¡Cómo obtienes tu Verdadera Identidad!
¡Dios de Pacto!
Por Riqui Ricón*
Y tomando la copa, y habiendo
dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de
los pecados (Mat 26. 27-28).
Cuando leo en Génesis 15 como
Abraham creyó a la promesa de Dios y le fue contado por justicia, no puedo
dejar de notar que enseguida cuestionó a Dios: Señor, ¿en qué conoceré que la
he de heredar? O dicho de otra forma, ¿cómo saberlo? ¿Cómo puedo estar seguro?
Entonces el Señor le pidió que sacrificara unos animales partiéndolos por la
mitad y, parado sobre esa sangre, hizo un pacto con Abraham.
La sangre es la señal del Pacto.
El Pacto es la garantía de la Palabra y la Palabra es la fuente de tu FE.
Y tomó el libro del pacto y lo
leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha
dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y roció
sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con
vosotros sobre todas estas cosas (Ex 24. 7-8).
En estos días es muy importante que
comprendas en su totalidad el significado y alcance de tu Nueva Identidad;
Identidad que has obtenido a través de tu Nuevo Nacimiento, y esto último, que
hayas Nacido de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios, es la razón por la cual tu
Padre dispuso hacer un Nuevo Pacto.
En estos días es muy importante
que comprendas en su totalidad el significado y alcance del Nuevo Pacto en la Sangre
de Jesús.
Israel, el pueblo escogido por
Dios, con sus constantes fracasos ante el pecado, invalidó el Pacto que Dios
había hecho con ellos. El Todopoderoso, previendo esta condición, prometió a
Abraham que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra. ¿Cómo
sería esto? A través de un Nuevo Pacto, con mejores promesas, que garantizaba a
los hombres un Nuevo Nacimiento por medio de la FE en la Sangre del Unigénito
Hijo de Dios.
He aquí que vienen días,
dice Jehová, en los cuales haré nuevo
pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No
como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de
la tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos
días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo
seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará
más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová;
porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,
dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado (Jer 31. 31-34).
Aunque la ley de Dios te ha sido
dada sólo para tu beneficio, por tu propia naturaleza que es esclava del
pecado, tú jamás podrás cumplir con ella. Así que, Dios, el Todopoderoso, tu
amoroso Padre, ejecuta un Plan para trasladarte de la condición de esclavo(a)
vendido(a) al pecado a la condición de libertad gloriosa como un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom 6.23).
Antes que nada, Dios tenía que
librarte de la sentencia de muerte eterna que por tus pecados, pendía sobre ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Por Su gran Amor con que siempre
te ha amado, Jesús pagó con Su vida el justo precio que satisface la justicia
de Dios; te compró, te justificó y te hizo libre de una vez y para siempre de
las cadenas del pecado y de la muerte.
Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte (Ro 8.2).
Después de esto, para culminar Su
propósito de Amor para contigo, una vez justificado(a) en la Sangre de Jesús,
Dios decide perdonar todas tus transgresiones y pecados no acordándose más de
ellos y te crea de nuevo haciendo de ti un espíritu Nuevo con un nuevo corazón
y, por si esto fuera poco, te sella con el Su propio Espíritu Santo.
Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón
de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis
preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36. 26-27).
Mira como, una vez que fue
descubierto su doble pecado de adulterio y asesinato, el Rey David,
arrepentido, comprendió que por más que clamara por perdón y limpieza de sus
actos, él seguiría siendo el mismo ser humano esclavo de su naturaleza caída, y
sólo un milagro regenerador de parte
de Dios le podría dar la posición de victoria ante el pecado.
Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de
delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu
salvación, Y espíritu noble me sustente (Sal 51. 10-12).
Es la Sangre de Jesús, el Nuevo
Pacto, la que te abre el camino al corazón del Padre, pues tú fuiste regenerado(a)
por la Palabra de Dios como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo al
instante mismo que reconociste y aceptaste a Jesús como tu Señor y Salvador.
Pues ustedes han nacido de
nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la
palabra de Dios que vive y permanece (1 Ped 1.23).
Ya no eres más la misma persona
pecadora que el diablo quiere que sigas creyendo que eres. ¡No! ¡Nada de eso! De
acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo no de una semilla que se puede corromper
sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
Y éste, mi amigo(a), es el
verdadero significado del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús: Que por Amor, tú
fuiste comprado(a) a precio de Sangre para ser justificado(a) y santificado(a),
y así, ser hecho(a) un(a) auténtico y legítimo Hijo(a) de Dios con derecho a la
Vida Eterna.
