¡Cómo recuperar el tiempo perdido!
¡Encarando el presente con ánimo
y alegría!
Por Riqui Ricón*
No hay mejor día que el día de
hoy. No hay mejor Vida que la que estoy viviendo hoy.
Nunca digas: ¿Cuál es la causa de
que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto
preguntarás con sabiduría (Ecl 7:10 RV1960).
Es un engaño del enemigo añorar
el pasado, pensando que aquellos días fueron mejores.
¡Quién me volviese como en los
meses pasados!, Como en los días en que Dios me guardaba, Cuando hacía
resplandecer sobre mi cabeza su lámpara, A cuya luz yo caminaba en la
oscuridad; Como fui en los días de mi juventud, Cuando el favor de Dios velaba
sobre mi tienda (Job
29:2-4 RV1960).
Es el día de HOY que Dios me
guarda. Es el día de HOY que Dios me cuida.
Alzaré mis ojos a los montes; ¿De
dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la
tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí,
no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna
de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará
tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre (Sal 121:1-8 RV1960).
Jesús es mi guardador, mi
cuidador, y el maligno NO me toca.
Sabemos que el que ha nacido de
Dios no está en pecado[no practica el pecado RV60]:Jesucristo, que nació de Dios, lo
protege, y el maligno no llega a tocarlo (1Jn 5:18 NVI).
Respecto a los tiempos mejores,
C. S. Lewis, un teólogo y escritor del siglo XX, autor de las Crónicas de
Narnia, escribió acerca del consejo que un experimentado demonio le daba a su
sobrino, un diablo novato:
Mi querido Orugario [el diablo novato]:
Por supuesto, había observado que
los humanos estaban atravesando un respiro en su guerra europea —¡lo que
ingenuamente llaman "La Guerra"!—, y no me sorprende que haya una
tregua correlativa en las inquietudes del paciente [el cristiano al cual está
asignado el diablo novato]. ¿Nos conviene estimular esto, o mantenerle
preocupado? Tanto el temor torturado como la estúpida confianza son estados de
ánimo deseables. Nuestra elección entre 'ellos suscita cuestiones importantes.
Los humanos viven en el tiempo,
pero nuestro Enemigo [Dios] les
destina a la Eternidad. Él [Dios] quiere, por tanto, creo yo, que
atiendan principalmente a dos cosas: a la eternidad misma y a ese punto del
tiempo que llaman el presente. Porque el presente es el punto en el que el
tiempo coincide con la eternidad. Del momento presente, y sólo de él, los
humanos tienen una experiencia análoga a la que nuestro Enemigo [Dios] tiene
de la realidad como un todo; sólo en el presente la libertad y la realidad les
son ofrecidas. En consecuencia, Él [Dios] les tendría continuamente
preocupados por la eternidad (lo que equivale a preocupados por Él [Dios]) o
por el presente; o meditando acerca de su perpetua unión con, o separación de,
Él, o si no obedeciendo la presente voz de la conciencia, soportando la cruz
presente, recibiendo la gracia presente, dando gracias por el placer presente.
Nuestra tarea [de los demonios] consiste en
alejarles [a los seres humanos] de lo eterno y del presente. Con esto en
mente, a veces tentamos a un humano (pongamos una viuda o un erudito) a vivir
en el pasado. Pero esto tiene un valor limitado, porque poseen algunos
conocimientos reales sobre el pasado, y porque el pasado tiene una naturaleza
determinada, y, en eso, se parece a la eternidad. Es mucho mejor hacerles vivir
en el futuro. La necesidad biológica hace que todas sus pasiones apunten ya en
esa dirección, así que pensar en el futuro enciende la esperanza y el temor. Además,
les es desconocido, de forma que al hacerles pensar en el futuro les hacemos pensar
en cosas irreales. En una palabra, el futuro es, de todas las cosas, la menos parecida
a la eternidad. Es la parte más completamente temporal del tiempo, porque el pasado
está petrificado y ya no fluye, y el presente está totalmente iluminado por los
rayos eternos. De ahí el impulso que hemos dado a esquemas mentales como la
Evolución Creativa, el Humanismo Científico, o el comunismo, que fijan los
efectos del hombre en el futuro, en el corazón mismo de la temporalidad. De ahí
que casi todos los vicios tengan sus raíces en el futuro. La gratitud mira al
pasado y el amor al presente; el miedo, la avaricia, la lujuria y la ambición
miran hacia delante. No creas que la lujuria es una excepción. Cuando llega el
placer presente, el pecado (que es lo único que nos interesa) ya ha pasado. El placer
es sólo la parte del proceso que lamentamos y que excluiríamos si pudiésemos hacerlo
sin perder el pecado; es la parte que aporta el Enemigo [Dios], y por
tanto experimentada en el presente. El pecado, que es nuestra contribución,
miraba hacia delante.
