¿Hay algo permanente e inmutable en este mundo?
¡Tu Nueva Vida es Eterna,
permanente e inmutable!
Por Riqui Ricón*
Sécase la hierba, marchítase
la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Is 40.8).
No existe en el universo nada más
permanente e inmutable que la Palabra de Dios.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de
su fuerza (Efe 6.10).
Dios te dice en Su Palabra que te
fortalezcas en el Poder de Su Fuerza, y si tú te das cuenta que el Poder de la
fuerza de Dios radica en Su Palabra y no
en Sus músculos, ni en Su Sabiduría, ni siquiera en los millones de ángeles a
Su servicio, entonces comprenderás la importancia de hacer de la Biblia la
norma máxima de tu existencia.
Dios sólo necesita decir Su
Palabra y ésta es ejecutada al instante.
Y dijo Dios: Sea la luz; y
fue la luz (Gen 1.3).
Cuando Dios
dijo: Sea la luz; Él no cerró los ojos y cruzó los dedos con la esperanza
incierta de que algo sucediera. ¡No! Dios habló Su Palabra y ésta lo ejecutó.
Y he aquí vino un leproso y se
postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús
extendió la mano y le tocó, diciendo:
Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció (Mat
8.2-3).
¡La Palabra de Dios tiene el
Poder en Sí misma para hacerse cumplir!
En la Biblia están contenidas las
palabras que salieron de la boca de Dios y que, por consiguiente, se van a cumplir
todas. Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que una sola de Sus
Palabras deje de cumplirse.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Mar 13.31).
La fe es la fuerza espiritual más
poderosa del universo pues la fe se basa y fluye de la Palabra de Dios, que es la
Biblia.
Entrando Jesús en Capernaum,
vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado
está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús
le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor,
no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente
di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy
hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y
va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a
los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán
con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;mas los hijos del reino
serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes.Entonces Jesús dijo al
centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en
aquella misma hora (Mat 8.5-13).
En toda la
Escritura no hay un suceso igual a este: ¡Jesús se maravilló por la fe de un
hombre! ¿Cómo era la fe de este hombre? Era una fe sencilla que se basaba en la
autoridad de la Palabra de Dios: solamente
di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre
bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y
al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
La fe, más que un poder místico
adquirido mediante ejercicios espirituales como la oración y el ayuno, es,
sencillamente, el estar plenamente convencido(a) que la Biblia es la Palabra de
Dios y que por lo tanto, todo lo que Él nos dice a través de ella es la Verdad
y se va a cumplir.
Dios no es hombre, para
que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará? (Nu 23.19).
Dice la Escritura en Hebreos 11.1
que la fe es tener la certeza de cosas que estamos esperando y estar
convencidos de aquello que aún no vemos, pero ¿cómo es posible esto? ¿Cómo
puedes estar convencido(a) de cosas que no ves, como tu salud o tu bienestar
económico cuando lo único que ves son los análisis clínicos y el diagnóstico adverso
del médico o la enfermedad o las carencias económicas y los problemas? ¡Sencillo! Sólo necesitas una Palabra de tu
Dios y Padre al respecto, pues si Dios lo dijo, entonces Él lo va a cumplir, si
Dios lo hablo, entonces Él lo va a ejecutar. ¡Él es Dios y NO PUEDE MENTIR!
Así que, si la Biblia dice que:
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos
hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Ef 2.4-10).
Entonces:
1. Dios te ama con tan grande amor
que no le importan tanto tus pecados como el darte vida. Una Vida Nueva y
Eterna a través del Nuevo Nacimiento (la resurrección). Una vida plena y abundante (Jn 10.10).
2. Tu Nueva Vida es espiritual, pues
estás sentado(a) en lugares celestiales con Cristo Jesús, con el propósito de
mostrar al mundo la riqueza de la gracia y del amor que Dios tiene para
contigo.
3. Ser salvo(a), esto es, tener
plenitud de vida y no únicamente tener un pase de entrada para el cielo, es un
regalo de la gracia divina y se recibe por medio de la fe. Lo recibes creyéndole a Dios, pues si la Biblia
lo dice, entonces así es.
4. La fe, la habilidad de decidir
creerle a Dios, también es un regalo que Él mismo te dio.
5. Este amor, bendición y salvación
no se dan por obra alguna que tú hayas hecho o puedas hacer. Dios te lo da a ti
según el puro afecto de Su Voluntad.
6. Ahora, gracias a Jesucristo, tú eres
hechura de Dios. Has sido creado(a) en Cristo Jesús con propósito: hacer buenas
obras, dar fruto.
7. Estas buenas obras, el fruto del
Espíritu, ya han sido preparadas por Dios de antemano para que andes en ellas,
¿cómo? Por medio de la fe, creyendo que estos siete puntos y TODO lo que la Biblia
dice es la Verdad. ¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!
