¡Cómo hacer cosas supernaturales!
¡Teniendo certeza en lugar de duda!
Por Riqui Ricón*
Entonces Josué habló a Jehová
el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo
en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle
de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo
vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol
se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido
Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel (Jos 10.
12-14).
Es sorprendente cuántas personas
están desconcertadas acerca de la FE. Quizás te puedan decir alguna definición
aceptable sobre la FE pero no pueden explicar lo que realmente es, ya que se
hayan, en verdad, confundidas al respecto.
La FE es una fuerza espiritual
que fluye de la Verdad, pues cuando conoces la Verdad estás totalmente seguro,
plenamente convencido acerca de eso, ya que sabes que sabes que es la Verdad.
Santifícalos
en la verdad de tu palabra, pues tu palabra es la verdad (Jn 17.17 CST).
El problema de los creyentes
comienza cuando la Verdad es confrontada por una realidad diferente y comienzan
a dudar y a temer. Por ejemplo, la Verdad es que todo lo puedes en Cristo, pero algo o alguien llegan a
decirte que no, que en esta ocasión no vas a poder salir adelante en eso, sea
trabajo, familia, salud o ministerio.
La Verdad es que Dios, tu
Padre, suple todo lo que te falta conforme a Sus riquezas en gloria, pero las circunstancias
económicas del país o de tu empresa te infunden temor y duda.
Es interesante hacer notar
aquí, que la palabra pero es
una conjunción que significa literalmente: voy a desdecir lo que acabo de
decir, voy a negar lo que acabo de afirmar.
- Sí, Riqui Ricón, yo sé que
la Biblia dice que todo lo puedo, pero…
- Sí, Riqui Ricón, yo sé que
la Biblia dice que mi Dios suplirá todo lo que me falta, pero…
- Sí, Riqui Ricón, yo sé que
la Biblia dice que soy sano(a) por las heridas de Jesús, pero…
Al parecer no es suficiente
con saber lo que la Biblia dice, es necesario CREER, estar convencido(a) de que la Biblia es Palabra de Dios y por
lo tanto ES la Verdad.
Así que, ante las
circunstancias que este mundo te plantea, al final te encuentras preguntándote
a ti mismo ¿podré o no podré? ¿Tendré lo suficiente o no lo tendré? O lo que es
aún peor, te lamentas amargamente, ¿por qué me pasa esto a mí? Cuando no
conoces la Verdad terminas por ser esclavo(a) del espíritu de temor y de duda.
Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres (Jn 8. 31-32).
Sin embargo, cuando permaneces
firme en La Palabra de Dios, esto es en La Biblia, entonces estás manifestando
ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, conoces la Verdad y la Verdad te
hace libre.
Me pregunto, ¿cómo pudo Josué
detener las fuerzas inconmensurables que hacen girar al sol, la luna y la
tierra durante casi todo un día? La respuesta a esto en verdad que es sencilla,
Josué tenía la Palabra de Dios cuando le dijo: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y
ninguno de ellos prevalecerá delante de ti (Jos 10. 8).
Josué tenía la promesa, la
Palabra de Honor de Dios de que ese día él saldría victorioso y lo creyó. ¿Por
qué no habría de creerlo si al fin y al cabo, fue Dios quien lo habló?
Uno no duda de lo que CREE cuando
sabe que es la Verdad, excepto que, en realidad, no hayas creído que es la
Verdad sino que sólo tienes la esperanza de que así sea.
Es, pues, la fe la
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11. 1).
Hace poco, el Espíritu Santo
me reveló lo que es tener una certeza. Me dijo,
-mírate los dedos de tus
manos. Y así lo hice,
-muévelos enfrente de tu cara.
Me ordenó y yo le obedecí. Entonces me preguntó,
-¿alguna vez te has preguntado
o puesto a pensar si esos dedos son tuyos?
-¿Cómo? Respondí yo,
-es absurda la pregunta,
cuanto más la reflexión sobre el asunto si mis dedos son míos o no.
