¡Cómo enfrentar las aflicciones!
¡Como un(a) Hijo(a) de Papá!
Por Riqui Ricón*
Cuando salgas a la guerra
contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que
tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo… Oye, Israel,
vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro
corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos;
porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros
contra vuestros enemigos, para salvaros (Deu 20. 1,
3-4).
Bajo los términos del viejo pacto
puedes estar confiado(a) y seguro(a) de la protección de Dios contra tus
enemigos. Lo único que se te pide es que no des lugar al temor ni a la duda,
pues Él está contigo y va contigo.
¿Qué hay con el Nuevo Pacto?
Por tanto, Jesús es hecho fiador
de un mejor pacto… Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es
mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (He 7.22, 8.6).
Ahora bien, la Biblia, que es la
palabra de Dios y no miente, te asegura que el Nuevo Pacto es un mejor Pacto,
establecido sobre mejores promesas y que Jesucristo es el mediador y fiador de
este Nuevo Pacto.
Este Nuevo Pacto se rige por la
Ley de la FE.
Pero sin fe es imposible agradar
a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que
es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
FE es vivir con la certeza y la
convicción de que TODO lo que Dios dice es Verdad, que Él NO miente (de hecho
no puede mentir). FE es creerle a Dios creyendo Su Palabra.
Dios no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y
no podré revocarla (Num 23.19-20).
Este día, pudiera ser que el
problema, enfermedad o aflicción que hoy estás enfrentando, ahora sí te parece
demasiado complicado, parece demasiado fuerte como para no preocuparte y sólo
dejarlo en manos de Dios. Lo dicen los análisis; lo dicen los médicos; lo dice
la situación económica y lo dicen tus acreedores; lo dice el banco; lo dice tu
esposo(a); lo dice el abogado y la demanda que te entregó, ¡lo dice el mundo
entero! Pero, ¿qué dice Dios?
Aunque ande en valle de sombra de
muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me
infundirán aliento (Sal 23.4).
No tengas temor
alguno porque Dios no te ha dejado ni te dejará.
Él te librará del lazo del
cazador, De la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus
alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror
nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni
mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu
diestra; Mas a ti no llegará (Sal 91.3-7).
Dios, tu Padre,
es tu cobertura y tu protección. Jesús es el que te guarda y el maligno no te toca.
Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Pon toda tu
confianza en Dios y podrás ser verdaderamente feliz.
Encomienda al SEÑOR tu
camino; confía en él, y él actuará (Sal
37.5 NVI).
Y esta no es
más que una muestra muy, pero muy, pequeña de lo que Dios, el Todopoderoso,
dice acerca de ti en Su Palabra, la Biblia. Y lo más importante de todo es que
Él te ama.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1
Jn 3.1 BAD).
Es por ese Amor que ahora tú
eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios. Por eso el mundo no te conoce porque no le
conocen a Él, porque no conocen Su gran Amor.
En honor a la Verdad (la
Palabra de Dios es Verdad), ¡Tú eres un(a) Hijo(a) legítimo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo!
siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Por lo tanto, cuando das mayor
credibilidad a tus sentidos, a lo que tus ojos ven y tus oídos oyen, en lugar
de creer lo que Dios DICE en Su Palabra, entonces, permites que el temor y la
duda entren a tu corazón y te desplazas de la posición de FE, que te da la
victoria segura, hacia un pozo obscuro de duda, temor, fracaso y derrota.
Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos (Hch 4.12).
Recuerda siempre que en la Biblia
el término salvación no solamente se
refiere al perdón de tus pecados para obtener un lugar en el cielo con Dios,
sino, también a la posición de Victoria con la que todos los Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo pueden y DEBEN vivir.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
La salvación se refiere más a la
paz, gozo y amor con que puedes vivir en esta tierra que a tu futuro en el
cielo. Ser salvo trata no de algo que tu tengas o hayas adquirido sino de algo
que tú, ahora, ya eres por la Gracia de Dios: ¡Un(a) auténtico(a) y legítimo(a)
Hijo(a) del Todopoderoso!
Jehová es mi luz y mi
salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de
atemorizarme? (Sal
27.1).
¡Qué certeza! ¡Qué seguridad!
¡Qué fe hay en las palabras del rey David. Y esto tan sólo por saberse en una
relación de pacto con Dios! ¿Cuánto más real, fuerte y poderoso será este Nuevo
Pacto en la Sangre de Jesús que te ha justificado, perdonado y establecido cómo
un(a) Hijo(a) del mismísimo Dios?
