¡Algo que debes saber!
¡No hay forma que puedas perder!
Por Riqui Ricón*
Y
Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión,
como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; a
fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria,
y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho (Deu 26. 18-19).
En este día es muy importante que medites en que tú
estás viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la humanidad. Las
guerras, la violencia, el hambre, las crisis económicas, los terremotos, el
cambio climático, el calentamiento global y el miedo y la ansiedad por todos
lados son solamente algunas de las manifestaciones negativas de la pronta
venida de nuestro Señor y Rey, Jesucristo.
Y ¿qué hay de lo bueno, de lo positivo? Basta con
saber que Dios ha declarado que tú eres Suyo(a), de Su exclusiva posesión; y
esto lo declaró con el propósito que hagas de la Biblia la norma máxima de tu
vida y que, así, Él pueda exaltarte sobre todo y sobre todos, para loor y fama
y gloria y que vivas siempre en bendición y nunca en maldición, tal como Él lo
ha dicho.
Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para
matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. —¿Cómo que
si puedo? Para el que cree, todo es posible (Mar 9.22-23).
Aunque este padre de familia trajo a su hijo para
que Jesús le hiciera el milagro de liberarlo, abrigaba dudas en su corazón si
en verdad Jesús podría hacer algo. ¿Habrá algo imposible para Dios? ¿Podrá Él (a
pesar de como tú has sido), declarar que tú le perteneces para loor, fama y
gloria y que esto sea Verdad?
Dios
no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El
dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de
bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Núm 23.19-20).
Dios no puede mentir, pues todo lo que sale de Su
Boca, toda Palabra de Dios, tiene el Poder en sí misma para hacerse cumplir.
La Biblia, que es la Palabra de Dios, dice
claramente acerca de ti,
Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.
9-10).
Esto no se trata, ni se tratará jamás, de la
religión que profeses o de la denominación o agrupación a la que asistes.
Tienes que entender de una vez por todas que no se
trata de ti, sino de Él. Se trata de Su Amor por ti; se trata del Honor de Su
Palabra, puesto que Él ha declarado ya, que tú eres linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Él al precio de la Sangre y Vida de Su Amado
Hijo Jesús.
Dios te creó y no tú a ti mismo(a). Has sido
escogido(a) por Él y señalado(a) a vivir una vida con propósito y destino.
¡Eres el (la) Amado(a) de Dios! ¡Él te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.
16-17).
De acuerdo a la Palabra de Dios, la Biblia, que
como ya vimos no miente, Dios no te condena sino que te salva; Dios no te manda
al infierno olvidándose de ti sino que te ofrece una vida totalmente nueva,
como nueva creatura, para que, creyéndole a Él, creyendo Su Palabra, creas en
Jesús como tu Señor y Salvador y seas hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y tengas Vida Eterna juntamente con Cristo Jesús, lo que significa,
literalmente, vivir para siempre.
Bienaventurado el hombre que
teme a Jehová, Y en sus mandamientos
se deleita en gran manera… Por lo cual no resbalará jamás; En memoria
eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está
firme, confiado en Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá, Hasta que vea
en sus enemigos su deseo (Sal 112. 1, 6-8)
La Biblia enseña que, quien conoce esto y camina en
la Verdad, quien ama Su Palabra y hace de ella la máxima autoridad de su vida,
es bienaventurado, bendecido, y no temerá jamás pues tiene asegurado su corazón
por la Palabra de Honor del único Dios vivo y verdadero.
Así que, en estos tiempos emocionantes que estamos
viviendo, no temas, cree solamente. Por algo Jesucristo, cuando oraba por Sus
discípulos y por ti y por mí, declaró:
Padre, que el mundo
conozca que los amas a ellos de la misma forma que a mí me amas (Jn 17.
23).
Amado(a), no dudes más, ERES exclusiva posesión de
Dios; ERES un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; Él no te ha dejado ni te dejará
jamás. ESTÁS destinado(a) por Dios a realizarte por medio de la FE en Su
Palabra. ¡Estás destinado(a) a ser feliz! Nada ni nadie te puede separar del Amor
de tu Padre que es en Cristo Jesús.
