¡Cómo encontrar tu milagro!
¡Hay un milagro en tu boca!
Por Riqui Ricón*
Ahora
bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años,
desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba
por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años.
Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi
fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para
entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel
día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay
ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré,
como Jehová ha dicho (Jos 14. 10-12).
¡85 años tenía Caleb cuando se dispuso a conquistar
la ciudad de Hebrón, que Dios le había dicho sería suya, por no haber dudado
sino permanecido en su Palabra!
¡Y aún tenía la misma fuerza y entusiasmo que
cuando tenía 40 años de edad!
Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió
ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la
tendrá en posesión (Núm 14. 24).
Para materializar las Promesas
de Dios en tu Vida es necesario que tengas otro espíritu; o mejor dicho, que
seas otro espíritu. Nunca podrás lograrlo siendo la misma persona que antes
eras. Esto sólo es posible mediante el sacrificio de Cristo Jesús. Con Su
muerte pagó todo lo que debías y con el poder de Su resurrección te dio una
Vida totalmente Nueva.
Pues
hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo. Y, tal como
Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora
nosotros también podemos vivir una vida nueva (Ro 6.4
NTV).
En los últimos años hemos visto grandes y hermosos
milagros ser hechos en los Hijos de Dios. Asombrosas sanidades físicas y del
corazón; restauraciones familiares y liberaciones económicas han fluido de la
Palabra de Dios, en el nombre de Jesús.
Y les contaron, diciendo:
Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye
leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita
aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también
vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el
heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto
al mar, y a la ribera del Jordán. Entonces
Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos
posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas
los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel
pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre
los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra
por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo
el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También
vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros,
a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos (N’um 13.
27-33).
Aunque los espías enviados por Moisés reconocieron
que era la Verdad aquello que Dios había dicho acerca de la tierra prometida, ellos
dieron más crédito a lo que vieron sus ojos y a lo que dictaron sus emociones
que a la Palabra de Dios.
Dejaron que la duda hiciera un nido en sus
corazones para incubar miedo y rebelión y comenzaron hablar mal de Dios y de la
tierra.
El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Luc 6.
45).
¡Qué diferentes las palabras y declaraciones de
Caleb! ¡Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros
que ellos! Él también notó las altas
murallas de las ciudades y miró a los gigantes, sin embargo, Caleb no tiene la
más mínima duda, ni temor.
Él vio lo mismo que sus
compañeros y percibió la fortaleza de esos pueblos y lo inexpugnable de sus
ciudades, pero él, Caleb, sabe, tiene la certeza que la Palabra de Dios es la
Verdad; que si Él lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; que si Él lo habló,
entonces, Él lo va a ejecutar.
Entonces la mujer dijo a
Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es
verdad en tu boca (1 R 17. 24).
Hoy, ante cualquier situación
que estés enfrentando, te aconsejo que sujetes tus emociones y pensamientos a
la Palabra de Dios. No permitas que palabras de fracaso, desánimo y derrota
fluyan de tu corazón a través de tu boca. Busca en la Palabra de Dios las
promesas tocantes a tu necesidad y comienza a declararlas en voz audible y con
fe, esto es, con toda certeza de que es Palabra de Dios, es Palabra de Honor.
Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús (Fil 4.6-7).
No te angusties por nada y recibe
la paz que sobrepasa todo entendimiento al saber que Dios te ha dado Su Palabra
de Honor. Tú no estás solo(a), ni lo estarás jamás.
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8. 31-32).
¡Dios está contigo! ¡Él lo prometió!
Pon la
Palabra de Dios en tu boca y declara con fe:
Y daré por respuesta a mi
avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.
42).
¡Hay un
milagro en tu boca!
