sábado, 21 de septiembre de 2019

¡SÍ existe algo que el Único Todopoderoso Dios NO puede hacer!



22 de Julio
¡Dios no puede mentir!
Por Riqui Ricón*


Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías: Desciende con él; no tengas miedo de él. Y él se levantó, y descendió con él al rey. Y le dijo: Así ha dicho Jehová: Por cuanto enviaste mensajeros a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No te levantarás, por tanto, del lecho en que estás, sino que de cierto morirás. Y murió conforme a la palabra de Jehová, que había hablado Elías (2 R 1.15-17).

En este episodio en la vida del pueblo de Israel, como en muchos otros, la Biblia te hace notar como algunas personas a pesar de conocer de Dios y saber de Su Poder, ¡no creían a Su Palabra!

Aquí tenemos al rey Ocozías quien, al ser confrontado por la Palabra de Dios, no se arrepintió, ni buscó a Dios. ¿Por qué las personas actúan así? Porque, aunque creen en Dios, no le creen a Dios, esto es, porque no creen a Su Palabra.

¿Todavía hay alguno entre ustedes que piensa que basta con tener fe? ¿Fe en qué? ¿En que hay un solo Dios? ¡Hasta los demonios, lo creen y tiemblan de espanto!  ¡Tonto! ¿Cuándo vas a acabar de aprender que de nada sirve “creer” si uno no hace lo que Dios quiere? La fe que no se plasma en buenas obras no es fe verdadera (Sgo 2.19.20 BAD).

Te preguntarás, ¿entonces creer en Dios no es suficiente? Así es mi Amado(a), creer en Dios NO es suficiente. Creer en Dios apenas y te coloca al mismo nivel que los demonios y aún así ellos tiemblan. Lo único que puede ser suficiente para realizar una Vida Plena y Abundante es que le creas a Dios, creyendo Su Palabra. Sólo esta clase de fe te hace actuar en obediencia a lo que sea que Él te esté pidiendo que hagas.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Sin fe, sin creerle a Dios, creyendo Su Palabra, tú no puedes agradar a Dios. Cuando te acercas a Dios no sólo debes creer que Él existe, sino creer que en Verdad Él es Dios y, por lo tanto, todo lo que Él dice es Verdad y se cumple. Dios tiene Palabra de Honor y Él honra a los que sinceramente le buscan.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Pero, ¿cómo puedes estar seguro(a) de algo que no ves y que además las personas y las circunstancias te aseguran que no sucederá; como cuando esperas un milagro de sanidad ante un diagnóstico médico negativo como el cáncer o la diabetes? ¿Cómo puedes tener la certeza de algo que estás esperando cuando todo a tu alrededor te indica que no pasará; como la restauración de tu matrimonio o ser libre de deudas?

¿QUÉ ES FE? Fe es la plena certeza de que lo que esperamos ha de llegar. Es el convencimiento absoluto de que hemos de alcanzar lo que ni siquiera vislumbramos (He 11.1 BAD):

Esta certeza, esta seguridad, sólo puede provenir de una fuente: La Biblia, que es la Palabra de Dios. Esto es así, ya que sabemos que Dios no puede mentir, pues lo que lo hace Omnipotente es que, precisamente, todo, absolutamente todo, lo que sale de Su boca se cumple. La Palabra de Dios tiene en sí  todo el Poder de Dios para hacerse cumplir a si misma.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).

Dios creó todo el universo (lo visible y lo invisible), con Su Palabra. El poder de la fuerza de Dios no son Sus ángeles, ni relámpagos, sino Su Palabra. Así que, insisto, cualquier cosa que Dios dice se cumple forzosamente.

Por esto Dios no puede mentir. Aunque Él quisiera hacerlo no podría, pues la mentira es todo lo contrario a la Verdad y, como ya vimos, toda Palabra que sale de la boca de Dios se cumple por sí misma ya que es la Verdad.

Y dijo Dios: Sea la luz;  y fue la luz (Gen 1.3).

Cuando Dios dijo, sea la luz, ¡fue la luz y no otra cosa! Dios no dijo “sea la luz” y se tapó los ojos cruzando los dedos esperando a ver qué sucedería o qué resultaría de eso; ¡No! Eso no fue así, pues sucedió exactamente lo que Él dijo que sucedería: ¡Fue la luz!