-¿Por qué? Me volvió a
cuestionar, el Señor.
-Porque estoy tan seguro de
que son míos que es ridículo siquiera pensar en preguntármelo. Respondí casi en
silencio, pues comprendí que una certeza es algo tan firme y seguro que resulta
ridículo siquiera el dudarlo.
Sólo hay una manera de tener
esa certeza y convicción: Sabiendo, sin lugar a dudas, que lo que te sostiene
es Palabra de Dios. Pues, Dios no miente, ni se arrepiente, lo que Él dijo lo
va hacer, lo que Él habló lo va a ejecutar. Por eso, cuando lees la Biblia la FE
viene a tu vida y entre más la lees y hagas de ella la norma de tu existencia,
más seguro(a) estarás, pues tan cierto como que el sol volvió a salir este día,
que con la lectura y meditación de la Biblia tú harás prosperar tu camino y
todo te saldrá bien.
Nunca
se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
¡Es Palabra de Dios! ¡Es
Palabra de Honor!
Amado(a), haz lo que Josué
hizo, determínate, el día de hoy, hacer de la Biblia, la Palabra de Dios que no
miente, la norma y patrón de tu vida. Ponla en tu mente, boca y corazón
leyéndola y meditándola todos los días. Además puedes escuchar o mirar
conferencias donde la Palabra de Dios sea abundante y edificante para tu vida.
No declares que no tienes tiempo para esto pues es la actividad más importante
de tu vida, ya que, haciéndolo, FE vendrá y tendrás éxito en todo lo que
emprendas.
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! (Ro 8. 15).
Si te das cuenta, ahora en Cristo Jesús, tú eres
mayor y más importante que Josué; eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Y si Josué obedeció las instrucciones de Dios en cuanto a leer y meditar Su
Palabra para poder hacer las grandes obras que hizo, ¿cuánto más importancia
debe ser para ti la lectura y meditación diaria de La Palabra de Dios, pues se
te pide que hagas las mismas obras que Jesús hizo y aún mayores?
Jua 14:12 RV60
De cierto,
de cierto os digo: El que en mí
cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, Abba, Papá, Papito, gracias
por amarme tanto. Gracias por Jesús y el Espíritu Santo. Gracias por hacer de
mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) y haberme dado Tu Palabra, la Biblia, como una lámpara
a mis pies y como luz en mi camino. He decidido creerte, Señor, y estoy determinado(a)
a hacer de mi vida la vida que Tú dices que puedo y debo tener: Una Vida
próspera, sano(a) y siempre en victoria. Espíritu Santo, ayúdame hacer de Tu
Palabra la prioridad máxima en mí vida. Creo y declaro que estoy lleno con Tu FE
y TODO me saldrá bien pues mayor eres Tú, Señor Jesús, que estás en mí y
conmigo, que el que está en el mundo. En
el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2012
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
25 Hch 10.
34-48 / Jos 9-10 / Job 25
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
25 Hch 10.
34-48 / Jos 9-10 / Job 25
Hechos
10. 34-48
34Entonces
Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de
personas,a 35sino que en
toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36Dios envió
mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de
Jesucristo; éste es Señor de todos. 37Vosotros
sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del
bautismo que predicó Juan: 38cómo Dios
ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él. 39Y nosotros
somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en
Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 40A éste
levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41no a todo el
pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que
comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42Y nos mandó
que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto
por Juez de vivos y muertos. 43De éste dan
testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán
perdón de pecados por su nombre.
44Mientras aún hablaba Pedro estas
palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45Y
los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos
de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
46Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
47Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para
que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como
nosotros? 48Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús.
Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.[1]
Josué
9-10
Astucia de los gabaonitas
9
1Cuando oyeron estas cosas todos
los reyes que estaban a este lado del Jordán, así en las montañas como en los
llanos, y en toda la costa del Mar Grande delante del Líbano, los heteos,
amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, 2se concertaron
para pelear contra Josué e Israel.
