¡Cómo hacer frente a cualquier situación!
¡Todo lo que respira, alabe al
Señor!
Por Riqui Ricón*
Alabad a Dios en su santuario;
Alabadle en la magnificencia de su firmamento. Alabadle por sus proezas;
Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza (Sal 150.1-2).
Entre más aprendas de la Biblia,
más conocerás a Dios y te maravillarás y alegrarás por Su Amor y por Su Fidelidad
que Él tiene para contigo.
La alabanza y la adoración son
expresiones del corazón agradecido y maravillado ante un Dios todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible, quien ha
decidido amarte a pesar de cómo has sido tú y de lo que hiciste con tu vida.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
La alabanza y la adoración fluyen
del corazón agradecido cuando comprendes que Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, Jesús, como el pago de todos tus pecados y así no
perderte a ti. Esto lo hizo por Amor y por el deseo que tiene que tú y Él estén
juntos, conviviendo por siempre. Y no más como Dios y creatura sino, ahora,
como Padre e Hijo.
Esta es la magnificencia de Su
grandeza, que tú, siendo como eras, viviendo muerto(a) en delitos y pecado,
hayas sido reconocido(a) y aceptado(a) por Dios, mediante la fe en Cristo
Jesús.
Y a vosotros, estando
muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él, perdonándoos todos los pecados (Col 2.13).
Además de haberte perdonado TODOS
los pecados y darte Vida Eterna juntamente con Cristo Jesús, Dios, tu Padre, te
escogió antes de la fundación del mundo para ser adoptado(a) como Hijo(a) Suyo(a)
para que puedas vivir, en esta tierra, bendecido(a) con toda bendición
espiritual.
Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos bendijo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos porque pertenecemos a
Cristo. Hace mucho tiempo, antes de que formara el mundo, Dios nos escogió para
que fuéramos suyos a través de lo que Cristo haría por nosotros; y resolvió
hacernos santos, intachables, por lo que hoy nos encontramos revestidos de amor
ante su presencia. Su inmutable plan fue siempre adoptarnos en su familia,
enviando a Cristo para que muriera por nosotros, y esto lo hizo voluntariamente
en todo sentido. Alabemos a Dios por la extraordinaria gracia que nos mostró y
que derramó en nosotros al enviar a su amado Hijo. Tan sobreabundante es su
amor que, con la sangre de su Hijo, borró nuestros pecados y nos salvó (Efe 1.3-7 BAD).
¿Cómo no adorar a un Dios y Padre
tan bueno? ¿Cómo no vivir eternamente enamorado y agradecido de Aquel que te
amó y predestino para ser adoptado(a) Hijo(a) Suyo(a) por medio de Jesucristo,
según el puro afecto de Su Voluntad? ¿Cómo no danzar y cantar de alegría ante
Aquel que, además, te ha dado Su Espíritu Santo, sólo por haber creído a Su
Palabra?
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efe 1.13).
Ahora bien,
¿cuánta trascendencia puede tener esto en tu vida presente? Sean cuales sean
las circunstancias que estés enfrentando el día de hoy, puedes tener la
certeza, la total seguridad, que este Padre y Dios tuyo no te ha dejado, ni te
dejará jamás.
Él no pagó
tan alto precio por Amor a ti para luego dejarte a merced de las enfermedades,
ni de la pobreza, ni de la tristeza o depresión. ¡No! ¡Nada de eso! Dios es tu
Padre y te mira con amor.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Así que, con esta confianza, con
esta certeza, ahora tú sabes que puedes hacer frente a cualquier situación.
Puedes dejar de temer y no afligirte más. Puedes cambiar tu estado emocional de
la aflicción al gozo, pues sabes que Dios siempre cumple Sus promesas.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
¡Dios sí tiene Palabra de Honor!
Sin importar lo que pase a tu alrededor, decídete y comienza a alabarle y
adorarle con todo tu corazón. Dale una expresión de gozo y alegría a tu fe para
con Él. Y recibe la paz que sobrepasa todo entendimiento pues, al fin y al
cabo, eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos
en Cristo Jesús (Fil 4.7).
No temas,
cree solamente. Ten por seguro que de todo problema, angustia o enfermedad vas
a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
¡Escrito está!