¡No hay forma que puedas perder!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este día puedo decirte
cuan maravilloso es saber que soy Tuyo(a), que me escogiste y me adquiriste
para ser hecho(a) de Nuevo, mas ahora como Tu propio(a) Hijo(a). Gracias por
amarme tanto y de la misma forma como amas a Jesús. ¡Oh Precioso Jesús! ¿Qué
haría yo sin Ti? Eres mi luz y mi vida. Eres la roca de mi corazón. Mi alto
refugio, mi amigo, mi Rey, Señor y Salvador. Por Ti, Jesús, tengo Vida, ¡Vida Eterna!
¡Vida abundante! Y me propongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir esa clase
de vida que en Ti y Contigo yo puedo vivir. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¡He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible
semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! ¡No hay
forma que pueda perder! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
16 Hch 5.
17-42 / Deu 25-27 / Job 16
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
16 Hch 5.
17-42 / Deu 25-27 / Job 16
Hechos
5. 17-42
Pedro y Juan son perseguidos
17Entonces levantándose el sumo
sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se
llenaron de celos; 18y echaron mano a los apóstoles y los pusieron
en la cárcel pública. 19Mas un ángel del Señor, abriendo de noche
las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20Id, y puestos en
pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21Habiendo
oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban.
Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los
que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los
hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22Pero
cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces
volvieron y dieron aviso, 23diciendo: Por cierto, la cárcel hemos
hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las
puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24Cuando
oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y
los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. 25Pero
viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la
cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26Entonces fue el
jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían
ser apedreados por el pueblo.
27Cuando los trajeron, los presentaron
en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28diciendo: ¿No
os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis
llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la
sangre de ese hombre.a 29Respondiendo
Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres. 30El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien
vosotros matasteis colgándole en un madero. 31A éste, Dios ha
exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel
arrepentimiento y perdón de pecados. 32Y nosotros somos testigos
suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los
que le obedecen.
33Ellos, oyendo esto, se enfurecían
y querían matarlos. 34Entonces levantándose en el concilio un
fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó
que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35y luego dijo:
Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos
hombres. 36Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo
que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero
él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a
nada. 37Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días
del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los
que le obedecían fueron dispersados. 38Y ahora os digo: Apartaos
de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los
hombres, se desvanecerá; 39mas si es de Dios, no la podréis
destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40Y convinieron con él; y llamando
a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre
de Jesús, y los pusieron en libertad. 41Y ellos salieron de la
presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer
afrenta por causa del Nombre. 42Y todos los días, en el templo y
por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.[1]
Deuteronomio
25-27
25
1Si hubiere pleito entre algunos, y
acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos absolverán al
justo, y condenarán al culpable. 2Y si el delincuente mereciere
ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su
presencia; según su delito será el número de azotes. 3Se podrá dar
cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que
éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos.
4No pondrás bozal al buey cuando
trillare.a
5Cuando hermanos habitaren juntos,
y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará
fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su
mujer, y hará con ella parentesco. 6Y el primogénito que ella
diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de
éste no sea borrado de Israel.b 7Y si el hombre
no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos,
y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere
emparentar conmigo. 8Entonces los ancianos de aquella ciudad lo
harán venir, y hablarán con él; y si él se levantare y dijere: No quiero
tomarla, 9se acercará entonces su cuñada a él delante de los
ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el rostro, y
hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la casa de su
hermano. 10Y se le dará este nombre en Israel: La casa del
descalzado.c
11Si algunos riñeren uno con otro,
y se acercare la mujer de uno para librar a su marido de mano del que le hiere,
y alargando su mano asiere de sus partes vergonzosas, 12le
cortarás entonces la mano; no la perdonarás.
13No tendrás en tu bolsa pesa
grande y pesa chica, 14ni tendrás en tu casa efa grande y efa
pequeño. 15Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás,
para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
16Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto, y
cualquiera que hace injusticia.d
Orden de exterminar a Amalec
17Acuérdate de lo que hizo Amalec
contigo en el camino, cuando salías de Egipto; 18de cómo te salió
al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles
que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún
temor de Dios. 19Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso
de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por
heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo;
no lo olvides.e
Primicias y diezmos
26
1Cuando hayas entrado en la tierra
que Jehová tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites,
2entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la
tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar
que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre.a
3Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás:
Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a
nuestros padres que nos daría. 4Y el sacerdote tomará la canasta
de tu mano, y la pondrá delante del altar de Jehová tu Dios.
