¡Cómo recibir tu Sanidad!
¡Por medio de la Plenitud de
Dios!
Por Riqui Ricón*
¿Quién ha creído a nuestro
anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?... Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros… Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a
padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá
linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano
prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará
las iniquidades de ellos (Isa 53.1, 6, 10-11).
La grandeza del Amor que Dios
siente por ti está magníficamente expresado mediante la muerte y resurrección
de Jesucristo como el justo precio que se pagó por todos tus pecados, para que
así tú no sufras la muerte eterna y no seas apartado de tu Padre.
Este Amor sólo lo puedes
experimentar por medio de la fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. O
crees, o no crees que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo
antes que perderte a ti.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La fe es esa fuerza espiritual
que te hace tener la certeza que Dios te ama y, aunque no lo veas, estás
convencido(a) que es así. Tú puedes tener esa certeza de lo que esperas y esa
convicción de cosas que aún no ves porque están escritas en la Biblia y la
Biblia es la Palabra de Dios, y sabes que Él no miente ni se arrepiente; sabes
que lo que Él dijo lo va hacer, lo que Él habló lo va a ejecutar.
En pocas palabras, ¡Sabes que Dios
tiene Palabra de Honor!
Y cuando llegó la noche,
trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios,
y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias (Mat 8.16-17).
El maravilloso plan de
redención que Dios ideó para los seres humanos tiene como propósito hacerte
partícipe de la Vida del Padre, hacerte partícipe a ti de la Vida Eterna.
Pero
ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas (He 8.6).
El Nuevo Pacto, en la Sangre
de Jesús va mucho más allá del simple perdón de pecados, incluye la salud
física, el bienestar material y una vida emocional llena de amor, gozo y paz.
Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los
hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No
tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn 2-4).
Andar en la Verdad es creer el
mensaje del Evangelio, las Buenas Nuevas de Jesucristo: por Su Sangre y por Su
resurrección, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y tienes todo
el derecho a vivir esa Vida Eterna, vida plena y abundante, que Él adquirió
para ti.
Ciertamente
llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).
Así que, la salvación que Dios
te ofrece a través de Jesucristo contempla, además del perdón de pecados y la
Vida Eterna como un Hijo(a) de Dios, la prosperidad, la salud, el gozo y la paz,
en pocas palabras, PLENITUD.
¡Por medio de la fe en Su
Nombre, en Su Sangre y en Su Palabra tienes derecho y acceso a toda Su
Plenitud!
De su
plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia (Jn 1.16 NVI)
Si el día de hoy tú estás
enfermo(a) o en angustia, solo recuerda que Él ciertamente llevó tus enfermedades
y sufrió tus dolores. Fue en esa cruz que Jesús PAGÓ, de una vez por todas, las
consecuencias de tus pecados, te hizo libre de toda maldición y hoy puedes, con
toda seguridad, recibir tu sanidad.
Y pido
que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los
santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que
conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de
la plenitud de Dios (Efe 3.17b-19 NVI).
¿Qué necesitas para recibirla?
¡Creer! Creerle a Dios, creyendo Su Palabra, pues Él no miente; recuerda que si
Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo
va a ejecutar.
Así que, levántate en fe y ora
conmigo en voz audible:
Señor Jesús, por lo que Tu
hiciste en la cruz por mí, hoy puedo declarar con toda certeza que, ¡Soy sano(a)
en el nombre de Jesús! Amado Padre celestial, en esta hora yo me someto a la
Verdad de Tu Palabra y con ella, resisto al diablo. Por lo tanto, Satanás y
todo espíritu de temor, duda, enfermedad y muerte, les ordeno salir de mi vida.
¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, por la fe en Jesucristo, por
lo que Él pagó por mí, ahora todos ustedes, demonios, están debajo de mis pies.
¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la
paz que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida
en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la
Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. Por todo esto,
por esta indiscutible Victoria, Tú, Jesucristo, mi Rey, Señor y Salvador, me
has hecho más que vencedor(a). ¡Gracias, Señor Jesús! Amado Padre celestial,
por éste, Tu gran Amor por mí, ahora soy apto(a) para participar de la herencia
de los santos en luz. ¡Me has librado de la potestad de las tinieblas! ¡Me has
trasladado al reino de Tu amado Hijo! ¡Soy
dichoso(a) pues en Ti confío! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
18 Col
1.1-23 / Ez 25-26
/ Isa 53
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
18 Col
1.1-23 / Ez 25-26
/ Isa 53
Colosenses
1.1-23
Salutación
1
1Pablo, apóstol de Jesucristo por
la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, 2a los santos y fieles
hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios
nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Pablo pide que Dios les conceda sabiduría espiritual
3Siempre orando por vosotros, damos
gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, 4habiendo oído
de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos,
5a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual
ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, 6que ha
llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también
en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en
verdad, 7como lo habéis aprendido de Epafras,a nuestro
consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, 8quien
también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.
