¡Cómo definir tus prioridades!
¡Primero es La Palabra!
Por Riqui Ricón*
¡Quién me diera el saber
dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él,
Y llenaría mi boca de argumentos. Yo sabría lo que él me respondiese, Y
entendería lo que me dijera. ¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza? No;
antes él me atendería. Allí el justo razonaría con él; Y yo escaparía para
siempre de mi juez (Job 23. 3-7).
¡Encontrar a Dios y tener una relación con Él!
¡Wuau! Esta es la más grande garantía de éxito y felicidad en la vida. ¡Cuántas
personas quieren saber dónde hallar a Dios! ¡Cuántas personas necesitan
encontrar a Dios! Sin embargo, pareciera que no son tantas las que en verdad lo
están buscando.
Yo amo a los que me aman, Y me
hallan los que temprano me buscan (Pro 8. 17).
La mayoría de los cristianos confiesan creer que la
Biblia es la Palabra de Dios. Muchos de ellos han llegado a llamarla El Manual
del Fabricante, dando a entender que ahí, en las Escrituras, se encuentra la
solución y respuesta a todos los problemas e interrogantes de la vida. Sin
embargo, son muy, pero muy, pocos los que dedican más de cinco minutos diarios
de su tiempo para el estudio de la Palabra de Dios.
Si en verdad tomas en serio esto, verás que es
sorprendente pues el mismísimo Dios, Señor y creador del universo, de todo lo
visible y lo invisible, afirma que:
Estudia constantemente
este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de
obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien
en todo lo que hagas (Jos 1.8 NTV).
Así que, Dios mismo te da el secreto, la clave para
el verdadero éxito en la vida: Hacer de tu lectura y meditación de la Biblia la
norma máxima de tu vida, leyéndola de día y de noche.
¿Qué pasa entonces?
Como escribí hace un par de días:
“- Pero, pero, Riqui Ricón,
¡yo no puedo hacer eso! ¡No tengo tiempo! Eso quizá esté bien para un Pastor o
ministro, pero yo tengo que ir a trabajar, estudiar, atender mi hogar, a mi
familia,…
”El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un
terreno. Un hombre viene y se lo encuentra. Emocionado y lleno de ilusiones,
vende todo lo que tiene y compra el terreno, con lo cual está adquiriendo,
también el tesoro. ”El reino de los cielos es como un mercader de perlas que
anda en busca de perlas finas. Cuando por fin descubre una verdadera
oportunidad en una perla de gran valor que le ofrecen a buen precio, corre y
vende lo que tiene para comprarla (Mat 13.44-46 BAD).
Si Dios te revelara el secreto
para tener una Vida dichosa y la forma en que puedes hacer prosperar tu camino
y todo te salga bien, ¿no harías todo lo que esté de tu parte por conseguirlo?...
…Bueno, quizá me entiendas
mejor si te lo pongo en otro contexto: Si Dios te revelara, con certeza
absoluta, el número ganador del sorteo de la lotería, ¿no harías todo lo
posible por comprar un boleto o billete con ese número?...
… Así que, no se trata de si
tienes tiempo o no tienes tiempo, tampoco se trata de si eres un(a) ministro(a)
o no lo eres, sino que se trata realmente de si crees o no crees que la Biblia
es Verdaderamente la Palabra de Dios. Y aquí entre nos, yo sé que sí crees”.
Pero el
que se une al Señor, un espíritu es con él (1 Co 6.17).
Dios te creó a Su Imagen, conforme a Su Semejanza,
esto es, espíritu, alma y cuerpo. Ahora, tú, que has hecho a Jesucristo el Señor
y Salvador de tu vida, has Nacido de Nuevo; eres espíritu Nuevo creado por
Dios, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Sin embargo, a diferencia de tu cuerpo, el cual
alimentas tres veces al día, ¿pretendes desarrollar todo tu potencial como Hijo(a)
del Reino alimentándote de la Palabra de Dios, la Biblia, tan sólo una o dos veces
a la semana?
Y
le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en
seguida se levantó… Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró;
y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al
ver a Pedro, se incorporó. Y él, dándole la mano, la levantó;
entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. (Hch 9. 34, 40-41).
¡Qué asombrosa es la vida de Pedro! Llena de poder
y autoridad. Sin embargo, no siempre fue así; por poco se ahoga por tener miedo
y dudar cuando intentó llegar a Jesús caminando sobre las aguas del mar de
Galilea; además, poco después de haber jurado que él moriría por Jesús le negó
tres veces, maldiciendo.