Cualquiera que sea el problema o
situación que estés enfrentando el día de hoy, te pararás en tu posición de
victoria cuando dejes de temer y preguntarte qué vas hacer y comiences a creer y
declarar quién tú ya eres en Cristo Jesús y poseas lo que legítimamente te
pertenece:
·
Tú eres
el especial tesoro de tu Padre celestial.
Y
serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en
que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le
sirve (Mal 3.17).
·
Eres un(a)
Hijo(a) de Dios que TODO LO PUEDE en Cristo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
·
En todas
las cosas eres más que vencedor por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
·
Tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios que ya ha vencido pues mayor es Él, el Espíritu Santo, que está
en ti y contigo, que el que está en el mundo.
Hijitos, vosotros sois de Dios, y
los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en
el mundo (1 Jn 4.4).
·
Eres sano(a)
y libre pues Jesús mismo es el que te guarda y el maligno no te toca.
Sabemos que todo aquel que ha
nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios
le guarda, y el maligno no le toca (1 Jn 5.18).
Mira, si acaso tu problema fuera
el pecado, lo único que tienes que hacer es correr hacia Dios en lugar de huir
de Él. Arrepiéntete, confiesa tu pecado y recibe el perdón, pues tu Padre
siempre estará dispuesto a perdonarte y limpiarte. Así lo dice Su Palabra.
Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad (1 Jn 1.9).
Al fin y al
cabo, ¡eres un(a) Hijo(a) de Papá!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, muchas
gracias porque si el rey David podía estar tan seguro yo lo estoy más. Tú eres
mi roca y mi fortaleza. Tú eres el que me guarda y me sostienes en el hueco de
la palma de Tu mano poderosa. ¡Tú eres mi Papá y eso, mi Dios, es mucho que
decir, pero es la Verdad! ¡Gracias Jesús! Me propongo con Tu ayuda, Espíritu
Santo, a no darle el más mínimo lugar al temor y a la duda. Creo y declaro que
soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) que dices en Tu Palabra, la Biblia, que yo soy. Por
esto, por lo que Tú dices con Tu Palabra de Honor acerca de mí, hoy quiero
decirte que no importa lo que pase a mi alrededor, yo te alabare y te adoraré,
pues ahora sé lo que has hecho por mí y dentro de mí. Gracias, Señor Jesús,
porque Tú, siendo Dios, no estimaste el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando
en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Todo por amor a mí, para hacerme un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de
Nuevo. ¡Gracias por Tu Sangre! Con ella lavaste todos mis pecados. ¡Gracias por
Tu resurrección! Con ella venciste a la muerte y me diste la Vida Eterna.
¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios! Bendito Espíritu
Santo, ¿qué te puedo decir a Ti? Que te amo. Que te adoro y cada día Te
necesito más y más. Tú eres mi amigo, mi consejero y mi ayudador. Gracias por
ser la promesa del Padre la cual Jesús dijo vendría sobre mí. Espíritu Santo,
Tú eres mi garantía, las arras de mi herencia para la redención de la posesión
adquirida. ¡No hay forma que pueda perder! ¡Todas las cosas me ayudan a bien!
Yo, _______________ (tu nombre aquí), he sido llamado(a) conforme al propósito
de Dios, mi Padre. Quien me predestino para que fuese hecho(a) conforme a la
imagen de Su Hijo, para que Jesús fuese mi hermano mayor. Dios, el Espíritu Santo, está en mí y
conmigo. Jesús, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién
contra mí? Padre celestial, si Tú no escatimaste ni a Tu propio
Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él
todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios?
Dios es el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo
es el que murió por mí; más aún, el que también resucitó por mí, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercede por mí. ¿Quién
me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por
causa de ti soy muerto(a) todo el tiempo; Soy contado(a) como ovejas de
matadero. Antes, en todas estas cosas, Yo, _______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que
me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me
podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor y Salvador. Así que, Satanás, tú vienes a
mí con problemas y enfermedades y aflicciones; mas yo vengo a ti en el nombre
de Jesús, el Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado. Dios, mi Padre, te entregará hoy en mi
mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso,
pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he
sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de
Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
13 Hch 4.1-22
/ Deu 19-20 /
Job 13
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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Abril
13 Hch 4.1-22
/ Deu 19-20 /
Job 13
Hechos
4. 1-22
Pedro y Juan ante el concilio
4
1Hablando ellos al pueblo, vinieron
sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los
saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en
Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Y les echaron mano, y
los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4Pero
muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones
era como cinco mil.
