¡Cómo activar el Poder del Altísimo a tu favor!
¡Se cumplirá todo lo que se te
ha dicho departe de Dios!
Por Riqui Ricón*
¡Bendita tú por haber creído lo que te fue dicho de parte del Señor, y
porque lo que él te anunció, se cumplirá!
(Luc 1.45
CST).
¿Sabías que hay una cosa que
nuestro Dios y Padre, el Todopoderoso, no puede hacer? Así es, lo único que Él
no puede hacer es mentir. Su Palabra (que son todas las Palabras que salen de
Su boca), es la Palabra de Dios y una vez que ésta ha sido hablada, tiene todo
el poder y la autoridad de Dios para hacerse cumplir a sí misma. Si Dios dijera
que el cielo es rojo, entonces éste cambiaría su color azul por rojo. ¡Así de
simple!
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Dice la escritura que, En el
principio creó Dios los cielos y la tierra (Gen 1.1). Pero, ¿cómo los creó? Los creó en el momento
preciso que Él dijo, sea la luz, eso exactamente fue
lo que sucedió: ¡La luz fue hecha por la Palabra de Dios!
Así que, todo lo que existe,
todo lo que es, lo visible y lo invisible, ha sido constituido por la Palabra
de Dios.
Ahora bien, Por lo demás, hermanos
míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).
Como te puedes dar cuenta, el
poder de la fuerza de Dios no está en sus músculos, ni en sus relámpagos y
truenos, ni en sus ángeles sino en Su Palabra. Lo único que Él necesita hacer
para que sucedan las cosas es hablar Su Palabra. ¡Lo que Él dice, eso mismo
sucede! Al fin y al cabo, Él es Dios.
Es por todo esto que:
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también
yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste:
Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al
oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que
ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat
8.8-10).
Este
centurión conocía el secreto de la fe que es el principio de autoridad supremo:
¡Todo poder y autoridad radica en la Palabra de Dios!
No sin razón el Mensaje que
predicamos se llama Evangelio, ¡Buenas Noticias! Ahora eres bienaventurado(a),
mil veces feliz, puesto que has creído, se cumplirá todo lo que el Señor te ha
dicho en Su Palabra, la Biblia.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Ante los asombrosos sucesos
que se abrían delante de sus pies, la virgen María, cuando se le explicó porque era ella muy favorecida y
que, a pesar de su situación, nada hay imposible para Dios, ella sólo contestó: He aquí la sierva del
Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra (Luc 1.38).
Pon atención
a que no respondió, hágase conmigo conforme a Tu Voluntad sino conforme a Tu
Palabra.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con
su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado
Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha
concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban
estéril; porque nada hay imposible para Dios (Lc 1.34-37).
Como ya vimos, el poder del
Altísimo es su propia Palabra. Por eso María pudo afirmar con fe, hágase
conmigo conforme a Tu Palabra. ¡Estaba en juego el Honor de Dios! ¡Había sido
activado el Poder del Altísimo!
¿Podrías afirmar tú lo mismo?
¿Podrías con toda tu fe decirle a Dios que deseas que antes de que termine este
año se haga contigo conforme a Su Palabra? ¿Estarías dispuesto(a) a terminar
este año creyendo que todo lo puedes en Cristo que te fortalece y que en todas
las cosas, absolutamente en todas, saldrás más que vencedor(a) por medio de
Aquel que te amó, Cristo Jesús? ¿Podrías dejar que el poder del Altísimo te
cubra con su sombra hoy?
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
¡El
Evangelio de Jesucristo no te promete una vida sin problemas pero sí una vida
victoriosa!
Cuando sabes que sabes, que la
Biblia es la Verdad, pues es Palabra de Dios, y sabes que sabes, que TODO lo
que Dios dijo, Él lo va hacer, lo que Él hablo, lo va a ejecutar, entonces,
aunque estés en medio de la más grande aflicción, puedes confiar en Él, puedes
confiar en Su Palabra, Y
la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y
vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4.7).
Así que, en Verdad existe un
camino para llegar a ser dichosa(o) y éste es: confiar en Dios. ¡Créele a Dios,
creyendo Su Palabra!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Recuerda que Él te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, y ahora, por lo
que Jesús hizo por ti, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, ¡nacido(a)
del Amor de Dios!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Tú eres lo
más valioso que Dios tiene en este mundo: ¡Su propio(a) Hijo(a)! Así que, Él no
te ha dejado ni te dejará jamás.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es saberse tan amado(a) por Ti. Que sublime sensación es saber que has
establecido en Tu Palabra, eterna, perfecta e infalible, que aunque yo ande en
valle de sombra y de muerte no voy a temer, pues sé que Tú estás conmigo; que
aunque las aflicciones vengan sobre mí, sé que de TODAS ellas voy a salir más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Escrito está! ¡Tú
no mientes ni Te arrepientes! ¡Lo has dicho y lo vas hacer! ¡Lo has hablado y
lo vas a ejecutar! ¡Gracias, precioso Dios! Y a Ti, amado Señor Jesús, quiero
decirte que te amo con todo mi ser, con todas mis fuerzas y con todo mi
corazón. Por lo que hiciste por mí en la cruz, al morir pagando todos mis
pecados y al vencer a la muerte, resucitando de entre los muertos, me has dado
la Vida Eterna y me haz hecho nacer de Nuevo como un(a) legítimo(a) y
auténtico(a) Hijo(a) de Dios. ¡Ahora tengo identidad, ahora sé perfectamente
quién yo soy! Por lo tanto, no voy a temer más. Me determino a ser dichoso(a)
haciendo de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi existencia; la pondré
en mi boca, mente y corazón; voy a leerla y meditarla de día y de noche para
guardarla y hacer conforme a todo lo que Tú, precioso Dios, dices en ella;
porque sé que entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. ¡Espíritu
Santo ayúdame a hacerlo así! Creo y declaro conforme a Tu Palabra que yo,
___________ (tu nombre aquí), ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy
dichoso! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
23 Luc 1.26-56
/ Ez 34
/ Isa 58
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
23 Luc 1.26-56
/ Ez 34
/ Isa 58
San
Lucas 1.26-56
Anuncio del nacimiento de Jesús
26Al sexto mes el ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27a una
virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el
nombre de la virgen era María.e 28Y entrando el
ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo;
bendita tú entre las mujeres. 29Mas ella, cuando le vio, se turbó
por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30Entonces
el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
31Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás
su nombre JESÚS.f 32Este será grande, y será
llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá
fin.g
34Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
35Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo
Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36Y he aquí tu parienta
Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes
para ella, la que llamaban estéril; 37porque nada hay imposible
para Dios.h 38Entonces María dijo: He aquí
la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de
su presencia.