3Mas los moradores de Gabaón,
cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, 4usaron
de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos
sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados, 5y
zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el
pan que traían para el camino era seco y mohoso. 6Y vinieron a
Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros
venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros. 7Y
los de Israel respondieron a los heveos: Quizá habitáis en medio de nosotros.
¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros?a 8Ellos
respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes
sois vosotros, y de dónde venís? 9Y ellos respondieron: Tus
siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu
Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto, 10y
todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del
Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot.b
11Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra
nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al
encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora
alianza con nosotros. 12Este nuestro pan lo tomamos caliente de
nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo
aquí ahora ya seco y mohoso. 13Estos cueros de vino también los
llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y
nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino. 14Y
los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a
Jehová. 15Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza
concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.
16Pasados tres días después que
hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en
medio de ellos. 17Y salieron los hijos de Israel, y al tercer día
llegaron a las ciudades de ellos; y sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y
Quiriat-jearim. 18Y no los mataron los hijos de Israel, por cuanto
los príncipes de la congregación les habían jurado por Jehová el Dios de
Israel. Y toda la congregación murmuraba contra los príncipes. 19Mas
todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos
jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar.
20Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, para que no venga ira
sobre nosotros por causa del juramento que les hemos hecho. 21Dijeron,
pues, de ellos los príncipes: Dejadlos vivir; y fueron constituidos leñadores y
aguadores para toda la congregación, concediéndoles la vida, según les habían
prometido los príncipes.
22Y llamándolos Josué, les habló
diciendo: ¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Habitamos muy lejos de
vosotros, siendo así que moráis en medio de nosotros? 23Ahora,
pues, malditos sois, y no dejará de haber de entre vosotros siervos, y quien
corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios. 24Y ellos
respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a entender a tus siervos que
Jehová tu Dios había mandado a Moisés su siervo que os había de dar toda la
tierra, y que había de destruir a todos los moradores de la tierra delante de
vosotros, por esto temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de
vosotros, e hicimos esto. 25Ahora, pues, henos aquí en tu mano; lo
que te pareciere bueno y recto hacer de nosotros, hazlo. 26Y él lo
hizo así con ellos; pues los libró de la mano de los hijos de Israel, y no los
mataron. 27Y Josué los destinó aquel día a ser leñadores y
aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová en el lugar que
Jehová eligiese, lo que son hasta hoy.
Derrota de los amorreos
10
1Cuando Adonisedec rey de Jerusalén
oyó que Josué había tomado a Hai, y que la había asolado (como había hecho a
Jericó y a su rey, así hizo a Hai y a su rey), y que los moradores de Gabaón
habían hecho paz con los israelitas, y que estaban entre ellos, 2tuvo
gran temor; porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales,
y mayor que Hai, y todos sus hombres eran fuertes. 3Por lo cual
Adonisedec rey de Jerusalén envió a Hoham rey de Hebrón, a Piream rey de
Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón, diciendo: 4Subid
a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los
hijos de Israel. 5Y cinco reyes de los amorreos, el rey de
Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de
Eglón, se juntaron y subieron, ellos con todos sus ejércitos, y acamparon cerca
de Gabaón, y pelearon contra ella.
6Entonces los moradores de Gabaón
enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus
siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos; porque todos
los reyes de los amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros.
7Y subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra con él, y todos
los hombres valientes. 8Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de
ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá
delante de ti. 9Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido
toda la noche desde Gilgal. 10Y Jehová los llenó de consternación
delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por
el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. 11Y
mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová
arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y
fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos
de Israel mataron a espada.
12Entonces Josué habló a Jehová el
día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en
presencia de los israelitas:
Sol, detente en Gabaón;
Y tú, luna, en el valle de Ajalón.
13 Y el sol se
detuvo y la luna se paró,
Hasta que la gente se hubo vengado de sus
enemigos.
¿No está escrito esto en el libro de Jaser?a Y el sol
se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
14Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido
Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel.
15Y Josué, y todo Israel con él,
volvió al campamento en Gilgal.