5Entonces hablarás y dirás delante
de Jehová tu Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió
a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una
nación grande, fuerte y numerosa; 6y los egipcios nos maltrataron
y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. 7Y
clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio
nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión; 8y Jehová
nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y
con señales y con milagros; 9y nos trajo a este lugar, y nos dio
esta tierra, tierra que fluye leche y miel. 10Y ahora, he aquí he
traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo
dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.
11Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y
a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti.
12Cuando acabes de diezmar todo el
diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al
levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se
saciarán.b
13Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa,
y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda,
conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni
me he olvidado de ellos. 14No he comido de ello en mi luto, ni he
gastado de ello estando yo inmundo, ni de ello he ofrecido a los muertos; he
obedecido a la voz de Jehová mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has
mandado. 15Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a
tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros
padres, tierra que fluye leche y miel.
16Jehová tu Dios te manda hoy que
cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo
tu corazón y con toda tu alma. 17Has declarado solemnemente hoy
que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos,
sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. 18Y
Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión,c
como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; 19a
fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria,
y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
Orden de escribir la ley en piedras sobre el Monte Ebal
27
1Ordenó Moisés, con los ancianos de
Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los mandamientos que yo os
prescribo hoy. 2Y el día que pases el Jordán a la tierra que
Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y las revocarás con cal;
3y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hayas
pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que fluye
leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho. 4Cuando,
pues, hayas pasado el Jordán, levantarás estas piedras que yo os mando hoy, en
el monte Ebal, y las revocarás con cal; 5y edificarás allí un
altar a Jehová tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de
hierro. 6De piedras enteras edificarás el altar de Jehová tu
Dios,a
y ofrecerás sobre él holocausto a Jehová tu Dios; 7y sacrificarás
ofrendas de paz, y comerás allí, y te alegrarás delante de Jehová tu Dios.
8Y escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta
ley.b
9Y Moisés, con los sacerdotes
levitas, habló a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y escucha, oh Israel;
hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios. 10Oirás, pues, la
voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos, que yo te
ordeno hoy.
Las maldiciones en el monte Ebal
11Y mandó Moisés al pueblo en aquel
día, diciendo: 12Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán
sobre el monte Gerizimc para bendecir al pueblo:
Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. 13Y éstos estarán
sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón,
Dan y Neftalí. 14Y hablarán los levitas, y dirán a todo varón de
Israel en alta voz:
15Maldito el hombre que hiciere
escultura o imagen de fundición,d abominación a Jehová, obra
de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y
dirá: Amén.
16Maldito el que deshonrare a su
padre o a su madre.e Y dirá todo el pueblo: Amén.
17Maldito el que redujere el límite
de su prójimo.f Y dirá todo el pueblo: Amén.
18Maldito el que hiciere errar al
ciego en el camino.g Y dirá todo el pueblo: Amén.
19Maldito el que pervirtiere el
derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda.h Y dirá
todo el pueblo: Amén.
20Maldito el que se acostare con la
mujer de su padre,i por cuanto descubrió el
regazo de su padre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
21Maldito el que se ayuntare con
cualquier bestia.j Y dirá todo el pueblo: Amén.
22Maldito el que se acostare con su
hermana,k hija de su padre, o hija de su madre. Y dirá
todo el pueblo: Amén.
23Maldito el que se acostare con su
suegra.l Y dirá todo el pueblo: Amén.
24Maldito el que hiriere a su
prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
25Maldito el que recibiere soborno
para quitar la vida al inocente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
26Maldito el que no confirmare las
palabras de esta ley para hacerlas.m Y dirá todo
el pueblo: Amén.[2]
Job 16
Job se queja contra Dios
16
1Respondió Job, y dijo:
2 Muchas
veces he oído cosas como estas;
Consoladores molestos sois
todos vosotros.
