17
de Septiembre
¡Confiando
en Dios!
Por Riqui Ricón*
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Que asombrosa es la simpleza del camino que conduce a la felicidad del
ser humano: ¡Confiar en Dios!
E igualmente sencilla es la clave para transitar por este camino de
dicha y felicidad: ¡Creer! ¡Creerle a Dios, creyendo Su Palabra!
En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene
que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan (He 11.6 NVI).
Si lo piensas bien, te darás cuenta que la única razón de la infelicidad
humana es la incredulidad a la Palabra de Dios. Es esa duda latente y
persistente que te cuestiona en tu mente si existirá Dios o no, si Su Palabra
será la Verdad o no.
La desdicha del ser humano comienza cuando duda de la Palabra de Dios e
ignora la Verdad.
Le dijo entonces Pilato:
¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido,
y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que
es de la verdad, oye mi voz (Jn 18.37).
En cuanto al conocimiento de la Verdad y la búsqueda de la felicidad, es
interesante notar que a pesar que han transcurrido miles de años, el dilema de
la humanidad es el mismo que enfrentaron Adán y Eva allá en el huerto de Edén,
esto es: mi Dios y creador DICE una cosa pero este animalito (la serpiente)
DICE otra totalmente diferente, ¿quién de los dos DIRÁ la Verdad? ¿A cuál de
los dos le voy a CREER?
El final de esa historia lo conoces muy bien, Adán y Eva NO CONFIARON en
Dios y decidieron creerle a la serpiente. Adán y Eva negaron la Verdad para
CREER una mentira y le dieron entrada al temor y a la infelicidad a sus vidas,
y a la vida de todo el género humano.
Bienaventurado el hombre que pone su
confianza en Jehovah, y no vuelve la mirada a los soberbios, ni a los que se
enredan con la falsedad (Sal 40.4 RVA).
Confiar en Dios literalmente significa creerle a Él; significa creer lo
que Él dice, pues toda Palabra que sale de Su boca es Verdad. Recuerda que Dios
NO PUEDE mentir. Aunque quisiera hacerlo no puede hacerlo.
Quizá protestes, -Dios TODO lo
puede.
Permíteme explicarte porque Dios NO PUEDE mentir, aunque Él, remotamente,
quisiera hacerlo:
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve
fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Dado
que el poder de la fuerza de Dios es Su Palabra, con la cual creó todo el
universo (lo visible y lo invisible), podemos comprender que cualquier cosa que
Dios dice se cumple forzosamente. Por esto Dios no puede mentir. Aunque Él
quisiera hacerlo no podría, pues la mentira es todo lo contrario a la Verdad y,
como ya vimos, toda palabra que sale de la boca de Dios es Verdad, ya que se
cumple por sí misma.
Y dijo Dios: Sea la luz; y
fue la luz
(Gen 1.3).
Por
ejemplo, si el Señor quisiera jugarte una broma y se apareciera a ti, hoy martes,
diciendo: “hola, ¿no te gusta la hermosa noche de viernes que les estoy
dando?”; no podrías replicarle haberse equivocado, ya que, como Él es Dios,
¿qué crees que pasaría cuando las palabras “hermosa noche de viernes” salieran
de Su boca? ¡Desde luego! A cambiar agendas y ajustar relojes porque, sin
discusión alguna, se volvería viernes por la noche.
Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón
se alegra en tu salvación (Sal 13.5
NVI).
Dios,
el Todopoderoso, lo único que te pide es que confíes en Él, que creas a Su
Palabra, que creas que tiene Palabra de Honor, pues, al fin de cuentas, Él no
puede mentir.
Así
que, efectivamente, hay una sola cosa que el Todopoderoso Dios no puede hacer,
y eso es mentir.
Bienaventurado el hombre que
tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el
valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques.
Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion (Sal 84.5-7).
Te
darás cuenta que no se trata aquí de si Dios es confiable o no, puesto que Su
Palabra es la Verdad eterna e infalible. De lo que realmente trata tu Vida es
de si decides tú confiar en Él o no. Se trata de si decides o no creerle a Su
Palabra. Aunque, dado que Dios es cien
por ciento confiable, sería un tremendo error no creerle. ¿Verdad?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn
3.16-17)
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que
perderte a ti!
Al morir en esa cruz y resucitar, venciendo a la muerte, Jesús no sólo
pagó tus pecados para hacerte justo delante de Dios, sino que, además, te transmitió
Su propia Vida haciendo de ti un(a) genuino(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡Él vino para que tengas vida, y para que la tengas en abundancia!