Desde luego, el Enemigo [Dios] quiere que los hombres
piensen también en el futuro: pero sólo en la medida en que sea necesario para
planear ahora los actos de justicia o caridad que serán probablemente su deber
mañana. El deber de planear el trabajo del día siguiente es el deber de hoy;
aunque su material está tomado prestado del futuro, el deber, como todos los deberes,
está en el presente [aquí y ahora]. Esto es ahora como partir una paja.
Él [Dios] no quiere que los hombres le den al futuro sus corazones, ni
que pongan en él su tesoro. Nosotros, sí. Su ideal [el de Dios] es un
hombre que, después de haber trabajado todo el día por el bien de la posteridad
(si ésa es su vocación), lava su mente de todo el tema, encomienda el resultado
al Cielo, y vuelve al instante a la paciencia o gratitud que exige el momento
que está atravesando [aquí y ahora].
Pero nosotros queremos un hombre
atormentado por el futuro: hechizado por visiones de un Cielo o un infierno
inminente en la tierra —dispuesto a violar los mandamientos del Enemigo [Dios] en el presente si le
hacemos creer que, haciéndolo, puede alcanzar el Cielo o evitar el Infierno—,
que dependen para su fe del éxito o fracaso de planes cuyo fin no vivirá para
ver.
Queremos toda una raza
perpetuamente en busca del fin del arco iris, nunca honesta, ni gentil, ni
dichosa ahora, sino siempre sirviéndose de todo don verdadero que se les
ofrezca en el presente como de un mero combustible con el que encender el altar
del futuro.
De lo que se deduce, pues, en
general —si las demás condiciones permanecen constantes—, que es mejor que tu
paciente [el
cristiano al cual está asignado el diablo novato] esté lleno de inquietud o
de esperanza (no importa mucho cuál de ellas) acerca de esta guerra que el que
viva en el presente. Pero la frase "vivir en el presente" es ambigua:
puede describir un proceder que, en realidad, está tan pendiente del futuro
como la ansiedad misma; tu hombre [el cristiano al cual está asignado el
diablo novato] puede no preocuparse por el futuro, no porque le importe el
presente, sino porque se ha autoconvencido de que el futuro va a ser agradable,
y mientras sea ésta la verdadera causa de su tranquilidad, tal tranquilidad nos
será propicia, pues no hará otra cosa que amontonar más decepciones, y por
tanto más impaciencia, cuando sus infundadas esperanzas se desvanezcan. Si, por
el contrario, es consciente de que le pueden esperar cosas horribles, y reza
[ora] para pedir las virtudes necesarias para enfrentarse con tales
horrores, y entretanto se ocupa del presente porque en éste, y sólo en éste,
residen todos los deberes, toda la gracia, toda la sabiduría y todo el placer,
su estado es enormemente indeseable y debe ser atacado al instante.
También aquí ha hecho un buen
trabajo nuestra Arma Filológica: prueba a utilizar con él la palabra
"complacencia". De todas formas, lo más probable es, claro está, que
no esté "viviendo en él presente" por ninguna de estas razones, sino simplemente
porque está bien de salud y disfruta con su trabajo. El fenómeno sería entonces
puramente natural. En cualquier caso, yo en tu lugar lo destruiría: ningún
fenómeno natural está realmente de nuestra parte, y, de todas maneras, ¿por qué
habría de ser feliz la criatura [el cristiano al cual está asignado el diablo
novato]?
Tu cariñoso tío [?],
ESCRUTOPO [el demonio veterano]
(C. S. Lewis, Cartas del
diablo a su sobrino, carta no. XV).
Como puedo ver, el único
interesado en que yo viva añorando el pasado (o temeroso del futuro), es el
mismísimo diablo, porque así puede evitar que yo disfrute de las Bendiciones de
Dios, mi Padre, las cuales sólo se pueden disfrutar en el presente, aquí y
ahora, el día de hoy.
Mas la senda de los justos es
como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto (Pro 4:18 RV1960).