16Y los cinco reyes huyeron, y se
escondieron en una cueva en Maceda. 17Y fue dado aviso a Josué que
los cinco reyes habían sido hallados escondidos en una cueva en Maceda.
18Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y
poned hombres junto a ella para que los guarden; 19y vosotros no
os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin
dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en
vuestra mano. 20Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel
acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de
ellos se metieron en las ciudades fortificadas. 21Todo el pueblo
volvió sano y salvo a Josué, al campamento en Maceda; no hubo quien moviese su
lengua contra ninguno de los hijos de Israel.
22Entonces dijo Josué: Abrid la
entrada de la cueva, y sacad de ella a esos cinco reyes. 23Y lo
hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco reyes: al rey de
Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de
Eglón. 24Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a
todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que
habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de
estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de
ellos. 25Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed
fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra
los cuales peleáis. 26Y después de esto Josué los hirió y los
mató, y los hizo colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos
hasta caer la noche. 27Y cuando el sol se iba a poner, mandó Josué
que los quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se habían
escondido; y pusieron grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales
permanecen hasta hoy.
28En aquel mismo día tomó Josué a
Maceda, y la hirió a filo de espada, y mató a su rey; por completo los
destruyó, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; e hizo al rey de
Maceda como había hecho al rey de Jericó.
29Y de Maceda pasó Josué, y todo
Israel con él, a Libna; y peleó contra Libna; 30y Jehová la
entregó también a ella y a su rey en manos de Israel; y la hirió a filo de
espada, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; e hizo a su rey de
la manera como había hecho al rey de Jericó.
31Y Josué, y todo Israel con él,
pasó de Libna a Laquis, y acampó cerca de ella, y la combatió; 32y
Jehová entregó a Laquis en mano de Israel, y la tomó al día siguiente, y la
hirió a filo de espada, con todo lo que en ella tenía vida, así como había hecho
en Libna.
33Entonces Horam rey de Gezer subió
en ayuda de Laquis; mas a él y a su pueblo destruyó Josué, hasta no dejar a
ninguno de ellos.
34De Laquis pasó Josué, y todo
Israel con él, a Eglón; y acamparon cerca de ella, y la combatieron; 35y
la tomaron el mismo día, y la hirieron a filo de espada; y aquel día mató a
todo lo que en ella tenía vida, como había hecho en Laquis.
36Subió luego Josué, y todo Israel
con él, de Eglón a Hebrón, y la combatieron. 37Y tomándola, la
hirieron a filo de espada, a su rey y a todas sus ciudades, con todo lo que en
ella tenía vida, sin dejar nada; como había hecho a Eglón, así la destruyeron
con todo lo que en ella tenía vida.
38Después volvió Josué, y todo
Israel con él, sobre Debir, y combatió contra ella; 39y la tomó, y
a su rey, y a todas sus ciudades; y las hirieron a filo de espada, y
destruyeron todo lo que allí dentro tenía vida, sin dejar nada; como había
hecho a Hebrón, y como había hecho a Libna y a su rey, así hizo a Debir y a su
rey.
40Hirió, pues, Josué toda la región
de las montañas, del Neguev, de los llanos y de las laderas, y a todos sus
reyes, sin dejar nada; todo lo que tenía vida lo mató, como Jehová Dios de
Israel se lo había mandado. 41Y los hirió Josué desde Cades-barnea
hasta Gaza, y toda la tierra de Gosén hasta Gabaón. 42Todos estos
reyes y sus tierras los tomó Josué de una vez; porque Jehová el Dios de Israel
peleaba por Israel. 43Y volvió Josué, y todo Israel con él, al
campamento en Gilgal.[2]
Job 25
Bildad niega que el hombre pueda ser justificado delante de Dios
25
1Respondió Bildad suhita, y dijo:
2 El señorío
y el temor están con él;
El hace paz en sus alturas.
3 ¿Tienen sus
ejércitos número?
¿Sobre quién no está su luz?
4 ¿Cómo,
pues, se justificará el hombre para con Dios?
