martes, 10 de septiembre de 2019

¡Cómo saber si eres un(a) Hijo(a) de Dios!



22 de Agosto
¡Igual al Padre!
Por Riqui Ricón*
Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.  Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.  Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios (Jn 5.16-18).
Es muy interesante notar aquí, como la Escritura te enseña cuáles fueron las dos razones por las cuales los judíos mataron a Jesús: uno, por hacer milagros en el día de reposo y dos, por decir que Dios era Su propio Padre.
Esto último, fue demasiado para las mentes supersticiosas de ese tiempo y no lo pudieron soportar, pues, en el correcto sentido de las palabras (lo mismo ayer que hoy), decir que uno es Hijo de Dios significa necesariamente tener la misma naturaleza que tu Padre, Dios (y esto es ser igual a Dios).
Para aquellos judíos de la época de Jesús, esta mera idea era impensable. Pero, ¿Qué hay de ti después de la muerte y resurrección de Cristo Jesús?
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
La única forma para comprender y asimilar esto es cuando conoces y crees el Amor de Dios.
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.16-17).
Es por el Amor que Él siente por ti, que tú has sido llamado(a) y constituido(a) por el mismísimo Dios, como un(a) Hijo(a) Suyo(a). ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo para pagar TODOS tus pecados antes que perderte a ti. Jesús no vino a condenarte sino a que, por medio de Su Sangre, muerte y resurrección, tú recibas la Vida Eterna que solamente de un(a) Hijo(a) del Rey puede tener.
Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra (Sal 2.7-8).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres legal y literalmente un(a) Hijo(a) de Dios. Esta es tu verdadera identidad y esta es la razón por la que Jesús dio su vida en esa cruz, por amor a ti.
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2.10).
Por esto, Jesús ya NO ES más el único Hijo de Dios, sino que ahora es el primero entre muchos hermanos, de los cuales tú eres uno(a) de ellos.
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).
La actitud de los judíos de antaño hacia las enseñanzas y la persona de Jesús es un mero reflejo del pánico que Satanás tiene de que en Verdad tú comiences a creer que eres la persona que Dios dice en Su Palabra que eres: ¡Un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Es por esta Verdad que, sin importar la situación en que te encuentres el día de hoy, si tú has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, ten la certeza, la plena seguridad y confianza de que puedes orar a tu Padre y pedirle que te ayude, teniendo la total certeza que Él no faltará a Su Palabra y contestará favorablemente todas tus oraciones.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.  Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4.14-16).
Tu enemigo, el diablo, tratará por todos los medios de apartarte de esta Verdad: que tú eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios y que Él no dejará de cumplirte Su Palabra. Satanás tratará de producir duda e incredulidad en tu mente y corazón hacia la Palabra de Dios para que, olvidando quien tú ya eres, seas desanimado(a) y tentado(a) a desobedecer.
Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;  y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos (Zac 7.11-12).
La buena noticia es que lo anterior NO ES tu caso, pues Jesús ha vencido al mundo por ti y te ha traspasado Su Victoria.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33)
Recuerda siempre que la victoria que vence al mundo es tu fe. Esto es, creyéndole a Dios creyendo Su Palabra.
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Y la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Esto es, la fe viene por creerle a Dios, creyendo a Su Palabra, sabiendo que tú eres el (la) amado(a) y especial tesoro de tu Padre celestial.
Así que, no permitas que ningún problema o circunstancia adversa te haga dudar del Amor de tu Padre. No permitas que la duda, y el temor que ésta produce, te roben tu identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar:  "¡Abba!  ¡Padre!" (Ro 8.15 NVI).
No lo dudes más, de acuerdo a las enseñanzas de Jesucristo; de acuerdo al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús y a todo el mensaje contenido en la Palabra de Dios, la Biblia (y por más que chillen los demonios, blasfemia, blasfemia), tú eres legítimamente un(a) Hijo(a) del Dios Todopoderoso.
Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.42).
¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado y creído la Palabra de Dios!

Oremos:
Amado Padre celestial, en este momento quiero decirte cuanto te amo y cuan agradecido estoy por Tu Amor. Gracias Jesús por Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota en esa cruz por Amor a mí. Sé que he sido justificado(a) y perdonado(a) en Tu Sangre. Ahora soy legítimamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y este acto soberano de Tu Amor y Gracia sobre mí, me coloca a la estatura del Varón perfecto, Cristo Jesús. Ante cualquier reto que esté enfrentando el día de hoy, sé también que jamás me dejarás, pues Tú, Jesucristo, eres mi guardador y el maligno no me toca. Tú has dicho en Tu Palabra que a los que te amamos TODAS las cosas nos ayudarán a bien, así que, este día, yo, ________________ (tu nombre aquí), creo y declaro que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a) y soy feliz. De todo problema, circunstancia o enfermedad estoy cien por ciento seguro(a) que salgo más que vencedor(a) pues todo lo puedo en Cristo Jesús, mi Señor y Salvador. Lo creo y lo confieso en Tu nombre Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso? 
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios: 
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 8      Jn 12:27-50/  2 Cr 16-17/  Salmo 78:1-20


Juan 12:27-50
Jesús anuncia su muerte

27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29 Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. 30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo. 33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir. 34 Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre? 35 Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. 36 Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.

