18 de Marzo
¡Cómo vivir en el Reino de Dios!
¡Eres un(a) Hijo(a) del Reino!
Por Riqui Ricón*
En
aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en
el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un
niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis
y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que
se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos (Mat 18.1-4).
De a cuerdo a la Palabra de
Jesús, si quieres entrar al reino de los cielos tienes que hacerte como
niño(a)…
Había
un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. Este vino a Jesús de noche, y
le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede
un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre
de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.1-6).
Pareciera que las dos condiciones que Jesús
estableció para entrar al reino de Dios son distintas: nacer de nuevo y ser
como niños. En realidad, ambas son la misma condición, la cual fue adquirida o
cumplida a través del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.
Mat 26:26-28 RV60
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo,
y lo partió, y dio a sus
discípulos, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo. (27) Y
tomando la copa, y habiendo dado
gracias, les dio, diciendo:
Bebed de ella todos; (28) porque esto es mi sangre del nuevo
pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados.
Permíteme explicarme: con Su Sangre, derramada
hasta la última gota en esa cruz, Jesucristo pagó el precio de TODOS tus
pecados, cumpliéndose así la Justicia de Dios al recibir Él, el castigo de tus
pecados para que ahora tú puedas, con toda confianza y seguridad, presentarte
como justo delante del Juez de toda la tierra.
con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz; el cual nos ha librado de
la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.12-14).
Después, Dios perdonó TODAS tus faltas y
transgresiones al decidir olvidarlas y no acordarse nunca más de ellas.
Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a
Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más
de su pecado (Jer 31.34).
Por último, te dio un corazón nuevo, te hizo
espíritu nuevo y te dio al Espíritu Santo para, así, con todo esto, hacer de ti
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros
mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Has Nacido de Nuevo por medio de
la FE, pues aunque todavía no lo sabías, cuando aceptaste a Jesucristo como tu
Señor y Salvador, estabas creyendo todo esto, estabas creyéndole a Dios,
creyendo Su Palabra.
siendo
renacidos [Nacidos de Nuevo], no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Todo por amor a ti!
¿Te das cuenta? Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Por ese Amor con que Dios te ama,
Él te ha hecho Su propio(a) Hijo(a), con Su Palabra.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Todo esto se hizo una realidad para ti cuando
aceptaste a Jesús como Señor y Salvador de tu vida diciéndole: ¡Si Señor Jesús,
CREO en ti, acepto tu sacrificio en la cruz que me justifica, perdona y borra
todos mis pecados; ven a mi vida, te abro mi corazón! Amén.
Rom 10:8-11 RV60
Mas
¿qué dice? Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu
corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos: (9) que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás
salvo. (10) Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa
para salvación. (11) Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
Ahora eres, legal y legítimamente, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes confiar total y plenamente en tu Padre
celestial. Puedes estar plenamente seguro(a) que la Biblia es la Palabra de
Honor de Dios y por lo tanto la va a cumplir toda. Primero el cielo y la tierra
dejan de existir ante que tu Padre deje de cumplirte Su Palabra.
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Así que, exactamente igual a un(a) niño(a), con la
misma actitud y confianza en tu corazón, puedes dejarle a Dios TODOS tus
problemas. Puedes dejarle TODAS tus necesidades. No te preocupes más, no te
angusties, ahora Él es tu Padre y es responsable de ti y por ti.
¡Tú eres Su Hijo(a) amado(a)!
Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga (Mat 11.28-30).
Sin importar que problemas, enfermedades o
aflicciones estés enfrentando, ahora puedes, como un niño, poner toda tu
confianza en la Palabra de Dios y venir a Jesucristo para hallar descanso y
consuelo para tu alma.
¿Qué hombre hay de vosotros,
que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le
dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat
7.9-11).
Dios es un
Padre bueno que está dispuesto a darte todas las cosas que le pidas con FE, que
le pidas creyendo Su Palabra.
Por
tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis
de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que
el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os
afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun
Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. Y si la hierba del campo que
hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a
vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat
6.25-33).
La justicia del reino de Dios es aquella que se
cumplió en la cruz del Calvario. ¡Búscala! ¡Acéptala! ¡Recíbela! Lo único que
tienes que hacer es creer la Palabra de Dios, que no miente (no puede mentir,
nunca lo ha hecho y nunca lo hará).
Sin importar que tan difíciles sean tus
circunstancias el día de hoy, créele a Dios y comienza a vivir como un(a)
Hijo(a) del Reino, te aseguro que saldrás más que vencedor(a) por medio de
Aquel que te amo, Cristo Jesús.
Así que, bienvenido(a) al Reino de tu Padre. Ahora,
con toda certeza, puedes declararlo en voz alta: ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo! ¡Soy como un(a) niño(a) y mi Padre es Dios! ¡Aleluya! ¡Ya estoy
viviendo dentro del reino de Dios! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Reino!
Oremos en voz audible:
Amado Padre
celestial, no encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que
aceptándolo. No encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús
que recibiendo la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa
cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno
Amor por mí. Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo
y recibo también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida.
Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado
con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la
cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la
Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas
gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo
como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por
mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el
nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
18 Mat 18.1-21
/ Núm 5-6 /
Ecl 5
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