¡Cómo invalidar el Nuevo Pacto!
¡Un Nuevo Pacto! ¡Un Pacto Eterno!
Por Riqui Ricón*
Pero más ha dicho Jehová el
Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para
invalidar el pacto? Antes yo tendré memoria de mi pacto que
concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto
sempiterno (Ez 16.59-60).
Lo más
maravilloso de esta vida es saber que Dios es bueno y que te ama tanto que, a
pesar de todos tus pecados, Él ha decidido establecer un Nuevo Pacto contigo;
un pacto eterno que nadie pueda invalidar: un pacto de Amor. ¡Sólo por ti!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Es hermoso saber que Jesús no
viene a tu vida a condenarte, ni a reclamarte, ni a echarte en cara todo lo
malo que has hecho, sino a ofrecerte una Vida totalmente Nueva a través del
Nuevo Pacto en Su Sangre.
Él pagó, con Su propia Vida, el
justo precio de todas tus transgresiones, pasadas, presentes y futuras. A
través de Jesús, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, puedes recibir el
principal beneficio de este pacto sempiterno, que es ser ahora un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
Israel será salvo en Jehová
con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os afrentaréis, por todos los
siglos… Mirad
a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no
hay más... En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de
Israel (Isa 45.17,
22, 25).
Lo realmente asombroso de este
Nuevo Pacto es que ya no depende de ti, ni de lo que tú puedas hacer o dejar de
hacer; ahora depende íntegramente de Dios: Él lo prometió, Él lo hablo y Él lo
cumplió. ¿Te das cuenta? ¡No depende de lo que hayas hecho, sino de lo que
Jesús hizo al morir por ti en esa cruz!
En esto consiste el amor: no
en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y
envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Jn
4.10).
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en
los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe (Efe 2.4-9).
Amado(a), no te permitas albergar
duda alguna acerca del Amor de Dios hacia ti. Recuerda que el ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; y Jesucristo ha venido a tu vida para que tengas
vida, y para que la tengas en abundancia (Jn 10.10).
Maridos, amad a vuestras
mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por
la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa
y sin mancha (Efe 5.25-27).
Te puedes
dar cuenta, claramente, del Amor de Dios al distinguir el alcance de este Nuevo
Pacto: ser Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo significa que Jesucristo se
entregó a sí mismo por ti, para santificarte, habiéndote purificado en el
lavamiento del agua por la Palabra de Dios, con el propósito de presentarte,
delante del Padre, glorificado(a), sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino
hecho(a) ya, santo(a) y sin mancha: ¡Una Nueva Creación!
Gracias a tu
Nueva Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, ahora puedes amar a tu
esposa de la misma forma en que Cristo Jesús amó a la Iglesia; y puedes
sujetarte y respetar a tu esposo como al Señor.
Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en
nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado (Ro 5.5
NVI).
Así que, no
es que lo tengas que hacer como algo de lo que careces, sino que lo puedes y lo
tienes que hacer porque ya está dentro de ti por medio del Amor de Dios que el
Espíritu Santo ya puso dentro de ti junto con tu Nueva Identidad.
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas (2 Co 5.17).
Es por todo esto que puedes estar
seguro(a) que Dios no te ha dejado ni te dejará. Sea cual sea la situación en
la que hoy te encuentras puedes confiar y depender plenamente en Su Amor por
ti. No hay problema, enfermedad o tribulación de la cual Él no te pueda librar,
pero, sobre todo, y acorde con Su Palabra, no existe problema, enfermedad o
tribulación de la cual Dios, tu Padre, no te quiera librar.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en verdad
que es maravilloso creer y recibir éste, Tu Gran Amor por mí. Tú has decretado
en Tu Palabra, la Biblia, que no me dejarás y que estarás conmigo hasta el fin
de los tiempos; así que hoy puedo declarar con toda certeza, que Tú me librarás
del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus plumas me cubrirás, y
debajo de Tus alas estaré seguro(a); escudo y adarga es Tu verdad, escudo y
adarga es Tu Palabra. No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día,
ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día
destruya. Caerán a mi lado mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará,
pues aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque
Tú, Señor Jesús, estás conmigo. Porque te he puesto a Ti, que
eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación, no me sobrevendrá mal, ni
plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandarás acerca de mí, que me
guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no
tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al cachorro del
león y al dragón. Por cuanto en Ti yo he puesto mi amor, Tú también me librarás;
me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú me
responderás; Conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás.
