¡Cómo vencer el miedo a la muerte!
¡Creyéndole a Dios, creyendo Su
Palabra!
Por Riqui Ricón*
Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne
resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque
de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con
Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más
necesario por causa de vosotros (Fil 1.21-24).
Entre más leas
y medites la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, te darás cuenta
que, efectivamente, el Evangelio son puras buenas noticias. Lo que Jesucristo
hizo en la cruz por amor a ti es tan maravilloso que el apóstol Pablo deseaba estar ausente del cuerpo y
presente al Señor (2 Co
5.1-10).
Los primeros
creyentes descubrieron un secreto maravilloso en el Evangelio de Jesucristo,
descubrieron la Verdad acerca del sacrificio de Jesús en relación con sus
cuerpos y sus personas: ¡Tú no eres tu cuerpo! ¡Tú eres espíritu!
Dios es
Espíritu y tú fuiste creado a la imagen y semejanza de Dios. Así que, ¡Tú no
tienes un espíritu sino que eres espíritu, creado, regenerado, para ser
conforme a la imagen del Hijo de Dios, Jesucristo!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
¡Todo aquel que en él cree, tiene
Vida Eterna! Y qué es la Vida Eterna sino vivir por siempre. Esto significa que
el (la) que cree en Jesús como Señor y Salvador de su vida no morirá sino
vivirá por siempre.
Le dijo Jesús: Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y
todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le
dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has
venido al mundo (Jn 11.25-27).
¡Escrito está! De alguna manera, con
Su sacrificio en la cruz y con Su resurrección, Jesús anuló el dominio que la
muerte ejercía sobre tu vida.
Porque la paga del pecado es
muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).
La victoria
sobre la muerte es un regalo que Dios te da como parte de la Vida Eterna, la
Vida Plena y Abundante, que Jesús pagó para que tú fueses hecho(a) un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban
durante toda la vida sujetos a servidumbre (He 2.14-15).
Con Su muerte en la cruz, Jesús
pagó todos tus pecados para que fueras justificado y perdonado; al resucitar
entre los muertos, te ofrece una Nueva Naturaleza que no tenías, ni podrías tener:
la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios.
Y cuando esto corruptible se
haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en
victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es
el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a
Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo (1 Co
15.54-57).
Como puedes ver, la victoria
sobre la muerte es un hecho real y no una expresión figurativa. Por la Palabra
de Honor que Dios tiene, puedes estar completamente seguro(a) que la muerte ya
nada tiene en ti.
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
Si puedes comprender que tú
realmente eres espíritu Nacido de Nuevo, con la naturaleza incorruptible de
un(a) Hijo(a) del Rey, la cual sólo te la puede otorgar la Palabra Eterna de
Dios, entonces te darás cuenta que no existen dos vidas: una aquí, en la
tierra, y otra en el más allá.
Porque la ley del Espíritu de
vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
Ahora, tu vida es un continuo en
la Eternidad con Dios, tu Padre, y con Jesucristo, tu Salvador. Puedes dejar de
temer, ¡la muerte ya no se enseñorea más de ti!
Date cuenta que tu cuerpo tan
sólo es un estuche, un traje con el cual tú, que eres espíritu, puedes
expresarte y comunicarte en este mundo natural. Tu cuerpo es sólo el traje
especial que un bombero necesita para moverse dentro de un incendio; es sólo el
traje especial que el astronauta necesita para dar una caminata espacial.
Tu cuerpo sólo es una cáscara muy
sofisticada a la cual tú, que eres espíritu, le das vida cuando te encuentras
dentro de él.
Aquellos que nos han precedido en
ir a la Presencia del Señor no están muertos, simple y sencillamente se
mudaron, se cambiaron de plano dejando aquí el estuche, pero siguen siendo los
mismos: Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa
naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de
la muerte —es decir, al diablo—, y librar a todos los que por temor a la muerte
estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida (He 2.14-15 NVI).