9Por lo cual también nosotros,
desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que
seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, 10para que andéis como es digno del Señor, agradándole
en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios; 11fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su
gloria, para toda paciencia y longanimidad; 12con gozo dando
gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los
santos en luz; 13el cual nos ha librado de la potestad de las
tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.b
Reconciliación por medio de la muerte de Cristo
15El es la imagen del Dios
invisible, el primogénito de toda creación. 16Porque en él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,
visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17Y él es
antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 18y
él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia,c él que es el
principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la
preeminencia; 19por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda
plenitud, 20y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la
paz mediante la sangre de su cruz.d
21Y a vosotros también, que erais
en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras,
ahora os ha reconciliado 22en su cuerpo de carne, por medio de la
muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;
23si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de
la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la
creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.[1]
Ezequiel
25-26
Profecía contra Amón
25
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los hijos de Amón,a
y profetiza contra ellos. 3Y dirás a los hijos de Amón: Oíd
palabra de Jehová el Señor. Así dice Jehová el Señor: Por cuanto dijiste: ¡Ea,
bien!, cuando mi santuario era profanado, y la tierra de Israel era asolada, y
llevada en cautiverio la casa de Judá; 4por tanto, he aquí yo te
entrego por heredad a los orientales, y pondrán en ti sus apriscos y plantarán
en ti sus tiendas; ellos comerán tus sementeras, y beberán tu leche. 5Y
pondré a Rabá por habitación de camellos, y a los hijos de Amón por majada de
ovejas; y sabréis que yo soy Jehová. 6Porque así ha dicho Jehová
el Señor: Por cuanto batiste tus manos, y golpeaste con tu pie, y te gozaste en
el alma con todo tu menosprecio para la tierra de Israel, 7por
tanto, he aquí yo extenderé mi mano contra ti, y te entregaré a las naciones
para ser saqueada; te cortaré de entre los pueblos, y te destruiré de entre las
tierras; te exterminaré, y sabrás que yo soy Jehová.
Profecía contra Moab
8Así ha dicho Jehová el Señor: Por
cuanto dijo Moabb y Seir: He aquí la casa de Judá es como todas
las naciones; 9por tanto, he aquí yo abro el lado de Moab desde
las ciudades, desde sus ciudades que están en su confín, las tierras deseables
de Bet-jesimot, Baal-meón y Quiriataim, 10a los hijos del oriente
contra los hijos de Amón; y la entregaré por heredad, para que no haya más
memoria de los hijos de Amón entre las naciones. 11También en Moab
haré juicios, y sabrán que yo soy Jehová.
Profecía contra Edom
12Así ha dicho Jehová el Señor: Por
lo que hizo Edom,c tomando venganza de la casa de Judá, pues
delinquieron en extremo, y se vengaron de ellos; 13por tanto, así
ha dicho Jehová el Señor: Yo también extenderé mi mano sobre Edom, y cortaré de
ella hombres y bestias, y la asolaré; desde Temán hasta Dedán caerán a espada.
14Y pondré mi venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, y harán
en Edom según mi enojo y conforme a mi ira; y conocerán mi venganza, dice
Jehová el Señor.
Profecía contra los filisteos
15Así ha dicho Jehová el Señor: Por
lo que hicieron los filisteosd con venganza, cuando se
vengaron con despecho de ánimo, destruyendo por antiguas enemistades; 16por
tanto, así ha dicho Jehová: He aquí yo extiendo mi mano contra los filisteos, y
cortaré a los cereteos, y destruiré el resto que queda en la costa del mar.
17Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán
que yo soy Jehová, cuando haga mi venganza en ellos.
Profecía contra Tiro
26
1Aconteció en el undécimo año, en
el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2Hijo
de hombre, por cuanto dijo Tiroa contra Jerusalén: Ea, bien;
quebrantada está la que era puerta de las naciones; a mí se volvió; yo seré
llena, y ella desierta; 3por tanto, así ha dicho Jehová el Señor:
He aquí yo estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones,
como el mar hace subir sus olas. 4Y demolerán los muros de Tiro, y
derribarán sus torres; y barreré de ella hasta su polvo, y la dejaré como una
peña lisa. 5Tendedero de redes será en medio del mar, porque yo he
hablado, dice Jehová el Señor; y será saqueada por las naciones. 6Y
sus hijas que están en el campo serán muertas a espada; y sabrán que yo soy
Jehová.
