que te da Jehová tu Dios; no los perdonará tu ojo, ni servirás a
sus dioses, porque te será tropiezo.e
17Si dijeres en tu corazón: Estas
naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar? 18no
tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón
y con todo Egipto; 19de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y
de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que
Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya
presencia tú temieres. 20También enviará Jehová tu Dios avispas
sobre ellos, hasta que perezcan los que quedaren y los que se hubieren
escondido de delante de ti. 21No desmayes delante de ellos, porque
Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible. 22Y
Jehová tu Dios echará a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás
acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten
contra ti. 23Mas Jehová tu Dios las entregará delante de ti, y él
las quebrantará con grande destrozo, hasta que sean destruidas. 24El
entregará sus reyes en tu mano, y tú destruirás el nombre de ellos de debajo
del cielo; nadie te hará frente hasta que los destruyas. 25Las
esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de
ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación
a Jehová tu Dios; 26y no traerás cosa abominable a tu casa, para
que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.
La buena tierra que han de poseer
8
1Cuidaréis de poner por obra todo
mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y
entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros
padres. 2Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído
Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus
mandamientos. 3Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó
con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para
hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de
la boca de Jehová vivirá el hombre.a 4Tu
vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos
cuarenta años. 5Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga
el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. 6Guardarás,
pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y
temiéndole. 7Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena
tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en
vegas y montes; 8tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y
granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; 9tierra en la
cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas
piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. 10Y comerás y
te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá
dado.
Amonestación de no olvidar a Dios
11Cuídate de no olvidarte de Jehová
tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te
ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas
casas en que habites, 13y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la
plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14y
se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de
tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 15que te hizo caminar
por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de
escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del
pedernal; 16que te sustentó con maná en el desierto, comida que
tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre
hacerte bien;b 17y digas en tu corazón: Mi
poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18Sino
acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas,
a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. 19Mas
si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos,
y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que
de cierto pereceréis. 20Como las naciones que Jehová destruirá
delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de
Jehová vuestro Dios.[2]
Job 7
Job argumenta contra Dios
7
1 ¿No es
acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
Y sus días como los días del
jornalero?
2 Como el siervo
suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el
reposo de su trabajo,
3 Así he
recibido meses de calamidad,
Y noches de trabajo me dieron
por cuenta.
4 Cuando
estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche es larga, y estoy
lleno de inquietudes hasta el alba.
5 Mi carne
está vestida de gusanos, y de costras de polvo;
Mi piel hendida y abominable.
6 Y mis días
fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza.
7 Acuérdate
que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a
ver el bien.
8 Los ojos de
los que me ven, no me verán más;
Fijarás en mí tus ojos, y
dejaré de ser.
9 Como la
nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol
no subirá;
10 No volverá
más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más.
11 Por tanto,
no refrenaré mi boca;
Hablaré en la angustia de mi
espíritu,
Y me quejaré con la amargura
de mi alma.
12 ¿Soy yo el
mar, o un monstruo marino,
Para que me pongas guarda?
13 Cuando
digo: Me consolará mi lecho,
Mi cama atenuará mis quejas;
14 Entonces me
asustas con sueños,
Y me aterras con visiones.
15 Y así mi
alma tuvo por mejor la estrangulación,
Y quiso la muerte más que mis
huesos.
16 Abomino de
mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame, pues, porque mis días
son vanidad.
17 ¿Qué es el
hombre, para que lo engrandezcas,
Y para que pongas sobre él tu
corazón,a
18 Y lo
visites todas las mañanas,
Y todos los momentos lo
pruebes?
19 ¿Hasta
cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera
hasta que trague mi saliva?
20 Si he
pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco
tuyo,
Hasta convertirme en una carga
para mí mismo?
21 ¿Y por qué
no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora dormiré en el
polvo,
Y si me buscares de mañana, ya
no existiré.[3]
d d 27.35: Sal. 22.18.
e e 27.39: Sal. 22.7; 109.25.
f f 27.40: Mt. 26.61; Jn. 2.19.
g g 27.43: Sal. 22.8.
h h 27.46: Sal. 22.1.
i i 27.48: Sal. 69.21.
j j 27.51: Ex. 26.31–33.
k k 27.55–56: Lc. 8.2–3.
l l 27.63: Mt. 16.21; 17.23; 20.19; Mr.
8.31; 9.31; 10.33–34; Lc. 9.22; 18.31–33.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 27.31-66). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a 7.1: Hch. 13.19.
b
b 7.5: Dt. 12.3.
c
c 7.6: Ex. 19.5; Dt. 4.20;
14.2; 26.18; Tit. 2.14; 1 P. 2.9.
d d 7.9–10: Ex. 20.5–6; 34.6–7; Nm. 14.18; Dt.