Oremos en
voz audible:
Amado padre celestial, en esta hora yo declaro que
mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que está en el mundo y, por eso,
ya he vencido. Resisto y echo fuera de mi vida y corazón al espíritu de duda y
de temor. Nada ni nadie me pueden hacer frente en todos los días de mi vida
pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Ti, Jesús, mi Rey,
Señor y Salvador que me amas. ¡No dudo de lo que dice la Palabra de Dios! ¡Yo
soy quién dice la Biblia que soy! Un(a) legítimo(a) y amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo. Estoy bendecido(a) por Tu
Palabra, Señor Jesús. Así que, nunca confesaré palabras de fracaso, ni de
derrota, ni de enfermedad, ni de desánimo pues todo lo puedo en Cristo Jesús.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de
Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
27 Hch 11.
19-30 / Jos 13-14 / Job 27
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
27 Hch 11.
19-30 / Jos 13-14 / Job 27
Hechos
11. 19-30
La iglesia en Antioquía
19Ahora bien, los que habían sido
esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban,b
pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino
sólo a los judíos. 20Pero había entre ellos unos varones de Chipre
y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los
griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. 21Y la mano del
Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. 22Llegó
la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y
enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23Este, cuando
llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con
propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. 24Porque era
varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue
agregada al Señor. 25Después fue Bernabé a Tarso para buscar a
Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. 26Y se congregaron allí
todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se
les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
27En aquellos días unos profetas
descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28Y levantándose uno de
ellos, llamado Agabo,c daba a entender por el
Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual
sucedió en tiempo de Claudio. 29Entonces los discípulos, cada uno
conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que
habitaban en Judea; 30lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los
ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.[1]
Josué
13-14
Tierra aún sin conquistar
13
1Siendo Josué ya viejo, entrado en
años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra
por poseer. 2Esta es la tierra que queda: todos los territorios de
los filisteos, y todos los de los gesureos; 3desde Sihor, que está
al oriente de Egipto, hasta el límite de Ecrón al norte, que se considera de
los cananeos; de los cinco príncipes de los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el
ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los aveos; 4al sur toda
la tierra de los cananeos, y Mehara, que es de los sidonios, hasta Afec, hasta
los límites del amorreo; 5la tierra de los giblitas, y todo el
Líbano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta
la entrada de Hamat; 6todos los que habitan en las montañas desde
el Líbano hasta Misrefotmaim, todos los sidonios; yo los exterminaré delante de
los hijos de Israel; solamente repartirás tú por suerte el país a los
israelitas por heredad,a como te he mandado. 7Reparte,
pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de
Manasés.
8Porque los rubenitas y gaditas y
la otra mitad de Manasés recibieron ya su heredad, la cual les dio Moisés al
otro lado del Jordán al oriente, según se la dio Moisés siervo de Jehová;b
9desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y la ciudad que
está en medio del valle, y toda la llanura de Medeba, hasta Dibón; 10todas
las ciudades de Sehón rey de los amorreos, el cual reinó en Hesbón, hasta los
límites de los hijos de Amón; 11y Galaad, y los territorios de los
gesureos y de los maacateos, y todo el monte Hermón, y toda la tierra de Basán
hasta Salca; 12todo el reino de Og en Basán, el cual reinó en
Astarot y en Edrei, el cual había quedado del resto de los refaítas; pues
Moisés los derrotó, y los echó. 13Mas a los gesureos y a los
maacateos no los echaron los hijos de Israel, sino que Gesur y Maaca habitaron
entre los israelitas hasta hoy.
El territorio que distribuyó Moisés
14Pero a la tribu de Leví no dio
heredad; los sacrificios de Jehová Dios de Israel son su heredad, como él les
había dicho.c
15Dio, pues, Moisés a la tribu de
los hijos de Rubén conforme a sus familias. 16Y fue el territorio
de ellos desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y la ciudad que
está en medio del valle, y toda la llanura hasta Medeba; 17Hesbón,
con todas sus ciudades que están en la llanura; Dibón, Bamot-baal,
Bet-baal-meón, 18Jahaza, Cademot, Mefaat, 19Quiriataim,
Sibma, Zaret-sahar en el monte del valle, 20Bet-peor, las laderas
de Pisga, Bet-jesimot, 21todas las ciudades de la llanura, y todo
el reino de Sehón rey de los amorreos, que reinó en Hesbón, al cual derrotó
Moisés, y a los príncipes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, príncipes de
Sehón que habitaban en aquella tierra. 22También mataron a espada
los hijos de Israel a Balaam el adivino, hijo de Beor, entre los demás que
mataron. 23Y el Jordán fue el límite del territorio de los hijos
de Rubén. Esta fue la heredad de los hijos de Rubén conforme a sus familias,
estas ciudades con sus aldeas.