Mi Vida Nueva, la que se me
obsequió gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo, mi Señor y Salvador,
es un continuo presente lleno de La Bendición de mi Padre celestial y es, por
sí misma, un conocimiento creciente de Su Persona, un aumento constante de Su
Gloria sobre mi vida.
Oremos en
voz audible:
Amado padre celestial, muchas gracias por amarme
tanto que, estando yo muerto en delitos y pecados, me diste Vida juntamente con
Cristo Jesús. Gracias Señor, porque la Vida que me has dado es una Vida plena y
abundante para vivirla el día de hoy. Si por alguna razón yo he añorado mi vida
pasada, me arrepiento y te pido perdón, pues tengo por cierto que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en mi vida ha de manifestarse. Gracias por haberme adoptado como Hijo Tuyo, por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de Tu Voluntad. Ahora, por la Sangre
del Nuevo Pacto, yo soy Quien Tú, Dios Todopoderoso, dices en Tu Palabra que
soy: santo(a), justo(a), perfecto(a), eterno(a) y glorificado(a). Así que, a
pesar de los ataques del enemigo, no hay forma en que pueda perder, pues ¿qué
puedo añadir a todo esto? Si Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, ¿quién
podrá contra mí? ¡Nadie! Pues mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que
está en el mundo y, por eso, ya he vencido. Resisto y echo fuera de mi vida y
corazón al espíritu de duda y de temor. Nada ni nadie me pueden hacer frente en
todos los días de mi vida pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por
medio de Ti, Jesús, mi Rey, Señor y Salvador que me amas. ¡No dudo de lo que
dice la Palabra de Dios! ¡Yo soy quién dice la Biblia que soy! Un(a) legítimo(a)
y amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Estoy bendecido(a) por Tu
Palabra, Señor Jesús y voy a vivir a plenitud el día de hoy. Así que, nunca
confesaré palabras de fracaso, ni de derrota, ni de enfermedad, ni de desánimo
pues todo lo puedo en Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy feliz! ¡El día de hoy! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través
de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa
está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
29 Hch
13.1-25 / Jos 18-19 / Job 29
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
29 Hch
13.1-25 / Jos 18-19 / Job 29
Hechos
13.1-25
Bernabé y Saulo comienzan su
primer viaje misionero
13
1Había
entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado
junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2Ministrando
éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la obra a que los he llamado. 3Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
Los apóstoles predican en Chipre
4Ellos,
entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí
navegaron a Chipre. 5Y
llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los
judíos. Tenían también a Juan de ayudante. 6Y
habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso
profeta, judío, llamado Barjesús, 7que
estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé
y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. 8Pero
les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando
apartar de la fe al procónsul. 9Entonces
Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, 10dijo:
¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda
justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? 11Ahora,
pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el
sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas;
y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. 12Entonces
el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina
del Señor.
Pablo y Bernabé en Antioquía de
Pisidia
13Habiendo
zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero
Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén. 14Ellos,
pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un
día de reposo* y se
sentaron. 15Y
después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la
sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de
exhortación para el pueblo, hablad. 16Entonces
Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo:
Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:17El Dios
de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo,
siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con
brazo levantado los sacó de ella. 18Y por
un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; 19y
habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les
dio en herencia su territorio. 20Después,
como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta
el profeta Samuel. 21Luego
pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de
la tribu de Benjamín, por cuarenta años. 22Quitado
éste, les levantó por rey a David, de quien dio
también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a
mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. 23De la
descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por
Salvador a Israel. 24Antes de su venida, predicó Juan el bautismo
de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25Mas
cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he
aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies.
Josué
18-19
Territorios de las demás tribus
18
1Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, y
erigieron allí el tabernáculo de reunión, después que la tierra les fue
sometida.
2Pero habían quedado de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún
no habían repartido su posesión. 3Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes
para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el Dios de vuestros padres?
4Señalad tres varones de cada
tribu, para que yo los envíe, y que ellos se levanten y recorran la tierra, y
la describan conforme a sus heredades, y vuelvan a mí. 5Y la dividirán en siete partes; y Judá quedará en
su territorio al sur, y los de la casa de José en el suyo al norte. 6Vosotros, pues, delinearéis la tierra en siete
partes, y me traeréis la descripción aquí, y yo os echaré suertes aquí delante
de Jehová nuestro Dios. 7Pero los levitas ninguna parte
tienen entre vosotros, porque el sacerdocio de Jehová es la heredad de ellos;
Gad también y Rubén, y la media tribu de Manasés, ya han recibido su heredad al
otro lado del Jordán al oriente, la cual les dio Moisés siervo de Jehová.