7Porque así ha dicho Jehová el
Señor: He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor rey de
Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros y jinetes, y tropas y mucho
pueblo. 8Matará a espada a tus hijas que están en el campo, y
pondrá contra ti torres de sitio, y levantará contra ti baluarte, y escudo
afirmará contra ti. 9Y pondrá contra ti arietes, contra tus muros,
y tus torres destruirá con hachas. 10Por la multitud de sus
caballos te cubrirá el polvo de ellos; con el estruendo de su caballería y de
las ruedas y de los carros, temblarán tus muros, cuando entre por tus puertas
como por portillos de ciudad destruida. 11Con los cascos de sus caballos
hollará todas tus calles; a tu pueblo matará a filo de espada, y tus fuertes
columnas caerán a tierra. 12Y robarán tus riquezas y saquearán tus
mercaderías; arruinarán tus muros, y tus casas preciosas destruirán; y pondrán
tus piedras y tu madera y tu polvo en medio de las aguas. 13Y haré
cesar el estrépito de tus canciones, y no se oirá más el son de tus cítaras.b
14Y te pondré como una peña lisa; tendedero de redes serás, y nunca más
serás edificada; porque yo Jehová he hablado, dice Jehová el Señor.
15Así ha dicho Jehová el Señor a
Tiro: ¿No se estremecerán las costas al estruendo de tu caída, cuando griten
los heridos, cuando se haga la matanza en medio de ti? 16Entonces
todos los príncipes del mar descenderán de sus tronos, y se quitarán sus
mantos, y desnudarán sus ropas bordadas; de espanto se vestirán, se sentarán
sobre la tierra, y temblarán a cada momento, y estarán atónitos sobre ti.
17Y levantarán sobre ti endechas, y te dirán: ¿Cómo pereciste tú,
poblada por gente de mar, ciudad que era alabada, que era fuerte en el mar,
ella y sus habitantes, que infundían terror a todos los que la rodeaban?
18Ahora se estremecerán las islas en el día de tu caída; sí, las islas
que están en el mar se espantarán a causa de tu fin.c
19Porque así ha dicho Jehová el
Señor: Yo te convertiré en ciudad asolada, como las ciudades que no se habitan;
haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán. 20Y
te haré descender con los que descienden al sepulcro, con los pueblos de otros
siglos, y te pondré en las profundidades de la tierra, como los desiertos
antiguos, con los que descienden al sepulcro, para que nunca más seas poblada;
y daré gloria en la tierra de los vivientes. 21Te convertiré en
espanto, y dejarás de ser; serás buscada, y nunca más serás hallada,d
dice Jehová el Señor.[2]
Isaías 53
53
1¿Quién ha creído a nuestro
anuncio?a ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de
Jehová?b 2Subirá cual renuevo delante de
él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos,
mas sin atractivo para que le deseemos. 3Despreciado y desechado
entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos
de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores;c y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.d
6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,e cada
cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros.
7Angustiado él, y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero;f y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8Por
cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue
cortado de la tierra de los vivientes,g y por la
rebelión de mi pueblo fue herido. 9Y se dispuso con los impíos su
sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca.h
10Con todo eso, Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de
Jehová será en su mano prosperada. 11Verá el fruto de la aflicción
de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo
justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12Por tanto,
yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por
cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores,i
habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.[3]
a a 1.7: Col. 4.12; Flm. 23.
b b 1.14: Ef. 1.7.
c c 1.18: Ef. 1.22–23.
d d 1.20: Ef. 2.16.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Flp
4.23-Col 1.23
a a 25.1–7: Jer. 49.1–6; Ez. 21.28–32; Am.
1.13–15; Sof. 2.8–11.
b b 25.8–11: Is. 15.1—16.14; 25.10–12; Jer.
48.1–47; Am. 2.1–3; Sof. 2.8–11.
c c 25.12–14: Is. 34.5–17; 63.1–6; Jer.
49.7–22; Ez. 35.1–15; Am. 1.11–12; Abd. 1–14; Mal. 1.2–5.
d d 25.15–17: Is. 14.29–31; Jer. 47.1–7;
Jl. 3.4–8; Am. 1.6–8; Sof. 2.4–7; Zac. 9.5–7.
a
a 26 .1—28.19: Is. 23.1–18;
Jl. 3.4–8; Am. 1.9–10; Zac. 9.1–4; Mt. 11.21–22; Lc. 10.13–14.
b
b 26.13: Ap. 18.22.
c
c 26.16–18: Ap. 18.9–10.
d
d 26.21: Ap. 18.21.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
24.27-26.21
a a 53.1: Ro. 10.16.
b b 53.1: Jn. 12.38.
c c 53.4: Mt. 8.17.
d d 53.5: 1 P. 2.24.
e e 53.6: 1 P. 2.25.
f
f 53.7: Ap. 5.6.
g
g 53.7–8: Hch. 8.32–33.
h
h 53.9: 1 P. 2.22.
i i 53.12: Mr. 15.28; Lc. 22.37.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
52.15-53.12
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