01 de Marzo
¡Cómo vencer al miedo!
¡Sólo con La Palabra!
Por Riqui Ricón*
Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande
bonanza (Mat 8.25-26).
Este
episodio sucedió apenas uno o dos días después que los discípulos fueran
instruidos por Jesús con sus asombrosas enseñanzas en el sermón del monte.
Además, apenas unas cuantas horas antes de la tempestad descrita, ellos habían
sido testigos de grandes milagros. De la misma forma, es casi seguro que tú te
encuentres enfrentando poderosas tormentas tan sólo instantes después de haber
experimentado el Amor y la fidelidad de Dios.
Es casi
seguro que después de que hayas experimentado un gran milagro o la hermosa
respuesta de tu Padre celestial a tus oraciones, se desate sobre tu vida la
furia del infierno.
Amados hermanos, no os
sorprenda que la oposición contra vosotros se haya desatado como un voraz
incendio, porque eso no tiene nada de extraño. Sin embargo debéis estar
gozosos, por cuanto así, hechos partícipes de los padecimientos de Cristo, el
día en que su gloria sea revelada tendréis también la inmensa dicha de
compartirla (1 P 4.12-13 CST).
Así pues,
aquí tenemos a los grandes discípulos quienes después de haber experimentado el
Amor y poder de Dios se encuentran todos confundidos y llenos de temor ante la
intensidad de la primera tormenta.
Jesús, a popa, apoyado sobre
un cabezal, dormía tranquilamente; pero los discípulos, llenos de pánico, le
despertaron diciendo: ¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo? (Mar 4.38
CST)
Pon mucha atención pues, al igual
que a ellos, si le das lugar al miedo, éste puede llenar tu corazón de tanta
duda que te llevará a CREER y reclamar a Dios que no tiene cuidado de ti.
El miedo es una fuerza espiritual
maligna, producto del pecado, cuyo único propósito es anular tu fe para
alejarte de Dios.
Y oyeron la voz de Jehová Dios
que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas
Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él
respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí (Gen 3.8-10).
¿Cómo puedes
tú salir vencedor de las tormentas que enfrentas? ¿Cómo dejar de temer?
Para obtener
la respuesta correcta a estas preguntas primero hay que recordar que el pecado
original, allá en el huerto de Edén, no fue desobediencia sino incredulidad a
la Palabra de Dios.
Pero la serpiente era astuta,
más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo
a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del
huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No
moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal (Gen 3.1-5).
Antes de
desobedecer Eva tuvo que tomar una decisión en base a cierto razonamiento
simple: Dios mi creador dice una
cosa y este bicho rastrero dice otra cosa, ¿quién de los dos dirá la verdad? ¿A
cuál de los dos le voy a CREER?
Aunque lo
que Satanás decía eran puras mentiras, Eva al mirar que el
árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable
para alcanzar la sabiduría (Gen 3.6),
decidió negar la Verdad (la Palabra de Dios) para creer la mentira y desobedecer.
Por eso, no miremos tanto a lo que tenemos aquí al alcance de la
vista, sino pongamos nuestras miras en lo que todavía no podemos ver. Porque
las cosas materiales que ahora vemos, son fugaces; pero las espirituales, las
que no vemos, son eternas (2 Co 4.18 CST).
Gracias a
Cristo Jesús y al Amor de Dios tu Padre celestial, ahora eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo y ya no vives por lo que ves o lo que sientes sino por
tu fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
Viéndose Jesús rodeado de mucha
gente, mandó pasar al otro lado (Mat 8.18).
Momentos antes
de la tormenta tenemos que Jesús, viéndose rodeado
de aquella muchedumbre, mandó
a sus discípulos pasar a la otra orilla. Esto quiere decir que tenía el propósito
de cruzar el lago para lo cual, HABLANDO (Palabra de Dios), dio la orden de
dirigirse al otro lado.
Pon mucha
atención, pues lo que la tormenta hizo con sus manifestaciones físicas de
viento rugiente y grandes olas, que anegaban la barca, fue hablar tan fuerte a
los discípulos que sus sentidos y emociones se vieron alterados a tal grado que
el miedo encontró un lugar donde afectar sus corazones y así ellos dieron mayor
credibilidad a lo que veían y sentían que a la Palabra de Dios.
Inalterable, Jesús se levantó,
reprendió a los vientos y dijo a las olas: —¡Cálmense! Cuando los vientos
cesaron y todo quedó en calma, Jesús se volvió a los discípulos y les dijo: —¿A
qué viene tanto miedo? ¿No tienen confianza en mí? (Mar 4.39-40
BAD).
