¡Cómo vencer la condenación!
¡Hecho(a) totalmente libre!
Por Riqui Ricón*
He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He
aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir, serán comidos por la
polilla (Isa 50.9).
Dado que ahora tu ayudador es
el Señor no tienes nada de qué preocuparte o razón alguna para estar temeroso(a)
o angustiado(a). La Palabra de Dios, la Biblia, lo dice así y puedes estar
seguro(a) de que es la verdad:
Bienaventurado aquel cuyo
ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, El cual
hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda
verdad para siempre (Sal 146.5-6).
de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el
hombre (He 13.6).
A menos que estés pensando y
CREYENDO que el problema o aflicción que estás enfrentando el día de hoy, está
fuera del alcance del Poder y del Amor de Dios. Y dado
que la Biblia, la Palabra de Dios, es la Verdad, pensar o creer así sería, por
cierto, un gran error.
Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo
tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez
prometió sin cumplir? (Num 23.19 NTV).
Por lo que Jesús hizo, por amor a
ti, con Su muerte y Su resurrección, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra
de Dios y no miente, tú eres una Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y esto te
permite estar confiado(a) delante de Dios. Puedes estar confiado(a) y seguro(a)
delante de tu Padre, no solamente por las adversidades y vicisitudes de la
vida, sino también, y sobre todo, ante toda culpabilidad o acusación en tu contra.
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Tú has sido comprado(a) y redimido(a)
a precio de Sangre y la paga de tus pecados ya se realizó en la cruz del
calvario. ¡No tienes por qué seguir pagando por algo que Cristo Jesús YA PAGÓ
en tu lugar!
Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.1).
Por esto, la Escritura te
enseña a no permitirle lugar a la condenación, pues cuando tú, como un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, pecas -Si
decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en
nosotros (1 Jn 1.10)-, la Verdad es que tú no estás conforme ni de
acuerdo con tu carne, sino que estás de acuerdo con el Espíritu, por lo tanto,
no estás tranquilo(a) hasta que te arrepientes y confiesas tus pecados.
Esto es así gracias a que la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2) y ahora, en honor a la Verdad, sólo deseas y
anhelas cada día ser más como Él es.
Si tú no deseas ser como Jesús
es y no anhelas vivir como Él vivió, entonces tú todavía no has aceptado a
Jesucristo como tu Señor y Salvador; no le has recibido en tu corazón y no has
Nacido de Nuevo. Sin embargo esto se arregla si comienzas leyendo la Nota Importante que está al
final de esta reflexión.
Así que, ¡vive creyendo la
Palabra de Dios! ¡Eres libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Eres libre
de toda condenación!
Y si caes y pecas, no huyas de
Dios, corre hacia Él. ARREPIENTETE de todo tu corazón y confiésale tus pecados
pues Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).
Si estas luchando en algún
área de tu personalidad contra algún pecado recurrente, no te angusties, hoy
puedes luchar con fe, no dándole el más mínimo lugar a la condenación que te dice
que eres hipócrita, mentiroso(a), fracasado(a) o cualquier otro tipo de
absurdas mentiras diabólicas. ¡No! ¡Nada de eso! Recuerda siempre que tú eres
quien Dios dice que eres en Su Palabra.
Por lo tanto, ten ánimo y declara
con FE lo que Dios dice en Su Palabra acerca de ti: que todo lo puedes (Fil
4.13); que eres más que vencedor(a) (Ro 8.37); que mayor es el que está en ti,
que el que está en el mundo (1 Jn 4.4); que has Nacido de Nuevo de una simiente
incorruptible que es la Palabra de Dios (1 P 1.23); que siete veces cae el
justo (y tú ya lo eres, no lo dudes), y siete veces te vuelves a levantar (Pro
24.16).
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Ahora, no te confundas, pues no
se trata de justificar tu pecado sino, todo lo contrario, se trata de que le creas
a Dios, quien ya te hizo justo al entregar a Su propio Hijo, Jesús, para que
pagara todos tus pecados por amor a ti y así, con tu fe, vencerás al pecado en
ti.
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros (Sgo
4.7).
Así es mi amado(a), sométete a
Dios y a Su Palabra para que así puedas con tu fe, creyéndole a Dios, creyendo
Su Palabra, resistir al diablo y éste huirá de ti.