5Aconteció al día siguiente, que se
reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6y
el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la
familia de los sumos sacerdotes; 7y poniéndoles en medio, les
preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del
pueblo, y ancianos de Israel: 9Puesto que hoy se nos interroga
acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido
sanado, 10sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de
Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros
crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está
en vuestra presencia sano. 11Este Jesús es la piedra reprobada por
vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.a
12Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
13Entonces viendo el denuedo de
Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se
maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14Y
viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían
decir nada en contra. 15Entonces les ordenaron que saliesen del
concilio; y conferenciaban entre sí, 16diciendo: ¿Qué haremos con
estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos,
notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17Sin
embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no
hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18Y
llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el
nombre de Jesús. 19Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles:
Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;
20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21Ellos
entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles,
por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había
hecho, 22ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de
sanidad, tenía más de cuarenta años.[1]
Deuteronomio
19-20
Las ciudades de refugio
(Nm. 35.9–28)
19
1Cuando Jehová tu Dios destruya a
las naciones cuya tierra Jehová tu Dios te da a ti, y tú las heredes, y habites
en sus ciudades, y en sus casas; 2te apartarás tres ciudadesa
en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas. 3Arreglarás
los caminos, y dividirás en tres partes la tierra que Jehová tu Dios te dará en
heredad, y será para que todo homicida huya allí.
4Y este es el caso del homicida que
huirá allí, y vivirá: aquel que hiriere a su prójimo sin intención y sin haber
tenido enemistad con él anteriormente; 5como el que fuere con su
prójimo al monte a cortar leña, y al dar su mano el golpe con el hacha para
cortar algún leño, saltare el hierro del cabo, y diere contra su prójimo y éste
muriere; aquél huirá a una de estas ciudades, y vivirá; 6no sea
que el vengador de la sangre, enfurecido, persiga al homicida, y le alcance por
ser largo el camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado a muerte
por cuanto no tenía enemistad con su prójimo anteriormente. 7Por
tanto yo te mando, diciendo: Separarás tres ciudades. 8Y si Jehová
tu Dios ensanchare tu territorio, como lo juró a tus padres, y te diere toda la
tierra que prometió dar a tus padres, 9siempre y cuando guardares
todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy, para ponerlos por obra; que
ames a Jehová tu Dios y andes en sus caminos todos los días; entonces añadirás
tres ciudades más a estas tres, 10para que no sea derramada sangre
inocente en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad, y no seas
culpado de derramamiento de sangre.
11Pero si hubiere alguno que
aborreciere a su prójimo y lo acechare, y se levantare contra él y lo hiriere
de muerte, y muriere; si huyere a alguna de estas ciudades, 12entonces
los ancianos de su ciudad enviarán y lo sacarán de allí, y lo entregarán en
mano del vengador de la sangre para que muera. 13No le
compadecerás; y quitarás de Israel la sangre inocente, y te irá bien.
14En la heredad que poseas en la
tierra que Jehová tu Dios te da, no reducirás los límites de la propiedad de tu
prójimo,b
que fijaron los antiguos.
Leyes sobre el testimonio
15No se tomará en cuenta a un solo
testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación
con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos
se mantendrá la acusación.c 16Cuando se
levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, 17entonces
los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los
sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. 18Y los
jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado
falsamente a su hermano, 19entonces haréis a él como él pensó
hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. 20Y los
que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en
medio de ti. 21Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo,
diente por diente,d mano por mano, pie por pie.
Leyes sobre la guerra
20
1Cuando salgas a la guerra contra
tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no
tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te sacó de
tierra de Egipto. 2Y cuando os acerquéis para combatir, se pondrá
en pie el sacerdote y hablará al pueblo, 3y les dirá: Oye, Israel,
vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro
corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos;
4porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros
contra vuestros enemigos, para salvaros. 5Y los oficiales hablarán
al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado?
Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
estrene. 6¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella?
Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
disfrute. 7¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado?
Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
tome. 8Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán:
¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque
el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo. 9Y cuando los
oficiales acaben de hablar al pueblo, entonces los capitanes del ejército
tomarán el mando a la cabeza del pueblo.