24Dio asimismo Moisés a la tribu de
Gad, a los hijos de Gad, conforme a sus familias. 25El territorio
de ellos fue Jazer, y todas las ciudades de Galaad, y la mitad de la tierra de
los hijos de Amón hasta Aroer, que está enfrente de Rabá. 26Y
desde Hesbón hasta Ramat-mizpa, y Betonim; y desde Mahanaim hasta el límite de
Debir; 27y en el valle, Bet-aram, Bet-nimra, Sucot y Zafón, resto
del reino de Sehón rey de Hesbón; el Jordán y su límite hasta el extremo del
mar de Cineret al otro lado del Jordán, al oriente. 28Esta es la
heredad de los hijos de Gad por sus familias, estas ciudades con sus aldeas.
29También dio Moisés heredad a la
media tribu de Manasés; y fue para la media tribu de los hijos de Manasés,
conforme a sus familias. 30El territorio de ellos fue desde
Mahanaim, todo Basán, todo el reino de Og rey de Basán, y todas las aldeas de
Jair que están en Basán, sesenta poblaciones, 31y la mitad de
Galaad, y Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, para los hijos de
Maquir hijo de Manasés, para la mitad de los hijos de Maquir conforme a sus
familias.
32Esto es lo que Moisés repartió en
heredad en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán de Jericó, al oriente.
33Mas a la tribu de Leví no dio Moisés heredad; Jehová Dios de Israel es
la heredad de ellos, como él les había dicho.d
Canaán repartida por suerte
14
1Esto, pues, es lo que los hijos de
Israel tomaron por heredad en la tierra de Canaán, lo cual les repartieron el
sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun, y los cabezas de los padres de las tribus
de los hijos de Israel. 2Por suerte se les dio su heredad, como
Jehová había mandado a Moisés que se diera a las nueve tribus y a la media
tribu.a
3Porque a las dos tribus y a la media tribu les había dado Moisés
heredad al otro lado del Jordán;b mas a los levitas no les dio
heredad entre ellos. 4Porque los hijos de José fueron dos tribus,
Manasés y Efraín; y no dieron parte a los levitas en la tierra sino ciudades en
que morasen, con los ejidos de ellas para sus ganados y rebaños. 5De
la manera que Jehová lo había mandado a Moisés, así lo hicieron los hijos de
Israel en el repartimiento de la tierra.
Caleb recibe Hebrón
6Y los hijos de Judá vinieron a
Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que
Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti.c
7Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió
de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en
mi corazón.d 8Y mis hermanos, los que habían
subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí
siguiendo a Jehová mi Dios. 9Entonces Moisés juró diciendo:
Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en
herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios.e
10Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y
cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando
Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y
cinco años. 11Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me
envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y
para salir y para entrar. 12Dame, pues, ahora este monte, del cual
habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están
allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y
los echaré, como Jehová ha dicho.
13Josué entonces le bendijo, y dio
a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad. 14Por tanto, Hebrón
vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había
seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel. 15Mas el nombre de
Hebrón fue antes Quiriat-arba;4 porque Arba fue un hombre
grande entre los anaceos. Y la tierra descansó de la guerra.[2]
Job 27
Job describe el castigo de los malos
27
1Reasumió Job su discurso, y dijo:
2 Vive Dios,
que ha quitado mi derecho,
Y el Omnipotente, que amargó
el alma mía,
3 Que todo el
tiempo que mi alma esté en mí,
Y haya hálito de Dios en mis
narices,
4 Mis labios
no hablarán iniquidad,
Ni mi lengua pronunciará
engaño.
5 Nunca tal
acontezca que yo os justifique;
Hasta que muera, no quitaré de
mí mi integridad.
6 Mi justicia
tengo asida, y no la cederé;
No me reprochará mi corazón en
todos mis días.
7 Sea como el
impío mi enemigo,
Y como el inicuo mi
adversario.
8 Porque
¿cuál es la esperanza del impío, por mucho que hubiere robado,
Cuando Dios le quitare la
vida?
9 ¿Oirá Dios
su clamor
Cuando la tribulación viniere
sobre él?
10 ¿Se
deleitará en el Omnipotente?
¿Invocará a Dios en todo
tiempo?
11 Yo os
enseñaré en cuanto a la mano de Dios;
No esconderé lo que hay para
con el Omnipotente.
