¡Cómo vivir Pentecostés!
¡Aceptando y recibiendo
lo que Jesús ya hizo por ti!
Por Riqui Ricón*
Y de repente vino del cielo un
estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos
del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les daba que hablasen (Hch 2.2-4).
Este día la Palabra de
Dios nos relata uno de los eventos más hermosos y asombrosos en la historia de
la humanidad: la llegada del Espíritu Santo de Dios para vivir en y con el
corazón de los hombres.
El Espíritu Santo es
Dios y tú eres tan importante para Él, que Él mismo se constituyó como garantía
del Nuevo Pacto, y éste Nuevo Pacto fue prometido por Dios para restaurar la
comunión contigo.
En él también vosotros, habiendo
oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído
en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que
es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida,
para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Dado que el
Antiguo Pacto fue invalidado por los continuos fracasos ante el pecado y la
incredulidad haciéndolo imposible de cumplir, entonces Dios propuso un Nuevo
Pacto donde (sólo por Amor a ti), Él se haría cargo de todo.
He aquí que vienen días, dice
Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su
mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,
aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer
31.31-34).
El Nuevo Pacto en la
Sangre de Jesús implica que Dios pondrá Su Palabra en tu mente y la escribirá
en tu corazón para que tengas un conocimiento y tal relación de intimidad con
Él que el pecado nunca más se volverá a interponer entre ustedes dos.
¡Bajo el Nuevo Pacto
nunca más volverás a desconfiar de la Palabra de Dios!
Pero, ¿cómo planeó Dios
conseguir semejante propósito?
Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros
mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
El Plan de
Redención para tu Vida es un Plan totalmente sobrenatural. Para poder llevarlo
a cabo, Dios cambiará tu corazón corrompido y malvado por uno totalmente nuevo
y que ya no se pueda corromper. Te hará nacer de nuevo como un espíritu
renacido; y pondrá dentro de ti al Espíritu Santo.
En el Nuevo
Pacto, Dios te hizo Nacer de Nuevo para que, a semejanza de Jesús, recibas como
herencia la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios y como sello de garantía de
esta tu Nueva Naturaleza divina, te dio el don, el regalo, de Su Espíritu
Santo.
Tú bien sabes que Dios te ama
tanto que prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el
precio de TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Es evidente que por ese Amor que Dios siente por
ti, y mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, ahora mismo Él te puede llamar
Su propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1).
Este asombroso milagro de
regeneración donde, por la muerte y resurrección de Jesucristo, tú pasaste de
muerte a Vida para ser hecho(a) un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo, sólo fue posible mediante la acción poderosa y concertada del Espíritu
Santo y la Palabra de Dios.
Pero cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo (Ti 3.4-5).
siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre (1 P 1.23).
¡Tú, por la fe
[por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], Naciste de Nuevo como Hijo(a) de
Dios!
Todo aquel que cree que Jesús es
el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también
al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).
¡Tú, de la
misma forma que Jesús, fuiste engendrado(a) por el Espíritu Santo y la Palabra
de Dios!
Entonces María dijo al ángel:
¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le
dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo
Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu
parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el
sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay
imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del
Señor; hágase conmigo conforme a tu
palabra (Luc 1.34-38).
Por el Espíritu
Santo y el Amor de Dios, ahora eres un(a) hermano(a) de Jesús.
Porque a los que antes conoció,
también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
Por el Espíritu
Santo y el Amor de Dios, ahora eres igual a Jesús.
En esto se ha perfeccionado el
amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como
él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
El Espíritu
Santo no solamente es Dios y la garantía de tu Nueva Naturaleza divina, sino
que además es tu amigo, compañero y maestro en esta asombrosa y maravillosa
aventura que es ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
No en balde la
Escritura dice:
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
A ti sólo te
corresponde creer Su Palabra y aceptar y recibir lo que Jesús ya hizo por ti.
¡Esto es Pentecostés!
Dios, el
Espíritu Santo, ahora vive en ti y contigo. ¡Él es tu mejor amigo! ¡No hay
forma que puedas perder!