5.9–10.
e e 7.12–16: Dt. 11.13–17.
a a 8.3: Mt. 4.4; Lc. 4.4.
b b 8.11–16: Os. 13.5–6.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 6.25-8.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 7.17: Sal. 8.4; 144.3.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 6.30-7.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
7 Mat 27.
32-66 / Deu 7-8
/ Job 7
San
Mateo 27. 32-66
Crucifixión y muerte de Jesús
(Mr. 15.21–41; Lc. 23.26–49; Jn. 19.17–30)
32Cuando salían, hallaron a un
hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.
33Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de
la Calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero
después de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando le hubieron
crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes,d
para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos,
y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban allí.
37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE
LOS JUDÍOS. 38Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a
la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le
injuriaban, meneando la cabeza,e 40y diciendo: Tú
que derribas el templo, y en tres días lo reedificas,f sálvate a
ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta
manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y
los fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo
no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y
creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere;g
porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban
también los ladrones que estaban crucificados con él.
45Y desde la hora sexta hubo
tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la
hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto
es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?h 47Algunos
de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. 48Y
al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre,
y poniéndola en una caña, le dio a beber.i 49Pero
los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. 50Mas
Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
51Y he aquí, el veloj
del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se
partieron; 52y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de
santos que habían dormido, se levantaron; 53y saliendo de los sepulcros,
después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a
muchos. 54El centurión, y los que estaban con él guardando a
Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran
manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
55Estaban allí muchas mujeres
mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea,
sirviéndole, 56entre las cuales estaban María Magdalena, María la
madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.k
Jesús es sepultado
(Mr. 15.42–47; Lc. 23.50–56; Jn. 19.38–42)
57Cuando llegó la noche, vino un
hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de
Jesús. 58Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces
Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59Y tomando José el
cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60y lo puso en su
sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran
piedra a la entrada del sepulcro, se fue. 61Y estaban allí María
Magdalena, y la otra María, sentadas delante del sepulcro.
La guardia ante la tumba
62Al día siguiente, que es después
de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante
Pilato, 63diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo,
viviendo aún: Después de tres días resucitaré.l 64Manda,
pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus
discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los
muertos. Y será el postrer error peor que el primero. 65Y Pilato
les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. 66Entonces
ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la
guardia.[1]
Deuteronomio
7-8
Advertencias contra la idolatría de Canaán
(Ex. 34.11–17)
7
1Cuando Jehová tu Dios te haya
introducido en la tierra en la cual entrarás para tomarla, y haya echado de
delante de ti a muchas naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo,
al ferezeo, al heveo y al jebuseo, siete nacionesa
mayores y más poderosas que tú, 2y Jehová tu Dios las haya
entregado delante de ti, y las hayas derrotado, las destruirás del todo; no
harás con ellas alianza, ni tendrás de ellas misericordia. 3Y no
emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para
tu hijo. 4Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a
dioses ajenos; y el furor de Jehová se encenderá sobre vosotros, y te destruirá
pronto. 5Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares
destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y destruiréis sus imágenes de Asera, y
quemaréis sus esculturas en el fuego.b
Un pueblo santo para Jehová
6Porque tú eres pueblo santo para
Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial,c
más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7No por ser
vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues
vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8sino
por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros
padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de
servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. 9Conoce, pues,
que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a
los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones; 10y
que da el pago en persona al que le aborrece, destruyéndolo;d
y no se demora con el que le odia, en persona le dará el pago. 11Guarda,
por tanto, los mandamientos, estatutos y decretos que yo te mando hoy que cumplas.
Bendiciones de la obediencia
(Lv. 26.3–13; Dt. 28.1–14)
12Y por haber oído estos decretos y
haberlos guardado y puesto por obra, Jehová tu Dios guardará contigo el pacto y
la misericordia que juró a tus padres. 13Y te amará, te bendecirá
y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra,
tu grano, tu mosto, tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus
ovejas, en la tierra que juró a tus padres que te daría. 14Bendito
serás más que todos los pueblos; no habrá en ti varón ni hembra estéril, ni en
tus ganados. 15Y quitará Jehová de ti toda enfermedad; y todas las
malas plagas de Egipto, que tú conoces, no las pondrá sobre ti, antes las
pondrá sobre todos los que te aborrecieren. 16Y consumirás a todos
los pueblos que te da Jehová tu Dios; no los perdonará tu ojo, ni servirás a
sus dioses, porque te será tropiezo.e
17Si dijeres en tu corazón: Estas
naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar? 18no
tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón
y con todo Egipto; 19de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y
de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que
Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya
presencia tú temieres. 20También enviará Jehová tu Dios avispas
sobre ellos, hasta que perezcan los que quedaren y los que se hubieren
escondido de delante de ti. 21No desmayes delante de ellos, porque
Jehová tu Dios está en medio de ti, Dios grande y temible. 22Y
Jehová tu Dios echará a estas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás
acabar con ellas en seguida, para que las fieras del campo no se aumenten
contra ti. 23Mas Jehová tu Dios las entregará delante de ti, y él
las quebrantará con grande destrozo, hasta que sean destruidas. 24El
entregará sus reyes en tu mano, y tú destruirás el nombre de ellos de debajo
del cielo; nadie te hará frente hasta que los destruyas. 25Las
esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de
ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación
a Jehová tu Dios; 26y no traerás cosa abominable a tu casa, para
que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.