A manera de ilustración, imagina que el Señor quisiera jugarte una broma y se apareciera a ti en un día domingo por la mañana diciendo: “hola, ¿no te gusta la hermosa noche de viernes que te estoy dando?”; no podrías replicarle por haberse equivocado. Recuerda que Él es Dios, así que, ¿qué crees tú que pasará en el momento mismo que las palabras “hermosa noche de viernes” salgan de Su boca? Pues a cambiar agendas y ajustar relojes porque, sin discusión alguna, ese día dejará de ser domingo para volverse un hermoso viernes por la noche. ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de Honor!

Así que, puesto que la Biblia, la Palabra de Dios, es la Verdad Eterna e Infalible, entonces la Vida no se trata  de si Dios es confiable o no, sino, más bien, la Vida se trata de si decides tú confiar en Él o no. Tu Vida se trata de si decides tú creer o no creer a Su Palabra.

Aunque, dado que  Dios es cien por ciento confiable, sería un tremendo error no creerle, ¿verdad?

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Recuerda que esta es Palabra de Dios. Esta es Palabra de Honor. Y puesto que Dios lo dice así, entonces aquí está el secreto, la única forma en que puedes hacer prosperar tu camino y que todo te salga bien: ¡Haz de la lectura y meditación de la Biblia la norma máxima de tu existencia!

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía  (Sal 84.12).

¿Entonces? ¿Cómo puedes tener la certeza de aquello que estás esperando, cómo puedes estar convencido(a) de cosas que aún no ves? ¡Sencillísimo! Sólo tienes que encontrar en la Biblia, que es la Palabra de Honor de Dios, alguna de las promesas que Él te hace tocante a tu necesidad y hacerla valer para ti mismo(a).

Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,  sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Puedes hacer valer para ti mismo(a) cualquier promesa que hay en la Biblia, como el derecho que ahora tienes a la Vida Eterna porque sabes que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD)

Puedes hacer valer para ti mismo(a) cualquier promesa que hay en la Biblia porque sabes que eres un(a) Hijo(a) legítimo y amado de Dios, tu Padre.

Así que, si tienes una Promesa de tu Padre tocante a cualquier necesidad, entonces puedes estar cien por ciento seguro(a) que todo saldrá bien,

Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando éste llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró: —Hombre de Dios, le ruego que respete mi vida y la de estos cincuenta servidores suyos. Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso le pido ahora que respete mi vida (2 R 1-13-14 NVI).

La actitud del tercer capitán de cincuenta fue muy diferente a la del rey Ocozías. Sabía y creía que podía morir junto con sus cincuenta hombres. Por eso actuó con justicia al acercarse humilde y prudentemente al profeta Elías pidiendo misericordia. Reconocer y creer que el profeta en Verdad era Hombre de Dios y que Dios respalda Su Palabra en él, le salvó la vida a él y a sus cincuenta. Lo cual no sucedió con el rey de Israel.

Entonces la mujer dijo a Elías:  Ahora conozco que tú eres varón de Dios,  y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca (1 R 17.24).

Así que, existe algo que el Único y Todopoderoso Dios NO puede hacer, y eso es mentir.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
¡Si puedes creer, pues al que le cree a Dios creyendo Su Palabra TODO le es posible!

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermoso es saber que puedo confiar total y absolutamente en Tu Palabra, la Biblia. Gracias Señor porque lámpara es a mis píes Tu Palabra y luz en mi camino. Gracias por Jesús, por Su Amor y por el cumplimiento de Tu Palabra en Su Vida para mi Redención y Salvación. ¡Bendito Tu Nombre y bendito Tú, mi Señor Jesús! Por lo que Tú hiciste por mí en la cruz ahora yo puedo vivir en paz, victoria y libertad. ¡Tú pagaste el precio por mí! Gracias, muchas gracias. No voy a temer. No tengo nada por qué temer, Tú eres mi Padre, Dios, Rey y Salvador. ¡Gracias por Tu Sangre! ¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Gracias por Tu Palabra de Honor! Por el gran Amor con que me has amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en valle de sombra y de muerte, Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste por Amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedo ser constante, alegre y persistente al esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará. Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto, resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En el nombre de Jesús. Amén
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 22                            Jn 21 / 2 Cr 33 / Sal 89:1-18

Juan 21 
Jesús se aparece a siete de sus discípulos

21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: !!Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. 10 Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. 11 Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.

