19
de Septiembre
¡Creerle a
Dios, creyendo Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Al probar
Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó
el espíritu (Jn 19.30 NVI).
¡Oh, qué Amor tan asombroso es el que Dios
siente por ti! ¡Qué Plan más maravilloso es el Plan de la Redención de tu Vida
por medio de Su Propia Vida! ¡Consumado es! ¡Todo se ha cumplido! Estas fueron
las últimas palabras que Jesús pronunció sobre esta tierra y se referían a la
culminación de ese Plan de Amor que representa el sacrificio del unigénito Hijo
de Dios.
Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios
a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti!
De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Lo asombroso del Amor que Dios siente por ti
es que va mucho más allá del simple afecto que el Creador pueda tener por su
creatura, pues para resolver el problema del pecado y de la corrupción del
corazón del hombre, Él te hizo Nacer de Nuevo por medio de la muerte y resurrección
de Su propio Hijo, Jesús.
MIREN CUÁNTO
NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo
mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la
gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn
3.1 BAD).
Pero, sólo que ahora tú también eres Su
propio(a) Hijo(a).
porque Dios
es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Fil 2.13).
Lo impresionantemente hermoso del Amor de Dios
es que tú NO hiciste nada por tu salvación y ahora, como un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, Él siempre te ayuda a que, con Su Gracia, cumplas Su buena
Voluntad en tu Vida, la cual es agradable y perfecta.
Al mismo
tiempo, la mano de Dios estaba sobre la gente en la tierra de Judá, y les dio
un solo corazón para obedecer las órdenes del rey y de sus funcionarios, quienes
seguían la palabra del SEÑOR (2
Cro 30.12 NTV).
¡Es Dios quien ahora te da un corazón para
obedecer!
Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de
vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos,
y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Con el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús,
ahora tienes un Nuevo Corazón en el cual Dios mismo escribió Su Palabra, la
Biblia.
He aquí que
vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel
y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé
su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi
pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto
que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi
ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y
ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a
su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más
pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad
de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
A esto se refería Jesús cuando declaro,
¡Consumado es! ¡Todo se ha cumplido!
Efectivamente, el problema de la muerte eterna
que el pecado producía fue totalmente resuelto con la muerte y resurrección de
Jesucristo y ahora tú has recibido la herencia que sólo un(a) Hijo(a) de Dios
puede disfrutar: ¡La Vida Eterna!
Porque la
paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro (Ro 6.23).
Es por todo esto que ahora puedes confiar
total y absolutamente en tu Padre celestial para depender de Su Amor y Su
Gracia para vivir la Vida Plena y Abundante que Jesús adquirió para ti.
Enséñame,
oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre (Sal 86.11).
Instrúyeme,
SEÑOR, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón
para temer tu nombre (NVI).
Y es precisamente el creerle a Dios, creyendo
Su Palabra, lo que te habilita y capacita para vivir esa Vida asombrosa que Dios
tiene planeada para ti.
El ladrón no
viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡Una Vida abundante!
Una Vida abundante es una Vida llena de gozo y
de alegría; y éstas sólo son reales y permanentes cuando son el resultado de
tener la certeza y la convicción de que TODO en tu Vida está bien y estará mejor
cada día.
Jehová de
los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Estas cosas
os he hablado, para que mi gozo esté en
vosotros, y vuestro gozo sea cumplido (Jn
15.11).
Ah, qué alegría para los que confían en el
SEÑOR, que no confían en los orgullosos ni en
aquellos que rinden culto a ídolos (Sal
40.4 NTV).
Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación (Sal 13.5 NVI).
Dado que no puede haber mayor certeza que la
Verdad, y la Verdad es la Palabra de Dios, entonces el gozo genuino y la
alegría que perdura sólo pueden provenir de creerle a Dios, creyendo Su
Palabra.
Entonces los
israelitas que estaban presentes en Jerusalén celebraron con gran alegría el
Festival de los Panes sin Levadura durante siete días. Cada día los levitas y
los sacerdotes cantaban al SEÑOR, al son de instrumentos resonantes -*O cantaban
al SEÑOR con todas sus fuerzas- (2
Cro 30.21 NTV).
Este episodio de la Biblia hace referencia a
un momento muy crítico en la historia del pueblo de Israel. A causa de su incredulidad
y desobediencia a la Palabra de Dios, ellos se encontraban derrotados,
esparcidos y humillados por sus enemigos. Cuando un buen rey, el rey Ezequías,
los animo a regresar al Señor y celebrar la Pascua, entonces un milagro
asombroso sucedió: Aparentemente la realidad en la que vivían NO había cambiado
en nada, sin embargo, el gozo y la alegría fluyeron genuinamente por la FE, al
haber creído la Palabra de Dios. Y con
gran alegría cantaban al SEÑOR, con
todas sus fuerzas.