Mat 26:69-74 RV60
Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el
galileo. (70) Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. (71)
Saliendo él a la puerta, le vio
otra, y dijo a los que estaban allí: También
éste estaba con Jesús el nazareno.
(72) Pero él negó otra vez con
juramento: No conozco al hombre.
(73) Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú
eres de ellos, porque aun tu manera de
hablar te descubre. (74) Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida
cantó el gallo.
Como puedes ver, Pedro no era muy diferente a ti o
a mí. Lo importante aquí es que, después de este triste y vergonzoso episodio,
él Nació de Nuevo, recibió al Espíritu Santo como el cumplimiento de la promesa
del Nuevo Pacto y puso la Palabra de Dios en su boca, mente y corazón. ¡Nunca
más fue el mismo!
Entonces los doce
convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros
dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas… Y nosotros persistiremos
en la oración y en el ministerio de la palabra (Hch 6. 2,
4).
La Biblia, que es la palabra de Honor de Dios y no
puede mentir, es la fuente de tu FE y el fundamente de tu relación con Dios
mediante Su Hijo Jesucristo.
Jesús le dijo: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si
me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto (Jn 14. 6-7).
Para conocer bien a una persona necesitas pasar
tiempo con ella, para conocer a Dios necesitas dedicarle tiempo a Su Palabra.
No es la oración lo que te permite conocerle sino Su Palabra. La mayoría de los
creyentes acuden a la oración para pedir, interceder, alabar y adorar, pero
escuchan poco de Él y le conocen menos, pues no le han dado a la Biblia el
lugar y la prioridad que merece en sus corazones y en sus vidas.
Éxo 33:11 NVI
Y hablaba el SEÑOR con Moisés cara a cara,
como quien habla con un amigo. Después de eso, Moisés regresaba al campamento;
pero Josué, su joven asistente, nunca se apartaba de la Tienda de reunión.
Josué amaba tanto la presencia de Dios que nunca se
separaba del tabernáculo de reunión, sin embargo, no fue en esa comunión, en la
oración, que Dios le dijo que se esforzara y fuera valiente, y así lograría los
objetivos de su llamado y ministerio. ¡Dios nos revela en Su Palabra, la clave
del éxito en la vida!
Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. (Jos 1. 8).
Josué fue un hombre de oración efectiva porque,
obedeciendo a Dios, hizo de la Palabra de Dios la norma máxima de Su Vida.
Ese día en que el SEÑOR entregó a los amorreos en manos
de los israelitas, Josué le dijo al SEÑOR en presencia de todo el pueblo: «Sol,
deténte en Gabaón, luna, párate sobre Ayalón.» El sol se detuvo y la luna se
paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios. Esto está escrito en el
libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en el cenit y no se movió de
allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como
aquél; fue el día en que el SEÑOR obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe
duda de que el SEÑOR estaba peleando por Israel! (Jos 10.12-14).
Como en el caso de Josué, puedes ver que,
efectivamente, la oración es poderosa, pero la Palabra de Dios, la Biblia,
puesta en la boca, mente y corazón de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo,
y que la usa para orar, es muchísimo más poderosa.
Conocer a Dios y tener una relación con Él es
sencillo. Cristo Jesús abrió el camino. ¡Cristo Jesús es el Camino!
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Jesús vino a darte esa vida
abundante que es la Vida Eterna.
Y
estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán (Mar 16.17-18).
¡La Vida Eterna la respaldan los
milagros, señales y maravillas!
Vivir la Vida Plena que Cristo Jesús adquirió para
ti es fácil. Sólo sigue las instrucciones del Manual del Fabricante. Lee y
medita la Palabra de Dios todos los días. Haz de la Biblia la norma máxima de
tu existencia poniéndola en tu boca, mente y corazón, pues entonces harás
prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Al fin y al cabo, es la Palabra de
Dios, es Palabra de Honor.
Oremos en coz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero darte las gracias
por Tu hermosa, Eterna e Infalible Palabra, la Biblia. Gracias porque es
lámpara a mis pies y luz en mi camino; es viva y eficaz y más cortante que toda
espada de dos filos. Sé que Tú no mientes, ni te arrepientes, que lo que has
dicho lo vas hacer, lo que has hablado lo vas a ejecutar y por lo tanto, tengo
en Tu Palabra la garantía, la seguridad y convicción de que yo soy quién Tú,
Señor, dices que soy: un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo y amado(a) por
Ti; Padre, yo soy Tu especial tesoro; en todo problema, angustia o enfermedad
soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y
Salvador; todo lo puedo; soy sano(a) y soy libre. No moriré pues tengo Vida Eterna
y tengo todo el derecho y los recursos para hacer de mi vida una vida Plena y Abundante
en Tu Nombre, Señor Jesús. Tú lo has dicho y esta es Tu Palabra de Honor. Muchas
gracias. En el nombre poderoso de Cristo Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