Sabiendo esto; sabiendo que Dios
te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y
que ahora te llama Hijo(a), puedes, entonces, hacer frente a cualquier
problema, enfermedad o tribulación, pues tienes garantía, en Su Palabra, que
saldrás más que vencedor(a) en todas las cosas, ya que tú todo lo puedes en
Cristo Jesús.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Así que, si
te das cuenta, esta Nueva Vida, que Jesucristo pagó para ti a precio de Su
propia Vida, fluye de la Palabra de Dios y por lo tanto es Eterna, permanente e
inmutable.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día estoy más que dispuesto(a) a creerte, a creer que la Biblia es Tu Palabra y
que es la Verdad. Gracias por ese Amor tan grande con que me has amado. Gracias
porque no te han importado mis pecados sino mi persona. Gracias por amarme
tanto como para hacerme Hijo(a) Tuyo(a). Entiendo en mi mente, y decido creerlo
en mi corazón, que yo soy la persona que Tú, mi Dios, dices en Tu Palabra que
soy: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino
de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre. Por lo tanto, confieso que todo lo puedo en Cristo que me fortalece;
caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará, pues aunque
ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno, porque Tú, Señor,
estás conmigo; y si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Resisto al espíritu de
temor y desánimo; echo fuera de mi vida la tristeza y la depresión. Soy
sana(o); soy libre; soy prospera(o) y el Amor, el gozo y la paz son mi herencia
para vivir una vida plena y abundante. ¡Tengo Vida Eterna! En el nombre de
Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
5 Efesios
2 / Ez 6-7
/ Isa 40
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
5 Efesios
2 / Ez 6-7
/ Isa 40
Efesios
2
Salvos por gracia
2
1Y él os dio vida a vosotros,
cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los
cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en
los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros
vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de
la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo
que los demás. 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su
gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristoa (por gracia
sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos
hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no
por obras, para que nadie se gloríe. 10Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.
Reconciliación por medio de la cruz
11Por tanto, acordaos de que en
otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión
por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. 12En aquel
tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los
pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13Pero
ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14Porque él es nuestra
paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de
separación, 15aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas,b para crear en
sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16y
mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,c
matando en ella las enemistades. 17Y vino y anunció las buenas
nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;d
18porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un
mismo Espíritu al Padre. 19Así que ya no sois extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios, 20edificados sobre el fundamento de los apóstoles y
profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21en
quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo
en el Señor; 22en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.[1]
Ezequiel
6-7
Profecía contra los montes de Israel
6
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel,
y profetiza contra ellos. 3Y dirás: Montes de Israel, oíd palabra
de Jehová el Señor: Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados,
a los arroyos y a los valles: He aquí que yo, yo haré venir sobre vosotros
espada, y destruiré vuestros lugares altos. 4Vuestros altares
serán asolados, y vuestras imágenes del sol serán quebradas; y haré que caigan
vuestros muertos delante de vuestros ídolos. 5Y pondré los cuerpos
muertos de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y vuestros huesos
esparciré en derredor de vuestros altares. 6Dondequiera que
habitéis, serán desiertas las ciudades, y los lugares altos serán asolados,
para que sean asolados y se hagan desiertos vuestros altares; y vuestros ídolos
serán quebrados y acabarán, vuestras imágenes del sol serán destruidas, y
vuestras obras serán deshechas. 7Y los muertos caerán en medio de
vosotros; y sabréis que yo soy Jehová.
8Mas dejaré un resto, de modo que
tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos
por las tierras. 9Y los que de vosotros escaparen se acordarán de
mí entre las naciones en las cuales serán cautivos; porque yo me quebranté a
causa de su corazón fornicario que se apartó de mí, y a causa de sus ojos que
fornicaron tras sus ídolos; y se avergonzarán de sí mismos, a causa de los
males que hicieron en todas sus abominaciones. 10Y sabrán que yo
soy Jehová; no en vano dije que les había de hacer este mal.
11Así ha dicho Jehová el Señor:
Palmotea con tus manos, y golpea con tu pie, y di: ¡Ay, por todas las grandes
abominaciones de la casa de Israel! porque con espada y con hambre y con
pestilencia caerán. 12El que esté lejos morirá de pestilencia, el
que esté cerca caerá a espada, y el que quede y sea asediado morirá de hambre;
así cumpliré en ellos mi enojo. 13Y sabréis que yo soy Jehová,
cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares,
sobre todo collado alto, en todas las cumbres de los montes, debajo de todo
árbol frondoso y debajo de toda encina espesa, lugares donde ofrecieron
incienso a todos sus ídolos. 14Y extenderé mi mano contra ellos, y
dondequiera que habiten haré la tierra más asolada y devastada que el desierto
hacia Diblat; y conocerán que yo soy Jehová.
El fin viene
7
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor a la
tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra.
3Ahora será el fin sobre ti, y enviaré sobre ti mi furor, y te juzgaré
según tus caminos; y pondré sobre ti todas tus abominaciones. 4Y
mi ojo no te perdonará, ni tendré misericordia; antes pondré sobre ti tus
caminos, y en medio de ti estarán tus abominaciones; y sabréis que yo soy
Jehová.