¡Vivir para siempre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que maravilloso es saber
cuánto me amas Tú que a pesar de estar yo muerto(a) en delitos y pecados me
diste Vida juntamente con Cristo Jesús. Y no cualquier clase de Vida sino la
Vida Eterna, la Vida gloriosa y victoriosa que solamente un(a) Hijo(a) Tuyo(a)
puede tener. Abba Padre, gracias por ser un Dios de Pactos. ¡Gracias por el
Nuevo Pacto en la Sangre de Tu Hijo Jesús! Oh precioso Espíritu de Dios,
permíteme hoy comprender cuál es la supereminente grandeza de Tu Amor y poder
para conmigo que me hayas creado de nuevo para hacerme Tu Hijo para darme Vida
Eterna. Una Vida abundante y plena en Cristo Jesús pues soy nueva creatura y
todas las cosas viejas pasaron y ahora, todo en mi vida ha sido hecho nuevo. Señor
Jesús, por Tu Amor, por Tu muerte, por Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí y por Tu resurrección te doy gracias. ¡Muchas gracias,
Señor Jesús! Espíritu Santo, ayúdame a ser capaz de comprender cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
y de conocer Tu Amor que excede a todo conocimiento y que yo sea lleno
de toda la plenitud de Dios. Creo, confieso y recibo está Nueva Identidad como
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Creo, confieso y recibo que yo, ___________
(tu nombre aquí), soy esta persona que Tu Palabra, la Biblia, dice que soy.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece! ¡Mayor eres Tú, mi Dios, que estás en mí y conmigo, que el
que está en el mundo! ¡De TODO problema, enfermedad o aflicción yo saldré más
que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús! Lo Creo, confieso y recibo en el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
3 Mat 26.
1-29 / Núm 35-36
/ Job 3
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
3 Mat 26.
1-29 / Núm 35-36
/ Job 3
San
Mateo 26. 1-25
El complot para prender a Jesús
(Mr. 14.1–2; Lc. 22.1–2; Jn. 11.45–53)
26
1Cuando hubo acabado Jesús todas
estas palabras, dijo a sus discípulos: 2Sabéis que dentro de dos
días se celebra la pascua,a y el Hijo del Hombre será
entregado para ser crucificado.
3Entonces los principales
sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio
del sumo sacerdote llamado Caifás, 4y tuvieron consejo para
prender con engaño a Jesús, y matarle. 5Pero decían: No durante la
fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Jesús es ungido en Betania
(Mr. 14.3–9; Jn. 12.1–8)
6Y estando Jesús en Betania, en
casa de Simón el leproso, 7vino a él una mujer, con un vaso de
alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él,
estando sentado a la mesa.b 8Al ver esto,
los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9Porque
esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10Y
entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho
conmigo una buena obra. 11Porque siempre tendréis pobres con
vosotros,c
pero a mí no siempre me tendréis. 12Porque al derramar este
perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en
todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Judas ofrece entregar a Jesús
(Mr. 14.10–11; Lc. 22.3–6)
14Entonces uno de los doce, que se
llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15y les
dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta
piezas de plata. 16Y desde entonces buscaba oportunidad para
entregarle.
Institución de la Cena del Señor
(Mr. 14.12–25; Lc. 22.7–23; Jn. 13.21–30; 1 Co. 11.23–26)
17El primer día de la fiesta de los
panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres
que preparemos para que comas la pascua? 18Y él dijo: Id a la
ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu
casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19Y los discípulos
hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
20Cuando llegó la noche, se sentó a
la mesa con los doce. 21Y mientras comían, dijo: De cierto os
digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22Y entristecidos en
gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? 23Entonces
él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a
entregar. 24A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito
de él,d
mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le
fuera a ese hombre no haber nacido. 25Entonces respondiendo Judas,
el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
26Y mientras comían, tomó Jesús el
pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto
es mi cuerpo. 27Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les
dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28porque esto es mi sangree
del nuevo pacto,f que por muchos es derramada para remisión de
los pecados. 29Y os digo que desde ahora no beberé más de este
fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino
de mi Padre.[1]
Números
35-36
Herencia de los levitas
35
1Habló Jehová a Moisés en los
campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo: 2Manda
a los hijos de Israel que den a los levitas, de la posesión de su heredad,
ciudades en que habiten; también daréis a los levitas los ejidos de esas
ciudades alrededor de ellas. 3Y tendrán ellos las ciudades para
habitar, y los ejidos de ellas serán para sus animales, para sus ganados y para
todas sus bestias. 4Y los ejidos de las ciudades que daréis a los
levitas serán mil codos alrededor, desde el muro de la ciudad para afuera.
