07 de Marzo
¡Cómo!
¡Ya puedes dejar de temer!
Por Riqui Ricón*
“Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat 11.28-30).
El verdadero
descanso, el que Jesús te ofrece, no es algo que puedas tener o poseer en sí,
pues no es un momento en el tiempo, ni un alto en el camino para reponer las
fuerzas y el ánimo perdidos. Más que del tener, es una manifestación del SER.
Se refiere a quien tú ahora eres en Cristo Jesús por medio de HABER NACIDO DE
NUEVO.
Es el SER
más que el tener lo que te dan el descanso, la paz verdadera, la plenitud. Así,
al venir a Cristo, podemos entrar al reposo de Dios pues, por medio de Él, tú
realmente has adquirido una nueva naturaleza. ¡Tu Nuevo Nacimiento es real y
verdadero!
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17).
Tu Nuevo
Nacimiento es más real y verdadero que cualquier circunstancia, problema o
aflicción que el día de hoy estés enfrentando. Es esta certeza la que te
ayudará a vencer cualquier miedo o ansiedad (preocupación), pues no es lo mismo
enfrentarse a las vicisitudes de la vida como un ser humano, imperfecto y
mortal, al encararlas como un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, eterno(a) y amado(a) por Dios, tu Padre.
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Así que, no
solamente Dios te ha compartido Su propia Naturaleza al darte la Vida
Eterna, sino que, además, y por eso
mismo, te ha declarado Su propio(a) Hijo(a).
“Miren
con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que
somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque
no lo conocen a él” (1Jn 3:1 NTV).
Esta Verdad debe ser más que suficiente para encarar
con ánimo victorioso cualquier problema, angustia o enfermedad. De aquí lo
trascendental de saberse, y sobre todo creerse con certeza, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
“Siendo
renacidos [nacidos
de nuevo], no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1.23).
Es
importante reconocer aquí que, no es conociendo o sabiendo que la Palabra de
Dios dice que Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo que recibo la
Plenitud y la Paz, sino creyéndolo en
Verdad. Creyendo que la Biblia son las Palabras que salieron de la boca de Dios
y por lo tanto es la Verdad pues, “El cielo y la tierra pasarán, pero Sus palabras no pasarán” (Mar 13.31).
En el
capítulo 4 de la carta a los Hebreos, la Biblia nos enseña que el pueblo de
Israel no pudo entrar al reposo de Dios pues “no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los
que la oyeron” (Heb 4.2).
En el
capítulo 8 de la carta a los romanos, después de enseñarnos a no vivir en
condenación “porque la ley del espíritu
de vida en Cristo Jesús nos ha hecho libres de la ley del pecado y de la muerte”;
después de declararnos hijos de Dios “pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otras vez en temor,
sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre!”; después de establecernos con propósito en esta tierra “porque
también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios”; después de posicionarnos en una victoria permanente
ya que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”; después de todo esto, nos pregunta con la más elemental y contundente
lógica: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Aprendamos de Jesús, pues, tanto
la humildad y mansedumbre de corazón como el yugo fácil y la carga ligera,
provienen de quién es Él, un Hijo de Dios Nacido de Nuevo, el primogénito entre
muchos hermanos.
Identifícate a ti mismo con la
Palabra de Dios y encontrarás el verdadero descanso, el reposo de Dios, no solo
por unos breves momentos sino permanentemente en Su presencia pues tú eres y
siempre serás un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) del Rey.
Así que, ¡Ya puedes dejar de temer! Dios no te ha dejado ni te dejará. Y
por la Palabra de Dios, por Su Palabra de Honor, puedes estar seguro(a) que de
todo problema, aflicción o enfermedad, tú saldrás más que vencedor(a) por medio
de Su Amor.
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8:37-39 RV60).
Así es, la certeza de Su Amor por ti es la que te libra de todo temor.
“En el amor no hay temor, sino
que el perfecto amor echa fuera el temor;
porque el temor lleva en sí castigo.
De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor” (1Jn 4:18 RV60).
Gracias sean dadas a Dios nuestro Padre y a Jesucristo nuestro Salvador
de que tú y yo ya hemos sido perfeccionados en Su Amor.
Así que, ¡no temas, cree solamente!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor,
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con
Cristo. Señor Jesús, gracias por Tu Palabra, La Biblia, pues ahora yo sé muy
bien que ahora soy Tu Hijo(a) amado(a). Esto es más que suficiente para mí. Hoy
me someto a Tu Palabra, resisto al diablo y sus miedos y temores, y éstos se
van fuera de mi vida. Voy a vivir mi vida sin miedo y con la Plenitud y la Paz
que Tu Amor y Tu Palabra me dan, pues hoy estoy plenamente convencido que Tú,
mi Dios y Padre, puedes y quieres sanarme; sé muy bien que puedes y quieres
prosperarme; sé muy bien que puedes y quieres restaurarme; sé muy bien que
nunca me has dejado y nunca me dejarás. Y aunque Satanás, el adversario, sólo
viene a hurtar, matar y destruir, Tú has venido a mí para darme Vida, y Vida
Abundante. Estoy convencido(a) de que por lo que hiciste por mí al morir en esa
cruz y resucitar venciendo a la muerte, ahora yo tengo Vida Eterna. ¡Soy un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Por lo tanto, puedo estar seguro(a) de que
me escuchas y atiendes mis oraciones; yo también voy a atender a Tu Palabra y
hacer de La Biblia la norma máxima de mi existencia; yo sí creo a Tu indicación
y la voy a leer y meditar de día y de noche para guardarla en mi corazón y
poner en práctica todo lo que en ella está escrito. Voy a buscar y establecer
primeramente Tu reino, Señor, y sé que todas mis necesidades serán suplidas,
pues de acuerdo a Tu Palabra, yo, _________ (tu nombre aquí), haré prosperar mi
camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto, creo y declaro que de todo
problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a) por medio de
Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy más que vencedor(a)! Y, por la Palabra de Dios, soy dichoso(a) para vivir
una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva
Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud.
Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora
disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo
de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a).
Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la
cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a
mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que
desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi
Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las
tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré
derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 7 Mat 11.20-30 / Lev 13 / Pro 25
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