Por inverosímil que te parezca tu
situación actual no difiere en nada con la que enfrentó Eva, ni con la que
enfrentaron los discípulos. Pues, así como en aquellos casos en que Dios había
hablado, tú también tienes hoy la Palabra de Dios.
Así que, muy probablemente, tu
enfermedad, problema o aflicción, cual poderosa tormenta, te esté rugiendo
fuertemente amenazando con hundirte, sin embargo, Dios todopoderoso te dice:
Ø Te amo tanto que preferí entregar
a mi propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Ø
Te amo tanto que he decidido
hacer de ti mi propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1).
Ø Acude a Mí que Yo te responderé.
Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué
hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O
si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.7-11).
Ø
Yo deseo que vivas una Vida
Plena y Abundante.
Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tú alma (3 Jua 2).
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jua 10.10).
Ø
Ahora eres Mi Hijo(a) y tú
TODO lo puedes y ya has vencido.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y
los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en
el mundo (1 Jua 4.4).
Ø
En TODO problema, enfermedad
o aflicción tú saldrás más que
vencedor(a).
Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Rom 8.37).
Entonces,
las aflicciones de este mundo te están hablando constantemente y el dilema
sigue siendo el mismo: ¿Quién dirá la verdad, tus problemas o Dios? ¿A quién le
vas a creer, a tus circunstancias o a tu Padre celestial?
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jua 16.33).
El miedo es
todo lo opuesto a la fe y es el arma estratégica de este sistema de gobierno
que llamamos mundo. La única oportunidad que tienes para vencer al miedo es siendo
constante y persistente en la Palabra de Dios haciendo de ella la norma básica
de tu existencia.
Mas la fe nace cuando se presta atención a las Buenas Noticias acerca
de Jesucristo (Ro 10.17 BAD).
¡La fe es
por la Palabra de Dios! La fe adquiere vida dentro de ti cuando comienzas a
leer y meditar seriamente la Palabra de Dios, haciendo de la Biblia la norma
máxima de tu existencia.
Dijo entonces Jesús a los judíos
que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad
os hará libres (Jua 8.31-32).
La única
oportunidad que tienes para vencer al miedo es llenándote tanto de la Palabra
de Dios que cuando el temor te ataque entonces tu fe fluya veloz anulando el
miedo y estableciendo tu Victoria.
Si
permaneces en la Palabra de Dios, entonces manifiestas ser discípulo de Jesús,
conocerás la Verdad, y la Verdad te hará libre.
Nunca se apartará de tu boca este
libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y
hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Haz de la
Biblia la norma máxima de tu existencia dedicándole tiempo para leerla y
meditarla todos los días de tu vida y entonces, ni antes, ni después, ni de
ninguna otra forma (sólo entonces), harás prosperar tu camino y todo te saldrá
bien.
Si Dios lo dice
así, forzosamente es Verdad.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
agradecerte una vez más que me hayas amado tanto, tanto, que preferiste entregar
a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Señor Jesús, por Tu
sacrificio en la cruz yo fui justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) y
ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo gracias a Ti, mi
Señor, Rey y Salvador. En esta Nueva Vida que compraste para mí, comienzo a
entender lo importante que es Tu Palabra, la Biblia, para que yo cumpla el
propósito por el cual me dejaste aquí en el mundo. Tu Palabra es la Verdad y
por lo tanto mi garantía acerca de lo que es y lo que no es. Yo soy lo que la
Biblia dice que soy y esta es mi Victoria que vence al mundo, mi fe, que es
creerte a ti, creyendo Tu Palabra. Por Tu Palabra he vencido al miedo y puedo
caminar en Victoria. Yo estoy en Cristo y las cosas viejas ya pasaron he aquí que
TODA mi vida es hecha Nueva. Gracias amado Padre celestial, muchas gracias. Hoy
puedo levantarme y hacer frente a cualquier circunstancia adversa en mi vida,
porque sé que sé, que Tú, mi Dios estás conmigo. Y qué pues diremos a esto, si
Dios es conmigo, ¿quién contra mí? El que no escatimo ni a Su propio Hijo sino
que lo entregó por amor a mí, ¿cómo no me dará, juntamente con Él, todas las
cosas? ¡Gracias Abba, Padre! Hoy oro a Ti para declarar en plena certeza de fe,
que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha
amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy
Tu Hijo(a) y ya he vencido, porque mayor eres Tú, que estás en mí, que el que
está en el mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!
¡Soy Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
1 Mat 8.14-34
/
Lev 1-2 / Pro 19
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