sábado, 7 de marzo de 2020

¡Ya puedes dejar de temer!











07 de Marzo


¡Cómo!


¡Ya puedes dejar de temer!


Por Riqui Ricón*
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat 11.28-30).
El verdadero descanso, el que Jesús te ofrece, no es algo que puedas tener o poseer en sí, pues no es un momento en el tiempo, ni un alto en el camino para reponer las fuerzas y el ánimo perdidos. Más que del tener, es una manifestación del SER. Se refiere a quien tú ahora eres en Cristo Jesús por medio de HABER NACIDO DE NUEVO.
Es el SER más que el tener lo que te dan el descanso, la paz verdadera, la plenitud. Así, al venir a Cristo, podemos entrar al reposo de Dios pues, por medio de Él, tú realmente has adquirido una nueva naturaleza. ¡Tu Nuevo Nacimiento es real y verdadero!
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17).
Tu Nuevo Nacimiento es más real y verdadero que cualquier circunstancia, problema o aflicción que el día de hoy estés enfrentando. Es esta certeza la que te ayudará a vencer cualquier miedo o ansiedad (preocupación), pues no es lo mismo enfrentarse a las vicisitudes de la vida como un ser humano, imperfecto y mortal, al encararlas como un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, eterno(a) y amado(a) por Dios, tu Padre.
Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Así que, no solamente Dios te ha compartido Su propia Naturaleza al darte la Vida Eterna,  sino que, además, y por eso mismo, te ha declarado Su propio(a) Hijo(a).
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él” (1Jn 3:1 NTV).
 Esta Verdad debe ser más que suficiente para encarar con ánimo victorioso cualquier problema, angustia o enfermedad. De aquí lo trascendental de saberse, y sobre todo creerse con certeza, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Siendo renacidos [nacidos de nuevo], no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1.23).
Es importante reconocer aquí que, no es conociendo o sabiendo que la Palabra de Dios dice que Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo que recibo la Plenitud y la Paz, sino  creyéndolo en Verdad. Creyendo que la Biblia son las Palabras que salieron de la boca de Dios y por lo tanto es la Verdad pues, “El cielo y la tierra pasarán, pero Sus palabras no pasarán” (Mar 13.31).
En el capítulo 4 de la carta a los Hebreos, la Biblia nos enseña que el pueblo de Israel no pudo entrar al reposo de Dios pues “no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” (Heb 4.2).
En el capítulo 8 de la carta a los romanos, después de enseñarnos a no vivir en condenación “porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús nos ha hecho libres de la ley del pecado y de la muerte”; después de declararnos hijos de Dios “pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otras vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”; después de establecernos con propósito en esta tierra “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”; después de posicionarnos en una victoria permanente ya que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”; después de todo esto, nos pregunta con la más elemental y contundente lógica: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Aprendamos de Jesús, pues, tanto la humildad y mansedumbre de corazón como el yugo fácil y la carga ligera, provienen de quién es Él, un Hijo de Dios Nacido de Nuevo, el primogénito entre muchos hermanos.
Identifícate a ti mismo con la Palabra de Dios y encontrarás el verdadero descanso, el reposo de Dios, no solo por unos breves momentos sino permanentemente en Su presencia pues tú eres y siempre serás un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) del Rey.
Así que, ¡Ya puedes dejar de temer! Dios no te ha dejado ni te dejará. Y por la Palabra de Dios, por Su Palabra de Honor, puedes estar seguro(a) que de todo problema, aflicción o enfermedad, tú saldrás más que vencedor(a) por medio de Su Amor.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8:37-39 RV60).
Así es, la certeza de Su Amor por ti es la que te libra de todo temor.
En el amor no hay temor,  sino que el perfecto amor echa fuera el temor;  porque el temor lleva en sí castigo.  De donde el que teme,  no ha sido perfeccionado en el amor” (1Jn 4:18 RV60).
Gracias sean dadas a Dios nuestro Padre y a Jesucristo nuestro Salvador de que tú y yo ya hemos sido perfeccionados en Su Amor.
Así que, ¡no temas, cree solamente!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por Tu Palabra, La Biblia, pues ahora yo sé muy bien que ahora soy Tu Hijo(a) amado(a). Esto es más que suficiente para mí. Hoy me someto a Tu Palabra, resisto al diablo y sus miedos y temores, y éstos se van fuera de mi vida. Voy a vivir mi vida sin miedo y con la Plenitud y la Paz que Tu Amor y Tu Palabra me dan, pues hoy estoy plenamente convencido que Tú, mi Dios y Padre, puedes y quieres sanarme; sé muy bien que puedes y quieres prosperarme; sé muy bien que puedes y quieres restaurarme; sé muy bien que nunca me has dejado y nunca me dejarás. Y aunque Satanás, el adversario, sólo viene a hurtar, matar y destruir, Tú has venido a mí para darme Vida, y Vida Abundante. Estoy convencido(a) de que por lo que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar venciendo a la muerte, ahora yo tengo Vida Eterna. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Por lo tanto, puedo estar seguro(a) de que me escuchas y atiendes mis oraciones; yo también voy a atender a Tu Palabra y hacer de La Biblia la norma máxima de mi existencia; yo sí creo a Tu indicación y la voy a leer y meditar de día y de noche para guardarla en mi corazón y poner en práctica todo lo que en ella está escrito. Voy a buscar y establecer primeramente Tu reino, Señor, y sé que todas mis necesidades serán suplidas, pues de acuerdo a Tu Palabra, yo, _________ (tu nombre aquí), haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto, creo y declaro que de todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! Y, por la Palabra de Dios, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
                                                                                   

Marzo 7                   Mat 11.20-30 /  Lev 13 /  Pro 25














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