5Así ha dicho Jehová el Señor: Un
mal, he aquí que viene un mal. 6Viene el fin, el fin viene; se ha
despertado contra ti; he aquí que viene. 7La mañana viene para ti,
oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano está el día; día de tumulto,
y no de alegría, sobre los montes. 8Ahora pronto derramaré mi ira
sobre ti, y cumpliré en ti mi furor, y te juzgaré según tus caminos; y pondré
sobre ti tus abominaciones. 9Y mi ojo no perdonará, ni tendré
misericordia; según tus caminos pondré sobre ti, y en medio de ti estarán tus
abominaciones; y sabréis que yo Jehová soy el que castiga.
10He aquí el día, he aquí que
viene; ha salido la mañana; ha florecido la vara, ha reverdecido la soberbia.
11La violencia se ha levantado en vara de maldad; ninguno quedará de
ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos, ni habrá entre ellos quien se
lamente. 12El tiempo ha venido, se acercó el día; el que compra,
no se alegre, y el que vende, no llore, porque la ira está sobre toda la
multitud. 13Porque el que vende no volverá a lo vendido, aunque queden
vivos; porque la visión sobre toda la multitud no se revocará, y a causa de su
iniquidad ninguno podrá amparar su vida.
14Tocarán trompeta, y prepararán
todas las cosas, y no habrá quien vaya a la batalla; porque mi ira está sobre
toda la multitud. 15De fuera espada, de dentro pestilencia y
hambre; el que esté en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad lo
consumirá el hambre y la pestilencia. 16Y los que escapen de ellos
huirán y estarán sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos,
cada uno por su iniquidad. 17Toda mano se debilitará, y toda
rodilla será débil como el agua. 18Se ceñirán también de cilicio,
y les cubrirá terror; en todo rostro habrá vergüenza, y todas sus cabezas
estarán rapadas. 19Arrojarán su plata en las calles, y su oro será
desechado; ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová;
no saciarán su alma, ni llenarán sus entrañas, porque ha sido tropiezo para su
maldad. 20Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en
soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos, por eso se
lo convertí en cosa repugnante. 21En mano de extraños la entregué
para ser saqueada, y será presa de los impíos de la tierra, y la profanarán.
22Y apartaré de ellos mi rostro, y será violado mi lugar secreto; pues
entrarán en él invasores y lo profanarán.
23Haz una cadena, porque la tierra
está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia. 24Traeré,
por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de
ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán
profanados. 25Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la
habrá. 26Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y habrá
rumor sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, mas la ley se alejará del
sacerdote, y de los ancianos el consejo. 27El rey se enlutará, y
el príncipe se vestirá de tristeza, y las manos del pueblo de la tierra
temblarán; según su camino haré con ellos, y con los juicios de ellos los
juzgaré; y sabrán que yo soy Jehová.[2]
Isaías 40
Jehová consuela a Sion
40
1Consolaos, consolaos, pueblo mío,
dice vuestro Dios. 2Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a
voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha
recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.
3Voz que clama en el desierto:
Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.a
4Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se
enderece, y lo áspero se allane. 5Y se manifestará la gloria de
Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.b
6Voz que decía: Da voces. Y yo
respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su
gloria como flor del campo. 7La hierba se seca, y la flor se
marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es
el pueblo. 8Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra
del Dios nuestro permanece para siempre.c
9Súbete sobre un monte alto,
anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén;
levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!
10He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he
aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.d
11Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y
en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.
El incomparable Dios de Israel
12¿Quién midió las aguas con el
hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la
tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? 13¿Quién
enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?e
14¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino
del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? 15He
aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como
menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las
islas como polvo. 16Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos
sus animales para el sacrificio. 17Como nada son todas las
naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y
que lo que no es.
18¿A qué, pues, haréis semejante a
Dios, o qué imagen le compondréis? 19El artífice prepara la imagen
de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. 20El
pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro
sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.
21¿No sabéis? ¿No habéis oído?
¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que
la tierra se fundó? 22El está sentado sobre el círculo de la
tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una
cortina, los despliega como una tienda para morar. 23El convierte
en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana.
24Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido
sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto
como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca.
25¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo.
26Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él
saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal
es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.
27¿Por qué dices, oh Jacob, y
hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi
juicio? 28¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es
Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con
cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. 29El da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
30Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
31pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.[3]
a a 2.1–5: Col. 2.13.
b b 2.15: Col. 2.14.
c c 2.16: Col. 1.20.
d d 2.17: Is. 57.19.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ef
1.23-2.22
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
5.17-7.27
a a 40.3: Mt. 3.3; Mr. 1.3; Jn. 1.23.
b b 40.3–5: Lc. 3.4–6.
c c 40.6–8: Stg. 1.10–11; 1 P. 1.24–25.
d
d 40.10: Is. 62.11; Ap. 22.12.
e e 40.13: Ro. 11.34; 1 Co. 2.16.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
39.8-40.31
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