¡Cómo celebrar la Navidad!
¡Con Redención Total!
Por Riqui Ricón*
Bendito el Señor Dios de
Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso
Salvador En la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos
profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de
la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con
nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a
Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder Que, librados de nuestros
enemigos, Sin temor le serviríamos En santidad y en justicia delante de él,
todos nuestros días (Lc 1.68-75).
Dios jamás ha faltado a Su
Palabra. No lo hizo con Abraham respecto a que en su simiente serían benditas
todas las familias de la Tierra y tampoco lo hará contigo el día de hoy.
Jesucristo es el Poderoso Salvador
quien te ha redimido del poder del pecado y de toda maldición, para que, hoy
día, tú le sirvas delante de Su Presencia en santidad y justicia, pues a través
de Su Sangre, Su muerte y Su resurrección has Nacido de Nuevo. ¡Eres un(a) Hijo(a)
de Dios!
Esparciré
sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y
de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón
de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis
preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di
a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por
Dios (Ez 36.25-28).
El Nuevo Pacto prometido por
Dios en Jeremías 31 comenzó su cumplimiento una noche como hoy cuando Jesús nació
en un pesebre de Belén, cuando nuestro Salvador llegó al mundo. Por Jesucristo fuiste
limpiado(a) de todas tus inmundicias y pecados y, además, creado(a) de nuevo,
con un corazón y espíritu nuevo y, por si esto fuera poco, te fue dado el
Espíritu Santo de la promesa como la garantía del cumplimiento de todo lo
prometido en el Nuevo Pacto: Que Él, el Señor, hará en ti una obra totalmente
Nueva para que tú andes en Sus estatutos y guardes Sus preceptos y los pongas
por obra.
Y
este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y
mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus
hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para
siempre (Isa 59.21).
¡Él lo prometió! ¡Él lo
cumplió!
Dios compromete su Honor y Su
Palabra a que, en este Nuevo Pacto, Su Presencia y Su Palabra nunca faltarán en
tu vida, ni en las de tus hijos, ni en las de los hijos de tus hijos.
Como puedes ver, la obra de la
Redención es de lo más asombrosa. Dios tomó para Sí mismo la responsabilidad de
tu salvación, pues no depende de lo que tú hayas hecho o puedas hacer, sino de
lo que Él prometió que haría para salvarte y que ya hizo por ti en la persona
de Su Hijo Jesucristo:
1.
Pagó todos tus pecados para cumplir toda justicia.
2.
Perdonó toda tu maldad y no se acuerda más de tus pecados.
3. Te
dio un corazón Nuevo.
4. Te
volvió a crear, haciéndote espíritu totalmente nuevo.
5.
Puso dentro de ti y contigo a Su Santo Espíritu como la garantía de la promesa.
6. Él
dio Su Ley en tu mente y la escribió en tu nuevo corazón.
En resumen, aquella noche en
Belén, Jesús se presentó en el mundo como el cumplimiento de la promesa del
Padre para pagar todos tus pecados y justificarte. Una vez justificado(a) te
perdonó; una vez perdonado(a) te santificó para hacerte Nacer de Nuevo dándote
la Vida Eterna que sólo pueden gozar los Hijos de Dios, pues ahora, al igual
que Jesús, tú has sido engendrado(a) por el Espíritu Santo de Dios.
Yo
publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines
de la tierra (Sal 2.7-8).
Todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn
5.1a).
siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Sin duda, tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una semilla que se pueda corromper
sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y
permanece para siempre.
Y esto mi amado(a) se llama
¡Redención Total!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Así que, celebra esta Navidad
creyendo que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que
perderte a ti.
MIREN
CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de
Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la
mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn
3.1 BAD).
Celebra esta Navidad sabiendo
que eres total y genuinamente un(a) Hijo(a) Amado(a) de Dios.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día tan especial en el que vamos a recordar la noche en que Tu Hijo Jesús vino
al mundo para cumplir Tu Palabra, no puedo menos que agradecerte y decirte
cuánto te amo. Señor Jesús, no encuentro palabras suficientes para declararte
mi amor y gratitud. Por lo que hiciste por mí en esa cruz fui hecho justo(a); al
vencer a la muerte y resucitar de entre los muertos me abriste el camino a la
Vida Eterna. Espíritu Santo, al darme Tú la fe para creer en la Palabra de
Dios, para creer en Jesús como mi Señor y Salvador, me hiciste Nacer de Nuevo
dotándome de la Vida Eterna que Él pagó a precio de Su Sangre. Ahora, por la Sangre
del Nuevo Pacto, soy Nueva Creatura, las cosas viejas pasaron y he aquí que
toda mi vida es hecha nueva. ¡Gracias Padre! ¡Gracias Jesús! ¡Gracias Espíritu
Santo! Ahora comprendo más el por qué en todas las cosas soy más que
vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo Jesús, el cual me amó y se entregó a
sí mismo por mí. Sé que soy Tuyo(a), Padre, y que los he vencido (al mundo y
sus deseos engañosos), pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y
conmigo, que el que está en el mundo. Sé que soy un(a) Hijo(a) del Rey por lo
que Jesús hizo por Amor a mí. Por esto, esta Noche Buena, creo y acepto Tu
sacrificio de Amor, Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota como el
precio de mi redención total. Gracias mi Señor, Jesús. Declaro que ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
24 Luc
1.57-80 / Ez 35-36
/ Isa 59
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
24 Luc
1.57-80 / Ez 35-36
/ Isa 59
San
Lucas 1.57-80
Nacimiento de Juan el Bautista
57Cuando a Elisabet se le cumplió
el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. 58Y cuando
oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su
misericordia, se regocijaron con ella. 59Aconteció que al octavo
día vinieron para circuncidar al niño;k y le llamaban
con el nombre de su padre, Zacarías; 60pero respondiendo su madre,
dijo: No; se llamará Juan. 61Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en
tu parentela que se llame con ese nombre. 62Entonces preguntaron
por señas a su padre, cómo le quería llamar. 63Y pidiendo una
tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron.
64Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo
a Dios. 65Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las
montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. 66Y todos los
que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este
niño? Y la mano del Señor estaba con él.
Profecía de Zacarías
67Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y
profetizó, diciendo:
68 Bendito el
Señor Dios de Israel,
Que ha visitado y redimido a su pueblo,
69 Y nos
levantó un poderoso Salvador
En la casa de David su siervo,
70 Como habló
por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
71 Salvación
de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
72 Para hacer
misericordia con nuestros padres,
Y acordarse de su santo pacto;
73 Del juramento
que hizo a Abraham nuestro padre,
Que nos había de conceder
74 Que,
librados de nuestros enemigos,
Sin temor le serviríamos
75 En santidad
y en justicia delante de él, todos nuestros días.
76 Y tú, niño,
profeta del Altísimo serás llamado;
Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus
caminos;l
77 Para dar
conocimiento de salvación a su pueblo,
Para perdón de sus pecados,
78 Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
Con que nos visitó desde lo alto la aurora,
79 Para dar
luz a los que habitan en tinieblasm y en sombra de muerte;
Para encaminar nuestros pies por camino de paz.
80Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo
en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.[1]
Ezequiel
35-36
Profecía contra el Monte Seir
35
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte de Seir,a
y profetiza contra él, 3y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: He
aquí yo estoy contra ti, oh monte de Seir, y extenderé mi mano contra ti, y te
convertiré en desierto y en soledad. 4A tus ciudades asolaré, y tú
serás asolado; y sabrás que yo soy Jehová. 5Por cuanto tuviste enemistad
perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo
de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo, 6por tanto,
vivo yo, dice Jehová el Señor, que a sangre te destinaré, y sangre te
perseguirá; y porque la sangre no aborreciste, sangre te perseguirá. 7Y
convertiré al monte de Seir en desierto y en soledad, y cortaré de él al que
vaya y al que venga. 8Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus
collados, en tus valles y en todos tus arroyos, caerán muertos a espada.
9Yo te pondré en asolamiento perpetuo, y tus ciudades nunca más se
restaurarán; y sabréis que yo soy Jehová.
10Por cuanto dijiste: Las dos
naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; estando allí
Jehová; 11por tanto, vivo yo, dice Jehová el Señor, yo haré
conforme a tu ira, y conforme a tu celo con que procediste, a causa de tus
enemistades con ellos; y seré conocido en ellos, cuando te juzgue. 12Y
sabrás que yo Jehová he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes
de Israel, diciendo: Destruidos son, nos han sido dados para que los
devoremos. 13Y os engrandecisteis contra mí con vuestra boca, y
multiplicasteis contra mí vuestras palabras. Yo lo oí. 14Así ha
dicho Jehová el Señor: Para que toda la tierra se regocije, yo te haré una
desolación. 15Como te alegraste sobre la heredad de la casa de
Israel, porque fue asolada, así te haré a ti; asolado será el monte de Seir, y
todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy Jehová.
Restauración futura de Israel
36
1Tú, hijo de hombre, profetiza a
los montes de Israel, y di: Montes de Israel, oíd palabra de Jehová. 2Así
ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! también
las alturas eternas nos han sido dadas por heredad; 3profetiza,
por tanto, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto os asolaron y os
tragaron de todas partes, para que fueseis heredad de las otras naciones, y se
os ha hecho caer en boca de habladores y ser el oprobio de los pueblos, 4por
tanto, montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor: Así ha dicho Jehová el
Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles, a las ruinas
y asolamientos y a las ciudades desamparadas, que fueron puestas por botín y
escarnio de las otras naciones alrededor; 5por eso, así ha dicho
Jehová el Señor: He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las demás
naciones, y contra todo Edom, que se disputaron mi tierra por heredad con
alegría, de todo corazón y con enconamiento de ánimo, para que sus expulsados
fuesen presa suya. 6Por tanto, profetiza sobre la tierra de
Israel, y di a los montes y a los collados, y a los arroyos y a los valles: Así
ha dicho Jehová el Señor: He aquí, en mi celo y en mi furor he hablado, por
cuanto habéis llevado el oprobio de las naciones. 7Por lo cual así
ha dicho Jehová el Señor: Yo he alzado mi mano, he jurado que las naciones que
están a vuestro alrededor han de llevar su afrenta.
