¡Cómo desarrollar el fruto del Espíritu!
¡Eres Nacido(a) del Espíritu!
Por Riqui Ricón*
Mas el fruto del
Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley (Ga
5.22-23).
La Biblia, que es la Palabra de Dios,
y no miente, dice que TODO AQUEL que cree que Jesús es el Cristo es NACIDO DE
DIOS (1 Jn 5.1). Por lo tanto, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías,
el Salvador que murió en la cruz para pagar todos tus pecados, entonces, la
Biblia se está refiriendo a ti: ¡Tú eres ese(a) Hijo(a) Nacido(a) de Dios!
Se habla aquí del Nuevo
Nacimiento; aquel que Jesús le enseñó a Nicodemo al decirle: el que no naciere
del Espíritu no podrá entrar al reino de Dios, pues lo nacido de la carne,
carne es pero lo nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).
Al parecer, y de acuerdo a lo que
Jesús enseñó, es de suma importancia que entiendas y reflexiones en que, por
haber creído en Jesús, tú eres Nacido(a) de Nuevo y que éste, tu Nuevo Nacimiento,
no es natural sino espiritual y, por esto, mucho más importante y trascendente.
Sin embargo, la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a nosotros se
han hecho manifiestos; y Dios nos ha dado la salvación, no "porque la
mereciesen la bondad y justicia de nuestras propias obras, sino porque Dios, en
su misericordia, lavó nuestros pecados, nos hizo nacer de nuevo y nos dio una
nueva vida por el "Espíritu Santo, derramándolo abundantemente en nosotros
mediante Jesucristo nuestro Salvador (Ti 3.4-6 CST).
Tu Nuevo Nacimiento
espiritual es mucho más importante
y trascendente que el natural pues ahora fuiste concebido(a) por el Espíritu
Santo, Quien está en ti y contigo.
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
La simiente,
el esperma, que te hace Nueva Creatura es, nada más y nada menos que, la
Palabra de Dios.
El, porque así lo quiso, nos dio vidas nuevas a través de las verdades
de su santa Palabra y nos convirtió, por así decirlo, en los primeros hijos de
su nueva familia
(Stg 1.18 BAD).
¡Ahora eres parte de la
familia de Dios!
Así que, por el Amor y la
misericordia de Dios para contigo, ahora tú eres espíritu engendrado de nuevo,
un(a) Hijo(a) de Dios nacido(a) no de una semilla corruptible sino de una
incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
¡Has Nacido del Espíritu Santo
por la Palabra de Dios!
Aquí es dónde la Biblia tiene que
dejar de ser un mero libro de instrucción religiosa para comenzar a ser lo que
realmente es (lo que tú dices que es): ¡la Palabra de Dios! ¡La Verdad!
En la Biblia están las Palabras
que han salido de la boca de Dios y, por lo tanto, se van a cumplir todas.
Ahora bien, una vez que has
comprendido que, gracias a Jesucristo, ahora eres Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo por el Espíritu Santo, acepta y recibe esa identidad que te permite manifestar
en ti mismo(a) el fruto del Espíritu.
Amor, gozo, paz, paciencia,
bondad, benignidad, fe, mansedumbre y templanza son sólo algunas de las
características de tu nueva naturaleza. No son características que tengas que
desarrollar porque careces de ellas, sino que las tienes que desarrollar
porque, precisamente, ya están en ti.
El fruto del Espíritu ya está en
ti porque tú has sido regenerado(a), creado de nuevo, según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).
El fruto del Espíritu es parte de
tu Nueva Naturaleza, donde está latente aguardando a que lo desarrolles por
medio de tu fe [por medio de creerle a Dios, creyendo Su Palabra].
¿Cómo se logra esto? ¡Fácil!
Solamente tienes que recordar y aprender de cómo iniciaron todos los problemas
de la humanidad:
Pero la serpiente era astuta,
más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo
a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del
huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces
la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que
el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual
comió así como ella (Gen 3.1-6).