¿Y cómo será limpio el que
nace de mujer?
5 He aquí que
ni aun la misma luna será resplandeciente,
Ni las estrellas son limpias
delante de sus ojos;
6 ¿Cuánto
menos el hombre, que es un gusano,
Y el hijo de hombre, también
gusano?
a a 10.34: Dt. 10.17.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 10.34-48). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 9.7: Ex. 23.32; 34.12; Dt. 7.2.
b b 9.10: Nm. 21.21–35.
a a 10.13: 2 S. 1.18.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 8.35-10.43). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 24.25-25.6). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
25 Hch 10.
34-48 / Jos 9-10 / Job 25
Hechos
10. 34-48
34Entonces
Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de
personas,a 35sino que en
toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. 36Dios envió
mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de
Jesucristo; éste es Señor de todos. 37Vosotros
sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del
bautismo que predicó Juan: 38cómo Dios
ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él. 39Y nosotros
somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en
Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 40A éste
levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41no a todo el
pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que
comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42Y nos mandó
que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto
por Juez de vivos y muertos. 43De éste dan
testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán
perdón de pecados por su nombre.
44Mientras aún hablaba Pedro estas
palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45Y
los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos
de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
46Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
47Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para
que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como
nosotros? 48Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús.
Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.[1]
Josué
9-10
Astucia de los gabaonitas
9
1Cuando oyeron estas cosas todos
los reyes que estaban a este lado del Jordán, así en las montañas como en los
llanos, y en toda la costa del Mar Grande delante del Líbano, los heteos,
amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, 2se concertaron
para pelear contra Josué e Israel.
3Mas los moradores de Gabaón,
cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, 4usaron
de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos
sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados, 5y
zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el
pan que traían para el camino era seco y mohoso. 6Y vinieron a
Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros
venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros. 7Y
los de Israel respondieron a los heveos: Quizá habitáis en medio de nosotros.
¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros?a 8Ellos
respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes
sois vosotros, y de dónde venís? 9Y ellos respondieron: Tus
siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu
Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto, 10y
todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del
Jordán: a Sehón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot.b
11Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra
nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisión para el camino, e id al
encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos; haced ahora
alianza con nosotros. 12Este nuestro pan lo tomamos caliente de
nuestras casas para el camino el día que salimos para venir a vosotros; y helo
aquí ahora ya seco y mohoso. 13Estos cueros de vino también los
llenamos nuevos; helos aquí ya rotos; también estos nuestros vestidos y
nuestros zapatos están ya viejos a causa de lo muy largo del camino. 14Y
los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron a
Jehová. 15Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza
concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes de la congregación.
16Pasados tres días después que
hicieron alianza con ellos, oyeron que eran sus vecinos, y que habitaban en
medio de ellos. 17Y salieron los hijos de Israel, y al tercer día
llegaron a las ciudades de ellos; y sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y
Quiriat-jearim. 18Y no los mataron los hijos de Israel, por cuanto
los príncipes de la congregación les habían jurado por Jehová el Dios de
Israel. Y toda la congregación murmuraba contra los príncipes. 19Mas
todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos
jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar.
20Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, para que no venga ira
sobre nosotros por causa del juramento que les hemos hecho. 21Dijeron,
pues, de ellos los príncipes: Dejadlos vivir; y fueron constituidos leñadores y
aguadores para toda la congregación, concediéndoles la vida, según les habían
prometido los príncipes.
22Y llamándolos Josué, les habló
diciendo: ¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Habitamos muy lejos de
vosotros, siendo así que moráis en medio de nosotros? 23Ahora,
pues, malditos sois, y no dejará de haber de entre vosotros siervos, y quien
corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios. 24Y ellos
respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a entender a tus siervos que
Jehová tu Dios había mandado a Moisés su siervo que os había de dar toda la
tierra, y que había de destruir a todos los moradores de la tierra delante de
vosotros, por esto temimos en gran manera por nuestras vidas a causa de
vosotros, e hicimos esto. 25Ahora, pues, henos aquí en tu mano; lo
que te pareciere bueno y recto hacer de nosotros, hazlo. 26Y él lo
hizo así con ellos; pues los libró de la mano de los hijos de Israel, y no los
mataron. 27Y Josué los destinó aquel día a ser leñadores y
aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová en el lugar que
Jehová eligiese, lo que son hasta hoy.
