¡Cómo pelear la Buena Batalla!
¡No te dejes engañar!
Por Riqui Ricón*
No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque
el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Ga
6.7-8).
Antes de
comenzar esta reflexión, y para que no haya malos entendidos, es necesario
aclarar que, de acuerdo a las Escrituras, tú como creyente, como un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, estás facultado por Dios, tu Padre, para resistir SIEMPRE
las obras de la carne y desde luego, tienes el poder y la autoridad para no darle
lugar al pecado en tu vida. Veamos aquí cómo es esto.
Hay quienes piensan que la única
forma de vencer al pecado es resistiendo, con sus fuerzas, las obras de la
carne, pues de no hacerlo así significaría perder la salvación y, por
consiguiente, perder la nueva naturaleza que Dios nos obsequió con la muerte y
resurrección de Su Hijo Jesús.
Piensan que no es suficiente con
CREER que el precio que se pagó en esa cruz fue suficiente y completo; que no
es suficiente con CREER que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús YA nos
HA HECHO libres de la ley del pecado y de la muerte y que es necesario, a toda
costa, resistir con todas sus fuerzas al pecado y no darle lugar a la carne.
Aunque esta forma de pensar
parece la correcta y hasta teológicamente bien orientada, pensar así es,
precisamente lo opuesto a lo que se desea; pensar así es la forma más fácil
para darle lugar a la carne y darle un lugar permanente al pecado en tu vida.
El engaño estriba en luchar
contra la carne y contra el pecado con tus fuerzas y con tu voluntad y no con
tu fe [creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra]. ¡Desde luego que hay que
pelear! Pero no con tus fuerzas, ni con tus recursos.
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la
cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de
muchos testigos (1 Ti
6.12).
Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y de acuerdo a las Palabras de Jesucristo, tú no eres de
este mundo (Jn 17.14). Por lo tanto, existe una guerra continua y permanente de
parte del sistema de este mundo en contra tuya y la instrucción de Dios, tu
Padre, es que pelees con tu fe, esto es, creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento
a la obediencia a Cristo (2 Co 10.4-5).
Así que, no luches con tus
fuerzas, sino con tu fe. Permite que la lectura y meditación de la Biblia y la
oración fortalezcan tu fe y tu voluntad para así actuar y manifestar las obras
de justicia que Dios preparó de ante mano para que anduvieras en ellas (Efe
2.10).
Pero sin fe [sin
creerle a Dios, creyendo Su Palabra] es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Sólo
mediante la fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, podrás vencer y
manifestarte como un(a) Hijo(a) del Rey para agradar a tu Padre celestial.
Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro
1.16-17).
Esta es la
clave para la buena batalla de la fe: En el Evangelio, en las Buenas Nuevas de
Jesucristo, la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, creyendo Su
Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está escrito: Más el
justo por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, vivirá.
Pero el que duda sobre lo que
come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe,
es pecado (Ro 14.23).
La Escritura
es determinante en esto: Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo sólo pueden vivir
por fe.
Por lo
tanto, de acuerdo a la Biblia, cualquier cosa que hagas y que no la puedas respaldar
con la Palabra de Dios, es pecado ya que no puedes hacerla por fe.
El pecado y la carne tendrán
lugar en tu vida mientras sigas luchando en su contra en lugar de creer y
aceptar lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Creerle a Dios significa
creer y aceptar que Jesús ya venció al pecado y a la muerte y te hizo libre de
ello y por lo tanto, ni el pecado ni la muerte forman parte de tu NUEVA
NATURALEZA.
Desde luego afirmo que esto no se
trata, como algunos piensan, de una mal entendida supergracia o superfe que te
permita pecar y salir impune. ¡No! ¡Nada de eso!
¡Dios no puede ser burlado:
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará!
Se trata más bien de creer quién ahora
tú eres en cristo Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, Nacido(a)
del Espíritu y por lo tanto, se trata de creer que ahora ERES ESPÍRITU y no
carne.
Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua [de la Palabra de Dios] y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios. Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es (Jn 3.5-6).