8Levantándose, pues, aquellos varones, fueron; y mandó Josué a los que
iban para delinear la tierra, diciéndoles: Id, recorred la tierra y delineadla,
y volved a mí, para que yo os eche suertes aquí delante de Jehová en Silo. 9Fueron, pues, aquellos varones y recorrieron la
tierra, delineándola por ciudades en siete partes en un libro, y volvieron a
Josué al campamento en Silo. 10Y Josué
les echó suertes delante de Jehová en Silo; y allí repartió Josué la tierra a
los hijos de Israel por sus porciones.
11Y se sacó la suerte de la tribu de los hijos de Benjamín conforme a sus
familias; y el territorio adjudicado a ella quedó entre los hijos de Judá y los
hijos de José. 12Fue el límite de ellos al lado
del norte desde el Jordán, y sube hacia el lado de Jericó al norte; sube
después al monte hacia el occidente, y viene a salir al desierto de Bet-avén.
13De allí pasa en dirección de Luz,
al lado sur de Luz (que es Bet-el), y desciende de Atarot-adar al monte que
está al sur de Bet-horón la de abajo. 14Y tuerce hacia el oeste por el lado sur del monte que está delante de
Bet-horón al sur; y viene a salir a Quiriat-baal (que es Quiriat-jearim),
ciudad de los hijos de Judá. Este es el lado del occidente. 15El lado del sur es desde el extremo de
Quiriat-jearim, y sale al occidente, a la fuente de las aguas de Neftoa; 16y desciende este límite al extremo del monte que
está delante del valle del hijo de Hinom, que está al norte en el valle de
Refaim; desciende luego al valle de Hinom, al lado sur del jebuseo, y de allí
desciende a la fuente de Rogel. 17Luego se inclina hacia el norte y sale a En-semes, y de allí a Gelilot,
que está delante de la subida de Adumín, y desciende a la piedra de Bohán hijo
de Rubén, 18y pasa al lado que está enfrente
del Arabá, y desciende al Arabá. 19Y pasa el límite al lado norte de Bet-hogla, y termina en la bahía norte
del Mar Salado, a la extremidad sur del Jordán; este es el límite sur. 20Y el Jordán era el límite al lado del oriente. Esta
es la heredad de los hijos de Benjamín por sus límites alrededor, conforme a
sus familias.
21Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, por sus familias,
fueron Jericó, Bet-hogla, el valle de Casis, 22Bet-arabá, Zemaraim, Bet-el, 23Avim, Pará, Ofra, 24Quefar-haamoni,
Ofni y Geba; doce ciudades con sus aldeas; 25Gabaón, Ramá, Beerot, 26Mizpa,
Cafira, Mozah, 27Requem, Irpeel, Tarala, 28Zela, Elef, Jebús (que es Jerusalén), Gabaa y
Quiriat; catorce ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de los hijos de
Benjamín conforme a sus familias.
19
1La segunda suerte tocó a Simeón, para la tribu de los hijos de Simeón
conforme a sus familias; y su heredad fue en medio de la heredad de los hijos
de Judá. 2Y tuvieron en su heredad a Beerseba, Seba, Molada, 3Hazar-sual,
Bala, Ezem, 4Eltolad, Betul, Horma, 5Siclag, Bet-marcabot, Hazar-susa, 6Bet-lebaot
y Saruhén; trece ciudades con sus aldeas; 7Aín, Rimón, Eter y Asán; cuatro
ciudades con sus aldeas; 8y todas las aldeas que estaban alrededor de estas ciudades hasta
Baalat-beer, que es Ramat del Neguev. Esta es la heredad de la tribu de los
hijos de Simeón conforme a sus familias. 9De la suerte de los hijos de Judá
fue sacada la heredad de los hijos de Simeón, por cuanto la parte de los hijos
de Judá era excesiva para ellos; así que los hijos de Simeón tuvieron su
heredad en medio de la de Judá.