3 ¿Tendrán
fin las palabras vacías?
¿O qué te anima a responder?
4 También yo
podría hablar como vosotros,
Si vuestra alma estuviera en
lugar de la mía;
Yo podría hilvanar contra
vosotros palabras,
Y sobre vosotros mover mi
cabeza.
5 Pero yo os alentaría
con mis palabras,
Y la consolación de mis labios
apaciguaría vuestro dolor.
6 Si hablo,
mi dolor no cesa;
Y si dejo de hablar, no se
aparta de mí.
7 Pero ahora
tú me has fatigado;
Has asolado toda mi compañía.
8 Tú me has
llenado de arrugas; testigo es mi flacura,
Que se levanta contra mí para
testificar en mi rostro.
9 Su furor me
despedazó, y me ha sido contrario;
Crujió sus dientes contra mí;
Contra mí aguzó sus ojos mi
enemigo.
10 Abrieron
contra mí su boca;
Hirieron mis mejillas con
afrenta;
Contra mí se juntaron todos.
11 Me ha
entregado Dios al mentiroso,
Y en las manos de los impíos
me hizo caer.
12 Próspero
estaba, y me desmenuzó;
Me arrebató por la cerviz y me
despedazó,
Y me puso por blanco suyo.
13 Me rodearon
sus flecheros,
Partió mis riñones, y no
perdonó;
Mi hiel derramó por tierra.
14 Me
quebrantó de quebranto en quebranto;
Corrió contra mí como un
gigante.
15 Cosí
cilicio sobre mi piel,
Y puse mi cabeza en el polvo.
16 Mi rostro
está inflamado con el lloro,
Y mis párpados entenebrecidos,
17 A pesar de
no haber iniquidad en mis manos,
Y de haber sido mi oración
pura.
18 ¡Oh tierra!
no cubras mi sangre,
Y no haya lugar para mi
clamor.
19 Mas he aquí
que en los cielos está mi testigo,
Y mi testimonio en las
alturas.
20 Disputadores
son mis amigos;
Mas ante Dios derramaré mis
lágrimas.
21 ¡Ojalá
pudiese disputar el hombre con Dios,
Como con su prójimo!
22 Mas los
años contados vendrán,
Y yo iré por el camino de
donde no volveré.[3]
a a 5.28: Mt. 27.25.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 5.16-42). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 25.4: 1 Co. 9.9; 1 Ti. 5.18.
b b 25.5–6: Mt. 22.24; Mr. 12.19; Lc.
20.28.
c c 25.7–10: Rt. 4.7–8.
d d 25.13–16: Lv. 19.35–36.
e e 25.17–19: Ex. 17.8–14; 1 S. 15.2–9.
a a 26.2: Ex. 23.19.
b b 26.12: Dt. 14.28–29.
c c 26.18: Ex. 19.5; Dt. 4.20; 7.6; 14.2; Tit.
2.14; 1 P. 2.9.
a a 27.5–6: Ex. 20.25.
b b 27.2–8: Jos. 8.30–32.
c c 27.12: Dt. 11.29; Jos. 8.33–35.
d d 27.15: Ex. 20.4; 34.17; Lv. 19.4; 26.1;
Dt. 4.15–18; 5.8.
e e 27.16: Ex. 20.12; Dt. 5.16.
f f 27.17: Dt. 19.14.
g g 27.18: Lv. 19.14.
h h 27.19: Ex. 22.21; 23.9; Lv. 19.33–34; Dt.
24.17–18.
i
i 27.20: Lv. 18.8; 20.11; Dt.
22.30.
j
j 27.21: Ex. 22.19; Lv. 18.23;
20.15.
k
k 27.22: Lv. 18.9; 20.17.
l
l 27.23: Lv. 18.7; 20.14.
m
m 27.26: Gá. 3.10.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 24.22-27.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 15.35-16.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
16 Hch 5.
17-42 / Deu 25-27 / Job 16
Hechos
5. 17-42
Pedro y Juan son perseguidos
17Entonces levantándose el sumo
sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se
llenaron de celos; 18y echaron mano a los apóstoles y los pusieron
en la cárcel pública. 19Mas un ángel del Señor, abriendo de noche
las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo: 20Id, y puestos en
pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida. 21Habiendo
oído esto, entraron de mañana en el templo, y enseñaban.
Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los
que estaban con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los
hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos. 22Pero
cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel; entonces
volvieron y dieron aviso, 23diciendo: Por cierto, la cárcel hemos
hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las
puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro. 24Cuando
oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la guardia del templo y
los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. 25Pero
viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que pusisteis en la
cárcel están en el templo, y enseñan al pueblo. 26Entonces fue el
jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían
ser apedreados por el pueblo.
27Cuando los trajeron, los presentaron
en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, 28diciendo: ¿No
os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis
llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la
sangre de ese hombre.a 29Respondiendo
Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres. 30El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien
vosotros matasteis colgándole en un madero. 31A éste, Dios ha
exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel
arrepentimiento y perdón de pecados. 32Y nosotros somos testigos
suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los
que le obedecen.
33Ellos, oyendo esto, se enfurecían
y querían matarlos. 34Entonces levantándose en el concilio un
fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó
que sacasen fuera por un momento a los apóstoles, 35y luego dijo:
Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos
hombres. 36Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo
que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero
él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a
nada. 37Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días
del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los
que le obedecían fueron dispersados. 38Y ahora os digo: Apartaos
de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los
hombres, se desvanecerá; 39mas si es de Dios, no la podréis
destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios.
40Y convinieron con él; y llamando
a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre
de Jesús, y los pusieron en libertad. 41Y ellos salieron de la
presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer
afrenta por causa del Nombre. 42Y todos los días, en el templo y
por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.[1]
Deuteronomio
25-27
25
1Si hubiere pleito entre algunos, y
acudieren al tribunal para que los jueces los juzguen, éstos absolverán al
justo, y condenarán al culpable. 2Y si el delincuente mereciere
ser azotado, entonces el juez le hará echar en tierra, y le hará azotar en su
presencia; según su delito será el número de azotes. 3Se podrá dar
cuarenta azotes, no más; no sea que, si lo hirieren con muchos azotes más que
éstos, se sienta tu hermano envilecido delante de tus ojos.
4No pondrás bozal al buey cuando
trillare.a
5Cuando hermanos habitaren juntos,
y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará
fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su
mujer, y hará con ella parentesco. 6Y el primogénito que ella
diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de
éste no sea borrado de Israel.b 7Y si el hombre
no quisiere tomar a su cuñada, irá entonces su cuñada a la puerta, a los ancianos,
y dirá: Mi cuñado no quiere suscitar nombre en Israel a su hermano; no quiere
emparentar conmigo. 8Entonces los ancianos de aquella ciudad lo
harán venir, y hablarán con él; y si él se levantare y dijere: No quiero
tomarla, 9se acercará entonces su cuñada a él delante de los
ancianos, y le quitará el calzado del pie, y le escupirá en el rostro, y
hablará y dirá: Así será hecho al varón que no quiere edificar la casa de su
hermano. 10Y se le dará este nombre en Israel: La casa del
descalzado.c
11Si algunos riñeren uno con otro,
y se acercare la mujer de uno para librar a su marido de mano del que le hiere,
y alargando su mano asiere de sus partes vergonzosas, 12le
cortarás entonces la mano; no la perdonarás.
13No tendrás en tu bolsa pesa
grande y pesa chica, 14ni tendrás en tu casa efa grande y efa
pequeño. 15Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás,
para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
16Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto, y
cualquiera que hace injusticia.d
Orden de exterminar a Amalec
17Acuérdate de lo que hizo Amalec
contigo en el camino, cuando salías de Egipto; 18de cómo te salió
al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles
que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún
temor de Dios. 19Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso
de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por
heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo;
no lo olvides.e
Primicias y diezmos
26
1Cuando hayas entrado en la tierra
que Jehová tu Dios te da por herencia, y tomes posesión de ella y la habites,
2entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que sacares de la
tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al lugar
que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre.a
3Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás:
Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Jehová a
nuestros padres que nos daría. 4Y el sacerdote tomará la canasta
de tu mano, y la pondrá delante del altar de Jehová tu Dios.