No pongas
tus ojos, ni tu atención, en lo impactante de tu realidad; pon tus ojos y tu
atención en tu Padre celestial y en Jesucristo tu hermano mayor. ¡Activa tu fe
con la alabanza y la adoración a Aquel que es digno!
¡Alábenlo cielos y tierra, todo
lo que respira alabe al Señor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, sin
importar el tipo de aflicción que pueda venir a mi vida, yo sé que puedo
confiar en Ti creyendo a Tu Palabra. Señor Jesús, alabo y bendigo Tu Nombre
precioso pues, ni las enfermedades, ni la pobreza, ni la soledad, ni el
resentimiento, ni el temor pueden robarme el gozo de Tu salvación. Soy Tu Hijo(a)
Nacido(a) de Nuevo y no practico el pecado sino que Aquel que fue engendrado
por Dios, Cristo Jesús, me guarda y el maligno no me toca. Con toda autoridad,
resisto la ansiedad, el temor, la pobreza, la enfermedad, el pecado y la
depresión. No los recibo, y los hecho fuera de mi vida. Yo soy heredero(a) de
Dios y coheredero(a) con Cristo, por lo tanto, llamo y declaro la total
restauración de mi salud, prosperidad, paz y gozo. En el nombre de Jesús, me
gozo y deleito en Tu Presencia mi amado Rey, Señor y Salvador. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 4 Efesios 1 / Ez 4-5 / Sal 150
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
4 Efesios
1 / Ez 4-5
/ Sal 150
Efesios
1
Salutación
1
1Pablo, apóstol de Jesucristo por
la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:a
2Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Bendiciones espirituales en Cristo
3Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de
la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para
alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
7en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecadosb
según las riquezas de su gracia, 8que hizo sobreabundar para con
nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9dándonos a conocer el
misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí
mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación
del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que
están en la tierra.
11En él asimismo tuvimos herencia,
habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas
según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para
alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa, 14que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria.
El espíritu de sabiduría y de revelación
15Por esta causa también yo,
habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos
los santos, 16no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo
memoria de vosotros en mis oraciones, 17para que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él, 18alumbrando los ojos de
vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha
llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
19y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20la cual
operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestrac
en los lugares celestiales, 21sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino
también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo sus
pies,d
y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23la cual
es su cuerpo,e la plenitud de Aquel que todo lo llena en
todo.[1]
Ezequiel
4-5
Predicción del sitio de Jerusalén
4
1Tú, hijo de hombre, tómate un
adobe, y ponlo delante de ti, y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén. 2Y
pondrás contra ella sitio, y edificarás contra ella fortaleza, y sacarás contra
ella baluarte, y pondrás delante de ella campamento, y colocarás contra ella
arietes alrededor. 3Tómate también una plancha de hierro, y ponla
en lugar de muro de hierro entre ti y la ciudad; afirmarás luego tu rostro
contra ella, y será en lugar de cerco, y la sitiarás. Es señal a la casa de
Israel.
4Y tú te acostarás sobre tu lado
izquierdo y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los
días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos. 5Yo
te he dado los años de su maldad por el número de los días, trescientos noventa
días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel. 6Cumplidos
éstos, te acostarás sobre tu lado derecho segunda vez, y llevarás la maldad de
la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado. 7Al
asedio de Jerusalén afirmarás tu rostro, y descubierto tu brazo, profetizarás
contra ella. 8Y he aquí he puesto sobre ti ataduras, y no te
volverás de un lado a otro, hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.
9Y tú toma para ti trigo, cebada,
habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos el
número de los días que te acuestes sobre tu lado; trescientos noventa días
comerás de él. 10La comida que comerás será de peso de veinte
siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás. 11Y beberás el agua
por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás. 12Y
comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza; y lo cocerás a vista de ellos
al fuego de excremento humano. 13Y dijo Jehová: Así comerán los
hijos de Israel su pan inmundo, entre las naciones a donde los arrojaré yo.
14Y dije: ¡Ah, Señor Jehová! he aquí que mi alma no es inmunda, ni nunca
desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni
nunca en mi boca entró carne inmunda. 15Y me respondió: He aquí te
permito usar estiércol de bueyes en lugar de excremento humano para cocer tu
pan. 16Me dijo luego: Hijo de hombre, he aquí quebrantaré el
sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y
beberán el agua por medida y con espanto, 17para que al faltarles
el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman en su
maldad.