Apacienta mis ovejas

15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos. 16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. 19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.

El discípulo amado

20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? 22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. 23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? 24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. 25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.

2 Crónicas 33
Reinado de Manasés
(2 R. 21.1-18)

33 De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén. 2 Pero hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. 3 Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto. Edificó también altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén estará mi nombre perpetuamente. 5 Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová. 6 Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, hasta encender su ira.7 Además de esto puso una imagen fundida que hizo, en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre; 8 y nunca más quitaré el pie de Israel de la tierra que yo entregué a vuestros padres, a condición de que guarden y hagan todas las cosas que yo les he mandado, toda la ley, los estatutos y los preceptos, por medio de Moisés. 9 Manasés, pues, hizo extraviarse a Judá y a los moradores de Jerusalén, para hacer más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel. 10 Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, mas ellos no escucharon; 11 por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. 12 Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. 13 Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios. 14 Después de esto edificó el muro exterior de la ciudad de David, al occidente de Gihón, en el valle, a la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y elevó el muro muy alto; y puso capitanes de ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. 15 Asimismo quitó los dioses ajenos, y el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. 16 Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel. 17 Pero el pueblo aún sacrificaba en los lugares altos, aunque lo hacía para Jehová su Dios. 18 Los demás hechos de Manasés, y su oración a su Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre de Jehová el Dios de Israel, he aquí todo está escrito en las actas de los reyes de Israel. 19 Su oración también, y cómo fue oído, todos sus pecados, y su prevaricación, los sitios donde edificó lugares altos y erigió imágenes de Asera e ídolos, antes que se humillase, he aquí estas cosas están escritas en las palabras de los videntes. 20 Y durmió Manasés con sus padres, y lo sepultaron en su casa; y reinó en su lugar Amón su hijo.

Reinado de Amón
(2 R. 21.19-26)

21 De veintidós años era Amón cuando comenzó a reinar, y dos años reinó en Jerusalén. 22 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como había hecho Manasés su padre; porque ofreció sacrificios y sirvió a todos los ídolos que su padre Manasés había hecho. 23 Pero nunca se humilló delante de Jehová, como se humilló Manasés su padre; antes bien aumentó el pecado. 24 Y conspiraron contra él sus siervos, y lo mataron en su casa. 25 Mas el pueblo de la tierra mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón; y el pueblo de la tierra puso por rey en su lugar a Josías su hijo.

Salmos 89:1-18
Pacto de Dios con David
Masquil de Etán ezraíta.

89 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente;
    De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.
2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia;
En los cielos mismos afirmarás tu verdad.
3 Hice pacto con mi escogido;
Juré a David mi siervo, diciendo:
4 Para siempre confirmaré tu descendencia,
Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah
5 Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová,
Tu verdad también en la congregación de los santos.
6 Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová?
¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados?
7 Dios temible en la gran congregación de los santos,
Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.
8 Oh Jehová, Dios de los ejércitos,
¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová,
Y tu fidelidad te rodea.
9 Tú tienes dominio sobre la braveza del mar;
Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.
10 Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte;
Con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.
11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra;
El mundo y su plenitud, tú lo fundaste.
12 El norte y el sur, tú los creaste;
El Tabor y el Hermón cantarán en tu nombre.
13 Tuyo es el brazo potente;
Fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
14 Justicia y juicio son el cimiento de tu trono;
Misericordia y verdad van delante de tu rostro.
15 Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte;
Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.
16 En tu nombre se alegrará todo el día,
Y en tu justicia será enaltecido.
17 Porque tú eres la gloria de su potencia,
Y por tu buena voluntad acrecentarás nuestro poder.
18 Porque Jehová es nuestro escudo,
Y nuestro rey es el Santo de Israel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué piensas al respecto?