Si estás comprendiendo el
mensaje del Evangelio, las Buenas Nuevas de Jesucristo, entonces te puedes dar
cuenta que el saber que tu Padre no te condena no quiere decir, en forma
alguna, que puedes pecar, sino que, por eso, porque Él te ha hecho Nueva
Creación y ahora tú lo sabes, lo recibes y lo crees, tienes la victoria sobre
el pecado.
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud (Gal 5.1).
¡En Cristo Jesús has sido HECHO(A)
LIBRE de la ley del pecado y de la muerte!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero
decirte que te amo con todo mi corazón y que estoy maravillado(a) de la obra
perfecta, completa y acabada del sacrificio de Tu Hijo Jesús en la cruz. ¡Gracias,
Señor Jesús, muchas gracias! ¿Qué puedo decir a todo esto?
Si Tú, oh Dios, eres por mí, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino
que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las
cosas? ¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios? ¡Dios, Tú
eres el que me justifica! ¿Quién es el que me condenará? ¡Cristo Jesús,
Tú eres el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además estás a
la diestra de Dios, el que también intercede por mí! Así que, en este momento,
yo le hablo a ese espíritu de condenación y mentira para decirle que yo no he
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he
recibido el espíritu de adopción y, por eso, hoy puedo, con toda libertad y
confianza, decirle a Dios, Abba, Padre, Papá, Papito. ¿Quién me separará del
amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez,
o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos
muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en
todas estas cosas, yo _____________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que
ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor.
Por todo esto, me someto a Tu Palabra, oh Dios, y resisto a la enfermedad, la
pobreza, el fracaso, la tristeza, la depresión, el temor y la duda. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del
Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
15 Fil
2.12-30 / Ez 21-22
/ Isa 50
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
15 Fil
2.12-30 / Ez 21-22
/ Isa 50
Filipenses
2.12-30
Luminares en el mundo
12Por tanto, amados míos, como
siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más
ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,
13porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad.
14Haced todo sin murmuraciones y
contiendas, 15para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de
Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa,b
en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16asidos
de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que
no he corrido en vano, ni en vano he trabajado. 17Y aunque sea
derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y
regocijo con todos vosotros. 18Y asimismo gozaos y regocijaos
también vosotros conmigo.
Timoteo y Epafrodito
19Espero en el Señor Jesús enviaros
pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro
estado; 20pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan
sinceramente se interese por vosotros. 21Porque todos buscan lo suyo
propio, no lo que es de Cristo Jesús. 22Pero ya conocéis los
méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio.
23Así que a éste espero enviaros, luego que yo vea cómo van mis
asuntos; 24y confío en el Señor que yo también iré pronto a
vosotros.
25Mas tuve por necesario enviaros a
Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero,
y ministrador de mis necesidades; 26porque él tenía gran deseo de
veros a todos vosotros, y gravemente se angustió porque habíais oído que había
enfermado. 27Pues en verdad estuvo enfermo, a punto de morir; pero
Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para
que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. 28Así que le envío con
mayor solicitud, para que al verle de nuevo, os gocéis, y yo esté con menos
tristeza. 29Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo, y tened
en estima a los que son como él; 30porque por la obra de Cristo
estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida para suplir lo que faltaba en
vuestro servicio por mí.[1]
Ezequiel
21-22
La espada afilada de Jehová
21
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, pon tu rostro contra Jerusalén, y
derrama palabra sobre los santuarios, y profetiza contra la tierra de Israel.
3Dirás a la tierra de Israel: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo estoy
contra ti, y sacaré mi espada de su vaina, y cortaré de ti al justo y al
impío. 4Y por cuanto he de cortar de ti al justo y al impío, por
tanto, mi espada saldrá de su vaina contra toda carne, desde el sur hasta el
norte. 5Y sabrá toda carne que yo Jehová saqué mi espada de su
vaina; no la envainaré más. 6Y tú, hijo de hombre, gime con
quebrantamiento de tus lomos y con amargura; gime delante de los ojos de
ellos. 7Y cuando te dijeren: ¿Por qué gimes tú? dirás: Por una
noticia que cuando llegue hará que desfallezca todo corazón, y toda mano se
debilitará, y se angustiará todo espíritu, y toda rodilla será débil como el
agua; he aquí que viene, y se hará, dice Jehová el Señor.
8Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 9Hijo de hombre, profetiza, y di: Así ha dicho Jehová el
Señor: Di: La espada, la espada está afilada, y también pulida. 10Para
degollar víctimas está afilada, pulida está para que relumbre. ¿Hemos de
alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera.