12 He aquí que
todos vosotros lo habéis visto;
¿Por qué, pues, os habéis
hecho tan enteramente vanos?
13 Esta es
para con Dios la porción del hombre impío,
Y la herencia que los
violentos han de recibir del Omnipotente:
14 Si sus
hijos fueren multiplicados, serán para la espada;
Y sus pequeños no se saciarán
de pan.
15 Los que de
él quedaren, en muerte serán sepultados,
Y no los llorarán sus viudas.
16 Aunque
amontone plata como polvo,
Y prepare ropa como lodo;
17 La habrá
preparado él, mas el justo se vestirá,
Y el inocente repartirá la
plata.
18 Edificó su
casa como la polilla,
Y como enramada que hizo el
guarda.
19 Rico se
acuesta, pero por última vez;
Abrirá sus ojos, y nada tendrá.
20 Se
apoderarán de él terrores como aguas;
Torbellino lo arrebatará de
noche.
21 Le eleva el
solano, y se va;
Y tempestad lo arrebatará de
su lugar.
22 Dios, pues,
descargará sobre él, y no perdonará;
Hará él por huir de su mano.
23 Batirán las
manos sobre él,
Y desde su lugar le silbarán.[3]
b b 11.19: Hch. 8.1–4.
c c 11.28: Hch. 21.10.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 11.18-30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 13.6: Nm. 33.54.
b b 13.8: Nm. 32.33; Dt. 3.12.
c c 13.14: Dt. 18.1.
d d 13.33: Nm. 18.20; Dt. 18.2.
a a 14.2: Nm. 26.52–56; 34.13.
b b 14.3: Nm. 32.33; 34.14–15; Dt. 3.12–17.
c c 14.6: Nm. 14.30.
d d 14.7: Nm. 13.1–30.
e e 14.9: Nm. 14.24.
4 Esto es, la ciudad de Arba.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 12.24-14.15). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 26.14-27.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
27 Hch 11.
19-30 / Jos 13-14 / Job 27
Hechos
11. 19-30
La iglesia en Antioquía
19Ahora bien, los que habían sido
esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban,b
pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino
sólo a los judíos. 20Pero había entre ellos unos varones de Chipre
y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los
griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. 21Y la mano del
Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. 22Llegó
la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y
enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía. 23Este, cuando
llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con
propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. 24Porque era
varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue
agregada al Señor. 25Después fue Bernabé a Tarso para buscar a
Saulo; y hallándole, le trajo a Antioquía. 26Y se congregaron allí
todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se
les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
27En aquellos días unos profetas
descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28Y levantándose uno de
ellos, llamado Agabo,c daba a entender por el
Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual
sucedió en tiempo de Claudio. 29Entonces los discípulos, cada uno
conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que
habitaban en Judea; 30lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los
ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.[1]
Josué
13-14
Tierra aún sin conquistar
13
1Siendo Josué ya viejo, entrado en
años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra
por poseer. 2Esta es la tierra que queda: todos los territorios de
los filisteos, y todos los de los gesureos; 3desde Sihor, que está
al oriente de Egipto, hasta el límite de Ecrón al norte, que se considera de
los cananeos; de los cinco príncipes de los filisteos, el gazeo, el asdodeo, el
ascaloneo, el geteo y el ecroneo; también los aveos; 4al sur toda
la tierra de los cananeos, y Mehara, que es de los sidonios, hasta Afec, hasta
los límites del amorreo; 5la tierra de los giblitas, y todo el
Líbano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta
la entrada de Hamat; 6todos los que habitan en las montañas desde
el Líbano hasta Misrefotmaim, todos los sidonios; yo los exterminaré delante de
los hijos de Israel; solamente repartirás tú por suerte el país a los
israelitas por heredad,a como te he mandado. 7Reparte,
pues, ahora esta tierra en heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de
Manasés.