Me saciarás de larga vida, Y me mostrarás Tu salvación. Porque esta es la
herencia de Tus Hijos y mi salvación de Ti, Señor Jesús, vendrá. Por el Nuevo
Pacto en la Sangre de Jesús, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
10 Efesios
5.21-33 / Ez 16
/ Isa 45
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
10 Efesios
5.21-33 / Ez 16
/ Isa 45
Efesios
5.21-33
Someteos los unos a los otros
21Someteos unos a otros en el temor
de Dios. 22Las casadas estén sujetas a sus propios maridos,d
como al Señor; 23porque el marido es cabeza de la mujer, así como
Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
24Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas
lo estén a sus maridos en todo. 25Maridos, amad a vuestras
mujeres,e
así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
28Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie
aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como
también Cristo a la iglesia, 30porque somos miembros de su cuerpo,
de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.f
32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia. 33Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su
mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.[1]
Ezequiel
16
Infidelidad de Jerusalén
16
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, notifica a Jerusalén sus
abominaciones, 3y di: Así ha dicho Jehová el Señor sobre
Jerusalén: Tu origen, tu nacimiento, es de la tierra de Canaán; tu padre fue
amorreo, y tu madre hetea. 4Y en cuanto a tu nacimiento, el día
que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para
limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. 5No
hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti
misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio
de tu vida, en el día que naciste.
6Y yo pasé junto a ti, y te vi
sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te
dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive! 7Te hice multiplicar
como la hierba del campo; y creciste y te hiciste grande, y llegaste a ser muy
hermosa; tus pechos se habían formado, y tu pelo había crecido; pero estabas
desnuda y descubierta.
8Y pasé yo otra vez junto a ti, y
te miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre
ti, y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice
Jehová el Señor, y fuiste mía. 9Te lavé con agua, y lavé tus
sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; 10y te vestí de
bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda. 11Te
atavié con adornos, y puse brazaletes en tus brazos y collar a tu cuello.
12Puse joyas en tu nariz, y zarcillos en tus orejas, y una hermosa
diadema en tu cabeza. 13Así fuiste adornada de oro y de plata, y
tu vestido era de lino fino, seda y bordado; comiste flor de harina de trigo,
miel y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, prosperaste hasta llegar a
reinar. 14Y salió tu renombre entre las naciones a causa de tu
hermosura; porque era perfecta, a causa de mi hermosura que yo puse sobre ti,
dice Jehová el Señor.
15Pero confiaste en tu hermosura, y
te prostituiste a causa de tu renombre, y derramaste tus fornicaciones a cuantos
pasaron; suya eras. 16Y tomaste de tus vestidos, y te hiciste
diversos lugares altos, y fornicaste sobre ellos; cosa semejante nunca había
sucedido, ni sucederá más. 17Tomaste asimismo tus hermosas alhajas
de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombre y
fornicaste con ellas; 18y tomaste tus vestidos de diversos colores
y las cubriste; y mi aceite y mi incienso pusiste delante de ellas. 19Mi
pan también, que yo te había dado, la flor de la harina, el aceite y la miel,
con que yo te mantuve, pusiste delante de ellas para olor agradable; y fue así,
dice Jehová el Señor. 20Además de esto, tomaste tus hijos y tus
hijas que habías dado a luz para mí, y los sacrificaste a ellas para que fuesen
consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones, 21para que
degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como
ofrenda que el fuego consumía? 22Y con todas tus abominaciones y
tus fornicaciones no te has acordado de los días de tu juventud, cuando estabas
desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre.