5Entonces hablarás y dirás delante
de Jehová tu Dios: Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió
a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una
nación grande, fuerte y numerosa; 6y los egipcios nos maltrataron
y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. 7Y
clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio
nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión; 8y Jehová
nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y
con señales y con milagros; 9y nos trajo a este lugar, y nos dio
esta tierra, tierra que fluye leche y miel. 10Y ahora, he aquí he
traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová. Y lo
dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.
11Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y
a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti.
12Cuando acabes de diezmar todo el
diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al
levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se
saciarán.b
13Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa,
y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda,
conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni
me he olvidado de ellos. 14No he comido de ello en mi luto, ni he
gastado de ello estando yo inmundo, ni de ello he ofrecido a los muertos; he
obedecido a la voz de Jehová mi Dios, he hecho conforme a todo lo que me has
mandado. 15Mira desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a
tu pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros
padres, tierra que fluye leche y miel.
16Jehová tu Dios te manda hoy que
cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo
tu corazón y con toda tu alma. 17Has declarado solemnemente hoy
que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos,
sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. 18Y
Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión,c
como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos; 19a
fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria,
y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho.
Orden de escribir la ley en piedras sobre el Monte Ebal
27
1Ordenó Moisés, con los ancianos de
Israel, al pueblo, diciendo: Guardaréis todos los mandamientos que yo os
prescribo hoy. 2Y el día que pases el Jordán a la tierra que
Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes, y las revocarás con cal;
3y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hayas
pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que fluye
leche y miel, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho. 4Cuando,
pues, hayas pasado el Jordán, levantarás estas piedras que yo os mando hoy, en
el monte Ebal, y las revocarás con cal; 5y edificarás allí un
altar a Jehová tu Dios, altar de piedras; no alzarás sobre ellas instrumento de
hierro. 6De piedras enteras edificarás el altar de Jehová tu
Dios,a
y ofrecerás sobre él holocausto a Jehová tu Dios; 7y sacrificarás
ofrendas de paz, y comerás allí, y te alegrarás delante de Jehová tu Dios.
8Y escribirás muy claramente en las piedras todas las palabras de esta
ley.b
9Y Moisés, con los sacerdotes
levitas, habló a todo Israel, diciendo: Guarda silencio y escucha, oh Israel;
hoy has venido a ser pueblo de Jehová tu Dios. 10Oirás, pues, la
voz de Jehová tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus estatutos, que yo te
ordeno hoy.
Las maldiciones en el monte Ebal
11Y mandó Moisés al pueblo en aquel
día, diciendo: 12Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán
sobre el monte Gerizimc para bendecir al pueblo:
Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. 13Y éstos estarán
sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón,
Dan y Neftalí. 14Y hablarán los levitas, y dirán a todo varón de
Israel en alta voz:
15Maldito el hombre que hiciere
escultura o imagen de fundición,d abominación a Jehová, obra
de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y
dirá: Amén.
16Maldito el que deshonrare a su
padre o a su madre.e Y dirá todo el pueblo: Amén.
17Maldito el que redujere el límite
de su prójimo.f Y dirá todo el pueblo: Amén.
18Maldito el que hiciere errar al
ciego en el camino.g Y dirá todo el pueblo: Amén.
19Maldito el que pervirtiere el
derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda.h Y dirá
todo el pueblo: Amén.
20Maldito el que se acostare con la
mujer de su padre,i por cuanto descubrió el
regazo de su padre. Y dirá todo el pueblo: Amén.
21Maldito el que se ayuntare con
cualquier bestia.j Y dirá todo el pueblo: Amén.
22Maldito el que se acostare con su
hermana,k hija de su padre, o hija de su madre. Y dirá
todo el pueblo: Amén.
23Maldito el que se acostare con su
suegra.l Y dirá todo el pueblo: Amén.
24Maldito el que hiriere a su
prójimo ocultamente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
25Maldito el que recibiere soborno
para quitar la vida al inocente. Y dirá todo el pueblo: Amén.