10Cuando te acerques a una ciudad
para combatirla, le intimarás la paz. 11Y si respondiere: Paz, y te
abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te será tributario, y te
servirá. 12Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere guerra
contigo, entonces la sitiarás. 13Luego que Jehová tu Dios la
entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada. 14Solamente
las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo
su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales
Jehová tu Dios te entregó. 15Así harás a todas las ciudades que
estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. 16Pero
de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna
persona dejarás con vida, 17sino que los destruirás completamente:
al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como
Jehová tu Dios te ha mandado; 18para que no os enseñen a hacer
según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis
contra Jehová vuestro Dios.
19Cuando sities a alguna ciudad,
peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles
metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque
el árbol del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. 20Mas
el árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para
construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta sojuzgarla.[2]
Job 13
Job defiende su integridad
13
1 He aquí que
todas estas cosas han visto mis ojos,
Y oído y entendido mis oídos.
2 Como
vosotros lo sabéis, lo sé yo;
No soy menos que vosotros.
3 Mas yo
hablaría con el Todopoderoso,
Y querría razonar con Dios.
4 Porque
ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira;
Sois todos vosotros médicos
nulos.
5 Ojalá
callarais por completo,
Porque esto os fuera
sabiduría.
6 Oíd ahora
mi razonamiento,
Y estad atentos a los
argumentos de mis labios.
7 ¿Hablaréis
iniquidad por Dios?
¿Hablaréis por él engaño?
8 ¿Haréis acepción
de personas a su favor?
¿Contenderéis vosotros por
Dios?
9 ¿Sería
bueno que él os escudriñase?
¿Os burlaréis de él como quien
se burla de algún hombre?
10 El os
reprochará de seguro,
Si solapadamente hacéis
acepción de personas.
11 De cierto
su alteza os habría de espantar,
Y su pavor habría de caer
sobre vosotros.
12 Vuestras
máximas son refranes de ceniza,
Y vuestros baluartes son
baluartes de lodo.
13 Escuchadme,
y hablaré yo,
Y que me venga después lo que
viniere.
14 ¿Por qué
quitaré yo mi carne con mis dientes,
Y tomaré mi vida en mi mano?
15 He aquí,
aunque él me matare, en él esperaré;
No obstante, defenderé delante
de él mis caminos,
16 Y él mismo
será mi salvación,
Porque no entrará en su
presencia el impío.
17 Oíd con
atención mi razonamiento,
Y mi declaración entre en
vuestros oídos.
18 He aquí
ahora, si yo expusiere mi causa,
Sé que seré justificado.
19 ¿Quién es
el que contenderá conmigo?
Porque si ahora yo callara,
moriría.
20 A lo menos
dos cosas no hagas conmigo;
Entonces no me esconderé de tu
rostro:
21 Aparta de
mí tu mano,
Y no me asombre tu terror.
22 Llama
luego, y yo responderé;
O yo hablaré, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas
iniquidades y pecados tengo yo?
Hazme entender mi transgresión
y mi pecado.
24 ¿Por qué
escondes tu rostro,
Y me cuentas por tu enemigo?
25 ¿A la hoja
arrebatada has de quebrantar,
Y a una paja seca has de
perseguir?
26 ¿Por qué
escribes contra mí amarguras,
Y me haces cargo de los
pecados de mi juventud?
27 Pones
además mis pies en el cepo, y observas todos mis caminos,
Trazando un límite para las
plantas de mis pies.
28 Y mi cuerpo
se va gastando como de carcoma,
Como vestido que roe la
polilla.[3]
a a 4.11: Sal. 118.22.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 3.26-4.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 19.1–13: Jos. 20.1–9.
b b 19.14: Dt. 27.17.
c c 19.15: Nm. 35.30; Dt. 17.6; Mt. 18.16;
2 Co. 13.1; 1 Ti. 5.19; He. 10.28.
d d 19.21: Ex. 21.23–25; Lv. 24.19–20; Mt.
5.38.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 18.22-20.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 12.25-13.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
13 Hch 4.1-22
/ Deu 19-20 /
Job 13
Hechos
4. 1-22
Pedro y Juan ante el concilio
4
1Hablando ellos al pueblo, vinieron
sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los
saduceos, 2resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en
Jesús la resurrección de entre los muertos. 3Y les echaron mano, y
los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. 4Pero
muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones
era como cinco mil.