5Luego mediréis fuera de la ciudad al lado del oriente dos mil codos, al
lado del sur dos mil codos, al lado del occidente dos mil codos, y al lado del
norte dos mil codos, y la ciudad estará en medio; esto tendrán por los ejidos
de las ciudades. 6Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis
ciudades serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie
allá; y además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades. 7Todas las
ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades con sus
ejidos. 8Y en cuanto a las ciudades que diereis de la heredad de
los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho, y del que tiene poco
tomaréis poco; cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión
que heredará.a
Ciudades de refugio
(Dt. 19.1–13)
9Habló Jehová a Moisés, diciendo:
10Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis pasado al otro
lado del Jordán a la tierra de Canaán, 11os señalaréis ciudades,
ciudades de refugiob tendréis, donde huya el
homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención. 12Y os serán
aquellas ciudades para refugiarse del vengador, y no morirá el homicida hasta
que entre en juicio delante de la congregación. 13De las ciudades,
pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio. 14Tres
ciudades daréis a este lado del Jordán, y tres ciudades daréis en la tierra de
Canaán, las cuales serán ciudades de refugio. 15Estas seis
ciudades serán de refugio para los hijos de Israel, y para el extranjero y el
que more entre ellos, para que huya allá cualquiera que hiriere de muerte a
otro sin intención.
16Si con instrumento de hierro lo
hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá. 17Y si con
piedra en la mano, que pueda dar muerte, lo hiriere y muriere, homicida es; el
homicida morirá. 18Y si con instrumento de palo en la mano, que
pueda dar muerte, lo hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá.
19El vengador de la sangre, él dará muerte al homicida; cuando lo
encontrare, él lo matará. 20Y si por odio lo empujó, o echó sobre
él alguna cosa por asechanzas, y muere; 21o por enemistad lo hirió
con su mano, y murió, el heridor morirá; es homicida; el vengador de la sangre
matará al homicida cuando lo encontrare.
22Mas si casualmente lo empujó sin
enemistades, o echó sobre él cualquier instrumento sin asechanzas, 23o
bien, sin verlo hizo caer sobre él alguna piedra que pudo matarlo, y muriere, y
él no era su enemigo, ni procuraba su mal; 24entonces la
congregación juzgará entre el que causó la muerte y el vengador de la sangre
conforme a estas leyes; 25y la congregación librará al homicida de
mano del vengador de la sangre, y la congregación lo hará volver a su ciudad de
refugio, en la cual se había refugiado; y morará en ella hasta que muera el
sumo sacerdote, el cual fue ungido con el aceite santo. 26Mas si
el homicida saliere fuera de los límites de su ciudad de refugio, en la cual se
refugió, 27y el vengador de la sangre le hallare fuera del límite
de la ciudad de su refugio, y el vengador de la sangre matare al homicida, no
se le culpará por ello; 28pues en su ciudad de refugio deberá
aquél habitar hasta que muera el sumo sacerdote; y después que haya muerto el
sumo sacerdote, el homicida volverá a la tierra de su posesión.
Ley sobre los testigos y sobre el rescate
29Estas cosas os serán por
ordenanza de derecho por vuestras edades, en todas vuestras habitaciones.
30Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el
homicida; mas un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera.c
31Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a
muerte; indefectiblemente morirá. 32Ni tampoco tomaréis precio del
que huyó a su ciudad de refugio, para que vuelva a vivir en su tierra, hasta
que muera el sumo sacerdote. 33Y no contaminaréis la tierra donde
estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será
expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la
derramó. 34No contaminéis, pues, la tierra donde habitáis, en
medio de la cual yo habito; porque yo Jehová habito en medio de los hijos de
Israel.