26Maldito el que no confirmare las
palabras de esta ley para hacerlas.m Y dirá todo
el pueblo: Amén.[2]
Job 16
Job se queja contra Dios
16
1Respondió Job, y dijo:
2 Muchas
veces he oído cosas como estas;
Consoladores molestos sois
todos vosotros.
3 ¿Tendrán
fin las palabras vacías?
¿O qué te anima a responder?
4 También yo
podría hablar como vosotros,
Si vuestra alma estuviera en
lugar de la mía;
Yo podría hilvanar contra
vosotros palabras,
Y sobre vosotros mover mi
cabeza.
5 Pero yo os alentaría
con mis palabras,
Y la consolación de mis labios
apaciguaría vuestro dolor.
6 Si hablo,
mi dolor no cesa;
Y si dejo de hablar, no se
aparta de mí.
7 Pero ahora
tú me has fatigado;
Has asolado toda mi compañía.
8 Tú me has
llenado de arrugas; testigo es mi flacura,
Que se levanta contra mí para
testificar en mi rostro.
9 Su furor me
despedazó, y me ha sido contrario;
Crujió sus dientes contra mí;
Contra mí aguzó sus ojos mi
enemigo.
10 Abrieron
contra mí su boca;
Hirieron mis mejillas con
afrenta;
Contra mí se juntaron todos.
11 Me ha
entregado Dios al mentiroso,
Y en las manos de los impíos
me hizo caer.
12 Próspero
estaba, y me desmenuzó;
Me arrebató por la cerviz y me
despedazó,
Y me puso por blanco suyo.
13 Me rodearon
sus flecheros,
Partió mis riñones, y no
perdonó;
Mi hiel derramó por tierra.
14 Me
quebrantó de quebranto en quebranto;
Corrió contra mí como un
gigante.
15 Cosí
cilicio sobre mi piel,
Y puse mi cabeza en el polvo.
16 Mi rostro
está inflamado con el lloro,
Y mis párpados entenebrecidos,
17 A pesar de
no haber iniquidad en mis manos,
Y de haber sido mi oración
pura.
18 ¡Oh tierra!
no cubras mi sangre,
Y no haya lugar para mi
clamor.
19 Mas he aquí
que en los cielos está mi testigo,
Y mi testimonio en las
alturas.
20 Disputadores
son mis amigos;
Mas ante Dios derramaré mis
lágrimas.
21 ¡Ojalá
pudiese disputar el hombre con Dios,
Como con su prójimo!
22 Mas los
años contados vendrán,
Y yo iré por el camino de
donde no volveré.[3]
a a 5.28: Mt. 27.25.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 5.16-42). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 25.4: 1 Co. 9.9; 1 Ti. 5.18.
b b 25.5–6: Mt. 22.24; Mr. 12.19; Lc.
20.28.
c c 25.7–10: Rt. 4.7–8.
d d 25.13–16: Lv. 19.35–36.
e e 25.17–19: Ex. 17.8–14; 1 S. 15.2–9.
a a 26.2: Ex. 23.19.
b b 26.12: Dt. 14.28–29.
c c 26.18: Ex. 19.5; Dt. 4.20; 7.6; 14.2; Tit.
2.14; 1 P. 2.9.
a a 27.5–6: Ex. 20.25.
b b 27.2–8: Jos. 8.30–32.
c c 27.12: Dt. 11.29; Jos. 8.33–35.
d d 27.15: Ex. 20.4; 34.17; Lv. 19.4; 26.1;
Dt. 4.15–18; 5.8.
e e 27.16: Ex. 20.12; Dt. 5.16.
f f 27.17: Dt. 19.14.
g g 27.18: Lv. 19.14.
h h 27.19: Ex. 22.21; 23.9; Lv. 19.33–34; Dt.
24.17–18.
i
i 27.20: Lv. 18.8; 20.11; Dt.
22.30.
j
j 27.21: Ex. 22.19; Lv. 18.23;
20.15.
k
k 27.22: Lv. 18.9; 20.17.
l
l 27.23: Lv. 18.7; 20.14.
m
m 27.26: Gá. 3.10.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 24.22-27.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 15.35-16.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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