8Porque los rubenitas y gaditas y
la otra mitad de Manasés recibieron ya su heredad, la cual les dio Moisés al
otro lado del Jordán al oriente, según se la dio Moisés siervo de Jehová;b
9desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y la ciudad que
está en medio del valle, y toda la llanura de Medeba, hasta Dibón; 10todas
las ciudades de Sehón rey de los amorreos, el cual reinó en Hesbón, hasta los
límites de los hijos de Amón; 11y Galaad, y los territorios de los
gesureos y de los maacateos, y todo el monte Hermón, y toda la tierra de Basán
hasta Salca; 12todo el reino de Og en Basán, el cual reinó en
Astarot y en Edrei, el cual había quedado del resto de los refaítas; pues
Moisés los derrotó, y los echó. 13Mas a los gesureos y a los
maacateos no los echaron los hijos de Israel, sino que Gesur y Maaca habitaron
entre los israelitas hasta hoy.
El territorio que distribuyó Moisés
14Pero a la tribu de Leví no dio
heredad; los sacrificios de Jehová Dios de Israel son su heredad, como él les
había dicho.c
15Dio, pues, Moisés a la tribu de
los hijos de Rubén conforme a sus familias. 16Y fue el territorio
de ellos desde Aroer, que está a la orilla del arroyo de Arnón, y la ciudad que
está en medio del valle, y toda la llanura hasta Medeba; 17Hesbón,
con todas sus ciudades que están en la llanura; Dibón, Bamot-baal,
Bet-baal-meón, 18Jahaza, Cademot, Mefaat, 19Quiriataim,
Sibma, Zaret-sahar en el monte del valle, 20Bet-peor, las laderas
de Pisga, Bet-jesimot, 21todas las ciudades de la llanura, y todo
el reino de Sehón rey de los amorreos, que reinó en Hesbón, al cual derrotó
Moisés, y a los príncipes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, príncipes de
Sehón que habitaban en aquella tierra. 22También mataron a espada
los hijos de Israel a Balaam el adivino, hijo de Beor, entre los demás que
mataron. 23Y el Jordán fue el límite del territorio de los hijos
de Rubén. Esta fue la heredad de los hijos de Rubén conforme a sus familias,
estas ciudades con sus aldeas.
24Dio asimismo Moisés a la tribu de
Gad, a los hijos de Gad, conforme a sus familias. 25El territorio
de ellos fue Jazer, y todas las ciudades de Galaad, y la mitad de la tierra de
los hijos de Amón hasta Aroer, que está enfrente de Rabá. 26Y
desde Hesbón hasta Ramat-mizpa, y Betonim; y desde Mahanaim hasta el límite de
Debir; 27y en el valle, Bet-aram, Bet-nimra, Sucot y Zafón, resto
del reino de Sehón rey de Hesbón; el Jordán y su límite hasta el extremo del
mar de Cineret al otro lado del Jordán, al oriente. 28Esta es la
heredad de los hijos de Gad por sus familias, estas ciudades con sus aldeas.
29También dio Moisés heredad a la
media tribu de Manasés; y fue para la media tribu de los hijos de Manasés,
conforme a sus familias. 30El territorio de ellos fue desde
Mahanaim, todo Basán, todo el reino de Og rey de Basán, y todas las aldeas de
Jair que están en Basán, sesenta poblaciones, 31y la mitad de
Galaad, y Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, para los hijos de
Maquir hijo de Manasés, para la mitad de los hijos de Maquir conforme a sus
familias.
32Esto es lo que Moisés repartió en
heredad en los llanos de Moab, al otro lado del Jordán de Jericó, al oriente.
33Mas a la tribu de Leví no dio Moisés heredad; Jehová Dios de Israel es
la heredad de ellos, como él les había dicho.d
Canaán repartida por suerte
14
1Esto, pues, es lo que los hijos de
Israel tomaron por heredad en la tierra de Canaán, lo cual les repartieron el
sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun, y los cabezas de los padres de las tribus
de los hijos de Israel. 2Por suerte se les dio su heredad, como
Jehová había mandado a Moisés que se diera a las nueve tribus y a la media
tribu.a
3Porque a las dos tribus y a la media tribu les había dado Moisés
heredad al otro lado del Jordán;b mas a los levitas no les dio
heredad entre ellos. 4Porque los hijos de José fueron dos tribus,
Manasés y Efraín; y no dieron parte a los levitas en la tierra sino ciudades en
que morasen, con los ejidos de ellas para sus ganados y rebaños. 5De
la manera que Jehová lo había mandado a Moisés, así lo hicieron los hijos de
Israel en el repartimiento de la tierra.