Ley del casamiento de las herederas
36
1Llegaron los príncipes de los
padres de la familia de Galaad hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias
de los hijos de José; y hablaron delante de Moisés y de los príncipes, jefes de
las casas paternas de los hijos de Israel, 2y dijeron: Jehová
mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de Israel en
posesión; también ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de Zelofehad
nuestro hermano a sus hijas.a 3Y si ellas se
casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la
herencia de ellas será así quitada de la herencia de nuestros padres, y será
añadida a la herencia de la tribu a que se unan; y será quitada de la porción
de nuestra heredad. 4Y cuando viniere el jubileo de los hijos de
Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu de sus
maridos; así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de
nuestros padres.
5Entonces Moisés mandó a los hijos
de Israel por mandato de Jehová, diciendo: La tribu de los hijos de José habla
rectamente. 6Esto es lo que ha mandado Jehová acerca de las hijas
de Zelofehad, diciendo: Cásense como a ellas les plazca, pero en la familia de
la tribu de su padre se casarán, 7para que la heredad de los hijos
de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque cada uno de los hijos de
Israel estará ligado a la heredad de la tribu de sus padres. 8Y
cualquiera hija que tenga heredad en las tribus de los hijos de Israel, con
alguno de la familia de la tribu de su padre se casará, para que los hijos de
Israel posean cada uno la heredad de sus padres, 9y no ande la
heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los
hijos de Israel estará ligada a su heredad.
10Como Jehová mandó a Moisés, así
hicieron las hijas de Zelofehad. 11Y así Maala, Tirsa, Hogla,
Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos paternos.
12Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la
heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre.
13Estos son los mandamientos y los
estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los
campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. [2]
Job 3
Job maldice el día en que nació
3
1Después de esto abrió Job su boca,
y maldijo su día.a 2Y exclamó Job,
y dijo:
3 Perezca el
día en que yo nací,
Y la noche en que se dijo:
Varón es concebido.
4 Sea aquel
día sombrío,
Y no cuide de él Dios desde
arriba,
Ni claridad sobre él
resplandezca.
5 Aféenlo
tinieblas y sombra de muerte;
Repose sobre él nublado
Que lo haga horrible como día
caliginoso.
6 Ocupe
aquella noche la oscuridad;
No sea contada entre los días
del año,
Ni venga en el número de los
meses.
7 ¡Oh, que
fuera aquella noche solitaria,
Que no viniera canción alguna
en ella!
8 Maldíganla
los que maldicen el día,
Los que se aprestan para
despertar a Leviatán.
9 Oscurézcanse
las estrellas de su alba;
Espere la luz, y no venga,
Ni vea los párpados de la
mañana;
10 Por cuanto
no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
Ni escondió de mis ojos la
miseria.
11 ¿Por qué no
morí yo en la matriz,
O expiré al salir del vientre?
12 ¿Por qué me
recibieron las rodillas?
¿Y a qué los pechos para que
mamase?
13 Pues ahora
estaría yo muerto, y reposaría;
Dormiría, y entonces tendría
descanso,
14 Con los
reyes y con los consejeros de la tierra,
Que reedifican para sí ruinas;
15 O con los
príncipes que poseían el oro,
Que llenaban de plata sus
casas.
16 ¿Por qué no
fui escondido como abortivo,
Como los pequeñitos que nunca
vieron la luz?
17 Allí los
impíos dejan de perturbar,
Y allí descansan los de
agotadas fuerzas.
18 Allí
también reposan los cautivos;
No oyen la voz del capataz.
19 Allí están
el chico y el grande,
Y el siervo libre de su señor.
20 ¿Por qué se
da luz al trabajado,
Y vida a los de ánimo
amargado,
21 Que esperan
la muerte, y ella no llega,b
Aunque la buscan más que
tesoros;
22 Que se alegran
sobremanera,
Y se gozan cuando hallan el
sepulcro?
23 ¿Por qué se
da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien Dios ha encerrado?
24 Pues antes
que mi pan viene mi suspiro,
Y mis gemidos corren como
aguas.
25 Porque el
temor que me espantaba me ha venido,
Y me ha acontecido lo que yo
temía.