11Y la dio a pulir para tenerla a mano; la espada está afilada, y está
pulida para entregarla en mano del matador. 12Clama y lamenta, oh
hijo de hombre; porque ésta será sobre mi pueblo, será ella sobre todos los
príncipes de Israel; caerán ellos a espada juntamente con mi pueblo; hiere,
pues, tu muslo; 13porque está probado. ¿Y qué, si la espada
desprecia aun al cetro? El no será más, dice Jehová el Señor.
14Tú, pues, hijo de hombre,
profetiza, y bate una mano contra otra, y duplíquese y triplíquese el furor de
la espada homicida; esta es la espada de la gran matanza que los traspasará,
15para que el corazón desmaye, y los estragos se multipliquen; en todas
las puertas de ellos he puesto espanto de espada. ¡Ah! dispuesta está para que
relumbre, y preparada para degollar. 16Corta a la derecha, hiere a
la izquierda, adonde quiera que te vuelvas. 17Y yo también batiré
mi mano contra mi mano, y haré reposar mi ira. Yo Jehová he hablado.
18Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 19Tú, hijo de hombre, traza dos caminos por donde venga
la espada del rey de Babilonia; de una misma tierra salgan ambos; y pon una
señal al comienzo de cada camino, que indique la ciudad adonde va. 20El
camino señalarás por donde venga la espada a Rabá de los hijos de Amón, y a
Judá contra Jerusalén, la ciudad fortificada. 21Porque el rey de
Babilonia se ha detenido en una encrucijada, al principio de los dos caminos,
para usar de adivinación; ha sacudido las saetas, consultó a sus ídolos, miró
el hígado. 22La adivinación señaló a su mano derecha, sobre
Jerusalén, para dar la orden de ataque, para dar comienzo a la matanza, para
levantar la voz en grito de guerra, para poner arietes contra las puertas, para
levantar vallados, y edificar torres de sitio. 23Mas para ellos
esto será como adivinación mentirosa, ya que les ha hecho solemnes juramentos;
pero él trae a la memoria la maldad de ellos, para apresarlos.
24Por tanto, así ha dicho Jehová el
Señor: Por cuanto habéis hecho traer a la memoria vuestras maldades,
manifestando vuestras traiciones, y descubriendo vuestros pecados en todas
vuestras obras; por cuanto habéis venido en memoria, seréis entregados en su
mano. 25Y tú, profano e impío príncipe de Israel, cuyo día ha
llegado ya, el tiempo de la consumación de la maldad, 26así ha
dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona; esto no será más así;
sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. 27A ruina, a ruina, a
ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el
derecho, y yo se lo entregaré.
Juicio contra los amonitas
28Y tú, hijo de hombre, profetiza,
y di: Así ha dicho Jehová el Señor acerca de los hijos de Amón,a
y de su oprobio. Dirás, pues: La espada, la espada está desenvainada para
degollar; para consumir está pulida con resplandor. 29Te
profetizan vanidad, te adivinan mentira, para que la emplees sobre los cuellos
de los malos sentenciados a muerte, cuyo día vino en el tiempo de la
consumación de la maldad. 30¿La volveré a su vaina? En el lugar
donde te criaste, en la tierra donde has vivido, te juzgaré, 31y
derramaré sobre ti mi ira; el fuego de mi enojo haré encender sobre ti, y te
entregaré en mano de hombres temerarios, artífices de destrucción. 32Serás
pasto del fuego, se empapará la tierra de tu sangre; no habrá más memoria de
ti, porque yo Jehová he hablado.
Los pecados de Jerusalén
22
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás tú, no juzgarás tú a
la ciudad derramadora de sangre, y le mostrarás todas sus abominaciones?
3Dirás, pues: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ciudad derramadora de
sangre en medio de sí, para que venga su hora, y que hizo ídolos contra sí
misma para contaminarse! 4En tu sangre que derramaste has pecado,
y te has contaminado en tus ídolos que hiciste; y has hecho acercar tu día, y
has llegado al término de tus años; por tanto, te he dado en oprobio a las
naciones, y en escarnio a todas las tierras. 5Las que están cerca
de ti y las que están lejos se reirán de ti, amancillada de nombre, y de grande
turbación.
