28
de Septiembre
¡La Palabra
de Dios te ayuda!
Por
Riqui Ricón*
Profetizaron
Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en
Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. Entonces se levantaron Zorobabel hijo
de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios
que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban (Es 5.1-2).
Esos fueron
días muy difíciles para el pueblo de Israel: después de 70 años de haber sido
destruido el templo y la ciudad de Jerusalén por causa de sus pecados e
incredulidad, ellos seguían cautivos y llenos de temor. A pesar de contar con
la orden y el propósito expreso del rey Ciro para reedificar el templo (y con
ello sus vidas), las circunstancias y los enemigos los habían amedrentado a tal
grado que estaban inmovilizados.
A pesar del miedo que tenían de los
pueblos vecinos, colocaron el altar en su mismo sitio. Y todos los días, por la
mañana y por la tarde, ofrecían holocaustos al SEÑOR (Es 3.3 NVI).
Estando en
esta condición Dios envía Su Palabra y les fortalece animándolos a que pongan
manos a la obra. Curiosamente, fueron los profetas quienes les ayudaban, con la
Palabra de Dios.
Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).
Y les
dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?
El sembrador es el que siembra la palabra (Mar 4.13-14).
La parábola del Sembrador es la clave para
entender TODO el mensaje de Salvación contenido en la Biblia.
Esta
es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios (Luc 8.11).
El Secreto de todo está en que la Palabra de
Dios es la semilla que se siembra en tu corazón, y tú eres esa buena tierra
dispuesta ya a dar fruto a ciento por uno.
Os daré corazón
nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne
el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos,
y los pongáis por obra (Eze
36.26-27).
Al haber aceptado a Jesucristo como tu Señor y
Salvador, Dios te hizo Nacer de Nuevo quitándote el viejo y malvado corazón que
antes tenías para darte un Nuevo corazón conforme al Suyo.
Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe (1
Jn 5.4).
Estimado(a) amigo(a), si el día de hoy estás enfrentando cualquier tipo
de problema: enfermedad, deudas, pobreza, soledad, conflictos familiares,
divorcio, trabajo, miedo, depresión, etc., aquí tienes el consejo más práctico
y exitoso para salir victorioso(a) de todas esas circunstancias: lee, estudia y
medita la Biblia, que es la Palabra de Dios.
¡Deja que la Palabra de Dios te ayude!
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Esta es la instrucción que Dios te da. Este es
el secreto que tu Padre te entrega para que conozcas la clave del éxito,
mediante el cual harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.
Pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón. Esto producirá la fe
que tu corazón necesita y quitará la duda, el temor y el desánimo que pretenden
paralizarte. Te aseguro que haciendo esto, te darás cuenta que en Verdad TODO
lo puedes en Cristo que te fortalece y que en TODA circunstancia saldrás más
que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Así pues, la fe
nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo
(Rom 10.17 DHH).
La Biblia produce fe y fe es lo que tu más necesitas, pues sólo la fe es
la Victoria con que vences al mundo y sus problemas.
Por
la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,
de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3),
La Palabra de Dios es la semilla que nutre y protege al embrión de la fe
y la fe (creerle a Dios, creyendo Su Palabra) es la fuerza más poderosa del
universo y el Padre la puso a tu entera disposición.
Cuando el día
comenzó a refrescar, oyeron el *hombre y
la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín;
entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el
Señor llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde
estás? El hombre contestó: Escuché que andabas por el jardín, y
tuve miedo porque estoy desnudo.
Por eso me escondí (Gen 3.8-10).
Por el otro lado, el miedo y el temor también son una fuerza espiritual,
es la fe corrompida por la incredulidad a la Palabra de Dios que Satanás sembró
en Adán y Eva en el huerto del Edén. Desde entonces, el diablo utiliza, con
gran éxito, la duda y el temor para
mantener cautivos a los que ignoran la Palabra de Dios y viven cautivos a la incredulidad.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres
(Jn 8.31-32).
Lo único que realmente te puede conducir a
realizar una Vida Plena y en Libertad, es que te mantengas firme y constante en
la Palabra de Dios, en la Biblia.
Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio (2 Ti 1.7).
De acuerdo a la Biblia, tu Nueva Naturaleza es
la de un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios, y no la de un(a) cobarde.
El Poder, el Amor y el dominio propio característicos de la naturaleza divina
(Hijo(a) de Dios), ahora son tuyos.
Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios (Ro 8.15-16).
Sea cual sea lo que estés enfrentando el día de
hoy, tú puedes deshacerte del espíritu de temor que pretende esclavizarte, con
tu Verdadera Identidad: Tú eres un(a) Hijo(a) amado del Dios Altísimo.
Así que, a
pesar de todos los intentos desesperados de Satanás para desanimarte, por la Sangre
de Jesús tú has sido hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, la
Palabra de Dios, que es la Verdad, te hace libre y por eso, ¡ya has vencido!