5
1Y tú, hijo de hombre, tómate un
cuchillo agudo, toma una navaja de barbero, y hazla pasar sobre tu cabeza y tu
barba; toma después una balanza de pesar y divide los cabellos. 2Una
tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los
días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada alrededor
de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo desenvainaré
espada en pos de ellos. 3Tomarás también de allí unos pocos en
número, y los atarás en la falda de tu manto. 4Y tomarás otra vez
de ellos, y los echarás en medio del fuego, y en el fuego los quemarás; de allí
saldrá el fuego a toda la casa de Israel.
5Así ha dicho Jehová el Señor: Esta
es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de
ella. 6Y ella cambió mis decretos y mis ordenanzas en impiedad más
que las naciones, y más que las tierras que están alrededor de ella; porque
desecharon mis decretos y mis mandamientos, y no anduvieron en ellos.
7Por tanto, así ha dicho Jehová:
¿Por haberos multiplicado más que las naciones que están alrededor de vosotros,
no habéis andado en mis mandamientos, ni habéis guardado mis leyes? Ni aun
según las leyes de las naciones que están alrededor de vosotros habéis andado.
8Así, pues, ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí,
yo, y haré juicios en medio de ti ante los ojos de las naciones. 9Y
haré en ti lo que nunca hice, ni jamás haré cosa semejante, a causa de todas
tus abominaciones. 10Por eso los padres comerán a los hijosa
en medio de ti, y los hijos comerán a sus padres; y haré en ti juicios, y
esparciré a todos los vientos todo lo que quedare de ti. 11Por
tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, ciertamente por haber profanado mi
santuario con todas tus abominaciones, te quebrantaré yo también; mi ojo no perdonará,
ni tampoco tendré yo misericordia. 12Una tercera parte de ti
morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de ti; y una tercera
parte caerá a espada alrededor de ti; y una tercera parte esparciré a todos los
vientos, y tras ellos desenvainaré espada.
13Y se cumplirá mi furor y saciaré
en ellos mi enojo, y tomaré satisfacción; y sabrán que yo Jehová he hablado en
mi celo, cuando cumpla en ellos mi enojo. 14Y te convertiré en
soledad y en oprobio entre las naciones que están alrededor de ti, a los ojos
de todo transeúnte. 15Y serás oprobio y escarnio y escarmiento y
espanto a las naciones que están alrededor de ti, cuando yo haga en ti juicios
con furor e indignación, y en reprensiones de ira. Yo Jehová he hablado.
16Cuando arroje yo sobre ellos las perniciosas saetas del hambre, que
serán para destrucción, las cuales enviaré para destruiros, entonces aumentaré
el hambre sobre vosotros, y quebrantaré entre vosotros el sustento del pan.
17Enviaré, pues, sobre vosotros hambre, y bestias feroces que te
destruyan; y pestilencia y sangre pasarán por en medio de ti, y enviaré sobre
ti espada.b Yo Jehová he hablado.[2]
SALMO 150
Exhortación a alabar a Dios con instrumentos de música
Aleluya.
1 Alabad a
Dios en su santuario;
Alabadle en la magnificencia
de su firmamento.
2 Alabadle
por sus proezas;
Alabadle conforme a la
muchedumbre de su grandeza.
3 Alabadle a
son de bocina;
Alabadle con salterio y arpa.
4 Alabadle
con pandero y danza;
Alabadle con cuerdas y
flautas.
5 Alabadle
con címbalos resonantes;
Alabadle con címbalos de
júbilo.
6 Todo lo que
respira alabe a JAH.
Aleluya. [3]
a a 1.1: Hch. 18.19–21; 19.1.
b b 1.7: Col. 1.14.
c c 1.20: Sal. 110.1.
d d 1.22: Sal. 8.6.
e e 1.22–23: Col. 1.18.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl
6.18-Ef 1.23
a a 5.10: Lm. 4.10.
b b 5.17: Ap. 6.8.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
3.27-5.17
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
149.9-150.6
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