10La tercera suerte tocó a los hijos de Zabulón conforme a sus familias; y
el territorio de su heredad fue hasta Sarid. 11Y su límite sube hacia el occidente a Marala, y llega hasta Dabeset, y
de allí hasta el arroyo que está delante de Jocneam; 12y gira de Sarid hacia el oriente, hacia donde nace
el sol, hasta el límite de Quislot-tabor, sale a Daberat, y sube a Jafía. 13Pasando de allí hacia el lado oriental a Gat-hefer
y a Ita-cazín, sale a Rimón rodeando a Nea. 14Luego, al norte, el límite gira hacia Hanatón, viniendo a salir al valle
de Jefte-el; 15y abarca Catat, Naalal, Simrón,
Idala y Belén; doce ciudades con sus aldeas. 16Esta es la heredad de los hijos de Zabulón conforme a sus familias;
estas ciudades con sus aldeas.
17La cuarta suerte correspondió a Isacar, a los hijos de Isacar conforme a
sus familias. 18Y fue su territorio Jezreel,
Quesulot, Sunem, 19Hafaraim, Sihón, Anaharat, 20Rabit, Quisión, Abez, 21Remet, En-ganim, En-hada y Bet-pases. 22Y llega este límite hasta Tabor, Sahazima y
Bet-semes, y termina en el Jordán; dieciséis ciudades con sus aldeas. 23Esta es la heredad de la tribu de los hijos de
Isacar conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas.
24La quinta suerte correspondió a la tribu de los hijos de Aser conforme a
sus familias. 25Y su territorio abarcó Helcat,
Halí, Betén, Acsaf, 26Alamelec, Amad y Miseal; y llega
hasta Carmelo al occidente, y a Sihorlibnat. 27Después da vuelta hacia el oriente a Bet-dagón y llega a Zabulón, al
valle de Jefte-el al norte, a Bet-emec y a Neiel, y sale a Cabul al norte. 28Y abarca a Hebrón, Rehob, Hamón y Caná, hasta la
gran Sidón. 29De allí este límite tuerce hacia
Ramá, y hasta la ciudad fortificada de Tiro, y gira hacia Hosa, y sale al mar
desde el territorio de Aczib. 30Abarca también Uma, Afec y Rehob; veintidós ciudades con sus aldeas. 31Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Aser
conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas.
32La sexta suerte correspondió a los hijos de Neftalí conforme a sus
familias. 33Y abarcó su territorio desde
Helef, Alón-saananim, Adami-neceb y Jabneel, hasta Lacum, y sale al Jordán. 34Y giraba el límite hacia el occidente a
Aznot-tabor, y de allí pasaba a Hucoc, y llegaba hasta Zabulón al sur, y al
occidente confinaba con Aser, y con Judá por el Jordán hacia donde nace el sol.
35Y las ciudades fortificadas son
Sidim, Zer, Hamat, Racat, Cineret, 36Adama, Ramá, Hazor, 37Cedes,
Edrei, En-hazor, 38Irón, Migdal-el, Horem, Bet-anat
y Bet-semes; diecinueve ciudades con sus aldeas. 39Esta es la heredad de la tribu de los hijos de
Neftalí conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas.
40La séptima suerte correspondió a la tribu de los hijos de Dan conforme a
sus familias. 41Y fue el territorio de su
heredad, Zora, Estaol, Ir-semes, 42Saalabín, Ajalón, Jetla, 43Elón, Timnat, Ecrón, 44Elteque,
Gibetón, Baalat, 45Jehúd, Bene-berac, Gat-rimón, 46Mejarcón y Racón, con el territorio que está
delante de Jope. 47Y les faltó territorio a los
hijos de Dan; y subieron los hijos de Dan y combatieron a Lesem, y tomándola la
hirieron a filo de espada, y tomaron posesión de ella y habitaron en ella; y
llamaron a Lesem, Dan, del nombre de Dan su padre. 48Esta es
la heredad de la tribu de los hijos de Dan conforme a sus familias; estas
ciudades con sus aldeas.
49Y después que acabaron de repartir la tierra en heredad por sus
territorios, dieron los hijos de Israel heredad a Josué hijo de Nun en medio de
ellos; 50según la palabra de Jehová, le
dieron la ciudad que él pidió, Timnat-sera, en el monte de Efraín; y él
reedificó la ciudad y habitó en ella.
51Estas son las heredades que el sacerdote Eleazar, y Josué hijo de Nun, y
los cabezas de los padres, entregaron por suerte en posesión a las tribus de los
hijos de Israel en Silo, delante de Jehová, a la entrada del tabernáculo de
reunión; y acabaron de repartir la tierra.