26 No he
tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;
No obstante, me vino
turbación.[3]
a a 26.2: Ex. 12.1–27.
b b 26.7: Lc. 7.37–38.
c c 26.11: Dt. 15.11.
d d 26.24: Sal. 41.9.
e e 26.28: Ex. 24.6–8.
f f 26.28: Jer. 31.31–34.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 25.46-26.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 35.1–8: Jos. 21.1–42.
b b 35.9–28: Jos. 20.1–9.
c c 35.30: Dt. 17.6; 19.15.
a a 36.2: Nm. 27.7.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 34.29-36.13). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 3.1–19: Jer. 20.14–18.
b b 3.21: Ap. 9.6.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 2.13-3.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
3 Mat 26.
1-29 / Núm 35-36
/ Job 3
San
Mateo 26. 1-25
El complot para prender a Jesús
(Mr. 14.1–2; Lc. 22.1–2; Jn. 11.45–53)
26
1Cuando hubo acabado Jesús todas
estas palabras, dijo a sus discípulos: 2Sabéis que dentro de dos
días se celebra la pascua,a y el Hijo del Hombre será
entregado para ser crucificado.
3Entonces los principales
sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio
del sumo sacerdote llamado Caifás, 4y tuvieron consejo para
prender con engaño a Jesús, y matarle. 5Pero decían: No durante la
fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Jesús es ungido en Betania
(Mr. 14.3–9; Jn. 12.1–8)
6Y estando Jesús en Betania, en
casa de Simón el leproso, 7vino a él una mujer, con un vaso de
alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él,
estando sentado a la mesa.b 8Al ver esto,
los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? 9Porque
esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. 10Y
entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho
conmigo una buena obra. 11Porque siempre tendréis pobres con
vosotros,c
pero a mí no siempre me tendréis. 12Porque al derramar este
perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.
13De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en
todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.
Judas ofrece entregar a Jesús
(Mr. 14.10–11; Lc. 22.3–6)
14Entonces uno de los doce, que se
llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, 15y les
dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta
piezas de plata. 16Y desde entonces buscaba oportunidad para
entregarle.
Institución de la Cena del Señor
(Mr. 14.12–25; Lc. 22.7–23; Jn. 13.21–30; 1 Co. 11.23–26)
17El primer día de la fiesta de los
panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres
que preparemos para que comas la pascua? 18Y él dijo: Id a la
ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu
casa celebraré la pascua con mis discípulos. 19Y los discípulos
hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
20Cuando llegó la noche, se sentó a
la mesa con los doce. 21Y mientras comían, dijo: De cierto os
digo, que uno de vosotros me va a entregar. 22Y entristecidos en
gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor? 23Entonces
él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ése me va a
entregar. 24A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito
de él,d
mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le
fuera a ese hombre no haber nacido. 25Entonces respondiendo Judas,
el que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Le dijo: Tú lo has dicho.
26Y mientras comían, tomó Jesús el
pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto
es mi cuerpo. 27Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les
dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28porque esto es mi sangree
del nuevo pacto,f que por muchos es derramada para remisión de
los pecados. 29Y os digo que desde ahora no beberé más de este
fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino
de mi Padre.[1]
Números
35-36
Herencia de los levitas
35
1Habló Jehová a Moisés en los
campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó, diciendo: 2Manda
a los hijos de Israel que den a los levitas, de la posesión de su heredad,
ciudades en que habiten; también daréis a los levitas los ejidos de esas
ciudades alrededor de ellas. 3Y tendrán ellos las ciudades para
habitar, y los ejidos de ellas serán para sus animales, para sus ganados y para
todas sus bestias. 4Y los ejidos de las ciudades que daréis a los
levitas serán mil codos alrededor, desde el muro de la ciudad para afuera.