23 Hch 9.
26-43 / Jos 5-6
/ Job 23
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
23 Hch 9.
26-43 / Jos 5-6
/ Job 23
Hechos
9.26-43
Saulo en Jerusalén
26Cuando llegó a Jerusalén, trataba
de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que
fuese discípulo. 27Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los
apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le
había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de
Jesús. 28Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,
29y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los
griegos; pero éstos procuraban matarle. 30Cuando supieron esto los
hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.
31Entonces las iglesias tenían paz
por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del
Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.
Curación de Eneas
32Aconteció que Pedro, visitando a
todos, vino también a los santos que habitaban en Lida. 33Y halló
allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues
era paralítico. 34Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana;
levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó. 35Y le vieron
todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al
Señor.
Dorcas es resucitada
36Había entonces en Jope una
discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en
buenas obras y en limosnas que hacía. 37Y aconteció que en
aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.
38Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro
estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a
nosotros. 39Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando
llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y
mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.
40Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y
volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver
a Pedro, se incorporó. 41Y él, dándole la mano, la levantó;
entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. 42Esto
fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. 43Y
aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón,
curtidor.[1]
Josué
5-6
La circuncisión y la pascua en Gilgal
5
1Cuando todos los reyes de los
amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de
los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las
aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado,
desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de
Israel.
2En aquel tiempo Jehová dijo a
Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los
hijos de Israel. 3Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó
a los hijos de Israel en el collado de Aralot.1 4Esta
es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido
de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el
desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. 5Pues
todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el
pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron
salido de Egipto, no estaba circuncidado. 6Porque los hijos de
Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de
guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron
a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la
tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que
fluye leche y miel.a 7A los hijos de
ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran
incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino.
8Y cuando acabaron de circuncidar a
toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que
sanaron. 9Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el
oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal,2
hasta hoy.
10Y los hijos de Israel acamparon
en Gilgal, y celebraron la pascuab a los catorce días del mes,
por la tarde, en los llanos de Jericó. 11Al otro día de la pascua
comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día
espigas nuevas tostadas. 12Y el maná cesóc el día
siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de
Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de
Canaán aquel año.
Josué y el varón con la espada desenvainada
13Estando Josué cerca de Jericó,
alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada
desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los
nuestros, o de nuestros enemigos? 14El respondió: No; mas como
Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose
sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su
siervo? 15Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué:
Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así
lo hizo.
La toma de Jericó
6
1Ahora, Jericó estaba cerrada, bien
cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. 2Mas
Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con
sus varones de guerra. 3Rodearéis, pues, la ciudad todos los
hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante
seis días. 4Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos
de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad,
y los sacerdotes tocarán las bocinas. 5Y cuando toquen prolongadamente
el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo
gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo,
cada uno derecho hacia adelante. 6Llamando, pues, Josué hijo de
Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes
lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová. 7Y
dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán
delante del arca de Jehová.
8Y así que Josué hubo hablado al
pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero,
pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto
de Jehová los seguía. 9Y los hombres armados iban delante de los
sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras
las bocinas sonaban continuamente. 10Y Josué mandó al pueblo,
diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de
vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis. 11Así
que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y
volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.
12Y Josué se levantó de mañana, y
los sacerdotes tomaron el arca de Jehová. 13Y los siete sacerdotes,
llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de
Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban
delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las
bocinas tocaban continuamente. 14Así dieron otra vuelta a la
ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron
durante seis días.
15Al séptimo día se levantaron al
despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces;
solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16Y
cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo:
Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad. 17Y será la
ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab
la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió
a los mensajeros que enviamos. 18Pero vosotros guardaos del
anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis
anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. 19Mas toda la plata
y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y
entren en el tesoro de Jehová. 20Entonces el pueblo gritó, y los
sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el
sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó.a
El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la
tomaron. 21Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad
había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los
asnos.
22Mas Josué dijo a los dos hombres
que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced
salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.
23Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus
hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los
pusieron fuera del campamento de Israel. 24Y consumieron con fuego
la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la
casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro.
25Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y
a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por
cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.b
26En aquel tiempo hizo Josué un
juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y
reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de
ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.c
27Estaba, pues, Jehová con Josué, y
su nombre se divulgó por toda la tierra.[2]
Job 23
Job desea abogar su causa delante de Dios
23
1Respondió Job, y dijo:
2 Hoy también
hablaré con amargura;
Porque es más grave mi llaga
que mi gemido.