Incredulidad de los judíos

Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. 37 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo:
          Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
          ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 
39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías:
           40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón;
           Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón,
           Y se conviertan, y yo los sane. 
41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. 42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

Las palabras de Jesús juzgarán a los hombres

44 Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió. 46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48 El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.


2 Crónicas 16-17
Alianza de Asa con Ben-adad
(1 R. 15.16-22)

16 En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá, para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá. 2 Entonces sacó Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehová y de la casa real, y envió a Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo: 3 Haya alianza entre tú y yo, como la hubo entre tu padre y mi padre; he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire de mí. 4 Y consintió Ben-adad con el rey Asa, y envió los capitanes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel; y conquistaron Ijón, Dan, Abel-maim y las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí. 5 Oyendo esto Baasa, cesó de edificar a Ramá, y abandonó su obra. 6 Entonces el rey Asa tomó a todo Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba, y con ellas edificó a Geba y a Mizpa. 7 En aquel tiempo vino el vidente Hanani a Asa rey de Judá, y le dijo: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. 8 Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos. 9 Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti. 10 Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo.

Muerte de Asa
(1 R. 15.23-24)

11 Mas he aquí los hechos de Asa, primeros y postreros, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 12 En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a Jehová, sino a los médicos. 13 Y durmió Asa con sus padres, y murió en el año cuarenta y uno de su reinado. 14 Y lo sepultaron en los sepulcros que él había hecho para sí en la ciudad de David; y lo pusieron en un ataúd, el cual llenaron de perfumes y diversas especias aromáticas, preparadas por expertos perfumistas; e hicieron un gran fuego en su honor.

Reinado de Josafat

17 Reinó en su lugar Josafat su hijo, el cual se hizo fuerte contra Israel. 2 Puso ejércitos en todas las ciudades fortificadas de Judá, y colocó gente de guarnición en tierra de Judá, y asimismo en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado. 3 Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales, 4 sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel. 5 Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia. 6 Y se animó su corazón en los caminos de Jehová, y quitó los lugares altos y las imágenes de Asera de en medio de Judá. 7 Al tercer año de su reinado envió sus príncipes Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que enseñasen en las ciudades de Judá; 8 y con ellos a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías; y con ellos a los sacerdotes Elisama y Joram. 9 Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo. 10 Y cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no osaron hacer guerra contra Josafat. 11 Y traían de los filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata. Los árabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos. 12 Iba, pues, Josafat engrandeciéndose mucho; y edificó en Judá fortalezas y ciudades de aprovisionamiento. 13 Tuvo muchas provisiones en las ciudades de Judá, y hombres de guerra muy valientes en Jerusalén. 14 Y este es el número de ellos según sus casas paternas: de los jefes de los millares de Judá, el general Adnas, y con él trescientos mil hombres muy esforzados. 15 Después de él, el jefe Johanán, y con él doscientos ochenta mil. 16 Tras éste, Amasías hijo de Zicri, el cual se había ofrecido voluntariamente a Jehová, y con él doscientos mil hombres valientes. 17 De Benjamín, Eliada, hombre muy valeroso, y con él doscientos mil armados de arco y escudo. 18 Tras éste, Jozabad, y con él ciento ochenta mil dispuestos para la guerra. 19 Estos eran siervos del rey, sin los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas en todo Judá.

Salmos 78:1-20
Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel
Masquil de Asaf.

78 Escucha, pueblo mío, mi ley;
    Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en proverbios;
Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,
3 Las cuales hemos oído y entendido;
Que nuestros padres nos las contaron.
4 No las encubriremos a sus hijos,
Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová,
Y su potencia, y las maravillas que hizo.
5 El estableció testimonio en Jacob,
Y puso ley en Israel,
La cual mandó a nuestros padres
Que la notificasen a sus hijos;
6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán;
Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,
7 A fin de que pongan en Dios su confianza,
Y no se olviden de las obras de Dios;
Que guarden sus mandamientos,
8 Y no sean como sus padres,
Generación contumaz y rebelde;
Generación que no dispuso su corazón,
Ni fue fiel para con Dios su espíritu.
9 Los hijos de Efraín, arqueros armados,
Volvieron las espaldas en el día de la batalla.
10 No guardaron el pacto de Dios,
Ni quisieron andar en su ley;
11 Sino que se olvidaron de sus obras,
Y de sus maravillas que les había mostrado.
12 Delante de sus padres hizo maravillas
En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Dividió el mar y los hizo pasar;
Detuvo las aguas como en un montón.
14 Les guió de día con nube,
Y toda la noche con resplandor de fuego.
15 Hendió las peñas en el desierto,
Y les dio a beber como de grandes abismos,
16 Pues sacó de la peña corrientes,
E hizo descender aguas como ríos.
17 Pero aún volvieron a pecar contra él,
Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;
18 Pues tentaron a Dios en su corazón,
Pidiendo comida a su gusto.
19 Y hablaron contra Dios,
Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?
20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,
Y torrentes inundaron la tierra;
¿Podrá dar también pan?
¿Dispondrá carne para su pueblo?

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