Caleb recibe Hebrón
6Y los hijos de Judá vinieron a
Josué en Gilgal; y Caleb, hijo de Jefone cenezeo, le dijo: Tú sabes lo que
Jehová dijo a Moisés, varón de Dios, en Cades-barnea, tocante a mí y a ti.c
7Yo era de edad de cuarenta años cuando Moisés siervo de Jehová me envió
de Cades-barnea a reconocer la tierra; y yo le traje noticias como lo sentía en
mi corazón.d 8Y mis hermanos, los que habían
subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí
siguiendo a Jehová mi Dios. 9Entonces Moisés juró diciendo:
Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en
herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios.e
10Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y
cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando
Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y
cinco años. 11Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me
envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y
para salir y para entrar. 12Dame, pues, ahora este monte, del cual
habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están
allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y
los echaré, como Jehová ha dicho.
13Josué entonces le bendijo, y dio
a Caleb hijo de Jefone a Hebrón por heredad. 14Por tanto, Hebrón
vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había
seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel. 15Mas el nombre de
Hebrón fue antes Quiriat-arba;4 porque Arba fue un hombre
grande entre los anaceos. Y la tierra descansó de la guerra.[2]
Job 27
Job describe el castigo de los malos
27
1Reasumió Job su discurso, y dijo:
2 Vive Dios,
que ha quitado mi derecho,
Y el Omnipotente, que amargó
el alma mía,
3 Que todo el
tiempo que mi alma esté en mí,
Y haya hálito de Dios en mis
narices,
4 Mis labios
no hablarán iniquidad,
Ni mi lengua pronunciará
engaño.
5 Nunca tal
acontezca que yo os justifique;
Hasta que muera, no quitaré de
mí mi integridad.
6 Mi justicia
tengo asida, y no la cederé;
No me reprochará mi corazón en
todos mis días.
7 Sea como el
impío mi enemigo,
Y como el inicuo mi
adversario.
8 Porque
¿cuál es la esperanza del impío, por mucho que hubiere robado,
Cuando Dios le quitare la
vida?
9 ¿Oirá Dios
su clamor
Cuando la tribulación viniere
sobre él?
10 ¿Se
deleitará en el Omnipotente?
¿Invocará a Dios en todo
tiempo?
11 Yo os
enseñaré en cuanto a la mano de Dios;
No esconderé lo que hay para
con el Omnipotente.
12 He aquí que
todos vosotros lo habéis visto;
¿Por qué, pues, os habéis
hecho tan enteramente vanos?
13 Esta es
para con Dios la porción del hombre impío,
Y la herencia que los
violentos han de recibir del Omnipotente:
14 Si sus
hijos fueren multiplicados, serán para la espada;
Y sus pequeños no se saciarán
de pan.
15 Los que de
él quedaren, en muerte serán sepultados,
Y no los llorarán sus viudas.
16 Aunque
amontone plata como polvo,
Y prepare ropa como lodo;
17 La habrá
preparado él, mas el justo se vestirá,
Y el inocente repartirá la
plata.
18 Edificó su
casa como la polilla,
Y como enramada que hizo el
guarda.
19 Rico se
acuesta, pero por última vez;
Abrirá sus ojos, y nada tendrá.
20 Se
apoderarán de él terrores como aguas;
Torbellino lo arrebatará de
noche.
21 Le eleva el
solano, y se va;
Y tempestad lo arrebatará de
su lugar.
22 Dios, pues,
descargará sobre él, y no perdonará;
Hará él por huir de su mano.
23 Batirán las
manos sobre él,
Y desde su lugar le silbarán.[3]
b b 11.19: Hch. 8.1–4.
c c 11.28: Hch. 21.10.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 11.18-30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 13.6: Nm. 33.54.
b b 13.8: Nm. 32.33; Dt. 3.12.
c c 13.14: Dt. 18.1.
d d 13.33: Nm. 18.20; Dt. 18.2.
a a 14.2: Nm. 26.52–56; 34.13.
b b 14.3: Nm. 32.33; 34.14–15; Dt. 3.12–17.
c c 14.6: Nm. 14.30.
d d 14.7: Nm. 13.1–30.
e e 14.9: Nm. 14.24.
4 Esto es, la ciudad de Arba.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 12.24-14.15). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 26.14-27.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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