29 de Marzo
¡Cómo deshacerme de las maldiciones!
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¡Con La Bendición del Señor!
Por Riqui Ricón*
“Finalmente Balaam
comprendió que el SEÑOR estaba decidido a bendecir a Israel, así que no
recurrió a la adivinación como antes. En cambio se dio vuelta y miró hacia el
desierto” (Núm 24:1 NTV).
¡Por fin,
Balaam comprendió que Dios estaba decidido a bendecir a Israel! ¿Y yo, ya
comprendí que Dios, mi Padre, tiene todas las intenciones de bendecirme y que
no va a cambiar de parecer haga lo que haga o suceda lo que suceda?
“Entonces Balán pronunció su
oráculo: «Levántate, Balac, y escucha; óyeme, hijo de Zipor. Dios no es un
simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete
ni lleva a cabo lo que dice? Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que
Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. »Dios no se ha fijado en la maldad de
Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel. El SEÑOR su Dios está con
ellos; y entre ellos se le aclama como rey. Dios los sacó de Egipto con la
fuerza de un toro salvaje. Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las
hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: “¡Miren lo que Dios ha
hecho!” (Núm 23:18-23 NVI).
La Biblia, que es La Palabra de
Dios, es muy clara respecto a la posición que Dios tiene para con Sus Hijos (o
sea, conmigo), y en estos pasajes puedo ver muy explícitamente como trata Dios
a Sus escogidos. El pueblo de Israel era orgulloso y altivo (de dura cerviz),
continuamente se estaba quejándose y renegando, y, por si fuera poco, era
idólatra (pues muchos de ellos aún adoraban, a escondidas, a los dioses
egipcios), y a pesar de todo eso Dios, Quien todo lo sabe, los escogió y los
amó. Y por ese Amor no miraba sus pecados: “Dios no se ha fijado en la
maldad de Jacob ni ha reparado en la violencia de Israel”. Y por lo tanto,
Su Bendición prevalece sobre cualquier maldición: “Contra Jacob no hay
brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel”. De hecho, Dios
lo puso como ejemplo y testimonio de Su gran Amor para todas las naciones: “De
Jacob y de Israel se dirá: ¡Miren lo que Dios ha hecho!”.
“Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Lo que hace que Su Bendición
prevalezca sobre cualquier maldición es Su gran Amor por mí. ¡Dios me ama tanto
que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a mí!
“Cristo pagó para librarnos de
la maldición de la ley y aceptó estar bajo maldición en lugar de nosotros. La
Escritura dice: "maldito todo aquel cuyo cuerpo es colgado en un
árbol". Cristo hizo eso para que las bendiciones que recibió Abraham
llegaran a las demás naciones. Las bendiciones vienen a través de Jesucristo
para que por medio de la fe pudiéramos recibir el Espíritu que Dios prometió”
(Gál 3:13-14 PDT).
Por ese Gran Amor, Jesucristo
recibió en sí mismo todos los efectos de la maldición que yo merecía, y ahora,
no solamente soy libre de la maldición sino que, además, yo soy un(a)
legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente
igual a Jesús. ¡Tengo al Espíritu Santo viviendo en mí y conmigo! ¿Qué
maldición o ataque frontal del enemigo podría afectar mi destino eterno?
“El Señor es mi luz y mi
salvación. ¿A quién podría yo temerle? El Señor es la fortaleza de mi vida, así
que no le temo a nadie. Aunque los perversos me ataquen y traten de destruirme,
todos ellos serán derrotados. No tendré miedo, aunque todo un ejército me
rodee. Confiaré en Dios, aunque me declaren la guerra” (Sal 27:1-3 PDT).
¿Cómo puede todo esto ser cierto
para mí?
“Y si vosotros sois de Cristo,
ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gál 3:29
RV60).
Sin lugar a duda, yo le
pertenezco a Cristo Jesús, pues Él me compró con Su Sangre; con Su muerte y Su
resurrección Él pagó el justo precio por mi redención y ahora soy linaje de
Abraham y heredero de todas Sus promesas.
“Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra” (Gén 12:3 RV60).
La Bendición de Dios, mi Padre,
me protege contra toda maldición.
“Sé muy bien lo que tengo
planeado para ustedes, dice el Señor, son planes para su bienestar, no para su
mal. Son planes de darles un futuro y una esperanza” (Jer 29:11 PDT).
Dios tiene un Plan para mi Vida y
es un magnífico Plan. Sin importar lo duro o difícil de mis circunstancias
actuales, puedo confiar que Él cumplirá Su propósito en mí. Puedo (y debo),
dejar de tener miedo al futuro pues La Bendición del Señor está conmigo.
“Bendito sea el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efe
1:3 RV60).
Y en Su Bendición, que es Su
Palabra, puedo confiar para ya no vivir angustiado, ni triste, ni preocupado.
“La bendición del SEÑOR trae
riquezas, y nada se gana con preocuparse” (Pro 10:22 NVI).
¡Puedo vivir feliz y confiado en
el Amor de mi Padre celestial!
“SEÑOR Todopoderoso, ¡dichosos
los que en ti confían!” (Sal 84:12 NVI).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias
por amarme tanto que aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste
Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, por lo que hiciste por mí en esa cruz
ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Soy heredero del Padre y
coheredero tuyo. ¡Mi vida está escondida con Cristo en Dios! Todos mis pecados
han sido purificados, soy justificado y he sido perdonado. ¡Soy un(a) Hijo(a)
del Rey! ¡Soy bendito(a) del Señor! Tú Bendición me acompaña de día y de noche.
Tú Bendición guarda mi vida. En el día
que temo, Yo en ti confío. En Ti, mi
Dios, alabaré Tu palabra; En Ti he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el
hombre? Señor
Jesús, Tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Tú eres la fortaleza de mi
vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos,
mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y
cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque
contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. Tú eres mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me harás descansar; Junto a aguas de reposo me
pastorearás. Confortarás mi alma; Me guiarás por sendas de justicia por amor de
Tu nombre y Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno,
porque tú estás conmigo; Tu vara y tu cayado me infunden aliento. Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi
copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos
los días de mi vida, Y en Tu casa, mi Señor, moraré por largos días. Así que, Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y
ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus
mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e
inquietud. ¡En todas las cosas soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido
sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta
vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y
Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mat 23.13-39 / Núm 23.27-24.25 / Can 5.2-6.3
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