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, que asombroso y maravilloso es Tu Amor por mí. Te doy gracias
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Tu
Hijo, Cristo Jesús. ¡Y no cualquier tipo de Vida! Señor Jesús, por Tu muerte y
resurrección, ahora yo tengo todo el derecho a la Vida Eterna de un(a) Hijo(a)
de Dios. ¡Exactamente igual a Ti, mi Señor Jesús! ¡En verdad que esto es
asombroso y maravilloso! Te tengo a Ti, Espíritu Santo, viviendo en mí y
conmigo. ¡Tu Poder, Tu Amor y Tu sabiduría están a mi disposición! ¿Qué, pues,
diré a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Si Tú, Padre, no
vacilaste al entregar a Tu Hijo por mí, ¿cómo no me darás también, junto con
Él, todas las cosas? ¿Quién se atreve a acusarme si soy escogido(a) de Dios?
¡Nadie! Tú mismo, oh Dios, me has perdonado y me has puesto en muy buena estima
entre Tú y yo. ¡Me has hecho Tu Hijo(a)! ¿Quién me condenará entonces? ¿Cristo
Jesús? ¡No! Tú, Señor Jesús, fuiste el que murió por mí y el que volvió a la
vida por mí y estás en el cielo en un sitial de honor junto a Dios Padre
intercediendo por mí. ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? Si me vienen
problemas o calamidades, si me persiguen o matan, ¿es acaso que Tú has dejado
de amarme? Y si tengo hambre o necesidad, o si estoy en peligro, amenazado(a)
de muerte, ¿es acaso que Tú me has abandonado? ¡No! ¡Nada de eso! Las
Escrituras dicen que debo estar dispuesto(a) a morir en cualquier momento por
la causa de Cristo, que soy como oveja de matadero. ¿Quién me
separará del amor de Cristo? ¡Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas
estas cosas soy más que vencedores por medio de aquel que me amó. Por
lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor,
oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. Por todo esto, porque Tú, Espíritu
Santo, estás en mí y conmigo, yo, ______________ (tu nombre aquí), resisto al espíritu de
temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo lo que Tú, mi Señor y
Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad
y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el
espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad
financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí
para vivir una vida plena y abundante. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
10 Hch 2.
1-13 / Deu 13-14
/ Job 10
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
10 Hch 2.
1-13 / Deu 13-14
/ Job 10
Hechos
2. 1-13
La venida del Espíritu Santo
2
1Cuando llegó el día de
Pentecostés,a estaban todos unánimes juntos. 2Y
de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de
ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
5Moraban entonces en Jerusalén
judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y
hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno
les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo,
pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en
Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y
romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses
y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y
estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir
esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.[1]
Deuteronomio
13-14
13
1Cuando se levantare en medio de ti
profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, 2y
si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos
de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; 3no darás oído
a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová
vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con
todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. 4En pos de Jehová
vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis
su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. 5Tal profeta o soñador
de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro
Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y
trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que
anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti.
6Si te incitare tu hermano, hijo de
tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto:
Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, 7de
los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o
lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella;
8no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá,
ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, 9sino que lo
matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de
todo el pueblo. 10Le apedrearás hasta que muera, por cuanto
procuró apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa
de servidumbre; 11para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a
hacer en medio de ti cosa semejante a esta.
12Si oyeres que se dice de alguna
de tus ciudades que Jehová tu Dios te da para vivir en ellas, 13que
han salido de en medio de ti hombres impíos que han instigado a los moradores
de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no
conocisteis; 14tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con
diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en
medio de ti, 15irremisiblemente herirás a filo de espada a los
moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere, y
también matarás sus ganados a filo de espada. 16Y juntarás todo su
botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín,
todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de
ruinas para siempre; nunca más será edificada. 17Y no se pegará a
tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y
tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo
juró a tus padres, 18cuando obedecieres a la voz de Jehová tu
Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto
ante los ojos de Jehová tu Dios.
14
1Hijos sois de Jehová vuestro Dios;
no os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto.a 2Porque
eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un
pueblo únicob de entre todos los pueblos que están sobre la
tierra.