Job 29
Job recuerda su felicidad anterior
29
1Volvió Job a reanudar su
discurso, y dijo:
2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios me guardaba,
3 Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad;
4 Como fui en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda;
5 Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí;
6 Cuando lavaba yo mis pasos con leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite!
7 Cuando yo salía a la puerta a juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento,
8 Los jóvenes me veían, y se escondían;
Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie.
9 Los príncipes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca.
10 La voz de los principales se apagaba,
Y su lengua se pegaba a su paladar.
11 Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio,
12 Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador.
13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría.
14 Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud.
15 Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.
16 A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con
diligencia;
17 Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa.
18 Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días.
19 Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío.
20 Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se fortalecía en mi mano.
21 Me oían, y esperaban,
Y callaban a mi consejo.
22 Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos.
23 Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía.
24 Si me reía con ellos, no lo creían;
Y no abatían la luz de mi rostro.
25 Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el
jefe;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela a los que lloran.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
29 Hch
13.1-25 / Jos 18-19 / Job 29
Hechos
13.1-25
Bernabé y Saulo comienzan su
primer viaje misionero
13
1Había
entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado
junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2Ministrando
éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a
Saulo para la obra a que los he llamado. 3Entonces,
habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
Los apóstoles predican en Chipre
4Ellos,
entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí
navegaron a Chipre. 5Y
llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los
judíos. Tenían también a Juan de ayudante. 6Y
habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso
profeta, judío, llamado Barjesús, 7que
estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé
y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. 8Pero
les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando
apartar de la fe al procónsul. 9Entonces
Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, 10dijo:
¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda
justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? 11Ahora,
pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y no verás el
sol por algún tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas;
y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano. 12Entonces
el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina
del Señor.
Pablo y Bernabé en Antioquía de
Pisidia
13Habiendo
zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero
Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén. 14Ellos,
pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un
día de reposo* y se
sentaron. 15Y
después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la
sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de
exhortación para el pueblo, hablad. 16Entonces
Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo:
Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd:17El Dios
de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo,
siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con
brazo levantado los sacó de ella. 18Y por
un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; 19y
habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les
dio en herencia su territorio. 20Después,
como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta
el profeta Samuel. 21Luego
pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de
la tribu de Benjamín, por cuarenta años. 22Quitado
éste, les levantó por rey a David, de quien dio
también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a
mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. 23De la
descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por
Salvador a Israel. 24Antes de su venida, predicó Juan el bautismo
de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. 25Mas
cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he
aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies.
Josué
18-19
Territorios de las demás tribus
18
1Toda la congregación de los hijos de Israel se reunió en Silo, y
erigieron allí el tabernáculo de reunión, después que la tierra les fue
sometida.
2Pero habían quedado de los hijos de Israel siete tribus a las cuales aún
no habían repartido su posesión. 3Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes
para venir a poseer la tierra que os ha dado Jehová el Dios de vuestros padres?
4Señalad tres varones de cada
tribu, para que yo los envíe, y que ellos se levanten y recorran la tierra, y
la describan conforme a sus heredades, y vuelvan a mí. 5Y la dividirán en siete partes; y Judá quedará en
su territorio al sur, y los de la casa de José en el suyo al norte. 6Vosotros, pues, delinearéis la tierra en siete
partes, y me traeréis la descripción aquí, y yo os echaré suertes aquí delante
de Jehová nuestro Dios. 7Pero los levitas ninguna parte
tienen entre vosotros, porque el sacerdocio de Jehová es la heredad de ellos;
Gad también y Rubén, y la media tribu de Manasés, ya han recibido su heredad al
otro lado del Jordán al oriente, la cual les dio Moisés siervo de Jehová.
8Levantándose, pues, aquellos varones, fueron; y mandó Josué a los que
iban para delinear la tierra, diciéndoles: Id, recorred la tierra y delineadla,
y volved a mí, para que yo os eche suertes aquí delante de Jehová en Silo. 9Fueron, pues, aquellos varones y recorrieron la
tierra, delineándola por ciudades en siete partes en un libro, y volvieron a
Josué al campamento en Silo. 10Y Josué
les echó suertes delante de Jehová en Silo; y allí repartió Josué la tierra a
los hijos de Israel por sus porciones.