¡El gozo y la
alegría son un regalo de la Gracia de Dios en respuesta a tu fe, en respuesta
al haber creído a Dios, creyendo Su Palabra!
Has cambiado
mi lamento en baile; Desataste mi
cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no
estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre (Sal 30.11-12).
a ordenar
que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo
en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán
llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya (Isa 61.3).
Cualquiera que sea el problema, enfermedad o
aflicción que estés enfrentando el día de hoy, convéncete a ti mismo(a) de
poner TODA tu confianza en el Señor y en Su Palabra, pues sólo así
experimentarás el gozo, la alegría y la paz de salir siempre más que vencedor
por medio de Aquel que te ha amado: Cristo Jesús.
Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro (Rom 8.37-39).
Así que, créelo de una vez: ¡Consumado es!
¿Qué le falta a la Salvación? ¿Cuál es
tu parte en la Redención? ¡Creerle a Dios,
creyendo Su Palabra!
Oremos en voz audible:
Amado
Padre celestial, ahora entiendo que el Sacrificio de Cristo Jesús fue completo,
perfecto y acabado, por eso, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor,
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida; y no cualquier
tipo de vida, sino la Vida Eterna que solamente un(a) Hijo(a) Tuyo(a) puede
tener. Amado Jesús, gracias por haberme trasladado de las tinieblas a Tu Luz
admirable. Gracias por haber deshecho mi vieja naturaleza vendida al pecado y
haberme dotado de una Vida totalmente Nueva: ¡La Vida Eterna! ¡La Vida de un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Señor, este día pongo toda mi confianza en
Tu Palabra. ¡Yo estoy en Cristo! Por lo tanto, soy Nueva creatura, las cosas
viejas pasaron he aquí que TODAS son hechas nuevas. Hoy recibo el gozo y la
alegría que reciben todos aquellos que en Ti confían. Tú me guardarás en
completa Paz, pues mis pensamientos en Ti perseveran porque he decidido poner
Tu Palabra en mi mente, boca y corazón. Por lo tanto, aunque en valle de sombra
y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor,
Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre.
Te invocaré, y Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me
librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu
salvación. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he
vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el
que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y
amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a
Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni
la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 19 Jn
19.17-42 / 2 Cr 30 / Sal 86
San
Juan 19.17-42
Crucifixión y muerte
de Jesús
(Mt. 27.32–50; Mr. 15.21–37; Lc. 23.26–49)
17Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo,
Gólgota; 18y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada
lado, y Jesús en medio. 19Escribió también Pilato un título, que
puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20Y
muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue
crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en
griego y en latín. 21Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de
los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los
judíos. 22Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
23Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e
hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la
cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. 24Entonces
dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de
quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice:
Repartieron entre sí mis vestidos,
Y sobre mi ropa echaron suertes.
Y así lo hicieron los soldados. 25Estaban junto a la cruz de
Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María
Magdalena. 26Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él
amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. 27Después
dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la
recibió en su casa.
28Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para
que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. 29Y estaba allí una vasija
llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola
en un hisopo, se la acercaron a la boca. 30Cuando Jesús hubo tomado
el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el
espíritu.
El costado de Jesús traspasado
31Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de
que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo* (pues aquel día de
reposo* era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las
piernas, y fuesen quitados de allí. 32Vinieron, pues, los soldados,
y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido
crucificado con él. 33Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya
muerto, no le quebraron las piernas. 34Pero uno de los soldados le
abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. 35Y
el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice
verdad, para que vosotros también creáis. 36Porque estas cosas
sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.
37Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Jesús es sepultado
(Mt. 27.57–61; Mr. 15.42–47; Lc. 23.50–56)
38Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero
secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse
el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el
cuerpo de Jesús. 39También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús
de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 40Tomaron,
pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas,
según es costumbre sepultar entre los judíos. 41Y en el lugar donde
había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en
el cual aún no había sido puesto ninguno. 42Allí, pues, por causa de
la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba
cerca, pusieron a Jesús.
2
Crónicas 30
Ezequías celebra la pascua
30
1Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y
a Manasés, para que viniesen a Jerusalén a la casa de Jehová para celebrar la
pascua a Jehová Dios de Israel. 2Y el rey había tomado consejo con
sus príncipes, y con toda la congregación en Jerusalén, para celebrar la pascua
en el mes segundo; 3porque entonces no la podían celebrar, por
cuanto no había suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo se había
reunido en Jerusalén. 4Esto agradó al rey y a toda la multitud.