Ahora estás
en Cristo y eres nueva creatura. Tu Nueva Naturaleza es totalmente diferente a
la que tenías antes de aceptar a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Satanás
tratará siempre de convencerte con sus mentiras para que creas que sigues
siendo el (la) mismo(a) pecador que antes eras. Pero eso sería contrario a lo
que la Biblia enseña.
Los que se dejan dominar por su naturaleza pecaminosa, solo piensan en
cómo complacer a su propia naturaleza; pero los que viven conforme al Espíritu
Santo, piensan en las cosas propias del Espíritu. Porque la intención del
Espíritu es vida y paz; en cambio, la intención de la naturaleza pecaminosa es
muerte, porque la intención de la naturaleza pecaminosa es rebeldía contra
Dios: nunca ha obedecido a la ley de Dios ni nunca podrá obedecerla. Por eso,
los que viven sometidos al dominio de su propia naturaleza pecaminosa jamás
podrán agradar a Dios. Pero vosotros no vivís conforme a esa naturaleza, sino
que estáis bajo el dominio del Espíritu, si es que verdaderamente el Espíritu
de Dios habita en vosotros (digo esto para recordaros que quien en su interior
no tenga el Espíritu de Cristo, no es de Cristo) (Ro 8.5-9 CST).
El hecho de que estés
leyendo este devocional es prueba más que suficiente que tú no eres carnal,
sino espiritual. La Verdad es que tú no estás conforme con los apetitos de la
carne sino que buscas y anhelas las manifestaciones del Espíritu cada día de tu
vida.
Los pecadores pecan, eso es lo
que saben hacer y les gusta hacer. Pero tú, por haber creído en Jesús, has Nacido
de Nuevo y no de una semilla corruptible sino de la incorruptible semilla que
es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.
Es la mismísima Palabra de Dios
la que te ha habilitado con la fe necesaria para resistir las obras de la carne
y establecer tu victoria sobre el pecado (la victoria que Cristo Jesús ganó
para ti). Como dice la escritura:
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en
Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas (Ef 2.8-10).
Así que, no te engañes a ti mismo(a),
Dios no puede ser burlado, CUALQUIERA que siembre para la carne, de la carne va
a cosechar corrupción. Sin embargo, CUALQUIERA que siembra para el Espíritu, en
fe, creyéndole a Dios y a Su Palabra, recibirá Vida Eterna y Vida abundante.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Los Hijos de Dios Nacidos de
Nuevo, cuando caemos nos levantamos, pues si pecamos, en lugar de alejarnos de
Dios, corremos hacia Él; NOS ARREPENTIMOS, confesamos nuestros pecados y fiel y
JUSTO es Él para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Jn
1.9).
Tú no eres un(a) pecador(a) salvo(a)
por gracia, eso sería un disparate; o eres salvo(a) o eres pecador(a). Como ya
dijimos, los pecadores pecan, eso es lo que saben y les gusta hacer.
No te dejes engañar, usa tu fe y decídete
a vivir creyendo que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que eres y,
entonces es seguro que estarás sembrando para el Espíritu.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas
gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has
declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor
Jesús, porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada
pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la
Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de
Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a
la pasada manera de vivir, yo me despoje del viejo(a) hombre(mujer), que está
viciado conforme a los deseos engañosos, y me renueve en el
espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer), creado
según Dios en la justicia y santidad de la Verdad. Así que, hoy vengo a Ti,
Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y
esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad;
ayúdame a creer que soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) creado en justicia y santidad de
la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a
manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho
libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu
Palabra que soy: Tu Hijo(o) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo
declaro, en todo problema, enfermedad o aflicción, soy más que vencedor(a) por
medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de
condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y
respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del
Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la
muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la
libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al
yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado,
Padre, resisto al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi
vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud,
prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
3 Gal 6 / Ez 2-3 / Sal 149
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre
3 Gal 6 / Ez 2-3 / Sal 149
Gálatas
6
6
1Hermanos, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado. 2Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid
así la ley de Cristo. 3Porque el que se cree ser algo, no siendo
nada, a sí mismo se engaña. 4Así que, cada uno someta a prueba su
propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y
no en otro; 5porque cada uno llevará su propia carga.