5Aconteció al día siguiente, que se
reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, 6y
el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la
familia de los sumos sacerdotes; 7y poniéndoles en medio, les
preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
8Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del
pueblo, y ancianos de Israel: 9Puesto que hoy se nos interroga
acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido
sanado, 10sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de
Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros
crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está
en vuestra presencia sano. 11Este Jesús es la piedra reprobada por
vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.a
12Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
13Entonces viendo el denuedo de
Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se
maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús. 14Y
viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían
decir nada en contra. 15Entonces les ordenaron que saliesen del
concilio; y conferenciaban entre sí, 16diciendo: ¿Qué haremos con
estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos,
notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. 17Sin
embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no
hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18Y
llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el
nombre de Jesús. 19Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles:
Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;
20porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. 21Ellos
entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles,
por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había
hecho, 22ya que el hombre en quien se había hecho este milagro de
sanidad, tenía más de cuarenta años.[1]
Deuteronomio
19-20
Las ciudades de refugio
(Nm. 35.9–28)
19
1Cuando Jehová tu Dios destruya a
las naciones cuya tierra Jehová tu Dios te da a ti, y tú las heredes, y habites
en sus ciudades, y en sus casas; 2te apartarás tres ciudadesa
en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da para que la poseas. 3Arreglarás
los caminos, y dividirás en tres partes la tierra que Jehová tu Dios te dará en
heredad, y será para que todo homicida huya allí.
4Y este es el caso del homicida que
huirá allí, y vivirá: aquel que hiriere a su prójimo sin intención y sin haber
tenido enemistad con él anteriormente; 5como el que fuere con su
prójimo al monte a cortar leña, y al dar su mano el golpe con el hacha para
cortar algún leño, saltare el hierro del cabo, y diere contra su prójimo y éste
muriere; aquél huirá a una de estas ciudades, y vivirá; 6no sea
que el vengador de la sangre, enfurecido, persiga al homicida, y le alcance por
ser largo el camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado a muerte
por cuanto no tenía enemistad con su prójimo anteriormente. 7Por
tanto yo te mando, diciendo: Separarás tres ciudades. 8Y si Jehová
tu Dios ensanchare tu territorio, como lo juró a tus padres, y te diere toda la
tierra que prometió dar a tus padres, 9siempre y cuando guardares
todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy, para ponerlos por obra; que
ames a Jehová tu Dios y andes en sus caminos todos los días; entonces añadirás
tres ciudades más a estas tres, 10para que no sea derramada sangre
inocente en medio de la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad, y no seas
culpado de derramamiento de sangre.
11Pero si hubiere alguno que
aborreciere a su prójimo y lo acechare, y se levantare contra él y lo hiriere
de muerte, y muriere; si huyere a alguna de estas ciudades, 12entonces
los ancianos de su ciudad enviarán y lo sacarán de allí, y lo entregarán en
mano del vengador de la sangre para que muera. 13No le
compadecerás; y quitarás de Israel la sangre inocente, y te irá bien.
14En la heredad que poseas en la
tierra que Jehová tu Dios te da, no reducirás los límites de la propiedad de tu
prójimo,b
que fijaron los antiguos.
Leyes sobre el testimonio
15No se tomará en cuenta a un solo
testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación
con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos
se mantendrá la acusación.c 16Cuando se
levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, 17entonces
los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los
sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. 18Y los
jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado
falsamente a su hermano, 19entonces haréis a él como él pensó
hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti. 20Y los
que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en
medio de ti. 21Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo,
diente por diente,d mano por mano, pie por pie.
Leyes sobre la guerra
20
1Cuando salgas a la guerra contra
tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no
tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te sacó de
tierra de Egipto. 2Y cuando os acerquéis para combatir, se pondrá
en pie el sacerdote y hablará al pueblo, 3y les dirá: Oye, Israel,
vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestros enemigos; no desmaye vuestro
corazón, no temáis, ni os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos;
4porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros
contra vuestros enemigos, para salvaros. 5Y los oficiales hablarán
al pueblo, diciendo: ¿Quién ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado?
Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
estrene. 6¿Y quién ha plantado viña, y no ha disfrutado de ella?
Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
disfrute. 7¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado?
Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la
tome. 8Y volverán los oficiales a hablar al pueblo, y dirán:
¿Quién es hombre medroso y pusilánime? Vaya, y vuélvase a su casa, y no apoque
el corazón de sus hermanos, como el corazón suyo. 9Y cuando los
oficiales acaben de hablar al pueblo, entonces los capitanes del ejército
tomarán el mando a la cabeza del pueblo.