No necesitas gran revelación para
darte cuenta que Adán y Eva cayeron porque, después de haber ESCUCHADO a
Satanás, ya no sabían quién decía la Verdad, ¿la serpiente o Dios? No sabían a
quién CREER, ¿a la serpiente o a Dios? Y al poner su vista en la realidad de
sus circunstancias, pues el
árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, y árbol codiciable para
alcanzar la sabiduría, tomaron la peor decisión:
decidieron NO CREER la Palabra de Dios para creer las mentiras de Satanás.
Si te das
cuenta, el pecado original no fue la desobediencia. Lo que le dio origen al
miedo, a la muerte y al desastre de vida que antes vivías, fue el no haberle
creído a Dios. Esto, la incredulidad, es lo que da a luz la desobediencia y
todo lo demás se desarrolla por sí mismo por la ley del pecado y de la muerte.
Entonces,
¿cómo puedes desarrollar una Vida Nueva, plena y abundante? ¿Cómo puedes
desarrollar el fruto del Espíritu? ¡Fácil! Solamente tienes que creerle a Dios y a Su
Palabra; creer que en Verdad ERES la persona que Dios dice, en Su Palabra, que
ahora tú eres: Su Hijo(a); NACIDO(A) DE NUEVO, nacido(a) del Espíritu Santo,
quién es Dios, y, por lo tanto, el Amor de Él, el gozo de Él, la paz de Él, la
paciencia, la bondad, la benignidad, la FE, la mansedumbre y la templanza,
todas de Él, ya están dentro de ti.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la
ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
Deja de poner atención y de
escuchar la realidad de tus circunstancias que te quieren convencer a que creas
que eres la misma persona fracasada, perdedora, débil, insignificante, mala y
pecadora que antes eras. ¡No! ¡Nada de eso! ¡No escuches más esas mentiras!
La circunstancias no pueden
cambiar la Verdad, pero la Verdad siempre cambiará tus circunstancias. Y la
Verdad es que tú eres la persona que Dios dice que eres: Su Hijo(a) Amado(a),
lleno(a) del Espíritu Santo.
Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios
envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).
Después de todo, Él te creó de Nuevo
¿no es así?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias al
Amor con que me has amado hoy puedo declarar con toda certeza que yo,
________________(tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible
semilla que es Tu Palabra, mi Dios. De ninguna manera soy un(a) fracasado(a), ni
perdedor(a), ni débil, ni insignificante, ni mala persona, ni pecador(a). Todo
lo contrario, yo, ________________(tu nombre aquí), soy lleno(a) de Amor, de
gozo, de paz, soy paciente, bondadoso(a), benigno(a), estoy lleno(a) de Fe, mansedumbre
y templanza. ¡Soy Hijo(a) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡Mayor
es el Espíritu Santo, que vive en mí, que cualquiera que está en el mundo!
¡Ante toda enfermedad, aflicción o pecado, soy más que vencedor(a) por medio de
Aquel que me ama, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador! ¡Rechazo todo
pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo!
¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con
mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la
ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu
Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no
estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con
esta autoridad que Tú me has dado, Padre,
resisto al espíritu de temor y
duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión.
Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
2 Gal 5.16-26
/ Ez 1 / Sal 148
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
2 Gal 5.16-26
/ Ez 1 / Sal 148
Gálatas
5.16-26
Las obras de la carne y el fruto del Espíritu
16Digo, pues: Andad en el Espíritu,
y no satisfagáis los deseos de la carne. 17Porque el deseo de la
carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.c 18Pero
si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19Y
manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, lascivia, 20idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales
os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no
heredarán el reino de Dios. 22Mas el fruto del Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. 24Pero los que son de
Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25Si vivimos por el Espíritu,
andemos también por el Espíritu. 26No nos hagamos vanagloriosos,
irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.[1]
Ezequiel
1
La visión de la gloria divina
1
1Aconteció en el año treinta, en el
mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos
junto al río Quebar, los cielos se abrieron,a y vi visiones
de Dios. 2En el quinto año de la deportación del rey Joaquín,b
a los cinco días del mes, 3vino palabra de Jehová al sacerdote
Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino
allí sobre él la mano de Jehová.