5Y determinaron hacer pasar pregón por todo Israel, desde Beerseba hasta
Dan, para que viniesen a celebrar la pascua a Jehová Dios de Israel, en
Jerusalén; porque en mucho tiempo no la habían celebrado al modo que está
escrito. 6Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de sus
príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos
de Israel, volveos a Jehová el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se
volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria. 7No
seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra
Jehová el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros
veis. 8No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros
padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado
para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará
de vosotros. 9Porque si os volviereis a Jehová, vuestros hermanos y
vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos, y
volverán a esta tierra; porque Jehová vuestro Dios es clemente y
misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis
a él.
10Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés,
hasta Zabulón; mas se reían y burlaban de ellos. 11Con todo eso,
algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron, y vinieron a
Jerusalén. 12En Judá también estuvo la mano de Dios para darles un
solo corazón para cumplir el mensaje del rey y de los príncipes, conforme a la
palabra de Jehová.
13Y se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta solemne de los
panes sin levadura en el mes segundo, una vasta reunión. 14Y
levantándose, quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también
todos los altares de incienso, y los echaron al torrente de Cedrón. 15Entonces
sacrificaron la pascua, a los catorce días del mes segundo; y los sacerdotes y
los levitas llenos de vergüenza se santificaron, y trajeron los holocaustos a
la casa de Jehová. 16Y tomaron su lugar en los turnos de costumbre,
conforme a la ley de Moisés varón de Dios; y los sacerdotes esparcían la sangre
que recibían de manos de los levitas. 17Porque había muchos en la
congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la
pascua por todos los que no se habían purificado, para santificarlos a Jehová. 18Porque
una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se
habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas
Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo
aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios, 19a Jehová el
Dios de sus padres, aunque no esté purificado según los ritos de purificación
del santuario. 20Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo. 21Así
los hijos de Israel que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta solemne de
los panes sin levadura por siete días con grande gozo; y glorificaban a Jehová
todos los días los levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos
resonantes a Jehová. 22Y habló Ezequías al corazón de todos los
levitas que tenían buena inteligencia en el servicio de Jehová. Y comieron de
lo sacrificado en la fiesta solemne por siete días, ofreciendo sacrificios de
paz, y dando gracias a Jehová el Dios de sus padres.
23Y toda aquella asamblea determinó que celebrasen la fiesta por otros siete
días; y la celebraron otros siete días con alegría. 24Porque
Ezequías rey de Judá había dado a la asamblea mil novillos y siete mil ovejas;
y también los príncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas; y
muchos sacerdotes ya se habían santificado. 25Se alegró, pues, toda
la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la
multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido
de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá. 26Hubo entonces
gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey
de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. 27Después
los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de
ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.
Salmo 86
Oración pidiendo la continuada misericordia de Dios
Oración de David.
1 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame,
Porque estoy afligido y menesteroso.
2 Guarda mi alma,
porque soy piadoso;
Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
3 Ten misericordia de
mí, oh Jehová;
Porque a ti clamo todo el día.
4 Alegra el alma de
tu siervo,
Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma.
5 Porque tú, Señor,
eres bueno y perdonador,
Y grande en misericordia para con todos los que te
invocan.
6 Escucha, oh Jehová,
mi oración,
Y está atento a la voz de mis ruegos.
7 En el día de mi
angustia te llamaré,
Porque tú me respondes.
8 Oh Señor, ninguno
hay como tú entre los dioses,
Ni obras que igualen tus obras.
9 Todas las naciones
que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor,
Y glorificarán tu nombre.
10 Porque tú eres
grande, y hacedor de maravillas;
Sólo tú eres Dios.
11 Enséñame, oh
Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad;
Afirma mi corazón para que tema tu nombre.
12 Te alabaré, oh
Jehová Dios mío, con todo mi corazón,
Y glorificaré tu nombre para siempre.
13 Porque tu
misericordia es grande para conmigo,
Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.
14 Oh Dios, los
soberbios se levantaron contra mí,
Y conspiración de violentos ha buscado mi vida,
Y no te pusieron delante de sí.
15 Mas tú, Señor, Dios
misericordioso y clemente,
Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad,
16 Mírame, y ten
misericordia de mí;
Da tu poder a tu siervo,
Y guarda al hijo de tu sierva.
17 Haz conmigo señal
para bien,
Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados;
Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.
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