¿Qué hacer en Navidad?
¡Alégrate!
Por Riqui Ricón*
Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre.
Serán el retoño plantado por mí mismo, la obra maestra que me glorificará (Isa 60.21 NVI).
El perfecto y amoroso Plan de Dios
para tu vida siempre ha contemplado el hacerte justo(a) por medio de la Sangre
de Su Hijo Jesucristo quien PAGÓ YA TODOS tus pecados. Le llamamos el Plan de
Redención y tiene el propósito expreso de hacerte Suyo(a), Su retoño, Su propio(a)
Hijo(a) y darte a heredar la tierra PARA SIEMPRE.
Es por eso que en este día,
día de Navidad, el ángel anunció,
—¡No
teman, que he venido a darles noticias que henchirán de gozo el corazón de los
hombres! Hoy, en el pueblo de Belén, ha nacido el Salvador, Cristo el Señor (Luc 2.10-11 BAD).
Y los ángeles proclamaron:
«Gloria a
Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad.» (Luc 2.14 NVI).
La Noticia es tan Buena, tan
Grande, tan Hermosa y tan Poderosa que el temor ha de ser echado fuera de la
vida de los hombres por la vida de otro hombre, Jesucristo, el Mesías Salvador.
¡Evangelio! ¡Buenas Noticias!
Se dará gloria a Dios en las alturas pues ha llegado a la tierra la Paz y la
Buena Voluntad de Dios para con TODOS nosotros.
¡Alégrate! Tienes un Salvador.
Vino y pagó ya todos tus pecados haciéndote justo(a). Al morir en tu lugar te
justificó delante de Dios para darte acceso a la Vida Eterna. Una Vida con
propósito, una vida abundante y plena que sólo pueden experimentar los Hijos de
Dios Nacidos de Nuevo.
Y él os dio vida a
vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados… Pero Dios,
que es rico en misericordia, por su
gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros
las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús (Efe 2.1, 4-7).
¡Ah! ¡El Amor de Dios! Este gran amor con que te
amó tiene nombre, se llama Jesús y es el Señor.
Ahora tú y yo estamos vivos para Él, para llevar
vidas plenas y victoriosas. Nunca más le des lugar al temor y la angustia, que
producen duda e incredulidad; no les des lugar por nada, sino deja, permite,
que ese gran Amor con que Él te ama llene tu vida, con Su Plenitud.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¿Te das cuenta que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio
Hijo antes que perderte a ti?
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite
que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo
somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende
por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
En este
día especial, ¡Sábete, de una vez por todas, que eres un(a) Hijo(a) amado(a) de
Dios! ¡Nacido(a) de Nuevo! ¡Y no de simiente corruptible sino de la incorruptible
semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre!
porque ahora tienen una nueva vida, vida que no
recibieron de sus padres y que jamás se desvanecerá. Esta nueva vida de ustedes
es eterna, porque se la dio Cristo, el vivo y eterno Mensaje de Dios (1 P 1.23 BAD).
¡Alégrate!
¡Dios lo habló y Él mismo ya lo ha hecho!
Y pondré mi Espíritu en
vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo
Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová (Ez 37.14).
¡Dios lo dijo y Él mismo ya lo ejecutó!
Ante tanta maravilla, ¿qué más se puede decir? Si
Dios está de parte nuestra, ¿quién podrá estar contra nosotros? Si no vaciló al
entregar a su Hijo por nosotros, ¿no nos dará también todas las cosas? ¿Quién
se atreve a acusarnos si somos los escogidos de Dios? ¡Nadie! Dios mismo nos ha
perdonado y nos ha puesto en buena estima ante El. ¿Quién nos condenará
entonces? ¿Cristo? ¡No! El fue el que murió por nosotros y volvió a la vida por
nosotros y está en el cielo en un sitial de honor junto a Dios Padre intercediendo
por nosotros. ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? Si nos vienen
problemas o calamidades, si nos persiguen o matan, ¿es acaso que El ha dejado
de amarnos? Y si tenemos hambre o necesidad, o si estamos en peligro,
amenazados de muerte, ¿es acaso que Dios nos ha abandonado? No, las Escrituras
dicen que debemos estar dispuestos a morir en cualquier momento por la causa de
Cristo, que somos como ovejas de matadero, pero que a pesar de todo, nuestra
victoria es absoluta, gracias a Cristo que nos amó hasta la muerte. Estoy
convencido que nada podrá apartarnos de su amor. Ni la muerte, ni la vida, ni
los temores al presente, ni nuestra preocupación por el futuro, ni el lugar
donde estemos (ya sea el más alto o el más profundo), ni los ángeles, ni los
poderes del mismo infierno, ¡Nada, podrá separarnos del amor de Dios que
demostró nuestro Señor Jesucristo al morir por nosotros! (Ro 8.31-39 BAD).
Oremos en
voz audible:
Amado
Señor Jesús, este día, muy especialmente, quiero que sepas cuanto te amo y lo
agradecid0(a) que estoy por lo que has hecho por mí y en mí. Tú eres mi roca y
mi Salvador; eres el dueño de mi corazón; alfa y omega, principio y fin; eres
la luz de mi vida, mi fortaleza, mi alto refugio, admirable, consejero, Dios
fuerte y príncipe de paz. ¡Jesús, Tú eres el Señor! Expresamente acepto, una
vez más, lo que hiciste por mí en la cruz, Tu sacrificio de Amor, Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí. ¡Gracias, muchas
gracias, Señor! Por Ti, ahora yo, ___________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a)
del Dios Vivo y Verdadero y he Nacido de Nuevo para disfrutar de la Vida
Eterna, la Vida Plena y Abundante a la que sólo nosotros, los Hijos del Rey,
tenemos derecho en Tu Sangre. Por lo tanto, me determino, con toda Tu ayuda,
Espíritu Santo, a honrar la Sangre de Jesús y vivir la Vida Plena y Abundante
que se compró para mí. Padre celestial, tengo la paz y la garantía en Tu
Palabra, la Biblia, y aunque sé que en el mundo tendré aflicciones, puedo creer
y confiar en Ti, pues de todas ellas saldré más que vencedor(a), pues todo lo
puedo en Cristo que me fortalece. Ya no le daré más lugar a los sentimientos de
tristeza, melancolía, fracaso, ni derrota. ¡No estoy solo(a), ni fracasado(a)!
