27 de Marzo
¡Cómo dejar de mezclarme
con el mundo!
¡Creyendo que soy quien Dios dice
que soy!
Por Riqui Ricón*
“los moabitas
sintieron mucho miedo de los israelitas. Estaban verdaderamente aterrorizados
de ellos, porque eran un ejército muy numeroso” (Núm 22:3 NVI).
En este día, es
interesante notar que aunque los israelitas no iba a pelear contra los moabitas,
éstos últimos se encontraban aterrados, vencidos por el miedo, porque sabían
que Dios estaba con Israel. Esta es la verdadera condición de los enemigos del
pueblo de Dios.
Repite en voz audible: “Amado
Padre celestial, si esa era la condición de los enemigos de Tu Pueblo, cuánto
más aterrados deben estar mis enemigos, pues yo soy Tu Hijo(a) Amado(a) y Tú,
mi Dios y Padre, siempre estás conmigo”.
Sin embargo, ¿por qué a
veces pensamos que el enemigo, Satanás y sus mentiras de pobreza, escasez,
enfermedad, violencia y aflicción, esta vez si nos pueden derrotar, y entonces
nos llenamos de miedo y ansiedad? La respuesta a esta pregunta es simple: Por
la mezcla. Esto es, por estar tolerando en nuestras vidas actitudes y pecados
mundanos que no corresponden a nuestra Nueva Naturaleza como Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo.
“Ven pues, ahora, te
ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda
herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito,
y el que tú maldigas será maldito” (Núm 22:6 RV60).
Balac era el rey de Moab
y sabía muy bien que Balam era un profeta del Dios altísimo, así que, como era
obvio que en lo natural, con sus fuerzas, no podría vencer a Israel, en su
desesperación, acudió a Balam con la esperanza de usar fuerzas espirituales para
obtener la victoria.
“Entonces dijo Dios a
Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas
al pueblo, porque bendito es. Así Balaam se levantó por la mañana y dijo a los
príncipes de Balac: Volveos a vuestra
tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros. Y los príncipes de
Moab se levantaron, y vinieron a Balac y dijeron: Balaam no quiso venir con nosotros. Volvió
Balac a enviar otra vez más príncipes, y más honorables que los otros” (Núm
22:12-15 RV60).
Al tolerar el pecado en
nuestras vidas o pactar alianzas con el sistema del mundo, me nubla la razón y
hace que mi mente se confunda (espíritu de confusión). Pon atención a como es
curioso que, entre Balaam, los príncipes y Balac se entabla un tipo de
comunicación donde nadie parece tomar en serio La Palabra de Dios, y prevalece
la mentira:
1. Balaam no fue honesto
ni para con Dios ni para con Balac. Él debió haber dicho la Verdad: "No
se metan con Israel, pues es un pueblo bendito por Dios".
“Ahora, pues, Tatnai
gobernador del otro lado del río, Setar- boznai, y vuestros compañeros los
gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí. (7) Dejad que se
haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus
ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. (8) Y por mí es dada orden
de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa
casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado
del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la
obra. (9) Y lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para
holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que
dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin
obstáculo alguno, (10) para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del
cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos. (11) También por mí es dada
orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su
casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. (12) Y
el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que
pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en
Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto;
sea cumplido prontamente. (13) Entonces Tatnai gobernador del otro lado del
río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron puntualmente según el rey Darío
había ordenado” (Esd_6:6-13 RV60).
¡Qué diferencia con el
rey Darío! ¿Por qué Balam no actuó valientemente para decir la Verdad? ¡Todo
por codicia! Que es miedo e incredulidad de que Dios sea mi sustentador.
“¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se
lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de
Coré” (Jud 1:11 RV60).
A la Palabra de Dios no
se le debe añadir ni quitar para que traiga luz. Balaam no actuó así. El
verdadero profeta está para guiar y dar visión utilizando La Palabra de Dios
como Antorcha. Al rey Balac y a sus príncipes les faltaba visión y Balaam NO se
las dio.
Ahora bien, si pones
atención notarás que los mensajeros ¡también mintieron! No le dijeron al rey
que el Dios de Balam no lo dejaba venir, sino que le dijeron que Balam no
quería venir. Este es el proceder del sistema del mundo y ese es el dios de los
seres humanos, un dios que se pueda utilizar y mangonear a nuestro favor, si
no, no sirve como dios.
“Y acercándose Elías a
todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos
pensamientos? Si Jehová es Dios,
seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y
el pueblo no respondió palabra” (1Re 18:21 RV60).
El problema de estar
mezclados con el mundo, aunque sea un poquito, porque que tanto es tantito, es
que anula tu efectividad como creyente: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros
entre dos pensamientos? Si Jehová es
Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. La palabra claudicar se usa en
la guerra para nombrar a aquellos que se rinden y que ya no pueden, ni quieren,
pelear más. ¡Están vencidos!