Tú ya no eres más un esclavo del
temor a la muerte. ¡Cristo Jesús venció a la muerte en tu lugar! ¡La ley del
Espíritu de Vida en Cristo Jesús te ha hecho libre de la ley del pecado y de la
muerte!
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Conoce la Verdad: ¡Tienes Vida
Eterna y nunca morirás! Ahora, sé libre para vivir la Vida Plena y Abundante
que Jesucristo compró para ti.
Una vez asegurada tu victoria
sobre la muerte puedes dejar de tener miedo y enfocarte en el propósito por el
cual aún permaneces en el mundo, pues quedar
en la carne es más necesario por causa de los demás.
Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P
2.9-10).
Así que, somos embajadores en
nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios (2 Co
5.20).
Ahora tú eres linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, eres un(a) embajador(a) en el
nombre de Cristo para que anuncies las virtudes de aquel que te llamó de las tinieblas a
Su luz admirable. Dios, el Espíritu Santo, está en ti y contigo para que les
ruegues a los demás que se reconcilien con Dios por medio de Jesucristo.
Porque en otro tiempo erais
tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque
el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando
lo que es agradable al Señor (Efe 5.8-10).
El mundo
entero se está cayendo a pedazos y la gente vive llena de angustia y temor
mientras que tú eres un Hijo(a) de la Luz y has sido ungido(a) por tu Padre
celestial para establecer Su reino de Amor en aquellos y aquellas que aún no lo
conocen.
Oremos en
voz audible:
Amado padre celestial, es
asombroso el Amor con que me has amado, que siendo yo como había sido hayas
entregado a Tu Hijo Jesús para darme el regalo de la Vida Eterna. haciéndome Tu
Hijo(a). Gracias, Señor Jesús, por tanto y tan gran Amor. Soy Tu Hijo(a). Soy
Nacido(a) de Nuevo, y no de simiente corruptible sino de incorruptible por Tu
Palabra que vive y permanece para siempre. Tengo esta Vida Eterna para amarte a
Ti y para amar a mis semejantes como a mí mismo(a). Resisto y echo fuera de mi
vida al espíritu de temor, pues no me has dado, oh Dios, espíritu de esclavitud
para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y,
hoy, te digo Abba, Padre. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a), pues voy a vivir por toda la Eternidad en la Plenitud del Amor, y
del gozo, y de la paz que ahora tengo! Sin importar cuál es mi situación en
este momento, yo, _______ (tu nombre aquí), ¡soy luz en medio de las tinieblas!
Y de todo problema, enfermedad o aflicción saldré más que vencedor(a), por
medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
13 Fil
1.12-30 / Ez 19
/ Isa 48
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
13 Fil
1.12-30 / Ez 19
/ Isa 48
Filipenses
1.12-30
Para mí el vivir es Cristo
12Quiero que sepáis, hermanos, que
las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del
evangelio, 13de tal manera que mis prisionesb se han
hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. 14Y
la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se
atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.
15Algunos, a la verdad, predican a
Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. 16Los
unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir
aflicción a mis prisiones; 17pero los otros por amor, sabiendo que
estoy puesto para la defensa del evangelio. 18¿Qué, pues? Que no
obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y
en esto me gozo, y me gozaré aún.
19Porque sé que por vuestra oración
y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi
liberación, 20conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré
avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será
magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. 21Porque
para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22Mas si el
vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué
escoger. 23Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor;
24pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.
25Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos
vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, 26para que abunde
vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.
27Solamente que os comportéis como
es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté
ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo
unánimes por la fe del evangelio, 28y en nada intimidados por los
que se oponen, que para ellos ciertamente es indicio de perdición, mas para
vosotros de salvación; y esto de Dios. 29Porque a vosotros os es
concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que
padezcáis por él, 30teniendo el mismo conflicto que habéis visto
en mí,c
y ahora oís que hay en mí.[1]
Ezequiel
19
Lamentación sobre los príncipes de Israel
19
1Y tú, levanta endecha sobre los
príncipes de Israel. 2Dirás: ¡Cómo se echó entre los leones tu
madre la leona! Entre los leoncillos crió sus cachorros, 3e hizo
subir uno de sus cachorros; vino a ser leoncillo, y aprendió a arrebatar la
presa, y a devorar hombres. 4Y las naciones oyeron de él; fue
tomado en la trampa de ellas, y lo llevaron con grillos a la tierra de Egipto.