5Luego mediréis fuera de la ciudad al lado del oriente dos mil codos, al
lado del sur dos mil codos, al lado del occidente dos mil codos, y al lado del
norte dos mil codos, y la ciudad estará en medio; esto tendrán por los ejidos
de las ciudades. 6Y de las ciudades que daréis a los levitas, seis
ciudades serán de refugio, las cuales daréis para que el homicida se refugie
allá; y además de éstas daréis cuarenta y dos ciudades. 7Todas las
ciudades que daréis a los levitas serán cuarenta y ocho ciudades con sus
ejidos. 8Y en cuanto a las ciudades que diereis de la heredad de
los hijos de Israel, del que tiene mucho tomaréis mucho, y del que tiene poco
tomaréis poco; cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión
que heredará.a
Ciudades de refugio
(Dt. 19.1–13)
9Habló Jehová a Moisés, diciendo:
10Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis pasado al otro
lado del Jordán a la tierra de Canaán, 11os señalaréis ciudades,
ciudades de refugiob tendréis, donde huya el
homicida que hiriere a alguno de muerte sin intención. 12Y os serán
aquellas ciudades para refugiarse del vengador, y no morirá el homicida hasta
que entre en juicio delante de la congregación. 13De las ciudades,
pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio. 14Tres
ciudades daréis a este lado del Jordán, y tres ciudades daréis en la tierra de
Canaán, las cuales serán ciudades de refugio. 15Estas seis
ciudades serán de refugio para los hijos de Israel, y para el extranjero y el
que more entre ellos, para que huya allá cualquiera que hiriere de muerte a
otro sin intención.
16Si con instrumento de hierro lo
hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá. 17Y si con
piedra en la mano, que pueda dar muerte, lo hiriere y muriere, homicida es; el
homicida morirá. 18Y si con instrumento de palo en la mano, que
pueda dar muerte, lo hiriere y muriere, homicida es; el homicida morirá.
19El vengador de la sangre, él dará muerte al homicida; cuando lo
encontrare, él lo matará. 20Y si por odio lo empujó, o echó sobre
él alguna cosa por asechanzas, y muere; 21o por enemistad lo hirió
con su mano, y murió, el heridor morirá; es homicida; el vengador de la sangre
matará al homicida cuando lo encontrare.
22Mas si casualmente lo empujó sin
enemistades, o echó sobre él cualquier instrumento sin asechanzas, 23o
bien, sin verlo hizo caer sobre él alguna piedra que pudo matarlo, y muriere, y
él no era su enemigo, ni procuraba su mal; 24entonces la
congregación juzgará entre el que causó la muerte y el vengador de la sangre
conforme a estas leyes; 25y la congregación librará al homicida de
mano del vengador de la sangre, y la congregación lo hará volver a su ciudad de
refugio, en la cual se había refugiado; y morará en ella hasta que muera el
sumo sacerdote, el cual fue ungido con el aceite santo. 26Mas si
el homicida saliere fuera de los límites de su ciudad de refugio, en la cual se
refugió, 27y el vengador de la sangre le hallare fuera del límite
de la ciudad de su refugio, y el vengador de la sangre matare al homicida, no
se le culpará por ello; 28pues en su ciudad de refugio deberá
aquél habitar hasta que muera el sumo sacerdote; y después que haya muerto el
sumo sacerdote, el homicida volverá a la tierra de su posesión.
Ley sobre los testigos y sobre el rescate
29Estas cosas os serán por
ordenanza de derecho por vuestras edades, en todas vuestras habitaciones.
30Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el
homicida; mas un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera.c
31Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a
muerte; indefectiblemente morirá. 32Ni tampoco tomaréis precio del
que huyó a su ciudad de refugio, para que vuelva a vivir en su tierra, hasta
que muera el sumo sacerdote. 33Y no contaminaréis la tierra donde
estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será
expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la
derramó. 34No contaminéis, pues, la tierra donde habitáis, en
medio de la cual yo habito; porque yo Jehová habito en medio de los hijos de
Israel.
Ley del casamiento de las herederas
36
1Llegaron los príncipes de los
padres de la familia de Galaad hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias
de los hijos de José; y hablaron delante de Moisés y de los príncipes, jefes de
las casas paternas de los hijos de Israel, 2y dijeron: Jehová
mandó a mi señor que por sorteo diese la tierra a los hijos de Israel en
posesión; también ha mandado Jehová a mi señor, que dé la posesión de Zelofehad
nuestro hermano a sus hijas.a 3Y si ellas se
casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la
herencia de ellas será así quitada de la herencia de nuestros padres, y será
añadida a la herencia de la tribu a que se unan; y será quitada de la porción
de nuestra heredad. 4Y cuando viniere el jubileo de los hijos de
Israel, la heredad de ellas será añadida a la heredad de la tribu de sus
maridos; así la heredad de ellas será quitada de la heredad de la tribu de
nuestros padres.