María visita a Elisabet
39En aquellos días, levantándose
María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40y entró
en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 41Y aconteció que cuando
oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y
Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42y exclamó a gran voz, y
dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43¿Por
qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? 44Porque
tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre. 45Y bienaventurada la que creyó, porque se
cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.
46Entonces María dijo:i
Engrandece mi alma al Señor;
47 Y mi
espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
48 Porque ha
mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las
generaciones.
49 Porque me
ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
50 Y su
misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
51 Hizo
proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de
los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes.
53 A los
hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a
Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
55 De la cual
habló a nuestros padres,
Para con Abrahamj y su descendencia para
siempre.
56Y
se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.[1]
Ezequiel
34
Profecía contra los pastores de Israel
34
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de
Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de
los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los
pastores a los rebaños? 3Coméis la grosura, y os vestís de la
lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. 4No
fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la
perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida,
sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. 5Y
andan errantes por falta de pastor,a y son presa de
todas las fieras del campo, y se han dispersado. 6Anduvieron
perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la
faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni
quien preguntase por ellas.
7Por tanto, pastores, oíd palabra
de Jehová: 8Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi
rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las
fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los
pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; 9por
tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. 10Así ha dicho Jehová
el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su
mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán
más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más
por comida.
11Porque así ha dicho Jehová el
Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. 12Como
reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas,
así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron
esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. 13Y yo las sacaré
de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y
las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares
habitados del país. 14En buenos pastos las apacentaré, y en los
altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en
pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. 15Yo
apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. 16Yo
buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la
perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte
destruiré; las apacentaré con justicia.
17Mas en cuanto a vosotras, ovejas
mías, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre
carneros y machos cabríos. 18¿Os es poco que comáis los buenos
pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos
queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con vuestros pies las
que quedan? 19Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y
beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado.
20Por tanto, así les dice Jehová el
Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca,
21por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis
con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las
dispersasteis. 22Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para
rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. 23Y levantaré sobre ellas a
un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les
será por pastor.b 24Yo Jehová les seré por Dios, y
mi siervo David príncipe en medio de ellos.c Yo Jehová he
hablado.
25Y estableceré con ellos pacto de
paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con
seguridad, y dormirán en los bosques. 26Y daré bendición a ellas y
a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo;
lluvias de bendición serán. 27Y el árbol del campo dará su fruto,
y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán
que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de
los que se sirven de ellos. 28No serán más por despojo de las
naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán; sino que habitarán con
seguridad, y no habrá quien las espante. 29Y levantaré para ellos
una planta de renombre, y no serán ya más consumidos de hambre en la tierra, ni
ya más serán avergonzados por las naciones. 30Y sabrán que yo
Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice
Jehová el Señor. 31Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto,
hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor.[2]
Isaías 58
El verdadero ayuno
58
1Clama a voz en cuello, no te detengas;
alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de
Jacob su pecado. 2Que me buscan cada día, y quieren saber mis
caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley
de su Dios; me piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. 3¿Por
qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te
diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro
propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4He aquí
que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no
ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. 5¿Es
tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que incline su
cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y
día agradable a Jehová?
6¿No es más bien el ayuno que yo
escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y
dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7¿No
es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en
casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?
8Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver
pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu
retaguardia.
9Entonces invocarás, y te oirá
Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo,
el dedo amenazador, y el hablar vanidad; 10y si dieres tu pan al hambriento,
y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad
será como el mediodía. 11Jehová te pastoreará siempre, y en las
sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de
riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12Y
los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y
generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de
calzadas para habitar.
La observancia del día de reposo
13Si retrajeres del día de reposo* tu
pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo,
glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni
buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, 14entonces
te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y
te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha
hablado.[3]
e e 1.27: Mt. 1.18.
f f 1.31: Mt. 1.21.
g g 1.32–33: Is. 9.7.
h h 1.37: Gn. 18.14.
i i 1.46–55: 1 S. 2.1–10.
j j 1.55: Gn. 17.7.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
1.25-56
a a 34.5: Mt. 9.36; Mr. 6.34.
b b 34.23: Ap. 7.17.
c c 34.24: Ez. 37.24.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
33.33-34.31
* Aquí
equivale a sábado.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
57.21-58.14
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