¡Fortalecido(a) con todo Poder!
Por Riqui Ricón*
Estos salieron, y con ellos
todos sus ejércitos, mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en
multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra... Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de
ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de
Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego... De la manera que Jehová lo había
mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a Josué; y así Josué lo hizo,
sin quitar palabra de todo lo que Jehová había mandado a Moisés (Jos 11. 4,
6, 15).
Es evidente que lo que dice la Biblia es Palabra de
Dios, y es la Verdad. Efectivamente, Josué venció a más de treinta ejércitos
diferentes que representan una cantidad como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos
caballos y carros de guerra. Lo asombroso es que lo pudo hacer sólo por
confiar en Dios y creerle a Su Palabra.
Hoy en día, Jesucristo te dice que en el mundo
tendrás aflicciones pero que confíes en Él, que confíes en Su Palabra pues Él
ha vencido al mundo y por lo tanto tú has vencido con Él.
Estas
cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Sin importar cuál sea el problema o la situación
adversa que hoy estés enfrentando, les puedo garantizar a todas y todos las
Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, que Él no va a faltar a Su Palabra.
Todo, absolutamente todo, lo que Dios te ha dicho lo va hacer; todo lo que Él te
ha hablado lo va a ejecutar.
El cielo
y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc
21.33).
Él prometió que primero el sol y la tierra dejarían
de existir antes que Él te deje de cumplir Su Palabra. Es la Palabra de Dios, es
Palabra de Honor. Así que hoy puedes comenzar este devocional conmigo,
diciéndole: Señor Jesús, yo daré por respuesta a mi avergonzador que en Tu
Palabra he confiado pues jamás seré avergonzado(a) de haber creído a Tu
Palabra.
Mientras él aún hablaba,
vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto;
¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús, luego que oyó lo
que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente (Mar 5.
35-36).
Nota que cuando Josué enfrentó a muchísimos
enemigos, Dios le dijo, no tengas temor de ellos y cuando Jairo enfrentó la más
terrible realidad al enterarse de la muerte de su hija, Jesús le dijo, no
temas, cree solamente.
El temor es todo lo contrario a la fe. Ambas son
fuerzas espirituales que combaten entre sí. El temor es duda y la fe es
certeza; el temor es angustia y la fe es paz; el temor es tristeza ante la vida
y la fe es alegría por la vida. El temor enferma y mata mientras que la fe te
sana y te da vida.
Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.
10).
¿Cómo puede alguien fortalecerse en el poder de la
fuerza de Dios?
¿Cuál es ese poder o esa fuerza con la que puedes
estar fortalecido ante cualquier circunstancia? ¿Será Su gran musculatura y
fuerza? ¿Serán los millones de ángeles a Su servicio? ¡No, amado(a)! ¡Piénsalo
bien! El poder de la fuerza de Dios es Su Palabra. Él no necesita hacer otra
cosa más que hablar. Dado que Él es Dios, Su Palabra tiene dentro de sí misma
el poder para hacerse cumplir.
Y no se debilitó en la fe al
considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o
la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por
incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido (Ro 4.
19-21).
Cuando escuchas otras voces o a tus sentidos y
emociones para llenarte de duda y angustia, entonces te debilitas en la fe y
aceptas el espíritu de temor. Sin embargo, Dios dice que tú no has recibido el
espíritu de temor para que vivas esclavo(a) del miedo, la duda y la angustia,
sino que, por el sacrificio de Jesús, por Su muerte y resurrección, ahora tu
eres un(a) Hijo(a) legítimo de Dios: Un Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba,
Padre! (Ro 8.15).
Así que, en la Palabra de Dios, la Biblia, que no
miente, tú eres fortalecido(a) de tal manera que consigues la victoria sobre
toda circunstancia pues la FE ES por oír, recitar y meditar y la Palabra de
Dios.
Así
pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Ro 10.17
DHH).
Al leer, meditar y recitar La Palabra de Dios, te
llenas de FE y quedas plenamente convencido(a) que Dios, Tu Padre, es poderoso
y fiel para cumplir todo lo que te ha prometido.
Un(a) Hijo(a) de Dios como tú, sólo con la FE,
alcanzará la victoria sobre el mundo y sus circunstancias.
Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Así que, cuando estudias y meditas la Palabra de
Dios, ésta produce FE en tu vida; produce esa FE que destruye el miedo y la
angustia habilitándote para que recibas la promesa de la salvación, que es la
Vida Eterna.
él
te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa (Hch 11. 14).
Por lo tanto, no albergues
temor alguno. Haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia. Sábete y cree
que eres un(a) Hijo(a) Amado(a) de Dios. Y prepárate para vencer sobre toda
circunstancia, problema o enfermedad.
Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás
en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, hoy puedo declarar, con toda
seguridad y autoridad, que nada, ni nadie en este mundo me puede vencer. Por Tu
Amor, por el sacrificio de Jesús, por Su muerte y resurrección, yo soy un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una simiente corruptible sino de la
incorruptible semilla que es Tu Palabra, Señor. Me declaro sano(a), libre y
capaz de salir adelante en todo problema o situación que estoy enfrentando. Tú
me creaste de nuevo para reinar sobre esta tierra y no para sufrir, así que,
aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú,
Jesucristo, estás conmigo. Todo esto lo oro y declaro conforme a Tu Palabra que
es la Verdad. Me someto a Ti, Dios, y resisto al diablo; así que, éste tiene
que huir de mí con todas sus enfermedades, mentiras, miedos, enojos, rencores,
pobreza, escasez, depresión, desánimo y dudas. Nada de esto tiene algo en mí.
Yo soy Tu Hijo(a) Amado(a) y soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me
ama, Cristo Jesús, mi Dios, Rey y Señor. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado
y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu
Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
26 Hch 11.
1-18 / Jos 11-12 / Job 26
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
26 Hch 11.
1-18 / Jos 11-12 / Job 26
Hechos
11. 1-18
Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén
11
1Oyeron los apóstoles y los
hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la
palabra de Dios. 2Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con
él los que eran de la circuncisión, 3diciendo: ¿Por qué has
entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos? 4Entonces
comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo: 5Estaba
yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un
gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y
venía hasta mí. 6Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos
terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7Y oí una voz
que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. 8Y dije: Señor, no;
porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca. 9Entonces
la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames
tú común. 10Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado
arriba al cielo. 11Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la
casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. 12Y el Espíritu
me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis
hermanos, y entramos en casa de un varón, 13quien nos contó cómo
había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a
Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14él
te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. 15Y
cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre
nosotros al principio. 16Entonces me acordé de lo dicho por el
Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo.a 17Si Dios, pues,
les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor
Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18Entonces,
oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que
también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida![1]
Josué
11-12
Derrota de la alianza de Jabín
11
1Cuando oyó esto Jabín rey de
Hazor, envió mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf,
2y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en
el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente;
3y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al
heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en
tierra de Mizpa. 4Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos,
mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con
muchísimos caballos y carros de guerra. 5Todos estos reyes se
unieron, y vinieron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom, para pelear
contra Israel.
6Mas Jehová dijo a Josué: No tengas
temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos
delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego.
7Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente contra ellos
junto a las aguas de Merom. 8Y los entregó Jehová en manos de
Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta
Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no
les dejaron ninguno. 9Y Josué hizo con ellos como Jehová le había
mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego.
10Y volviendo Josué, tomó en el
mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes
cabeza de todos estos reinos. 11Y mataron a espada todo cuanto en
ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a
Hazor pusieron fuego. 12Asimismo tomó Josué todas las ciudades de
aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y
los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado. 13Pero
a todas las ciudades que estaban sobre colinas, no las quemó Israel; únicamente
a Hazor quemó Josué. 14Y los hijos de Israel tomaron para sí todo
el botín y las bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a
filo de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. 15De
la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a
Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había
mandado a Moisés.
Josué se apodera de toda la tierra
16Tomó, pues, Josué toda aquella
tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el
Arabá, las montañas de Israel y sus valles. 17Desde el monte
Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda
del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. 18Por
mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. 19No hubo ciudad
que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en
Gabaón; todo lo tomaron en guerra. 20Porque esto vino de Jehová,
que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel,
para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen
desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés.a
21También en aquel tiempo vino
Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de
todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a
ellos y a sus ciudades. 22Ninguno de los anaceos quedó en la
tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod.
23Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había
dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su
distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.
Reyes derrotados por Moisés
12
1Estos son los reyes de la tierra
que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del
Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón,
y todo el Arabá al oriente: 2Sehón rey de los amorreos, que habitaba
en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y
desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc,
término de los hijos de Amón; 3y el Arabá hasta el mar de Cineret,
al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino
de Bet-jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga. 4Y
el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual
habitaba en Astarot y en Edrei, 5y dominaba en el monte Hermón, en
Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de
Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón.a 6A
éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo
de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la
media tribu de Manasés.b
Reyes derrotados por Josué
7Y estos son los reyes de la tierra
que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el
occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que
sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel,
conforme a su distribución; 8en las montañas, en los valles, en el
Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el
cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo. 9El rey de Jericó,
uno; el rey de Hai, que está al lado de Bet-el, otro; 10el rey de
Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro; 11el rey de Jarmut, otro;
el rey de Laquis, otro; 12el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer,
otro; 13el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro; 14el
rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro; 15el rey de Libna, otro;
el rey de Adulam, otro; 16el rey de Maceda, otro; el rey de
Bet-el, otro; 17el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro;
18el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro; 19el rey de
Madón, otro; el rey de Hazor, otro; 20el rey de Simron-merón,
otro; el rey de Acsaf, otro; 21el rey de Taanac, otro; el rey de
Meguido, otro; 22el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del
Carmelo, otro; 23el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el
rey de Goim en Gilgal, otro; 24el rey de Tirsa, otro; treinta y un
reyes por todos.[2]
Job 26
Job proclama la soberanía de Dios
26
1Respondió Job, y dijo:
2 ¿En qué
ayudaste al que no tiene poder?