11Y se sacó la suerte de la tribu de los hijos de Benjamín conforme a sus
familias; y el territorio adjudicado a ella quedó entre los hijos de Judá y los
hijos de José. 12Fue el límite de ellos al lado
del norte desde el Jordán, y sube hacia el lado de Jericó al norte; sube
después al monte hacia el occidente, y viene a salir al desierto de Bet-avén.
13De allí pasa en dirección de Luz,
al lado sur de Luz (que es Bet-el), y desciende de Atarot-adar al monte que
está al sur de Bet-horón la de abajo. 14Y tuerce hacia el oeste por el lado sur del monte que está delante de
Bet-horón al sur; y viene a salir a Quiriat-baal (que es Quiriat-jearim),
ciudad de los hijos de Judá. Este es el lado del occidente. 15El lado del sur es desde el extremo de
Quiriat-jearim, y sale al occidente, a la fuente de las aguas de Neftoa; 16y desciende este límite al extremo del monte que
está delante del valle del hijo de Hinom, que está al norte en el valle de
Refaim; desciende luego al valle de Hinom, al lado sur del jebuseo, y de allí
desciende a la fuente de Rogel. 17Luego se inclina hacia el norte y sale a En-semes, y de allí a Gelilot,
que está delante de la subida de Adumín, y desciende a la piedra de Bohán hijo
de Rubén, 18y pasa al lado que está enfrente
del Arabá, y desciende al Arabá. 19Y pasa el límite al lado norte de Bet-hogla, y termina en la bahía norte
del Mar Salado, a la extremidad sur del Jordán; este es el límite sur. 20Y el Jordán era el límite al lado del oriente. Esta
es la heredad de los hijos de Benjamín por sus límites alrededor, conforme a
sus familias.
21Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjamín, por sus familias,
fueron Jericó, Bet-hogla, el valle de Casis, 22Bet-arabá, Zemaraim, Bet-el, 23Avim, Pará, Ofra, 24Quefar-haamoni,
Ofni y Geba; doce ciudades con sus aldeas; 25Gabaón, Ramá, Beerot, 26Mizpa,
Cafira, Mozah, 27Requem, Irpeel, Tarala, 28Zela, Elef, Jebús (que es Jerusalén), Gabaa y
Quiriat; catorce ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de los hijos de
Benjamín conforme a sus familias.
19
1La segunda suerte tocó a Simeón, para la tribu de los hijos de Simeón
conforme a sus familias; y su heredad fue en medio de la heredad de los hijos
de Judá. 2Y tuvieron en su heredad a Beerseba, Seba, Molada, 3Hazar-sual,
Bala, Ezem, 4Eltolad, Betul, Horma, 5Siclag, Bet-marcabot, Hazar-susa, 6Bet-lebaot
y Saruhén; trece ciudades con sus aldeas; 7Aín, Rimón, Eter y Asán; cuatro
ciudades con sus aldeas; 8y todas las aldeas que estaban alrededor de estas ciudades hasta
Baalat-beer, que es Ramat del Neguev. Esta es la heredad de la tribu de los
hijos de Simeón conforme a sus familias. 9De la suerte de los hijos de Judá
fue sacada la heredad de los hijos de Simeón, por cuanto la parte de los hijos
de Judá era excesiva para ellos; así que los hijos de Simeón tuvieron su
heredad en medio de la de Judá.
10La tercera suerte tocó a los hijos de Zabulón conforme a sus familias; y
el territorio de su heredad fue hasta Sarid. 11Y su límite sube hacia el occidente a Marala, y llega hasta Dabeset, y
de allí hasta el arroyo que está delante de Jocneam; 12y gira de Sarid hacia el oriente, hacia donde nace
el sol, hasta el límite de Quislot-tabor, sale a Daberat, y sube a Jafía. 13Pasando de allí hacia el lado oriental a Gat-hefer
y a Ita-cazín, sale a Rimón rodeando a Nea. 14Luego, al norte, el límite gira hacia Hanatón, viniendo a salir al valle
de Jefte-el; 15y abarca Catat, Naalal, Simrón,
Idala y Belén; doce ciudades con sus aldeas. 16Esta es la heredad de los hijos de Zabulón conforme a sus familias;
estas ciudades con sus aldeas.
17La cuarta suerte correspondió a Isacar, a los hijos de Isacar conforme a
sus familias. 18Y fue su territorio Jezreel,
Quesulot, Sunem, 19Hafaraim, Sihón, Anaharat, 20Rabit, Quisión, Abez, 21Remet, En-ganim, En-hada y Bet-pases. 22Y llega este límite hasta Tabor, Sahazima y
Bet-semes, y termina en el Jordán; dieciséis ciudades con sus aldeas. 23Esta es la heredad de la tribu de los hijos de
Isacar conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas.