10Cuando te acerques a una ciudad
para combatirla, le intimarás la paz. 11Y si respondiere: Paz, y te
abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te será tributario, y te
servirá. 12Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere guerra
contigo, entonces la sitiarás. 13Luego que Jehová tu Dios la
entregue en tu mano, herirás a todo varón suyo a filo de espada. 14Solamente
las mujeres y los niños, y los animales, y todo lo que haya en la ciudad, todo
su botín tomarás para ti; y comerás del botín de tus enemigos, los cuales
Jehová tu Dios te entregó. 15Así harás a todas las ciudades que
estén muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de estas naciones. 16Pero
de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna
persona dejarás con vida, 17sino que los destruirás completamente:
al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como
Jehová tu Dios te ha mandado; 18para que no os enseñen a hacer
según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis
contra Jehová vuestro Dios.
19Cuando sities a alguna ciudad,
peleando contra ella muchos días para tomarla, no destruirás sus árboles
metiendo hacha en ellos, porque de ellos podrás comer; y no los talarás, porque
el árbol del campo no es hombre para venir contra ti en el sitio. 20Mas
el árbol que sepas que no lleva fruto, podrás destruirlo y talarlo, para
construir baluarte contra la ciudad que te hace la guerra, hasta sojuzgarla.[2]
Job 13
Job defiende su integridad
13
1 He aquí que
todas estas cosas han visto mis ojos,
Y oído y entendido mis oídos.
2 Como
vosotros lo sabéis, lo sé yo;
No soy menos que vosotros.
3 Mas yo
hablaría con el Todopoderoso,
Y querría razonar con Dios.
4 Porque
ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira;
Sois todos vosotros médicos
nulos.
5 Ojalá
callarais por completo,
Porque esto os fuera
sabiduría.
6 Oíd ahora
mi razonamiento,
Y estad atentos a los
argumentos de mis labios.
7 ¿Hablaréis
iniquidad por Dios?
¿Hablaréis por él engaño?
8 ¿Haréis acepción
de personas a su favor?
¿Contenderéis vosotros por
Dios?
9 ¿Sería
bueno que él os escudriñase?
¿Os burlaréis de él como quien
se burla de algún hombre?
10 El os
reprochará de seguro,
Si solapadamente hacéis
acepción de personas.
11 De cierto
su alteza os habría de espantar,
Y su pavor habría de caer
sobre vosotros.
12 Vuestras
máximas son refranes de ceniza,
Y vuestros baluartes son
baluartes de lodo.
13 Escuchadme,
y hablaré yo,
Y que me venga después lo que
viniere.
14 ¿Por qué
quitaré yo mi carne con mis dientes,
Y tomaré mi vida en mi mano?
15 He aquí,
aunque él me matare, en él esperaré;
No obstante, defenderé delante
de él mis caminos,
16 Y él mismo
será mi salvación,
Porque no entrará en su
presencia el impío.
17 Oíd con
atención mi razonamiento,
Y mi declaración entre en
vuestros oídos.
18 He aquí
ahora, si yo expusiere mi causa,
Sé que seré justificado.
19 ¿Quién es
el que contenderá conmigo?
Porque si ahora yo callara,
moriría.
20 A lo menos
dos cosas no hagas conmigo;
Entonces no me esconderé de tu
rostro:
21 Aparta de
mí tu mano,
Y no me asombre tu terror.
22 Llama
luego, y yo responderé;
O yo hablaré, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas
iniquidades y pecados tengo yo?
Hazme entender mi transgresión
y mi pecado.
24 ¿Por qué
escondes tu rostro,
Y me cuentas por tu enemigo?
25 ¿A la hoja
arrebatada has de quebrantar,
Y a una paja seca has de
perseguir?
26 ¿Por qué
escribes contra mí amarguras,
Y me haces cargo de los
pecados de mi juventud?
27 Pones
además mis pies en el cepo, y observas todos mis caminos,
Trazando un límite para las
plantas de mis pies.
28 Y mi cuerpo
se va gastando como de carcoma,
Como vestido que roe la
polilla.[3]
a a 4.11: Sal. 118.22.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 3.26-4.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 19.1–13: Jos. 20.1–9.
b b 19.14: Dt. 27.17.
c c 19.15: Nm. 35.30; Dt. 17.6; Mt. 18.16;
2 Co. 13.1; 1 Ti. 5.19; He. 10.28.
d d 19.21: Ex. 21.23–25; Lv. 24.19–20; Mt.
5.38.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 18.22-20.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 12.25-13.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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