6El que es enseñado en la palabra,
haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.
7No os engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8Porque
el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra
para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9No nos
cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
10Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe.
Pablo se gloría en la cruz de Cristo
11Mirad con cuán grandes letras os
escribo de mi propia mano. 12Todos los que quieren agradar en la
carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, solamente para no padecer
persecución a causa de la cruz de Cristo. 13Porque ni aun los
mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os
circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne. 14Pero lejos esté
de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el
mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 15Porque en Cristo
Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva
creación. 16Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y
misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.
17De aquí en adelante nadie me
cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
Bendición final
18Hermanos, la gracia de nuestro
Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. [1]
Ezequiel
2-3
Llamamiento de Ezequiel
2
1Me dijo: Hijo de hombre, ponte
sobre tus pies, y hablaré contigo. 2Y luego que me habló, entró el
Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba. 3Y
me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes
que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta
este mismo día. 4Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de
empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor. 5Acaso
ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre
conocerán que hubo profeta entre ellos. 6Y tú, hijo de hombre, no
les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y
espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas
delante de ellos, porque son casa rebelde. 7Les hablarás, pues,
mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. 8Mas
tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa
rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.
9Y miré, y he aquí una mano
extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro. 10Y lo
extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás;a
y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.
3
1Me dijo: Hijo de hombre, come lo que
hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. 2Y abrí
mi boca, y me hizo comer aquel rollo. 3Y me dijo: Hijo de hombre,
alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo
comí, y fue en mi boca dulce como miel.a
4Luego me dijo: Hijo de hombre, ve
y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. 5Porque
no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa
de Israel. 6No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua
difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te
oyeran. 7Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me
quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de
corazón. 8He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros
de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. 9Como diamante,
más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo
delante de ellos, porque son casa rebelde. 10Y me dijo: Hijo de
hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus
oídos. 11Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y
háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.
12Y me levantó el Espíritu, y oí
detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de
Jehová desde su lugar. 13Oí también el sonido de las alas de los
seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas
delante de ellos, y sonido de gran estruendo. 14Me levantó, pues,
el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu,
pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí. 15Y vine a los
cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos
estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.
El atalaya de Israel
(Ez. 33.1–9)
16Y aconteció que al cabo de los
siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 17Hijo de
hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra
de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 18Cuando yo dijere al
impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el
impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su
maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19Pero si tú
amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino,
él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. 20Si el
justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante
de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus
justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu
mano. 21Pero si al justo amonestares para que no peque, y no
pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.
El profeta mudo
22Vino allí la mano de Jehová sobre
mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo. 23Y
me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como
la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro.
24Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me
habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa. 25Y tú,
oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te
ligarán, y no saldrás entre ellos. 26Y haré que se pegue tu lengua
a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son
casa rebelde. 27Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca,
y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera
oír, no oiga; porque casa rebelde son.[2]
SALMO 149
Exhortación a Israel, para que alabe a Jehová
Aleluya.
1 Cantad a
Jehová cántico nuevo;
Su alabanza sea en la congregación
de los santos.
2 Alégrese
Israel en su Hacedor;
Los hijos de Sion se gocen en
su Rey.
3 Alaben su
nombre con danza;
Con pandero y arpa a él
canten.
4 Porque
Jehová tiene contentamiento en su pueblo;
Hermoseará a los humildes con
la salvación.
5 Regocíjense
los santos por su gloria,
Y canten aun sobre sus camas.
6 Exalten a
Dios con sus gargantas,
Y espadas de dos filos en sus
manos,
7 Para
ejecutar venganza entre las naciones,
Y castigo entre los pueblos;
8 Para
aprisionar a sus reyes con grillos,
Y a sus nobles con cadenas de
hierro;
9 Para
ejecutar en ellos el juicio decretado;
Gloria será esto para todos
sus santos.
Aleluya.[3]
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl
5.26-6.18
a a 2.9–10: Ap. 5.1.
a a 3.1–3: Ap. 10.9–10.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ez
1.28-3.27
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
148.14-149.9
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