4Y miré, y he aquí venía del norte
un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de
él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce
refulgente, 5y en medio de ella la figura de cuatro seres
vivientes.c Y esta era su apariencia: había en ellos
semejanza de hombre. 6Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
7Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta
de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. 8Debajo
de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas
por los cuatro lados. 9Con las alas se juntaban el uno al otro. No
se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.
10Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado
derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo
había en los cuatro cara de águila.d 11Así
eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las
cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. 12Y cada
uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que
anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían. 13Cuanto a
la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego
encendidos, como visión de hachones encendidose que andaba
entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían
relámpagos. 14Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza
de relámpagos.
15Mientras yo miraba los seres
vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los
cuatro lados. 16El aspecto de las ruedas y su obra era semejante
al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia
y su obra eran como rueda en medio de rueda. 17Cuando andaban, se
movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban. 18Y
sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededorf
en las cuatro. 19Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas
andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra,
las ruedas se levantaban. 20Hacia donde el espíritu les movía que
anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las
ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres
vivientes estaba en las ruedas.g 21Cuando ellos
andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo
cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque
el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22Y sobre las cabezas de los seres
vivientes aparecía una expansión a manera de cristalh
maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. 23Y debajo de la
expansión las alas de ellos estaban derechas, extendiéndose la una hacia la
otra; y cada uno tenía dos alas que cubrían su cuerpo. 24Y oí el
sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas,i
como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un
ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas. 25Y cuando se
paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había
sobre sus cabezas.
26Y sobre la expansión que había
sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de
zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre
sentado sobre él.j 27Y vi
apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella
en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para
abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor.k
28Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así
era el parecer del resplandor alrededor.
Esta fue la visión de la semejanza de la gloria
de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que
hablaba.[2]
SALMO 148
Exhortación a la creación, para que alabe a Jehová
Aleluya.
1 Alabad a
Jehová desde los cielos;
Alabadle en las alturas.
2 Alabadle,
vosotros todos sus ángeles;
Alabadle, vosotros todos sus ejércitos.
3 Alabadle,
sol y luna;
Alabadle, vosotras todas,
lucientes estrellas.
4 Alabadle,
cielos de los cielos,
Y las aguas que están sobre
los cielos.
5 Alaben el
nombre de Jehová;
Porque él mandó, y fueron
creados.
6 Los hizo
ser eternamente y para siempre;
Les puso ley que no será
quebrantada.
7 Alabad a
Jehová desde la tierra,
Los monstruos marinos y todos
los abismos;
8 El fuego y
el granizo, la nieve y el vapor,
El viento de tempestad que
ejecuta su palabra;
9 Los montes
y todos los collados,
El árbol de fruto y todos los
cedros;
10 La bestia y
todo animal,
Reptiles y volátiles;
11 Los reyes
de la tierra y todos los pueblos,
Los príncipes y todos los
jueces de la tierra;
12 Los jóvenes
y también las doncellas,
Los ancianos y los niños.
13 Alaben el
nombre de Jehová,
Porque sólo su nombre es
enaltecido.
Su gloria es sobre tierra y
cielos.
14 El ha
exaltado el poderío de su pueblo;
Alábenle todos sus santos, los
hijos de Israel,
El pueblo a él cercano.
Aleluya.[3]
c c 5.17: Ro. 7.15–23.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl
5.15-26
a a 1.1: Ap. 19.11.
b b 1.2: 2 R. 24.10–16; 2 Cr. 36.9–10.
c c 1.5: Ap. 4.6.
d d 1.10: Ez. 10.14; Ap. 4.7.
e e 1.13: Ap. 4.5.
f f 1.18: Ap. 4.8.
g g 1.15–21: Ez. 10.9–13.
h
h 1.22: Ap. 4.6.
i
i 1.24: Ap. 1.14–15; 19.6.
j
j 1.26: Ez. 10.1; Ap. 4.2–3.
k k 1.27: Ez. 8.2.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lm
5.22-Ez 1.28
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
147.20-148.14
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