Sea enfermedad, pobreza o aflicción, ¡Yo soy de Dios y les he vencido, pues
mayor es Él, que está en mí, que el que está en el mundo! ¡Me determino a ser
dichoso(a) por confiar en Ti. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
25 Luc
2.1-20 / Ez 37
/ Isa 60
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
25 Luc
2.1-20 / Ez 37
/ Isa 60
San
Lucas 2.1-20
Nacimiento de Jesús
(Mt. 1.18–25)
2
1Aconteció en aquellos días, que se
promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese
empadronado. 2Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador
de Siria. 3E iban todos para ser empadronados, cada uno a su
ciudad. 4Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a
Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y
familia de David; 5para ser empadronado con María su mujer,
desposada con él, la cual estaba encinta. 6Y aconteció que estando
ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7Y dio a
luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en el mesón.
Los ángeles y los pastores
8Había pastores en la misma región,
que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9Y
he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de
resplandor; y tuvieron gran temor. 10Pero el ángel les dijo: No
temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el
pueblo: 11que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es CRISTO el Señor. 12Esto os servirá de señal:
Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13Y
repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales,
que alababan a Dios, y decían:
14 ¡Gloria a
Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres!
15Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al
cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y
veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16Vinieron,
pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el
pesebre. 17Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho
acerca del niño. 18Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo
que los pastores les decían. 19Pero María guardaba todas estas
cosas, meditándolas en su corazón. 20Y volvieron los pastores
glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto,
como se les había dicho.[1]
Ezequiel
37
El valle de los huesos secos
37
1La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu
de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. 2Y
me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran
muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. 3Y
me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo
sabes. 4Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles:
Huesos secos, oíd palabra de Jehová. 5Así ha dicho Jehová el Señor
a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
6Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y
os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo
soy Jehová.
7Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido
mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada
hueso con su hueso. 8Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la
carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos
espíritu. 9Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de
hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los
cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10Y
profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y
estuvieron sobre sus pies;a un ejército grande en
extremo.
11Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la
casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció
nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. 12Por tanto,
profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros
sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la
tierra de Israel. 13Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra
vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. 14Y
pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra
tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.
La reunión de Judá e Israel
15Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 16Hijo
de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de
Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo
de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. 17Júntalos
luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.
18Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos
enseñarás qué te propones con eso?, 19diles: Así ha dicho Jehová
el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a
las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los
haré un solo palo, y serán uno en mi mano. 20Y los palos sobre que
escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, 21y les dirás:
Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre
las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré
a su tierra; 22y los haré una nación en la tierra, en los montes
de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones,
ni nunca más serán divididos en dos reinos. 23Ni se contaminarán
ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los
salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me
serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.
24Mi siervo David será rey sobre ellos,b
y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis
estatutos guardarán, y los pondrán por obra. 25Habitarán en la
tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella
habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo
David será príncipe de ellos para siempre. 26Y haré con ellos
pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los
multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. 27Estará
en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por
pueblo.c
28Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi
santuario en medio de ellos para siempre.[2]
Isaías 60
La futura gloria de Sion
60
1Levántate, resplandece; porque ha
venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2Porque
he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre
ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. 3Y andarán
las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
4Alza tus ojos alrededor y mira,
todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus
hijas serán llevadas en brazos. 5Entonces verás, y resplandecerás;
se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud
del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti. 6Multitud
de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de
Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová. 7Todo
el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te serán servidos;
serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria.
8¿Quiénes son éstos que vuelan como
nubes, y como palomas a sus ventanas? 9Ciertamente a mí esperarán
los de la costa, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos
de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo
de Israel, que te ha glorificado.
10Y extranjeros edificarán tus
muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, mas en mi buena
voluntad tendré de ti misericordia. 11Tus puertas estarán de
continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean
traídas las riquezas de las naciones,a y conducidos a
ti sus reyes. 12Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá,
y del todo será asolado. 13La gloria del Líbano vendrá a ti,
cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo
honraré el lugar de mis pies. 14Y vendrán a ti humillados los
hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos
los que te escarnecían,b y te llamarán Ciudad de
Jehová, Sion del Santo de Israel.
15En vez de estar abandonada y
aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria eterna, el
gozo de todos los siglos. 16Y mamarás la leche de las naciones, el
pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy el Salvador tuyo y
Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
17En vez de bronce traeré oro, y
por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré
paz por tu tributo, y justicia por tus opresores. 18Nunca más se
oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio,
sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.
19El sol nunca más te servirá de
luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te
será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria.c 20No
se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz
perpetua, y los días de tu luto serán acabados. 21Y tu pueblo,
todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi
plantío, obra de mis manos, para glorificarme. 22El pequeño vendrá
a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea
cumplido pronto.[3]
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
1.80-2.20
a a 37.10: Ap. 11.11.
b b 37.24: Ez. 34.24.
c c 37.27: 2 Co. 6.16; Ap. 21.3.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
36.38-37.28
a a 60.11: Ap. 21.25–26.
b b 60.14: Ap. 3.9.
c c 60.19: Ap. 21.23; 22.5.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
59.21-60.22
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