Animales limpios e inmundos
(Lv. 11.1–47)
3Nada abominable comerás. 4Estos
son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, 5el
ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope y el
carnero montés. 6Y todo animal de pezuñas, que tiene hendidura de
dos uñas, y que rumiare entre los animales, ese podréis comer. 7Pero
estos no comeréis, entre los que rumian o entre los que tienen pezuña hendida:
camello, liebre y conejo; porque rumian, mas no tienen pezuña hendida, serán
inmundos; 8ni cerdo, porque tiene pezuña hendida, mas no rumia; os
será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos
muertos.
9De todo lo que está en el agua, de
estos podréis comer: todo lo que tiene aleta y escama. 10Mas todo
lo que no tiene aleta y escama, no comeréis; inmundo será.
11Toda ave limpia podréis comer.
12Y estas son de las que no podréis comer: el águila, el
quebrantahuesos, el azor, 13el gallinazo, el milano según su
especie, 14todo cuervo según su especie, 15el
avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según sus especies, 16el
búho, el ibis, el calamón, 17el pelícano, el buitre, el
somormujo, 18la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y
el murciélago. 19Todo insecto alado será inmundo; no se comerá.
20Toda ave limpia podréis comer.
21Ninguna cosa mortecina comeréis;
al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él podrá comerla; o
véndela a un extranjero, porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios. No
cocerás el cabrito en la leche de su madre.c
La ley del diezmo
22Indefectiblemente diezmarásd
todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. 23Y
comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí
su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de
tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos
los días. 24Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo,
por estar lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner
en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, 25entonces lo
venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu
Dios escogiere; 26y darás el dinero por todo lo que deseas, por
vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y
comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia.
27Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no
tiene parte ni heredad contigo.
28Al fin de cada tres años sacarás
todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades.
29Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el
extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y
serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos
hicieren.[2]
Job 10
Job lamenta su condición
10
1 Está mi
alma hastiada de mi vida;
Daré libre curso a mi queja,
Hablaré con amargura de mi
alma.
2 Diré a
Dios: No me condenes;
Hazme entender por qué
contiendes conmigo.
3 ¿Te parece
bien que oprimas,
Que deseches la obra de tus
manos,
Y que favorezcas los designios
de los impíos?
4 ¿Tienes tú
acaso ojos de carne?
¿Ves tú como ve el hombre?
5 ¿Son tus
días como los días del hombre,
O tus años como los tiempos
humanos,
6 Para que
inquieras mi iniquidad,
Y busques mi pecado,
7 Aunque tú
sabes que no soy impío,
Y que no hay quien de tu mano
me libre?
8 Tus manos
me hicieron y me formaron;
¿Y luego te vuelves y me
deshaces?
9 Acuérdate
que como a barro me diste forma;
¿Y en polvo me has de volver?
10 ¿No me
vaciaste como leche,
Y como queso me cuajaste?
11 Me vestiste
de piel y carne,
Y me tejiste con huesos y
nervios.
12 Vida y
misericordia me concediste,
Y tu cuidado guardó mi
espíritu.
13 Estas cosas
tienes guardadas en tu corazón;
Yo sé que están cerca de ti.
14 Si pequé,
tú me has observado,
Y no me tendrás por limpio de
mi iniquidad.
15 Si fuere
malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré
mi cabeza,
Estando hastiado de deshonra,
y de verme afligido.
16 Si mi
cabeza se alzare, cual león tú me cazas;
Y vuelves a hacer en mí
maravillas.
17 Renuevas
contra mí tus pruebas,
Y aumentas conmigo tu furor
como tropas de relevo.
18 ¿Por qué me
sacaste de la matriz?
Hubiera yo expirado, y ningún
ojo me habría visto.
19 Fuera como
si nunca hubiera existido,
Llevado del vientre a la
sepultura.
20 ¿No son
pocos mis días?
