22 de Marzo
o
¡Identidad!
Por Riqui Ricón*
Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la
tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es
el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy
grandes y fortificadas; y también vimos allí
a los hijos de Anac… Entonces
Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo:
Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque
más podremos
nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra
aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla,
es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de
ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos
nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos (Num 13.27-28, 30-33).
Aquí tenemos al pueblo
de Israel, a punto de entrar a la tierra prometida, y ellos están dudando de la
Palabra de Dios. En lugar de poner atención a Sus promesas y recordar los
hechos asombrosos que realizó a favor de su cumplimiento, ellos miran las altas murallas de las
ciudades fortificadas, consideran la gran altura de los gigantes y hablan mal
de la promesa. Por eso, inevitablemente, cayeron presa del miedo y fracasaron.
y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de
irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he
hecho en medio de ellos? (Núm 14.11).
Creerle a Dios, creer
que Él tiene Honor y Su Palabra es firme, esta es la base y fundamento de todo
lo que Él ha provisto para ti. Dudar de Su Palabra es dudar de Su integridad.
Dudar de Su Palabra te convierte en presa del temor, el miedo y la ansiedad.
El pueblo de Israel
anduvo, 40 años, errante en el desierto hasta que desapareció esa generación
incrédula. No fueron derrotados por los gigantes, ni por las ciudades
amuralladas; fueron derrotados porque se llenaron de miedo, angustia y ansiedad
por no creerle a Dios.
Pero la serpiente era astuta,
más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo
a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer
respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del
fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni
le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).
Como te puedes dar
cuenta, Adán y Eva, y con ellos toda la humanidad, también fueron derrotados
por no creer la Palabra de Dios.
Y cuando se levantaron por la mañana, salieron
al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo:
Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis
seguros; creed a sus profetas (Su Palabra),
y seréis
prosperados (2 Cro 20.20).
Sea cual sea el reto o
problema que hoy estés enfrentando, puedo asegurarte que tu victoria está en tu
confianza en la Palabra de Dios. Dios no miente, no puede hacerlo. Así que,
todo lo que Él haya dicho acerca de ti, en la Biblia, ten por seguro que lo va
a cumplir.
No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido
de mis labios (Sal 89.34).
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán (Mat 24.35).
Y, ¿qué dice Dios
respecto a ti?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Antes que nada, Dios te
dice que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte
a ti, y que Él no está interesado en condenarte por lo que hayas hecho en tu
vida sino en darte la salvación y hacerte participar de la Vida Eterna.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Dice también que, por
ese Amor que siente por ti, después de haber pagado tus transgresiones y
perdonado tus pecados, ahora te ha hecho una Nueva Creación y te llama Hija(o),
¡Su Hija(o) amada(o)!
siendo renacidos, no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡DIOS DICE que tú eres
un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, y dice también que tu Nueva
Naturaleza ahora proviene no de una semilla corruptible, sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece PARA
SIEMPRE!
¡Esta es tu Identidad!
Y en ésta se encuentra tu victoria. Tu salud, tu prosperidad, la restauración
de tu familia, el cumplimiento de tus sueños, tu gozo y tu paz, encontrarán
plena realización en la medida que CREAS que eres la persona que Dios dice, en
Su Palabra, que tú ahora eres.
Al fin y al cabo,
siempre será cierto que mayor es Él, que está en ti, que el que está en el
mundo, pues, si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial,
hoy vengo delante de Ti para asegurarte que he puesto mi confianza en Tu
Palabra. Señor Jesús, yo en Ti confío. Gracias, porque con Tu muerte y
resurrección yo he pasado de muerte a vida, me trasladaste de las tinieblas en
las que estaba a Tu luz admirable. Por Tu Amor, por Tu Sangre y por Tu Palabra
he Nacido de Nuevo para recibir la Vida Eterna como un(a) Hija(o) de Dios.
¡Gracias, Señor Jesús! ¡Muchas gracias! En Ti confía mi corazón. En Ti se goza
mi alma. En Ti descansa mi ser. Puedo ser feliz, pues aunque ande en valle de
sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Señor, estás conmigo. Creo
y declaro que yo, ___________________ (tu nombre aquí), habito al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del
Omnipotente. Te digo a Ti, Jesús: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti
confiaré. Tú me librarás del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus
plumas me cubrirás, y debajo de Tus alas estaré segura(o); Escudo y adarga es
Tu verdad. No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia
que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi
lado mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará. Ciertamente con mis
ojos miraré y veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a Ti,
Jehová, que eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación, No me sobrevendrá
mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a Tus ángeles mandará acerca de mí, que
me guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no
tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al cachorro del
león y al dragón. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me
librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y
Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me
glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. Por lo
tanto, sin
importar las circunstancias que hoy estoy enfrentando, ahora sé que de todas
ellas saldré más que vencedor(a), pues soy un(a) Hija(o) del Rey y todo lo puedo
en Cristo que me fortalece. Así que, soy sana(o), soy libre y soy prospera(o)
para vivir una Vida Plena y Abundante. ¡Recibo Tu Amor! ¡Recibo Tu Gozo!
¡Recibo Tu Paz! ¡Por la Sangre de Jesús que no hay forma que yo pueda perder en
esta vida! En el nombre de
Jesús. ¡Amén!
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
22 Mat
20.1-16 / Núm 13-14 / Ecl 9.1-12
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