5Entonces Moisés mandó a los hijos
de Israel por mandato de Jehová, diciendo: La tribu de los hijos de José habla
rectamente. 6Esto es lo que ha mandado Jehová acerca de las hijas
de Zelofehad, diciendo: Cásense como a ellas les plazca, pero en la familia de
la tribu de su padre se casarán, 7para que la heredad de los hijos
de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque cada uno de los hijos de
Israel estará ligado a la heredad de la tribu de sus padres. 8Y
cualquiera hija que tenga heredad en las tribus de los hijos de Israel, con
alguno de la familia de la tribu de su padre se casará, para que los hijos de
Israel posean cada uno la heredad de sus padres, 9y no ande la
heredad rodando de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los
hijos de Israel estará ligada a su heredad.
10Como Jehová mandó a Moisés, así
hicieron las hijas de Zelofehad. 11Y así Maala, Tirsa, Hogla,
Milca y Noa, hijas de Zelofehad, se casaron con hijos de sus tíos paternos.
12Se casaron en la familia de los hijos de Manasés, hijo de José; y la
heredad de ellas quedó en la tribu de la familia de su padre.
13Estos son los mandamientos y los
estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los
campos de Moab, junto al Jordán, frente a Jericó. [2]
Job 3
Job maldice el día en que nació
3
1Después de esto abrió Job su boca,
y maldijo su día.a 2Y exclamó Job,
y dijo:
3 Perezca el
día en que yo nací,
Y la noche en que se dijo:
Varón es concebido.
4 Sea aquel
día sombrío,
Y no cuide de él Dios desde
arriba,
Ni claridad sobre él
resplandezca.
5 Aféenlo
tinieblas y sombra de muerte;
Repose sobre él nublado
Que lo haga horrible como día
caliginoso.
6 Ocupe
aquella noche la oscuridad;
No sea contada entre los días
del año,
Ni venga en el número de los
meses.
7 ¡Oh, que
fuera aquella noche solitaria,
Que no viniera canción alguna
en ella!
8 Maldíganla
los que maldicen el día,
Los que se aprestan para
despertar a Leviatán.
9 Oscurézcanse
las estrellas de su alba;
Espere la luz, y no venga,
Ni vea los párpados de la
mañana;
10 Por cuanto
no cerró las puertas del vientre donde yo estaba,
Ni escondió de mis ojos la
miseria.
11 ¿Por qué no
morí yo en la matriz,
O expiré al salir del vientre?
12 ¿Por qué me
recibieron las rodillas?
¿Y a qué los pechos para que
mamase?
13 Pues ahora
estaría yo muerto, y reposaría;
Dormiría, y entonces tendría
descanso,
14 Con los
reyes y con los consejeros de la tierra,
Que reedifican para sí ruinas;
15 O con los
príncipes que poseían el oro,
Que llenaban de plata sus
casas.
16 ¿Por qué no
fui escondido como abortivo,
Como los pequeñitos que nunca
vieron la luz?
17 Allí los
impíos dejan de perturbar,
Y allí descansan los de
agotadas fuerzas.
18 Allí
también reposan los cautivos;
No oyen la voz del capataz.
19 Allí están
el chico y el grande,
Y el siervo libre de su señor.
20 ¿Por qué se
da luz al trabajado,
Y vida a los de ánimo
amargado,
21 Que esperan
la muerte, y ella no llega,b
Aunque la buscan más que
tesoros;
22 Que se alegran
sobremanera,
Y se gozan cuando hallan el
sepulcro?
23 ¿Por qué se
da vida al hombre que no sabe por donde ha de ir,
Y a quien Dios ha encerrado?
24 Pues antes
que mi pan viene mi suspiro,
Y mis gemidos corren como
aguas.
25 Porque el
temor que me espantaba me ha venido,
Y me ha acontecido lo que yo
temía.
26 No he
tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado;
No obstante, me vino
turbación.[3]
a a 26.2: Ex. 12.1–27.
b b 26.7: Lc. 7.37–38.
c c 26.11: Dt. 15.11.
d d 26.24: Sal. 41.9.
e e 26.28: Ex. 24.6–8.
f f 26.28: Jer. 31.31–34.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 25.46-26.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 35.1–8: Jos. 21.1–42.
b b 35.9–28: Jos. 20.1–9.
c c 35.30: Dt. 17.6; 19.15.
a a 36.2: Nm. 27.7.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 34.29-36.13). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 3.1–19: Jer. 20.14–18.
b b 3.21: Ap. 9.6.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 2.13-3.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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