8Mas vosotros, oh montes de Israel,
daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque
cerca están para venir. 9Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y
a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados. 10Y haré
multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las
ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. 11Multiplicaré
sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré
morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros
principios; y sabréis que yo soy Jehová. 12Y haré andar hombres
sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por
heredad, y nunca más les matarás los hijos. 13Así ha dicho Jehová
el Señor: Por cuanto dicen de vosotros: Comedora de hombres, y matadora de los
hijos de tu nación has sido; 14por tanto, no devorarás más
hombres, y nunca más matarás a los hijos de tu nación, dice Jehová el Señor.
15Y nunca más te haré oír injuria de naciones, ni más llevarás denuestos
de pueblos, ni harás más morir a los hijos de tu nación, dice Jehová el Señor.
16Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 17Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en
su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de
menstruosa fue su camino delante de mí. 18Y derramé mi ira sobre
ellos por la sangre que derramaron sobre la tierra; porque con sus ídolos la
contaminaron. 19Les esparcí por las naciones, y fueron dispersados
por las tierras; conforme a sus caminos y conforme a sus obras les juzgué.
20Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo
nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él
han salido. 21Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre
profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.
22Por tanto, di a la casa de
Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de
Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre
las naciones adonde habéis llegado. 23Y santificaré mi grande
nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de
ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando
sea santificado en vosotros delante de sus ojos. 24Y yo os tomaré
de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro
país. 25Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados
de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. 28Habitaréis en la
tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a
vosotros por Dios.a 29Y os guardaré de todas
vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré
hambre. 30Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el
fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las
naciones. 31Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de
vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por
vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. 32No lo hago por
vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de
confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.
33Así ha dicho Jehová el Señor: El
día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean
habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. 34Y la
tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de
todos los que pasaron. 35Y dirán: Esta tierra que era asolada ha
venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y
asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. 36Y las
naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que
estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo
haré.
37Así ha dicho Jehová el Señor: Aún
seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto; multiplicaré los
hombres como se multiplican los rebaños. 38Como las ovejas
consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus fiestas solemnes, así las
ciudades desiertas serán llenas de rebaños de hombres; y sabrán que yo soy
Jehová.[2]
Isaías 59
Confesión del pecado de Israel
59
1He aquí que no se ha acortado la
mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; 2pero
vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír. 3Porque
vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad;
vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. 4No
hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad; confían en
vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y dan a luz iniquidad. 5Incuban
huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus huevos,
morirá; y si los apretaren, saldrán víboras. 6Sus telas no
servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de
iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos. 7Sus pies corren al
mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos,
pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos.
8No conocieron camino de paz,a ni hay justicia
en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no
conocerá paz.
9Por esto se alejó de nosotros la
justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas;
resplandores, y andamos en oscuridad. 10Palpamos la pared como
ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche;
estamos en lugares oscuros como muertos. 11Gruñimos como osos
todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos justicia, y no
la hay; salvación, y se alejó de nosotros. 12Porque nuestras
rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado
contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos
nuestros pecados: 13el prevaricar y mentir contra Jehová, y el
apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y
proferir de corazón palabras de mentira. 14Y el derecho se retiró,
y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad
no pudo venir. 15Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del
mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos, porque
pereció el derecho. 16Y vio que no había hombre, y se maravilló
que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma
justicia.b
17Pues de justicia se vistió como de una coraza,c con
yelmo de salvación en su cabeza;d tomó ropas de venganza por
vestidura, y se cubrió de celo como de manto, 18como para
vindicación, como para retribuir con ira a sus enemigos, y dar el pago a sus
adversarios; el pago dará a los de la costa. 19Y temerán desde el
occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque
vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra
él. 20Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la
iniquidad en Jacob,e dice Jehová.
21Y este será mi pacto con ellos,
dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu
boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los
hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.[3]
k k 1.59: Lv. 12.3.
l l 1.76: Mal. 3.1.
m m 1.79: Is. 9.2.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
1.56-80
a a 35.1–15: Is. 34.5–17; 63.1–6; Jer.
49.7–22; Ez. 25.12–14; Am. 1.11–12; Abd. 1–14; Mal. 1.2–5.
a a 36.26–28: Ez. 11.19–20.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
34.31-36.38
a a 59.7–8: Ro. 3.15–17.
b b 59.16: Is. 63.5.
c
c 59.17: Ef. 6.14.
d d 59.17: Ef. 6.17; 1 Ts. 5.8.
e e 59.20: Ro. 11.26.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
58.14-59.21
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?