23Y sucedió que después de toda tu
maldad (¡ay, ay de ti! dice Jehová el Señor), 24te edificaste
lugares altos, y te hiciste altar en todas las plazas. 25En toda
cabeza de camino edificaste lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura, y te
ofreciste a cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones. 26Y
fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, gruesos de carnes; y
aumentaste tus fornicaciones para enojarme. 27Por tanto, he aquí
que yo extendí contra ti mi mano, y disminuí tu provisión ordinaria, y te
entregué a la voluntad de las hijas de los filisteos, que te aborrecen, las
cuales se avergüenzan de tu camino deshonesto. 28Fornicaste
también con los asirios, por no haberte saciado; y fornicaste con ellos y
tampoco te saciaste. 29Multiplicaste asimismo tu fornicación en la
tierra de Canaán y de los caldeos, y tampoco con esto te saciaste.
30¡Cuán inconstante es tu corazón,
dice Jehová el Señor, habiendo hecho todas estas cosas, obras de una ramera
desvergonzada, 31edificando tus lugares altos en toda cabeza de
camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y no fuiste semejante a
ramera, en que menospreciaste la paga, 32sino como mujer adúltera,
que en lugar de su marido recibe a ajenos. 33A todas las rameras
les dan dones; mas tú diste tus dones a todos tus enamorados; y les diste
presentes, para que de todas partes se llegasen a ti en tus fornicaciones.
34Y ha sucedido contigo, en tus fornicaciones, lo contrario de las demás
mujeres: porque ninguno te ha solicitado para fornicar, y tú das la paga, en
lugar de recibirla; por esto has sido diferente.
35Por tanto, ramera, oye palabra de
Jehová. 36Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto han sido
descubiertas tus desnudeces en tus fornicaciones, y tu confusión ha sido
manifestada a tus enamorados, y a los ídolos de tus abominaciones, y en la
sangre de tus hijos, los cuales les diste; 37por tanto, he aquí
que yo reuniré a todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y a todos
los que amaste, con todos los que aborreciste; y los reuniré alrededor de ti y
les descubriré tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez. 38Y yo
te juzgaré por las leyes de las adúlteras, y de las que derraman sangre; y
traeré sobre ti sangre de ira y de celos. 39Y te entregaré en
manos de ellos; y destruirán tus lugares altos, y derribarán tus altares, y te
despojarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas alhajas, y te dejarán desnuda
y descubierta. 40Y harán subir contra ti muchedumbre de gente, y
te apedrearán, y te atravesarán con sus espadas. 41Quemarán tus
casas a fuego, y harán en ti juicios en presencia de muchas mujeres; y así haré
que dejes de ser ramera, y que ceses de prodigar tus dones. 42Y
saciaré mi ira sobre ti, y se apartará de ti mi celo, y descansaré y no me
enojaré más. 43Por cuanto no te acordaste de los días de tu
juventud, y me provocaste a ira en todo esto, por eso, he aquí yo también
traeré tu camino sobre tu cabeza, dice Jehová el Señor; pues ni aun has pensado
sobre toda tu lujuria.
44He aquí, todo el que usa de
refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija.
45Hija eres tú de tu madre, que desechó a su marido y a sus hijos; y
hermana eres tú de tus hermanas, que desecharon a sus maridos y a sus hijos;
vuestra madre fue hetea, y vuestro padre amorreo. 46Y tu hermana
mayor es Samaria, ella y sus hijas, que habitan al norte de ti; y tu hermana
menor es Sodoma con sus hijas, la cual habita al sur de ti. 47Ni
aun anduviste en sus caminos, ni hiciste según sus abominaciones; antes, como
si esto fuera poco y muy poco, te corrompiste más que ellas en todos tus
caminos. 48Vivo yo, dice Jehová el Señor, que Sodoma tu hermana y
sus hijas no han hecho como hiciste tú y tus hijas. 49He aquí que
esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y
abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del
afligido y del menesteroso. 50Y se llenaron de soberbia, e
hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité. 51Y
Samaria no cometió ni la mitad de tus pecados; porque tú multiplicaste tus
abominaciones más que ellas, y has justificado a tus hermanas con todas las
abominaciones que tú hiciste. 52Tú también, que juzgaste a tus
hermanas, lleva tu vergüenza en los pecados que tú hiciste, más abominables que
los de ellas; más justas son que tú; avergüénzate, pues, tú también, y lleva tu
confusión, por cuanto has justificado a tus hermanas.