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Al igual
que los israelitas del tiempo de Esdras, tú debes poner manos a la obra, pues
la fe sin obras es muerta. Sabrás que estás actuando con fe cuando cambies tu
forma de hablar respecto a los problemas o situaciones que estés viviendo. Siempre,
la primer obra de tu fe será cambiar tu forma de pensar y de hablar respecto a las
circunstancias, pues esto (cambiar tu forma de hablar), refleja, más que nada,
que en Verdad estás creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.
En lugar de
decir, está difícil, no creo que suceda,
nunca vas a cambiar, contigo siempre es lo mismo, creo que me voy a enfermar, etc.
Mejor pon la Palabra de Dios en tu corazón y comienza a declarar:
o Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
o Yo he creído que Jesús es el Señor, por lo tanto soy salvo(a) yo y toda
mi casa. Nadie en mi familia se va a perder. Todos vendrán a Cristo. Dios lo ha
prometido y Él lo va a cumplir.
o Mi Dios pues suplirá todo lo que me falta conforme a Sus riquezas en
gloria.
o Ciertamente Jesucristo llevo mis enfermedades y sufrió mis dolores y por
Sus heridas yo ya fui sanado(a).
o De todo problema, aflicción o enfermedad, yo voy a salir más que
vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús.
La fe es la
certeza de que lo que Dios dijo, Él lo hará; es la convicción de que lo que Dios
habló, Él lo ejecutará.
Es, pues, la fe la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
Por todo esto, pon mucha atención a lo que piensas y hablas, pues si lo
que piensas y hablas está lleno de duda e incredulidad tu fe está siendo
anulada y estás en riesgo de ser paralizado(a) por el espíritu de temor.
Así que, cobra ánimo, levántate y comienza a declarar en voz audible lo
que Dios, en Su Palabra, la Biblia, dice acerca de ti.
Por lo demás,
hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe
10.6).
Y, ¿cuál
será el poder de la fuerza de Dios? ¿Sus músculos? ¿Sus ángeles? ¿Sus truenos y
relámpagos? No, el Poder de la Fuerza de Dios es, ¡Su Palabra!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, en este día estoy delante de Tu Presencia para declarar que estoy
lleno(a) de fe. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús,
antes que perderme a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me
hayan dejado, con todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino
hoy a seguir creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, yo soy quien Tú dices
que soy: más que vencedor(a), quien todo lo puede. Resisto al espíritu de
desánimo e incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy
libre, pues la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la
ley del pecado y de la muerte. Jesús, Tú me redimiste de la maldición al
hacerte maldito por mí y ahora vivo y camino en Tu bendición. Gracias, muchas
gracias. Tú, Espíritu Santo vives en mí y conmigo. Tengo Tu Palabra que me
ayuda. Tengo Tu unción. Tengo Tu fe. Tengo Tu Amor. ¡No hay forma en que pueda
perder! Por lo tanto, creo y declaro que todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Yo he creído que Tú, Jesús, eres el Señor, por lo tanto soy salvo(a) yo y toda
mi casa. Nadie en mi familia se va a perder. Todos vendrán a Cristo. Dios, Tú
lo has prometido y Tú me lo vas a cumplir. Así que, mi Dios pues suplirá todo
lo que me falta conforme a Sus riquezas en gloria. Ciertamente Tú, Jesucristo,
llevaste mis enfermedades y sufriste mis dolores y por Tus heridas yo ya fui
sanado(a). De todo problema, aflicción o enfermedad, yo, _________ (tu nombre
aquí) voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo
Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 28 2
Jn / Es 5-6
/ Sal 93
2
Juan
Salutación
1
1El anciano a la
señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino
también todos los que han conocido la verdad, 2a causa de la
verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros: 3Sea
con vosotros gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo,
Hijo del Padre, en verdad y en amor.
Permaneced en la doctrina de Cristo
4Mucho me
regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad,
conforme al mandamiento que recibimos del Padre. 5Y ahora te
ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos
tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. 6Y
este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento:
que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. 7Porque
muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha
venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. 8Mirad
por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que
recibáis galardón completo. 9Cualquiera que se extravía, y no persevera
en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de
Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. 10Si alguno viene a
vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis:
¡Bienvenido! 11Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en
sus malas obras.
Espero ir a vosotros
12Tengo muchas
cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta,
pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea
cumplido.
13Los hijos de tu
hermana, la elegida, te saludan. Amén.
Esdras
5-6
Reedificación del templo
5
1Profetizaron
Hageo
y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos
que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba
sobre ellos. 2Entonces se levantaron Zorobabel
hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de
Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les
ayudaban.