6He aquí que los príncipes de
Israel, cada uno según su poder, se esfuerzan en derramar sangre. 7Al
padre y a la madre despreciaron en ti;a al extranjero
trataron con violencia en medio de ti; al huérfano y a la viuda despojaron en
ti.b
8Mis santuarios menospreciaste, y mis días de reposo* has
profanado.c 9Calumniadores hubo en ti para
derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti; hicieron en medio de ti
perversidades. 10La desnudez del padre descubrieron en ti, y en ti
hicieron violencia a la que estaba inmunda por su menstruo. 11Cada
uno hizo abominación con la mujer de su prójimo, cada uno contaminó
pervertidamente a su nuera, y cada uno violó en ti a su hermana, hija de su
padre.d
12Precio recibieron en tie para derramar sangre; interés
y usura tomaste,f y a tus prójimos defraudaste
con violencia; te olvidaste de mí, dice Jehová el Señor.
13Y he aquí que batí mis manos a
causa de tu avaricia que cometiste, y a causa de la sangre que derramaste en
medio de ti. 14¿Estará firme tu corazón? ¿Serán fuertes tus manos
en los días en que yo proceda contra ti? Yo Jehová he hablado, y lo haré.
15Te dispersaré por las naciones, y te esparciré por las tierras; y haré
fenecer de ti tu inmundicia. 16Y por ti misma serás degradada a la
vista de las naciones; y sabrás que yo soy Jehová.
17Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 18Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido
en escoria; todos ellos son bronce y estaño y hierro y plomo en medio del
horno; y en escorias de plata se convirtieron. 19Por tanto, así ha
dicho Jehová el Señor: Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en
escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en medio de Jerusalén. 20Como
quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para
encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en mi ira, y
os pondré allí, y os fundiré. 21Yo os juntaré y soplaré sobre
vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos. 22Como
se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y
sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros.
23Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 24Hijo de hombre, di a ella: Tú no eres tierra limpia,
ni rociada con lluvia en el día del furor. 25Hay conjuración de
sus profetas en medio de ella, como león rugiente que arrebata presa; devoraron
almas, tomaron haciendas y honra, multiplicaron sus viudas en medio de ella.
26Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre
lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y
limpio;g y de mis días de reposo* apartaron sus ojos, y yo he
sido profanado en medio de ellos. 27Sus príncipes en medio de
ella son como lobos que arrebatan presa, derramando sangre, para destruir las
almas, para obtener ganancias injustas. 28Y sus profetas recubrían
con lodo suelto, profetizándoles vanidad y adivinándoles mentira, diciendo: Así
ha dicho Jehová el Señor; y Jehová no había hablado. 29El pueblo
de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía
violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. 30Y busqué entre
ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a
favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. 31Por
tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice
volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.[2]
Isaías 50
Jehová ayuda a quienes confían en él
50
1Así dijo Jehová: ¿Qué es de la
carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son
mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades
sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre. 2¿Por
qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se
ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí
que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus
peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed. 3Visto de
oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.
4Jehová el Señor me dio lengua de
sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana,
despertará mi oído para que oiga como los sabios. 5Jehová el Señor
me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. 6Di mi
cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no
escondí mi rostro de injurias y de esputos.a
7Porque Jehová el Señor me ayudará,
por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no
seré avergonzado. 8Cercano está de mí el que me salva; ¿quién
contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese
a mí. 9He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me
condene? He aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir, serán
comidos por la polilla.
10¿Quién hay entre vosotros que
teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de
luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. 11He
aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz
de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en
dolor seréis sepultados.[3]
b b 2.15: Dt. 32.5.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Flp
2.11-30
a a 21.28–32: Jer. 49.1–6; Ez. 25.1–7; Am.
1.13–15; Sof. 2.8–11.
a a 22.7: Ex. 20.12; Dt. 5.16.
b b 22.7: Ex. 22.21–22; Dt. 24.17.
* Aquí equivale a sábado.
c c 22.8: Lv. 19.30; 26.2.
d d 22.10–11: Lv. 18.7–20.
e e 22.12: Ex. 23.8; Dt. 16.19.
f
f 22.12: Ex. 22.25; Lv.
25.36–37; Dt. 23.19.
g
g 22.26: Lv. 10.10.
* Aquí
equivale a sábado.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
20.49-22.31
a a 50.6: Mt. 26.67; Mr. 14.65.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
49.26-50.11
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?