5Viendo ella que había esperado mucho tiempo, y que se perdía su
esperanza, tomó otro de sus cachorros, y lo puso por leoncillo. 6Y
él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a arrebatar la presa,
devoró hombres. 7Saqueó fortalezas, y asoló ciudades; y la tierra
fue desolada, y cuanto había en ella, al estruendo de sus rugidos. 8Arremetieron
contra él las gentes de las provincias de alrededor, y extendieron sobre él su
red, y en el foso fue apresado. 9Y lo pusieron en una jaula y lo
llevaron con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo pusieron en las
fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel.
10Tu madre fue como una vid en
medio de la viña, plantada junto a las aguas, dando fruto y echando vástagos a
causa de las muchas aguas. 11Y ella tuvo varas fuertes para cetros
de reyes; y se elevó su estatura por encima entre las ramas, y fue vista por
causa de su altura y la multitud de sus sarmientos. 12Pero fue
arrancada con ira, derribada en tierra, y el viento solano secó su fruto; sus
ramas fuertes fueron quebradas y se secaron; las consumió el fuego. 13Y
ahora está plantada en el desierto, en tierra de sequedad y de aridez. 14Y
ha salido fuego de la vara de sus ramas, que ha consumido su fruto, y no ha
quedado en ella vara fuerte para cetro de rey.
Endecha es esta, y de endecha servirá.[2]
Isaías 48
Dios reprende la infidelidad de Israel
48
1Oíd esto, casa de Jacob, que os
llamáis del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que
juran en el nombre de Jehová, y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en
verdad ni en justicia; 2porque de la santa ciudad se nombran, y en
el Dios de Israel confían; su nombre es Jehová de los ejércitos.
3Lo que pasó, ya antes lo dije, y
de mi boca salió; lo publiqué, lo hice pronto, y fue realidad. 4Por
cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de
bronce, 5te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo
advertí, para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de
fundición mandaron estas cosas.
6Lo oíste, y lo viste todo; ¿y no
lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas
que tú no sabías. 7Ahora han sido creadas, no en días pasados, ni
antes de este día las habías oído, para que no digas: He aquí que yo lo sabía.
8Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no
se abrió antes tu oído; porque sabía que siendo desleal habías de desobedecer,
por tanto te llamé rebelde desde el vientre.
9Por amor de mi nombre diferiré mi
ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte. 10He
aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de
aflicción. 11Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea
amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.
12Oyeme, Jacob, y tú, Israel, a
quien llamé: Yo mismo, yo el primero, yo también el postrero.a
13Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos
con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente.
14Juntaos todos vosotros, y oíd.
¿Quién hay entre ellos que anuncie estas cosas? Aquel a quien Jehová amó ejecutará
su voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos. 15Yo,
yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino. 16Acercaos
a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo,
allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu.
17Así ha dicho Jehová, Redentor
tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña
provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir. 18¡Oh,
si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y
tu justicia como las ondas del mar. 19Fuera como la arena tu
descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su
nombre sería cortado, ni raído de mi presencia. 20Salid de Babilonia,b
huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegría, publicadlo,
llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su
siervo. 21No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les
hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas. 22No
hay paz para los malos, dijo Jehová.c[3]
b b 1.13: Hch. 28.30.
c c 1.30: Hch. 16.19–40.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Flp
1.11-30
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
18.32-19.14
a a 48.12: Is. 44.6; Ap. 1.17; 22.13.
b b 48.20: Ap. 18.4.
c c 48.22: Is. 57.21.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
47.15-48.22
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