3En aquel tiempo
vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus
compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa
y levantar estos muros? 4Ellos también preguntaron: ¿Cuáles son
los nombres de los hombres que hacen este edificio? 5Mas los ojos
de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar hasta
que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre
esto.
6Copia de la
carta que Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai, y sus
compañeros los gobernadores que estaban al otro lado del río, enviaron al rey
Darío. 7Le enviaron carta, y así estaba escrito en ella: Al rey
Darío toda paz. 8Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de
Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya
los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y
prospera en sus manos. 9Entonces preguntamos a los ancianos,
diciéndoles así: ¿Quién os dio orden para edificar esta casa y para levantar
estos muros? 10Y también les preguntamos sus nombres para
hacértelo saber, para escribirte los nombres de los hombres que estaban a la
cabeza de ellos. 11Y nos respondieron diciendo así: Nosotros somos
siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos
años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran rey de
Israel. 12Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios
de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia,
caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia. 13Pero en el año primero de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio
orden para que esta casa de Dios fuese reedificada. 14También
los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor había
sacado del templo que estaba en Jerusalén y los había llevado al templo de
Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia, y fueron entregados a
Sesbasar, a quien había puesto por gobernador; 15y le dijo: Toma
estos utensilios, ve, y llévalos al templo que está en Jerusalén; y sea
reedificada la casa de Dios en su lugar. 16Entonces este Sesbasar
vino y puso los cimientos de la casa de Dios, la cual está en Jerusalén, y
desde entonces hasta ahora se edifica, y aún no está concluida. 17Y
ahora, si al rey parece bien, búsquese en la casa de los tesoros del rey que
está allí en Babilonia, si es así que por el rey Ciro había sido dada la orden
para reedificar esta casa de Dios en Jerusalén, y se nos envíe a decir la
voluntad del rey sobre esto.
6
1Entonces el rey
Darío dio la orden de buscar en la casa de los archivos, donde guardaban los
tesoros allí en Babilonia. 2Y fue hallado en Acmeta, en el palacio
que está en la provincia de Media, un libro en el cual estaba escrito así:
Memoria: 3En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio
orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la
casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen
firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; 4y
tres hileras de piedras grandes, y una de madera nueva; y que el gasto sea
pagado por el tesoro del rey. 5Y también los utensilios de oro y
de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que
estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar,
al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios.
6Ahora, pues,
Tatnai gobernador del otro lado del río, Setar-boznai, y vuestros compañeros
los gobernadores que estáis al otro lado del río, alejaos de allí. 7Dejad
que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus
ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. 8Y por mí es
dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para
reedificar esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo
del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para
que no cese la obra. 9Y lo que fuere necesario, becerros, carneros
y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite,
conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado
día por día sin obstáculo alguno, 10para que ofrezcan sacrificios
agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos.
11También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto,
se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea
hecha muladar por esto. 12Y el Dios que hizo habitar allí su
nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o
destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el
decreto; sea cumplido prontamente.
13Entonces Tatnai
gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron
puntualmente según el rey Darío había ordenado. 14Y los ancianos
de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta
Hageo
y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron,
por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes
rey de Persia. 15Esta casa fue terminada el tercer día del mes de
Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío.
16Entonces los
hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de
la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo. 17Y
ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos
carneros y cuatrocientos corderos; y doce machos cabríos en expiación por todo
Israel, conforme al número de las tribus de Israel. 18Y pusieron a
los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio
de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro de Moisés.
19También los
hijos de la cautividad celebraron la pascua a los catorce días del mes
primero. 20Porque los sacerdotes y los
levitas se habían purificado a una; todos estaban limpios, y sacrificaron la
pascua por todos los hijos de la cautividad, y por sus hermanos los sacerdotes,
y por sí mismos. 21Comieron los hijos de Israel que habían vuelto
del cautiverio, con todos aquellos que se habían apartado de las inmundicias de
las gentes de la tierra para buscar a Jehová Dios de Israel. 22Y
celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días,
por cuanto Jehová los había alegrado, y había vuelto el corazón del rey de
Asiria hacia ellos, para fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios,
del Dios de Israel.
Salmo 93
La majestad de Jehová
1 Jehová
reina; se vistió de magnificencia;
Jehová se
vistió, se ciñó de poder.
Afirmó
también el mundo, y no se moverá.
2 Firme es tu
trono desde entonces;
Tú eres eternamente.
3 Alzaron los
ríos, oh Jehová,
Los ríos
alzaron su sonido;
Alzaron los ríos
sus ondas.
4 Jehová en
las alturas es más poderoso
Que el
estruendo de las muchas aguas,
Más que las recias ondas del
mar.
5 Tus
testimonios son muy firmes;
La santidad
conviene a tu casa,
Oh Jehová,
por los siglos y para siempre.
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