¡Cómo discernir entre la Verdad y la mentira!
¡Para que conozcas bien la
Verdad!
Por Riqui Ricón*
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las
cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo
enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros
de la palabra (Luc 1.1-2).
La Biblia, la Palabra de Dios,
es la Verdad y te presenta las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas. La
Biblia es la lámpara que alumbra el camino que se abre ante tus pies.
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.105).
La Palabra de Dios tiene la
virtud de producir fe en el creyente y ha sido escrita para tu beneficio y
bendición. Ha sido escrita para que, creyendo, conozcas que Dios no miente, que
TODO lo que Él ha dicho lo va hacer y TODO lo que Él ha hablado lo va a
ejecutar.
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de
Cristo (Ro 10.17 NVI).
Por esto, es asunto de suma seguridad
para tu vida que cada día te fortalezcas con Su Palabra, pues cada situación
adversa que enfrentes el día de hoy intentará sembrar una mentira en tu corazón.
Mentiras como: ahora si está muy difícil; no vas a poder; siempre es lo mismo y
nunca va a cambiar; eres un(a) fracasado(a) e irresponsable; es incurable; es
imposible, etc., etc., etc.
Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
Sólo necesitas recordar que antes
de desobedecer, Adán y Eva, dudaron de la Palabra de Dios para creer las
mentiras que Satanás, la serpiente antigua, les dijo.
No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de
él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal (Gen 3.4-5).
Desde ese
día hasta este momento, en el que te encuentras leyendo esto, el dilema en la
mente humana sigue siendo el mismo:
-este bicho rastrero dice una cosa y mi Dios y
creador dice otra muy diferente.
-¿cuál de los dos dirá la Verdad?
-¿a quién de los dos le voy a creer?
¿Y de quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te
has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No he guardado silencio desde
tiempos antiguos, y nunca me has temido? (Isa 57.11).
El sistema
de este mundo (el cual Satanás robó al hombre y diseñó para su beneficio), se
basa en el engaño y la mentira que, cuando los crees, producen miedo y ansiedad.
Su propósito es robar tu fe, ya que con ella, con la fe, le puedes creer a
Dios, y conocerás la Verdad y la Verdad te hace libre.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
El ladrón,
Satanás, no viene sino a matar, hurtar y destruir, pero Jesús ha venido a tu
vida para darte la Vida Plena y Abundante de los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo:
Esto es, la Vida Eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, Jesús, antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Hoy, faltando pocos días para
que celebres la Navidad, es muy buen momento para reflexionar que, a pesar de
cómo hayas vivido tu vida, el Amor que Dios siente por ti es lo que te permite
creer y confiar para recibir todas las buenas promesas que Él te ha hecho en Su
Palabra.
He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré
consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de labios: Paz,
paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré (Isa 57.18-19).
Dios es bueno y fiel a Su
Palabra. Él te ama tanto que por medio del sacrificio de Jesús pagó todas tus
deudas y por Su resurrección te dotó de esa Nueva Naturaleza por la cual hoy te
puede llamar Hijo(a) Suyo(a).
MIREN
CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de
Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la
mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Amado(a), convéncete a ti
mismo(a) que el mundo y su sistema basado en el miedo, la angustia y la
condenación siempre lucharán contra ti tratando de someterte a sus mentiras.
Esto es así puesto que tú, al igual que Jesús, no eres de este mundo y ahora
conoces la Verdad.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo
soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn 17.14-17).
Si le puedes
creer a Dios, pues al que le cree a Dios TODO le es posible.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
día quiero manifestarte lo agradecido(a) que estoy por haberme dado Tu Palabra,
la Biblia, como lámpara a mis pies y luz en mi camino. Gracias porque es Tu Palabra
de Honor y puedo confiar plenamente en Ti. Señor Jesús, por lo que hiciste por
mí, ahora soy un(a) Hijo(a) del Padre, tal como Tú lo eres. Con Tu muerte en la
cruz y Tu Sangre preciosa, derramada hasta la última gota, por Amor a mí,
pagaste todos mis pecados otorgándome la justificación; con Tu resurrección me
has dado una Nueva Naturaleza: Tu Naturaleza, la de Hijo(a) de Dios y tengo la
victoria sobre la muerte, pues la paga del pecado es muerte, ¡mas el regalo del
Padre eres Tú, Jesucristo, la Vida Eterna! En Cristo Jesús, yo _____________
(tu nombre aquí), soy justo(a), soy santo(a) y soy eterno(a). Por lo tanto,
amado Señor Jesús, no voy a temer sino a creer. Yo soy quien Tú dices en Tu
Palabra, la Biblia, que soy: en TODAS las cosas soy más que vencedor(a), pues
TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y he vencido, pues mayor es el Espíritu Santo, que está en mí y
conmigo, que el que está en el mundo! Por Tu Palabra, ¡soy sano(a)! ¡Soy libre!