Derrota de los amorreos
10
1Cuando Adonisedec rey de Jerusalén
oyó que Josué había tomado a Hai, y que la había asolado (como había hecho a
Jericó y a su rey, así hizo a Hai y a su rey), y que los moradores de Gabaón
habían hecho paz con los israelitas, y que estaban entre ellos, 2tuvo
gran temor; porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales,
y mayor que Hai, y todos sus hombres eran fuertes. 3Por lo cual
Adonisedec rey de Jerusalén envió a Hoham rey de Hebrón, a Piream rey de
Jarmut, a Jafía rey de Laquis y a Debir rey de Eglón, diciendo: 4Subid
a mí y ayudadme, y combatamos a Gabaón; porque ha hecho paz con Josué y con los
hijos de Israel. 5Y cinco reyes de los amorreos, el rey de
Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de
Eglón, se juntaron y subieron, ellos con todos sus ejércitos, y acamparon cerca
de Gabaón, y pelearon contra ella.
6Entonces los moradores de Gabaón
enviaron a decir a Josué al campamento en Gilgal: No niegues ayuda a tus
siervos; sube prontamente a nosotros para defendernos y ayudarnos; porque todos
los reyes de los amorreos que habitan en las montañas se han unido contra nosotros.
7Y subió Josué de Gilgal, él y todo el pueblo de guerra con él, y todos
los hombres valientes. 8Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de
ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá
delante de ti. 9Y Josué vino a ellos de repente, habiendo subido
toda la noche desde Gilgal. 10Y Jehová los llenó de consternación
delante de Israel, y los hirió con gran mortandad en Gabaón; y los siguió por
el camino que sube a Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda. 11Y
mientras iban huyendo de los israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová
arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y
fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos
de Israel mataron a espada.
12Entonces Josué habló a Jehová el
día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en
presencia de los israelitas:
Sol, detente en Gabaón;
Y tú, luna, en el valle de Ajalón.
13 Y el sol se
detuvo y la luna se paró,
Hasta que la gente se hubo vengado de sus
enemigos.
¿No está escrito esto en el libro de Jaser?a Y el sol
se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
14Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido
Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel.
15Y Josué, y todo Israel con él,
volvió al campamento en Gilgal.
16Y los cinco reyes huyeron, y se
escondieron en una cueva en Maceda. 17Y fue dado aviso a Josué que
los cinco reyes habían sido hallados escondidos en una cueva en Maceda.
18Entonces Josué dijo: Rodad grandes piedras a la entrada de la cueva, y
poned hombres junto a ella para que los guarden; 19y vosotros no
os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin
dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en
vuestra mano. 20Y aconteció que cuando Josué y los hijos de Israel
acabaron de herirlos con gran mortandad hasta destruirlos, los que quedaron de
ellos se metieron en las ciudades fortificadas. 21Todo el pueblo
volvió sano y salvo a Josué, al campamento en Maceda; no hubo quien moviese su
lengua contra ninguno de los hijos de Israel.
22Entonces dijo Josué: Abrid la
entrada de la cueva, y sacad de ella a esos cinco reyes. 23Y lo
hicieron así, y sacaron de la cueva a aquellos cinco reyes: al rey de
Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de
Eglón. 24Y cuando los hubieron llevado a Josué, llamó Josué a
todos los varones de Israel, y dijo a los principales de la gente de guerra que
habían venido con él: Acercaos, y poned vuestros pies sobre los cuellos de
estos reyes. Y ellos se acercaron y pusieron sus pies sobre los cuellos de
ellos. 25Y Josué les dijo: No temáis, ni os atemoricéis; sed
fuertes y valientes, porque así hará Jehová a todos vuestros enemigos contra
los cuales peleáis. 26Y después de esto Josué los hirió y los
mató, y los hizo colgar en cinco maderos; y quedaron colgados en los maderos
hasta caer la noche. 27Y cuando el sol se iba a poner, mandó Josué
que los quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se habían
escondido; y pusieron grandes piedras a la entrada de la cueva, las cuales
permanecen hasta hoy.