Cesa, pues, y déjame, para que
me consuele un poco,
21 Antes que
vaya para no volver,
A la tierra de tinieblas y de
sombra de muerte;
22 Tierra de
oscuridad, lóbrega,
Como sombra de muerte y sin
orden,
Y cuya luz es como densas tinieblas.[3]
a a 2.1: Lv. 23.15–21; Dt. 16.9–11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 1.26-2.13). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 14.1: Lv. 19.28; 21.5.
b b 14.2: Ex. 19.5–6; Dt. 4.20; 7.6; 26.18;
Tit. 2.14; 1 P. 2.9.
c c 14.21: Ex. 23.19; 34.26.
d d 14.22–29: Lv. 27.30–33; Nm. 18.21.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 12.32-14.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 9.35-10.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
10 Hch 2.
1-13 / Deu 13-14
/ Job 10
Hechos
2. 1-13
La venida del Espíritu Santo
2
1Cuando llegó el día de
Pentecostés,a estaban todos unánimes juntos. 2Y
de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el
cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de
ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a
hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
5Moraban entonces en Jerusalén
judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6Y
hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno
les oía hablar en su propia lengua. 7Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8¿Cómo,
pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido? 9Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10en
Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y
romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11cretenses
y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 12Y
estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir
esto? 13Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.[1]
Deuteronomio
13-14
13
1Cuando se levantare en medio de ti
profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, 2y
si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos
de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; 3no darás oído
a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová
vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con
todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. 4En pos de Jehová
vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis
su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. 5Tal profeta o soñador
de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro
Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y
trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que
anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti.
6Si te incitare tu hermano, hijo de
tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto:
Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que ni tú ni tus padres conocisteis, 7de
los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores, cerca de ti o
lejos de ti, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella;
8no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá,
ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, 9sino que lo
matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de
todo el pueblo. 10Le apedrearás hasta que muera, por cuanto
procuró apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa
de servidumbre; 11para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a
hacer en medio de ti cosa semejante a esta.
12Si oyeres que se dice de alguna
de tus ciudades que Jehová tu Dios te da para vivir en ellas, 13que
han salido de en medio de ti hombres impíos que han instigado a los moradores
de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos a dioses ajenos, que vosotros no
conocisteis; 14tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con
diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en
medio de ti, 15irremisiblemente herirás a filo de espada a los
moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere, y
también matarás sus ganados a filo de espada. 16Y juntarás todo su
botín en medio de la plaza, y consumirás con fuego la ciudad y todo su botín,
todo ello, como holocausto a Jehová tu Dios, y llegará a ser un montón de
ruinas para siempre; nunca más será edificada. 17Y no se pegará a
tu mano nada del anatema, para que Jehová se aparte del ardor de su ira, y
tenga de ti misericordia, y tenga compasión de ti, y te multiplique, como lo
juró a tus padres, 18cuando obedecieres a la voz de Jehová tu
Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te mando hoy, para hacer lo recto
ante los ojos de Jehová tu Dios.
14
1Hijos sois de Jehová vuestro Dios;
no os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto.a 2Porque
eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un
pueblo únicob de entre todos los pueblos que están sobre la
tierra.
Animales limpios e inmundos
(Lv. 11.1–47)
3Nada abominable comerás. 4Estos
son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, 5el
ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el íbice, el antílope y el
carnero montés. 6Y todo animal de pezuñas, que tiene hendidura de
dos uñas, y que rumiare entre los animales, ese podréis comer. 7Pero
estos no comeréis, entre los que rumian o entre los que tienen pezuña hendida:
camello, liebre y conejo; porque rumian, mas no tienen pezuña hendida, serán
inmundos; 8ni cerdo, porque tiene pezuña hendida, mas no rumia; os
será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos
muertos.
9De todo lo que está en el agua, de
estos podréis comer: todo lo que tiene aleta y escama. 10Mas todo
lo que no tiene aleta y escama, no comeréis; inmundo será.
11Toda ave limpia podréis comer.