¡Soy próspero(a)! Y voy a vivir lo que resta de este año y de mi vida, que es
eterna, en el amor, el gozo y la paz que sólo yo puedo tener, pues sé, sin
lugar a dudas, que soy Hijo(a) del Rey. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
22 Luc
1.1-25 / Ez 33
/ Isa 57
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
22 Luc
1.1-25 / Ez 33
/ Isa 57
San
Lucas 1.1-25
Dedicatoria a Teófilo
1
1Puesto que ya muchos han tratado
de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido
ciertísimas, 2tal como nos lo enseñaron los que desde el principio
lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, 3me ha parecido
también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde
su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 4para
que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Anuncio del nacimiento de Juan
5Hubo en los días de Herodes, rey
de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías;a
su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. 6Ambos
eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos
y ordenanzas del Señor. 7Pero no tenían hijo, porque Elisabet era
estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. 8Aconteció que
ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,
9conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el
incienso, entrando en el santuario del Señor. 10Y toda la multitud
del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. 11Y se le
apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.
12Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. 13Pero
el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu
mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. 14Y
tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; 15porque
será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra,b y será
lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16Y
hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
17E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer
volver los corazones de los padres a los hijos,c y de los
rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien
dispuesto. 18Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque
yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. 19Respondiendo el
ángel, le dijo: Yo soy Gabriel,d que estoy delante de Dios; y
he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. 20Y ahora
quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto
no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. 21Y
el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en
el santuario. 22Pero cuando salió, no les podía hablar; y
comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por señas,
y permaneció mudo. 23Y cumplidos los días de su ministerio, se fue
a su casa.
24Después de aquellos días concibió
su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: 25Así
ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre
los hombres.[1]
Ezequiel
33
El deber del atalaya
(Ez. 3.16–21)
33
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y
diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra
tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por atalaya, 3y él
viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta y avisare al pueblo,
4cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y
viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza. 5El
sonido de la trompeta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él; mas el
que se apercibiere librará su vida. 6Pero si el atalaya viere
venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y
viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su
pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya.
7A ti, pues, hijo de hombre, te he
puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los
amonestarás de mi parte. 8Cuando yo dijere al impío: Impío, de
cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el
impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. 9Y
si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se
apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.
El camino de Dios es justo
(Ez. 18.21–32)
10Tú, pues, hijo de hombre, di a la
casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y
nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos;
¿cómo, pues, viviremos? 11Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor,
que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y
que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh
casa de Israel? 12Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu
pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la
impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y
el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare. 13Cuando
yo dijere al justo: De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere
iniquidad, todas sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su
iniquidad que hizo. 14Y cuando yo dijere al impío: De cierto
morirás; si él se convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la
justicia, 15si el impío restituyere la prenda, devolviere lo que
hubiere robado, y caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad,
vivirá ciertamente y no morirá. 16No se le recordará ninguno de
sus pecados que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá
ciertamente.
17Luego dirán los hijos de tu
pueblo: No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es
recto. 18Cuando el justo se apartare de su justicia, e hiciere
iniquidad, morirá por ello. 19Y cuando el impío se apartare de su
impiedad, e hiciere según el derecho y la justicia, vivirá por ello. 20Y
dijisteis: No es recto el camino del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de Israel, a
cada uno conforme a sus caminos.