“No perdáis, pues,
vuestra confianza [seguridad], que tiene grande galardón; porque os es
necesaria la paciencia [la constancia, la persistencia], para que,
habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa [la redención como
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo]. Porque aún un poquito, Y el que
ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo [yo] vivirá por fe [por
creerle a Dios creyendo Su Palabra]; Y si retrocediere, no agradará a mi
alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los
que tienen fe [los que le creen a Dios creyendo Su Palabra] para preservación
del alma” (Heb 10:35-39 RV60).
¡Tú y yo somos
diferentes! ¡Somos Hijos de Dios Nacidos de Nuevo! Y aunque seguimos pecando,
no somos pecadores. ¡No somos de los que retroceden para perdición! ¡Somos los
que le creemos a Dios, creyendo Su Palabra!
“pero Cristo, habiendo
ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado
a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean
puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos
para siempre a los santificados” (Heb 10:12-14 RV60).
La obra redentora de
Cristo Jesús por ti y por mí fue completa, perfecta y acabada. Al aceptar su
muerte y resurrección como el justo pago por TODOS tus pecados (pasados,
presentes y futuros), tú naciste de nuevo como un(a) legítimo y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios: eterno(a), santo(a), justo(a), perfecto(a) y glorificado(a).
Eterno(a):
“Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Santo(a):
“Judas, siervo de
Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y
guardados en Jesucristo” (Jud 1:1 RV60).
Justo(a):
“Justificados, pues,
por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra], tenemos paz para
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 5:1 RV60).
Perfecto(a):
“porque con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb 10:14 RV60).
Glorificado(a):
“Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a
los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Rom 8:29-30
RV60).
Esta es la Palabra de
Dios y ES La Verdad. Entonces, como puedes ver, ni tú ni yo somos pecadores. No
practicamos el pecado. Y aunque a veces caemos, no somos como Balac ni como
Balam quienes estaban sujetos a la naturaleza corrompida y pecadora del ser
humano. Si pecamos es por causa de Satanás y su sistema, el mundo, quienes
constante y continuamente nos hacen la guerra para condenarnos y anularnos en
nuestro propósito como Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, que es brillar
intensamente con la luz de Jesucristo en este mundo sumido en obscuridad, para
dar a conocer las virtudes de Aquel que nos sacó de las tinieblas a Su Luz
admirable.
“Yo les he dado tu
palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy
del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Jua 17:14-16 RV60).
Así que, sabiendo que
estás en guerra, levántate y resplandece, no te desanimes por nada, porque ya ha
venido tu luz, y la gloria del Señor ya ha nacido sobre ti (Isa 60:1). Comienza
a desmezclarte del mundo, despójate de todo peso y del pecado que te asedia
como un enemigo feroz, y corre con paciencia, con constancia y persistencia, la
carrera que tienes por delante, la cual es bella y excitante (Heb 12:1).
“Pelea la buena
batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste
llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos” (1Ti
6:12 RV60).
Gracias a Cristo Jesús,
tú no eres como el resto de los mortales que están sujetos al pecado y a la
muerte, de hecho, ahora eres eterno(a), por lo tanto, pelea la buena batalla de
la FE, creyéndole a Dios creyendo Su Palabra; echa mano de tu identidad, de
quien ahora tú eres en Cristo Jesús, pues haciéndolo así, no habrá forma en la
que puedas perder.
“¿Qué, pues, diremos a
esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es
el que justifica. ¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además
está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos
separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro” (Rom 8:31-39 RV60).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es saber y creer lo que hiciste por Amor a mí. Gracias por no haber
escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste por mí. Señor Jesús,
muchas gracias porque Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma
de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre,
Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz. Gracias porque con Tu muerte y resurrección, destruiste por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y así, me has
hecho libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante toda mi vida
sujeto(a) a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi viejo(a)
yo, murió contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna que Tú
tienes, es la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la
muerte! ¡La muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias,
Señor Jesús! Ahora puedo, con toda certeza declarar que, ¡Soy eterno(a)! ¡Soy
santo(a)! ¡Soy justo(a)! ¡Soy perfecto(a)! ¡Soy glorificado(a)! Gracias Padre,
porque aunque estoy en guerra y a veces caigo, no soy un pecador y en Ti tengo
la victoria en todas las áreas de mi vida. Gracias porque me creaste de nuevo
pero ahora como Tu Hijo(a). ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy
dichoso(a) para vivir una vida plena, abundante y de servicio a los demás.
Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora
tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi
prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias
por mi Victoria sobre la muerte! ¡Ya no tengo temor! ¡Estoy asegurado(a)! ¡Tú
eres mi escudo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
27 Mat
22.23-46 / Núm 22.1-40 / Can 2.8-3.5
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