3 ¡Quién me
diera el saber dónde hallar a Dios!
Yo iría hasta su silla.
4 Expondría
mi causa delante de él,
Y llenaría mi boca de argumentos.
5 Yo sabría
lo que él me respondiese,
Y entendería lo que me dijera.
6 ¿Contendería
conmigo con grandeza de fuerza?
No; antes él me atendería.
7 Allí el
justo razonaría con él;
Y yo escaparía para siempre de
mi juez.
8 He aquí yo
iré al oriente, y no lo hallaré;
Y al occidente, y no lo
percibiré;
9 Si muestra
su poder al norte, yo no lo veré;
Al sur se esconderá, y no lo
veré.
10 Mas él
conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
11 Mis pies
han seguido sus pisadas;
Guardé su camino, y no me
aparté.
12 Del
mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca
más que mi comida.
13 Pero si él
determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar?
Su alma deseó, e hizo.
14 El, pues,
acabará lo que ha determinado de mí;
Y muchas cosas como estas hay
en él.
15 Por lo cual
yo me espanto en su presencia;
Cuando lo considero, tiemblo a
causa de él.
16 Dios ha
enervado mi corazón,
Y me ha turbado el
Omnipotente.
17 ¿Por qué no
fui yo cortado delante de las tinieblas,
Ni fue cubierto con oscuridad
mi rostro?[3]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 9.25-43). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
1 Esto es, de los Prepucios.
a a 5.6: Nm. 14.28–35.
2 Heb. galal, rodar.
b b 5.10: Ex. 12.1–13.
c c 5.12: Ex. 16.35.
a a 6.20: He. 11.30.
b b 6.25: He. 11.31.
c c 6.26: 1 R. 16.34.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 4.24-6.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 22.30-23.17). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
23 Hch 9.
26-43 / Jos 5-6
/ Job 23
Hechos
9.26-43
Saulo en Jerusalén
26Cuando llegó a Jerusalén, trataba
de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que
fuese discípulo. 27Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los
apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le
había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de
Jesús. 28Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,
29y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los
griegos; pero éstos procuraban matarle. 30Cuando supieron esto los
hermanos, le llevaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.
31Entonces las iglesias tenían paz
por toda Judea, Galilea y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del
Señor, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.
Curación de Eneas
32Aconteció que Pedro, visitando a
todos, vino también a los santos que habitaban en Lida. 33Y halló
allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues
era paralítico. 34Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana;
levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó. 35Y le vieron
todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al
Señor.
Dorcas es resucitada
36Había entonces en Jope una
discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en
buenas obras y en limosnas que hacía. 37Y aconteció que en
aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.
38Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro
estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a
nosotros. 39Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando
llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y
mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas.
40Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró; y
volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver
a Pedro, se incorporó. 41Y él, dándole la mano, la levantó;
entonces, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. 42Esto
fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor. 43Y
aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón,
curtidor.[1]
Josué
5-6
La circuncisión y la pascua en Gilgal
5
1Cuando todos los reyes de los
amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de
los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las
aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado,
desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de
Israel.
2En aquel tiempo Jehová dijo a
Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los
hijos de Israel. 3Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó
a los hijos de Israel en el collado de Aralot.1 4Esta
es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido
de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el
desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. 5Pues
todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el
pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron
salido de Egipto, no estaba circuncidado. 6Porque los hijos de
Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de
guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron
a la voz de Jehová; por lo cual Jehová les juró que no les dejaría ver la
tierra de la cual Jehová había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que
fluye leche y miel.a 7A los hijos de
ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran
incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino.
8Y cuando acabaron de circuncidar a
toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que
sanaron. 9Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el
oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal,2
hasta hoy.
10Y los hijos de Israel acamparon
en Gilgal, y celebraron la pascuab a los catorce días del mes,
por la tarde, en los llanos de Jericó. 11Al otro día de la pascua
comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día
espigas nuevas tostadas. 12Y el maná cesóc el día
siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de
Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de
Canaán aquel año.
Josué y el varón con la espada desenvainada
13Estando Josué cerca de Jericó,
alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada
desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los
nuestros, o de nuestros enemigos? 14El respondió: No; mas como
Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose
sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su
siervo? 15Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué:
Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así
lo hizo.