12Y estas son de las que no podréis comer: el águila, el
quebrantahuesos, el azor, 13el gallinazo, el milano según su
especie, 14todo cuervo según su especie, 15el
avestruz, la lechuza, la gaviota y el gavilán según sus especies, 16el
búho, el ibis, el calamón, 17el pelícano, el buitre, el
somormujo, 18la cigüeña, la garza según su especie, la abubilla y
el murciélago. 19Todo insecto alado será inmundo; no se comerá.
20Toda ave limpia podréis comer.
21Ninguna cosa mortecina comeréis;
al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él podrá comerla; o
véndela a un extranjero, porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios. No
cocerás el cabrito en la leche de su madre.c
La ley del diezmo
22Indefectiblemente diezmarásd
todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. 23Y
comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí
su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de
tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos
los días. 24Y si el camino fuere tan largo que no puedas llevarlo,
por estar lejos de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para poner
en él su nombre, cuando Jehová tu Dios te bendijere, 25entonces lo
venderás y guardarás el dinero en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu
Dios escogiere; 26y darás el dinero por todo lo que deseas, por
vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier cosa que tú deseares; y
comerás allí delante de Jehová tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia.
27Y no desampararás al levita que habitare en tus poblaciones; porque no
tiene parte ni heredad contigo.
28Al fin de cada tres años sacarás
todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades.
29Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el
extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y
serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos
hicieren.[2]
Job 10
Job lamenta su condición
10
1 Está mi
alma hastiada de mi vida;
Daré libre curso a mi queja,
Hablaré con amargura de mi
alma.
2 Diré a
Dios: No me condenes;
Hazme entender por qué
contiendes conmigo.
3 ¿Te parece
bien que oprimas,
Que deseches la obra de tus
manos,
Y que favorezcas los designios
de los impíos?
4 ¿Tienes tú
acaso ojos de carne?
¿Ves tú como ve el hombre?
5 ¿Son tus
días como los días del hombre,
O tus años como los tiempos
humanos,
6 Para que
inquieras mi iniquidad,
Y busques mi pecado,
7 Aunque tú
sabes que no soy impío,
Y que no hay quien de tu mano
me libre?
8 Tus manos
me hicieron y me formaron;
¿Y luego te vuelves y me
deshaces?
9 Acuérdate
que como a barro me diste forma;
¿Y en polvo me has de volver?
10 ¿No me
vaciaste como leche,
Y como queso me cuajaste?
11 Me vestiste
de piel y carne,
Y me tejiste con huesos y
nervios.
12 Vida y
misericordia me concediste,
Y tu cuidado guardó mi
espíritu.
13 Estas cosas
tienes guardadas en tu corazón;
Yo sé que están cerca de ti.
14 Si pequé,
tú me has observado,
Y no me tendrás por limpio de
mi iniquidad.
15 Si fuere
malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no levantaré
mi cabeza,
Estando hastiado de deshonra,
y de verme afligido.
16 Si mi
cabeza se alzare, cual león tú me cazas;
Y vuelves a hacer en mí
maravillas.
17 Renuevas
contra mí tus pruebas,
Y aumentas conmigo tu furor
como tropas de relevo.
18 ¿Por qué me
sacaste de la matriz?
Hubiera yo expirado, y ningún
ojo me habría visto.
19 Fuera como
si nunca hubiera existido,
Llevado del vientre a la
sepultura.
20 ¿No son
pocos mis días?
Cesa, pues, y déjame, para que
me consuele un poco,
21 Antes que
vaya para no volver,
A la tierra de tinieblas y de
sombra de muerte;
22 Tierra de
oscuridad, lóbrega,
Como sombra de muerte y sin
orden,
Y cuya luz es como densas tinieblas.[3]
a a 2.1: Lv. 23.15–21; Dt. 16.9–11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 1.26-2.13). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 14.1: Lv. 19.28; 21.5.
b b 14.2: Ex. 19.5–6; Dt. 4.20; 7.6; 26.18;
Tit. 2.14; 1 P. 2.9.
c c 14.21: Ex. 23.19; 34.26.
d d 14.22–29: Lv. 27.30–33; Nm. 18.21.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 12.32-14.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 9.35-10.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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