¿Cómo has amparado al brazo
sin fuerza?
3 ¿En qué
aconsejaste al que no tiene ciencia,
Y qué plenitud de inteligencia
has dado a conocer?
4 ¿A quién
has anunciado palabras,
Y de quién es el espíritu que
de ti procede?
5 Las sombras
tiemblan en lo profundo,
Los mares y cuanto en ellos
mora.
6 El Seol
está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.
7 El extiende
el norte sobre vacío,
Cuelga la tierra sobre nada.
8 Ata las
aguas en sus nubes,
Y las nubes no se rompen
debajo de ellas.
9 El encubre
la faz de su trono,
Y sobre él extiende su nube.
10 Puso límite
a la superficie de las aguas,
Hasta el fin de la luz y las
tinieblas.
11 Las
columnas del cielo tiemblan,
Y se espantan a su reprensión.
12 El agita el
mar con su poder,
Y con su entendimiento hiere
la arrogancia suya.
13 Su espíritu
adornó los cielos;
Su mano creó la serpiente
tortuosa.
14 He aquí,
estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que
hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder,
¿quién lo puede comprender?[3]
a a 11.16: Hch. 1.5.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 10.48-11.18). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 11.20: Dt. 7.16.
a a 12.1–5: Nm. 21.21–35; Dt. 2.26—3.11.
b b 12.6: Nm. 32.33; Dt. 3.12.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 10.43-12.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 25.6-26.14). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
26 Hch 11.
1-18 / Jos 11-12 / Job 26
Hechos
11. 1-18
Informe de Pedro a la iglesia de Jerusalén
11
1Oyeron los apóstoles y los
hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la
palabra de Dios. 2Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con
él los que eran de la circuncisión, 3diciendo: ¿Por qué has
entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos? 4Entonces
comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo: 5Estaba
yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un
gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y
venía hasta mí. 6Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos
terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo. 7Y oí una voz
que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. 8Y dije: Señor, no;
porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca. 9Entonces
la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames
tú común. 10Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado
arriba al cielo. 11Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la
casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea. 12Y el Espíritu
me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis
hermanos, y entramos en casa de un varón, 13quien nos contó cómo
había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a
Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; 14él
te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa. 15Y
cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre
nosotros al principio. 16Entonces me acordé de lo dicho por el
Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo.a 17Si Dios, pues,
les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor
Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18Entonces,
oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que
también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida![1]
Josué
11-12
Derrota de la alianza de Jabín
11
1Cuando oyó esto Jabín rey de
Hazor, envió mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf,
2y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en
el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente;
3y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al
heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en
tierra de Mizpa. 4Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos,
mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con
muchísimos caballos y carros de guerra. 5Todos estos reyes se
unieron, y vinieron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom, para pelear
contra Israel.
6Mas Jehová dijo a Josué: No tengas
temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos
delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego.
7Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente contra ellos
junto a las aguas de Merom. 8Y los entregó Jehová en manos de
Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta
Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no
les dejaron ninguno. 9Y Josué hizo con ellos como Jehová le había
mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego.
10Y volviendo Josué, tomó en el
mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes
cabeza de todos estos reinos. 11Y mataron a espada todo cuanto en
ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a
Hazor pusieron fuego. 12Asimismo tomó Josué todas las ciudades de
aquellos reyes, y a todos los reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y
los destruyó, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado. 13Pero
a todas las ciudades que estaban sobre colinas, no las quemó Israel; únicamente
a Hazor quemó Josué. 14Y los hijos de Israel tomaron para sí todo
el botín y las bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a
filo de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. 15De
la manera que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a
Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová había
mandado a Moisés.
Josué se apodera de toda la tierra
16Tomó, pues, Josué toda aquella
tierra, las montañas, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, los llanos, el
Arabá, las montañas de Israel y sus valles. 17Desde el monte
Halac, que sube hacia Seir, hasta Baal-gad en la llanura del Líbano, a la falda
del monte Hermón; tomó asimismo a todos sus reyes, y los hirió y mató. 18Por
mucho tiempo tuvo guerra Josué con estos reyes. 19No hubo ciudad
que hiciese paz con los hijos de Israel, salvo los heveos que moraban en
Gabaón; todo lo tomaron en guerra. 20Porque esto vino de Jehová,
que endurecía el corazón de ellos para que resistiesen con guerra a Israel,
para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, sino que fuesen
desarraigados, como Jehová lo había mandado a Moisés.a
21También en aquel tiempo vino
Josué y destruyó a los anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de
todos los montes de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a
ellos y a sus ciudades. 22Ninguno de los anaceos quedó en la
tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod.
23Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había
dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su
distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.
Reyes derrotados por Moisés
12
1Estos son los reyes de la tierra
que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron al otro lado del
Jordán hacia donde nace el sol, desde el arroyo de Arnón hasta el monte Hermón,
y todo el Arabá al oriente: 2Sehón rey de los amorreos, que habitaba
en Hesbón, y señoreaba desde Aroer, que está a la ribera del arroyo de Arnón, y
desde en medio del valle, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo de Jaboc,
término de los hijos de Amón; 3y el Arabá hasta el mar de Cineret,
al oriente; y hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al oriente, por el camino
de Bet-jesimot, y desde el sur al pie de las laderas del Pisga. 4Y
el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los refaítas, el cual
habitaba en Astarot y en Edrei, 5y dominaba en el monte Hermón, en
Salca, en todo Basán hasta los límites de Gesur y de Maaca, y la mitad de
Galaad, territorio de Sehón rey de Hesbón.a 6A
éstos derrotaron Moisés siervo de Jehová y los hijos de Israel; y Moisés siervo
de Jehová dio aquella tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la
media tribu de Manasés.b
Reyes derrotados por Josué
7Y estos son los reyes de la tierra
que derrotaron Josué y los hijos de Israel, a este lado del Jordán hacia el
occidente, desde Baal-gad en el llano del Líbano hasta el monte de Halac que
sube hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel,
conforme a su distribución; 8en las montañas, en los valles, en el
Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; el heteo, el amorreo, el
cananeo, el ferezeo, el heveo y el jebuseo. 9El rey de Jericó,
uno; el rey de Hai, que está al lado de Bet-el, otro; 10el rey de
Jerusalén, otro; el rey de Hebrón, otro; 11el rey de Jarmut, otro;
el rey de Laquis, otro; 12el rey de Eglón, otro; el rey de Gezer,
otro; 13el rey de Debir, otro; el rey de Geder, otro; 14el
rey de Horma, otro; el rey de Arad, otro; 15el rey de Libna, otro;
el rey de Adulam, otro; 16el rey de Maceda, otro; el rey de
Bet-el, otro; 17el rey de Tapúa, otro; el rey de Hefer, otro;
18el rey de Afec, otro; el rey de Sarón, otro; 19el rey de
Madón, otro; el rey de Hazor, otro; 20el rey de Simron-merón,
otro; el rey de Acsaf, otro; 21el rey de Taanac, otro; el rey de
Meguido, otro; 22el rey de Cedes, otro; el rey de Jocneam del
Carmelo, otro; 23el rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el
rey de Goim en Gilgal, otro; 24el rey de Tirsa, otro; treinta y un
reyes por todos.[2]
Job 26
Job proclama la soberanía de Dios
26
1Respondió Job, y dijo:
2 ¿En qué
ayudaste al que no tiene poder?
¿Cómo has amparado al brazo
sin fuerza?
3 ¿En qué
aconsejaste al que no tiene ciencia,
Y qué plenitud de inteligencia
has dado a conocer?
4 ¿A quién
has anunciado palabras,
Y de quién es el espíritu que
de ti procede?
5 Las sombras
tiemblan en lo profundo,
Los mares y cuanto en ellos
mora.
6 El Seol
está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.
7 El extiende
el norte sobre vacío,
Cuelga la tierra sobre nada.
8 Ata las
aguas en sus nubes,
Y las nubes no se rompen
debajo de ellas.
9 El encubre
la faz de su trono,
Y sobre él extiende su nube.
10 Puso límite
a la superficie de las aguas,
Hasta el fin de la luz y las
tinieblas.
11 Las
columnas del cielo tiemblan,
Y se espantan a su reprensión.
12 El agita el
mar con su poder,
Y con su entendimiento hiere
la arrogancia suya.
13 Su espíritu
adornó los cielos;
Su mano creó la serpiente
tortuosa.
14 He aquí,
estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que
hemos oído de él!
Pero el trueno de su poder,
¿quién lo puede comprender?[3]
a a 11.16: Hch. 1.5.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 10.48-11.18). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 11.20: Dt. 7.16.
a a 12.1–5: Nm. 21.21–35; Dt. 2.26—3.11.
b b 12.6: Nm. 32.33; Dt. 3.12.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 10.43-12.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 25.6-26.14). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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