La toma de Jericó
6
1Ahora, Jericó estaba cerrada, bien
cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. 2Mas
Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con
sus varones de guerra. 3Rodearéis, pues, la ciudad todos los
hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante
seis días. 4Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos
de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad,
y los sacerdotes tocarán las bocinas. 5Y cuando toquen prolongadamente
el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo
gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo,
cada uno derecho hacia adelante. 6Llamando, pues, Josué hijo de
Nun a los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes
lleven bocinas de cuerno de carnero delante del arca de Jehová. 7Y
dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que están armados pasarán
delante del arca de Jehová.
8Y así que Josué hubo hablado al
pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuerno de carnero,
pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas; y el arca del pacto
de Jehová los seguía. 9Y los hombres armados iban delante de los
sacerdotes que tocaban las bocinas, y la retaguardia iba tras el arca, mientras
las bocinas sonaban continuamente. 10Y Josué mandó al pueblo,
diciendo: Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de
vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad; entonces gritaréis. 11Así
que él hizo que el arca de Jehová diera una vuelta alrededor de la ciudad, y
volvieron luego al campamento, y allí pasaron la noche.
12Y Josué se levantó de mañana, y
los sacerdotes tomaron el arca de Jehová. 13Y los siete sacerdotes,
llevando las siete bocinas de cuerno de carnero, fueron delante del arca de
Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los hombres armados iban
delante de ellos, y la retaguardia iba tras el arca de Jehová, mientras las
bocinas tocaban continuamente. 14Así dieron otra vuelta a la
ciudad el segundo día, y volvieron al campamento; y de esta manera hicieron
durante seis días.
15Al séptimo día se levantaron al
despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces;
solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. 16Y
cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo:
Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad. 17Y será la
ciudad anatema a Jehová, con todas las cosas que están en ella; solamente Rahab
la ramera vivirá, con todos los que estén en casa con ella, por cuanto escondió
a los mensajeros que enviamos. 18Pero vosotros guardaos del
anatema; ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis
anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. 19Mas toda la plata
y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, sean consagrados a Jehová, y
entren en el tesoro de Jehová. 20Entonces el pueblo gritó, y los
sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el
sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó.a
El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la
tomaron. 21Y destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad
había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los
asnos.
22Mas Josué dijo a los dos hombres
que habían reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced
salir de allí a la mujer y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis.
23Y los espías entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus
hermanos y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los
pusieron fuera del campamento de Israel. 24Y consumieron con fuego
la ciudad, y todo lo que en ella había; solamente pusieron en el tesoro de la
casa de Jehová la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro.
25Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y
a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por
cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.b
26En aquel tiempo hizo Josué un
juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y
reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de
ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas.c
27Estaba, pues, Jehová con Josué, y
su nombre se divulgó por toda la tierra.[2]
Job 23
Job desea abogar su causa delante de Dios
23
1Respondió Job, y dijo:
2 Hoy también
hablaré con amargura;
Porque es más grave mi llaga
que mi gemido.
3 ¡Quién me
diera el saber dónde hallar a Dios!
Yo iría hasta su silla.
4 Expondría
mi causa delante de él,
Y llenaría mi boca de argumentos.
5 Yo sabría
lo que él me respondiese,
Y entendería lo que me dijera.
6 ¿Contendería
conmigo con grandeza de fuerza?
No; antes él me atendería.
7 Allí el
justo razonaría con él;
Y yo escaparía para siempre de
mi juez.
8 He aquí yo
iré al oriente, y no lo hallaré;
Y al occidente, y no lo
percibiré;
9 Si muestra
su poder al norte, yo no lo veré;
Al sur se esconderá, y no lo
veré.
10 Mas él
conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
11 Mis pies
han seguido sus pisadas;
Guardé su camino, y no me
aparté.
12 Del
mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca
más que mi comida.
13 Pero si él
determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar?
Su alma deseó, e hizo.
14 El, pues,
acabará lo que ha determinado de mí;
Y muchas cosas como estas hay
en él.
15 Por lo cual
yo me espanto en su presencia;
Cuando lo considero, tiemblo a
causa de él.
16 Dios ha
enervado mi corazón,
Y me ha turbado el
Omnipotente.
17 ¿Por qué no
fui yo cortado delante de las tinieblas,
Ni fue cubierto con oscuridad
mi rostro?[3]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 9.25-43). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
1 Esto es, de los Prepucios.
a a 5.6: Nm. 14.28–35.
2 Heb. galal, rodar.
b b 5.10: Ex. 12.1–13.
c c 5.12: Ex. 16.35.
a a 6.20: He. 11.30.
b b 6.25: He. 11.31.
c c 6.26: 1 R. 16.34.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 4.24-6.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 22.30-23.17). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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