53Yo, pues, haré volver a sus cautivos,
los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de Samaria y de sus
hijas, y haré volver los cautivos de tus cautiverios entre ellas, 54para
que lleves tu confusión, y te avergüences de todo lo que has hecho, siendo tú
motivo de consuelo para ellas. 55Y tus hermanas, Sodoma con sus
hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su primer estado; tú también y tus
hijas volveréis a vuestro primer estado. 56No era tu hermana
Sodoma digna de mención en tu boca en el tiempo de tus soberbias, 57antes
que tu maldad fuese descubierta. Así también ahora llevas tú la afrenta de las
hijas de Siria y de todas las hijas de los filisteos, las cuales por todos
lados te desprecian. 58Sufre tú el castigo de tu lujuria y de tus
abominaciones, dice Jehová.
59Pero más ha dicho Jehová el
Señor: ¿Haré yo contigo como tú hiciste, que menospreciaste el juramento para
invalidar el pacto? 60Antes yo tendré memoria de mi pacto que
concerté contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto
sempiterno. 61Y te acordarás de tus caminos y te avergonzarás,
cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú, las
cuales yo te daré por hijas, mas no por tu pacto, 62sino por mi
pacto que yo confirmaré contigo; y sabrás que yo soy Jehová; 63para
que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca, a causa de tu
vergüenza, cuando yo perdone todo lo que hiciste, dice Jehová el Señor.[2]
Isaías 45
Encargo de Dios para Ciro
45
1Así dice Jehová a su ungido, a Ciro,
al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y
desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se
cerrarán: 2Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares
torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos;
3y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para
que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. 4Por
amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te
puse sobrenombre, aunque no me conociste. 5Yo soy Jehová, y
ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me
conociste, 6para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta
donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, 7que
formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo
Jehová soy el que hago todo esto.
Jehová el Creador
8Rociad, cielos, de arriba, y las
nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la
justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado.
9¡Ay del que pleitea con su
Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo
labra: ¿Qué haces?;a o tu obra: ¿No tiene manos?
10¡Ay del que dice al padre: ¿Por qué engendraste? y a la mujer: ¿Por
qué diste a luz?! 11Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su
Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y
acerca de la obra de mis manos. 12Yo hice la tierra, y creé sobre
ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército
mandé. 13Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus
caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por
dones, dice Jehová de los ejércitos.
14Así dice Jehová: El trabajo de
Egipto, las mercaderías de Etiopía, y los sabeos, hombres de elevada estatura,
se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán con grillos; te harán
reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay otro
fuera de Dios. 15Verdaderamente tú eres Dios que te encubres, Dios
de Israel, que salvas. 16Confusos y avergonzados serán todos
ellos; irán con afrenta todos los fabricadores de imágenes. 17Israel
será salvo en Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni os
afrentaréis, por todos los siglos.
18Porque así dijo Jehová, que creó
los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no
la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay
otro. 19No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no
dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo
justicia, que anuncio rectitud.
Jehová y los ídolos de Babilonia
20Reuníos, y venid; juntaos todos los
sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que
erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. 21Proclamad,
y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el
principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios
que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. 22Mirad a
mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay
más. 23Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en
justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda
lengua.b
d d 5.22: Col. 3.18; 1 P. 3.1.
e e 5.25: Col. 3.19; 1 P. 3.7.
f f 5.31: Gn. 2.24.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ef
5.20-33
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
15.8-16.63
a a 45.9: Ro. 9.20.
b b 45.23: Ro. 14.11; Fil. 2.10–11.
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