24La quinta suerte correspondió a la tribu de los hijos de Aser conforme a
sus familias. 25Y su territorio abarcó Helcat,
Halí, Betén, Acsaf, 26Alamelec, Amad y Miseal; y llega
hasta Carmelo al occidente, y a Sihorlibnat. 27Después da vuelta hacia el oriente a Bet-dagón y llega a Zabulón, al
valle de Jefte-el al norte, a Bet-emec y a Neiel, y sale a Cabul al norte. 28Y abarca a Hebrón, Rehob, Hamón y Caná, hasta la
gran Sidón. 29De allí este límite tuerce hacia
Ramá, y hasta la ciudad fortificada de Tiro, y gira hacia Hosa, y sale al mar
desde el territorio de Aczib. 30Abarca también Uma, Afec y Rehob; veintidós ciudades con sus aldeas. 31Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Aser
conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas.
32La sexta suerte correspondió a los hijos de Neftalí conforme a sus
familias. 33Y abarcó su territorio desde
Helef, Alón-saananim, Adami-neceb y Jabneel, hasta Lacum, y sale al Jordán. 34Y giraba el límite hacia el occidente a
Aznot-tabor, y de allí pasaba a Hucoc, y llegaba hasta Zabulón al sur, y al
occidente confinaba con Aser, y con Judá por el Jordán hacia donde nace el sol.
35Y las ciudades fortificadas son
Sidim, Zer, Hamat, Racat, Cineret, 36Adama, Ramá, Hazor, 37Cedes,
Edrei, En-hazor, 38Irón, Migdal-el, Horem, Bet-anat
y Bet-semes; diecinueve ciudades con sus aldeas. 39Esta es la heredad de la tribu de los hijos de
Neftalí conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas.
40La séptima suerte correspondió a la tribu de los hijos de Dan conforme a
sus familias. 41Y fue el territorio de su
heredad, Zora, Estaol, Ir-semes, 42Saalabín, Ajalón, Jetla, 43Elón, Timnat, Ecrón, 44Elteque,
Gibetón, Baalat, 45Jehúd, Bene-berac, Gat-rimón, 46Mejarcón y Racón, con el territorio que está
delante de Jope. 47Y les faltó territorio a los
hijos de Dan; y subieron los hijos de Dan y combatieron a Lesem, y tomándola la
hirieron a filo de espada, y tomaron posesión de ella y habitaron en ella; y
llamaron a Lesem, Dan, del nombre de Dan su padre. 48Esta es
la heredad de la tribu de los hijos de Dan conforme a sus familias; estas
ciudades con sus aldeas.
49Y después que acabaron de repartir la tierra en heredad por sus
territorios, dieron los hijos de Israel heredad a Josué hijo de Nun en medio de
ellos; 50según la palabra de Jehová, le
dieron la ciudad que él pidió, Timnat-sera, en el monte de Efraín; y él
reedificó la ciudad y habitó en ella.
51Estas son las heredades que el sacerdote Eleazar, y Josué hijo de Nun, y
los cabezas de los padres, entregaron por suerte en posesión a las tribus de los
hijos de Israel en Silo, delante de Jehová, a la entrada del tabernáculo de
reunión; y acabaron de repartir la tierra.
Job 29
Job recuerda su felicidad anterior
29
1Volvió Job a reanudar su
discurso, y dijo:
2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios me guardaba,
3 Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad;
4 Como fui en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda;
5 Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí;
6 Cuando lavaba yo mis pasos con leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite!
7 Cuando yo salía a la puerta a juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento,
8 Los jóvenes me veían, y se escondían;
Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie.
9 Los príncipes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca.
10 La voz de los principales se apagaba,
Y su lengua se pegaba a su paladar.
11 Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio,
12 Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador.
13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría.
14 Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud.
15 Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.
16 A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con
diligencia;
17 Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa.
18 Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días.
19 Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío.
20 Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se fortalecía en mi mano.
21 Me oían, y esperaban,
Y callaban a mi consejo.
22 Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos.
23 Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía.
24 Si me reía con ellos, no lo creían;
Y no abatían la luz de mi rostro.
25 Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el
jefe;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela a los que lloran.
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