Nuevas de la caída de Jerusalén
21Aconteció en el año duodécimo de
nuestro cautiverio, en el mes décimo, a los cinco días del mes, que vino a mí
un fugitivo de Jerusalén, diciendo: La ciudad ha sido conquistada.a
22Y la mano de Jehová había sido sobre mí la tarde antes de llegar el fugitivo,
y había abierto mi boca, hasta que vino a mí por la mañana; y abrió mi boca, y
ya no más estuve callado.
23Y vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 24Hijo de hombre, los que habitan aquellos lugares
asolados en la tierra de Israel hablan diciendo: Abraham era uno, y poseyó la
tierra; pues nosotros somos muchos; a nosotros nos es dada la tierra en
posesión. 25Por tanto, diles: Así ha dicho Jehová el Señor:
¿Comeréis con sangre, y a vuestros ídolos alzaréis vuestros ojos, y derramaréis
sangre, y poseeréis vosotros la tierra? 26Estuvisteis sobre
vuestras espadas, hicisteis abominación, y contaminasteis cada cual a la mujer
de su prójimo; ¿y habréis de poseer la tierra? 27Les dirás así:
Así ha dicho Jehová el Señor: Vivo yo, que los que están en aquellos lugares
asolados caerán a espada, y al que está sobre la faz del campo entregaré a las
fieras para que lo devoren; y los que están en las fortalezas y en las cuevas,
de pestilencia morirán. 28Y convertiré la tierra en desierto y en
soledad, y cesará la soberbia de su poderío; y los montes de Israel serán
asolados hasta que no haya quien pase. 29Y sabrán que yo soy
Jehová, cuando convierta la tierra en soledad y desierto, por todas las
abominaciones que han hecho.
30Y tú, hijo de hombre, los hijos
de tu pueblo se mofan de ti junto a las paredes y a las puertas de las casas, y
habla el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd
qué palabra viene de Jehová. 31Y vendrán a ti como viene el
pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las
pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda
en pos de su avaricia. 32Y he aquí que tú eres a ellos como cantor
de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las
pondrán por obra. 33Pero cuando ello viniere (y viene ya), sabrán
que hubo profeta entre ellos.[2]
Isaías 57
Condenación de la idolatría de Israel
57
1Perece el justo, y no hay quien
piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante
de la aflicción es quitado el justo. 2Entrará en la paz;
descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios. 3Mas
vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, generación del adúltero y de la
fornicaria. 4¿De quién os habéis burlado? ¿Contra quién
ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? ¿No sois vosotros hijos
rebeldes, generación mentirosa, 5que os enfervorizáis con los
ídolos debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles,
debajo de los peñascos? 6En las piedras lisas del valle está tu
parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste
presente. ¿No habré de castigar estas cosas? 7Sobre el monte alto
y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer sacrificio. 8Y
tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo; porque a otro, y no a mí, te
descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto;
amaste su cama dondequiera que la veías. 9Y fuiste al rey con
ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos, y te
abatiste hasta la profundidad del Seol. 10En la multitud de tus
caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste nuevo vigor en
tu mano, por tanto, no te desalentaste.
11¿Y de quién te asustaste y
temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al
pensamiento? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has
temido? 12Yo publicaré tu justicia y tus obras, que no te
aprovecharán.
13Cuando clames, que te libren tus
ídolos; pero a todos ellos llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el
que en mí confía tendrá la tierra por heredad, y poseerá mi santo monte.
14Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del
camino de mi pueblo. 15Porque así dijo el Alto y Sublime, el que
habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la
santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el
espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
16Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues
decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado. 17Por
la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné;
y él siguió rebelde por el camino de su corazón. 18He visto sus
caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus
enlutados; 19produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos
y al cercano,a dijo Jehová; y lo sanaré. 20Pero
los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus
aguas arrojan cieno y lodo. 21No hay paz, dijo mi Dios, para los
impíos.b[3]
a a 1.5: 1 Cr. 24.10.
b b 1.15: Nm. 6.3.
c c 1.17: Mal. 4.5–6.
d d 1.19: Dn. 8.16; 9.21.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Mr
16.20-Lc 1.25
a a 33.21: 2 R. 25.3–10; Jer. 39.2–8; 52.4–14.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
32.32-33.33
a a 57.19: Ef. 2.13.
b b 57.21: Is. 48.22.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
56.12-57.21
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?