La buena tierra que han de poseer
8
1Cuidaréis de poner por obra todo
mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y
entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros
padres. 2Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído
Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus
mandamientos. 3Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó
con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para
hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de
la boca de Jehová vivirá el hombre.a 4Tu
vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos
cuarenta años. 5Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga
el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. 6Guardarás,
pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y
temiéndole. 7Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena
tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en
vegas y montes; 8tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y
granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; 9tierra en la
cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas
piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. 10Y comerás y
te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá
dado.
Amonestación de no olvidar a Dios
11Cuídate de no olvidarte de Jehová
tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te
ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas
casas en que habites, 13y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la
plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14y
se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de
tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 15que te hizo caminar
por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de
escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del
pedernal; 16que te sustentó con maná en el desierto, comida que
tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre
hacerte bien;b 17y digas en tu corazón: Mi
poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. 18Sino
acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas,
a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. 19Mas
si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos,
y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que
de cierto pereceréis. 20Como las naciones que Jehová destruirá
delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de
Jehová vuestro Dios.[2]
Job 7
Job argumenta contra Dios
7
1 ¿No es
acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
Y sus días como los días del
jornalero?
2 Como el siervo
suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el
reposo de su trabajo,
3 Así he
recibido meses de calamidad,
Y noches de trabajo me dieron
por cuenta.
4 Cuando
estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré?
Mas la noche es larga, y estoy
lleno de inquietudes hasta el alba.
5 Mi carne
está vestida de gusanos, y de costras de polvo;
Mi piel hendida y abominable.
6 Y mis días
fueron más veloces que la lanzadera del tejedor,
Y fenecieron sin esperanza.
7 Acuérdate
que mi vida es un soplo,
Y que mis ojos no volverán a
ver el bien.
8 Los ojos de
los que me ven, no me verán más;
Fijarás en mí tus ojos, y
dejaré de ser.
9 Como la
nube se desvanece y se va,
Así el que desciende al Seol
no subirá;
10 No volverá
más a su casa,
Ni su lugar le conocerá más.
11 Por tanto,
no refrenaré mi boca;
Hablaré en la angustia de mi
espíritu,
Y me quejaré con la amargura
de mi alma.
12 ¿Soy yo el
mar, o un monstruo marino,
Para que me pongas guarda?
13 Cuando
digo: Me consolará mi lecho,
Mi cama atenuará mis quejas;
14 Entonces me
asustas con sueños,
Y me aterras con visiones.
15 Y así mi
alma tuvo por mejor la estrangulación,
Y quiso la muerte más que mis
huesos.
16 Abomino de
mi vida; no he de vivir para siempre;
Déjame, pues, porque mis días
son vanidad.
17 ¿Qué es el
hombre, para que lo engrandezcas,
Y para que pongas sobre él tu
corazón,a
18 Y lo
visites todas las mañanas,
Y todos los momentos lo
pruebes?
19 ¿Hasta
cuándo no apartarás de mí tu mirada,
Y no me soltarás siquiera
hasta que trague mi saliva?
20 Si he
pecado, ¿qué puedo hacerte a ti, oh Guarda de los hombres?
¿Por qué me pones por blanco
tuyo,
Hasta convertirme en una carga
para mí mismo?
21 ¿Y por qué
no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad?
Porque ahora dormiré en el
polvo,
Y si me buscares de mañana, ya
no existiré.[3]
d d 27.35: Sal. 22.18.
e e 27.39: Sal. 22.7; 109.25.
f f 27.40: Mt. 26.61; Jn. 2.19.
g g 27.43: Sal. 22.8.
h h 27.46: Sal. 22.1.
i i 27.48: Sal. 69.21.
j j 27.51: Ex. 26.31–33.
k k 27.55–56: Lc. 8.2–3.
l l 27.63: Mt. 16.21; 17.23; 20.19; Mr.
8.31; 9.31; 10.33–34; Lc. 9.22; 18.31–33.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 27.31-66). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a 7.1: Hch. 13.19.
b
b 7.5: Dt. 12.3.
c
c 7.6: Ex. 19.5; Dt. 4.20;
14.2; 26.18; Tit. 2.14; 1 P. 2.9.
d d 7.9–10: Ex. 20.5–6; 34.6–7; Nm. 14.18; Dt.
5.9–10.
e e 7.12–16: Dt. 11.13–17.
a a 8.3: Mt. 4.4; Lc. 4.4.
b b 8.11–16: Os. 13.5–6.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 6.25-8.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 7.17: Sal. 8.4; 144.3.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 6.30-7.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?