28En aquel mismo día tomó Josué a
Maceda, y la hirió a filo de espada, y mató a su rey; por completo los
destruyó, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; e hizo al rey de
Maceda como había hecho al rey de Jericó.
29Y de Maceda pasó Josué, y todo
Israel con él, a Libna; y peleó contra Libna; 30y Jehová la
entregó también a ella y a su rey en manos de Israel; y la hirió a filo de
espada, con todo lo que en ella tenía vida, sin dejar nada; e hizo a su rey de
la manera como había hecho al rey de Jericó.
31Y Josué, y todo Israel con él,
pasó de Libna a Laquis, y acampó cerca de ella, y la combatió; 32y
Jehová entregó a Laquis en mano de Israel, y la tomó al día siguiente, y la
hirió a filo de espada, con todo lo que en ella tenía vida, así como había hecho
en Libna.
33Entonces Horam rey de Gezer subió
en ayuda de Laquis; mas a él y a su pueblo destruyó Josué, hasta no dejar a
ninguno de ellos.
34De Laquis pasó Josué, y todo
Israel con él, a Eglón; y acamparon cerca de ella, y la combatieron; 35y
la tomaron el mismo día, y la hirieron a filo de espada; y aquel día mató a
todo lo que en ella tenía vida, como había hecho en Laquis.
36Subió luego Josué, y todo Israel
con él, de Eglón a Hebrón, y la combatieron. 37Y tomándola, la
hirieron a filo de espada, a su rey y a todas sus ciudades, con todo lo que en
ella tenía vida, sin dejar nada; como había hecho a Eglón, así la destruyeron
con todo lo que en ella tenía vida.
38Después volvió Josué, y todo
Israel con él, sobre Debir, y combatió contra ella; 39y la tomó, y
a su rey, y a todas sus ciudades; y las hirieron a filo de espada, y
destruyeron todo lo que allí dentro tenía vida, sin dejar nada; como había
hecho a Hebrón, y como había hecho a Libna y a su rey, así hizo a Debir y a su
rey.
40Hirió, pues, Josué toda la región
de las montañas, del Neguev, de los llanos y de las laderas, y a todos sus
reyes, sin dejar nada; todo lo que tenía vida lo mató, como Jehová Dios de
Israel se lo había mandado. 41Y los hirió Josué desde Cades-barnea
hasta Gaza, y toda la tierra de Gosén hasta Gabaón. 42Todos estos
reyes y sus tierras los tomó Josué de una vez; porque Jehová el Dios de Israel
peleaba por Israel. 43Y volvió Josué, y todo Israel con él, al
campamento en Gilgal.[2]
Job 25
Bildad niega que el hombre pueda ser justificado delante de Dios
25
1Respondió Bildad suhita, y dijo:
2 El señorío
y el temor están con él;
El hace paz en sus alturas.
3 ¿Tienen sus
ejércitos número?
¿Sobre quién no está su luz?
4 ¿Cómo,
pues, se justificará el hombre para con Dios?
¿Y cómo será limpio el que
nace de mujer?
5 He aquí que
ni aun la misma luna será resplandeciente,
Ni las estrellas son limpias
delante de sus ojos;
6 ¿Cuánto
menos el hombre, que es un gusano,
Y el hijo de hombre, también
gusano?
a a 10.34: Dt. 10.17.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 10.34-48). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 9.7: Ex. 23.32; 34.12; Dt. 7.2.
b b 9.10: Nm. 21.21–35.
a a 10.13: 2 S. 1.18.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 8.35-10.43). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 24.25-25.6). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?