26 de Marzo
¡No hay forma que pueda perder!
Por Riqui Ricón*
Después partieron del monte de Hor, camino
del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló
el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto
para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma
tiene fastidio de este pan tan liviano (Núm 21.4-5).
¡El pueblo se desanimó a causa del
camino! Cuán a menudo nos desanimamos
porque las cosas no están saliendo como queremos o porque no recibimos
la respuesta que estamos esperando. Es curioso cómo hasta llegamos a proferir cierto
tipo de declaraciones que nos atan aún más a esa sensación de fracaso y de
derrota.
Ser una/un Hija/Hijo del Rey no
significa ausencia de dificultades y problemas sino que, en medio de todo,
actuando con fe, saldremos adelante venciendo ante toda circunstancia adversa
poniendo toda nuestra confianza en la Palabra de Dios, pues, en resumidas
cuentas, si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló,
entonces, Él lo va a ejecutar.
Y volvieron, y subieron camino de Basán; y salió contra ellos Og rey de
Basán, él y todo su pueblo, para pelear en Edrei. Entonces Jehová
dijo a Moisés: No le tengas miedo,
porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y
harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón (Num 21.33-34).
Es el miedo, el espíritu de temor,
la fuente de origen de todo acto de incredulidad a la Palabra de Dios. Es
cuando dejamos de escuchar la Palabra de Amor y ÁNIMO de nuestro Padre que
comenzamos a escuchar las palabras de temor, duda e incredulidad que comenzamos
a fracasar.
Cuando la realidad, problema o
circunstancia la percibimos con nuestros cinco sentidos de tal manera que
comenzamos a pensar y declarar: “está muy difícil”, “no creo poder lograrlo”,
“¿cómo le voy hacer?”, etc., es porque dejaste de escuchar la Palabra de Dios,
la Biblia, que NO PUEDE MENTIR, que enfáticamente declara:
Ø Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
Ø Mi Dios,
pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús (Fil 4.19).
Ø Aunque ande
en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento (Sal 23.4).
Ø El que
habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. El te
librará del lazo del cazador, De la peste destructora. Con sus plumas te
cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No
temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande
en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado
mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará (Sal 91.1-7).
Ø Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa
53.4-5).
Ø Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Ø
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el
que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Ø ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? (Ro 8.31).
Nunca olvides las Palabras de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis
paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Oremos: Amado Padre celestial, en
este día te doy muchas gracias porque a través de Cristo Jesús, de Su Sangre
del Nuevo Pacto, yo no he recibido un espíritu de esclavitud para estar otra
vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción por medio del cual
te puedo decir hoy, Abba, Padre, Papá. Soy Tu Hija/Hijo y tengo Tu Santo
Espíritu aquí conmigo. Soy más que vencedora/vencedor por medio de Aquel que me
ha amado tanto, Cristo Jesús. No hay enfermedad, problema ni circunstancia que
me puedan vencer pues TODO lo puedo en Ti y contigo, Jesús. Soy tuya/tuyo y he
vencido porque mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que está en el
mundo. Y aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno
porque Tú, mi amado Jesús, estás conmigo. ¡Gracias Señor! ¡No hay forma que
pueda perder! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 26 Mat 22.1-22 / Núm 21 / Can 1.1-2.7
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