Satanás viene a hurtar y matar y destruir. Pero ya no tiene ninguna
autoridad sobre de ti. La única arma que tiene es la mentira. Con la mentira
pretende infundirte duda y temor para que dejes de confiar en tu Padre
celestial. Él utiliza las circunstancias para gritarte al oído: no sanarás esta vez; vas a morir; te vas a quedar sin dinero y cómo alimentarás a tu familia; tu matrimonio está acabado, pues ya no te
ama; tu hijo(a) se perderá, no
supiste educarlo, etc.
Todas esas mentiras te comenzarán a parecer muy reales en la medida que
comiences a creerlas.
Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Sólo la
Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, tiene el poder para hacerte
libre de la duda y el temor. ¡Sólo la Verdad te puede hacer libre!
Qué
afortunado es el que se apoya en ti, el que sólo piensa en andar en tus
caminos. Cuando pasa por el valle de las Lágrimas, lo convierte en un oasis
bendecido por la lluvia temprana (Sal 84.5-6 PDT).
Dichoso(a) es el hombre o la mujer que se sabe un(a) Hijo(a) amado(a) de
Dios, ¡y lo cree! Pues toda su confianza está en Su Padre celestial, el
Todopoderoso Dios. En lugar de sufrir y padecer este valle de lágrimas (que es
lo que Satanás pretende), Tú estás destinado(a) por Dios a transformar tu vida en un oasis
bendecido por la lluvia temprana.
Esto es lo que tu adversario, el diablo, más teme; que descubras y CREAS
tu Verdadero propósito en este mundo: Que Tú eres un manantial de Vida Eterna
en un mundo que está muriendo de sed.
Porque sol y escudo es Jehová
Dios; Gracia y gloria dará Jehová. No quitará el bien a los que andan en
integridad
(Sal 84.11).
Ser íntegro(a) significa saber quién tu eres; significa creerlo y
vivirlo. Ser íntegro(a) significa vivir conforme a la Verdad. Y la Verdad es
que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Todo aquel que cree que Jesús es el
Cristo es nacido de Dios (1 Jn 5.1a RVA).
La Verdad
es que tú Naciste de Nuevo de la incorruptible semilla que es la Palabra de
Dios.
pues habéis nacido de nuevo, no de
simiente corruptible sino de incorruptible, por medio de la palabra de Dios que
vive y permanece (1 P 1.23 RVA).
La Verdad
es que tú eres muy amado(a) de tu Padre Celestial.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1
BAD).
Oremos en
voz audible:
Amado
padre celestial, hoy vengo delante de Ti para asegurarte que he puesto mi
confianza en Tu Palabra. Señor Jesús, yo en Ti confío. Gracias, porque con Tu
muerte y resurrección yo he pasado de muerte a vida, me trasladaste de las
tinieblas en las que estaba a Tu luz admirable. Por Tu Amor, por Tu Sangre y
por Tu Palabra he Nacido de Nuevo para recibir la Vida Eterna como un(a)
Hija(o) de Dios. ¡Gracias, Señor Jesús! ¡Muchas gracias! En Ti confía mi
corazón. En Ti se goza mi alma. En Ti descansa mi ser. Puedo ser feliz, pues
aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú,
Señor, estás conmigo. Creo y declaro que yo, ___________________ (tu nombre
aquí), habito
al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del Omnipotente. Te digo a Ti,
Jesús: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti confiaré. Tú me librarás
del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus plumas me cubrirás, y
debajo de Tus alas estaré segura(o); Escudo y adarga es Tu verdad. No temeré el
terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en
oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi lado mil, y
diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará. Ciertamente con mis ojos miraré y
veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a Ti, Jehová, que eres mi
esperanza, al Altísimo por mi habitación, No me sobrevendrá mal, ni plaga
tocará tu morada. Pues a Tus ángeles mandará acerca de mí, que me guarden en
todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no tropiece en
piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al cachorro del león y al
dragón. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me librarás;
me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú me
responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás.
Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. Así que, ¡Abba! ¡Padre!
Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y
cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre,
me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No
recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la
angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que
eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar
todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de
hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 17 Jn
18.19-38 / 2 Cr 27-28 / Sal 84
San
Juan 18.19-38
Anás interroga a Jesús
(Mt. 26.59–66; Mr. 14.55–64; Lc. 22.66–71)
19Y el sumo sacerdote preguntó a
Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. 20Jesús le
respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la
sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en
oculto. 21¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído,
qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho. 22Cuando
Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una
bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? 23Jesús le
respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué
me golpeas? 24Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo
sacerdote.
Pedro niega a Jesús
(Mt. 26.71–75; Mr. 14.69–72; Lc. 22.58–62)
25Estaba, pues, Pedro en pie,
calentándose. Y le dijeron: ¿No eres tú de sus discípulos? El negó, y dijo: No
lo soy. 26Uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente de aquel
a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto con
él? 27Negó Pedro otra vez; y en seguida cantó el gallo.
Jesús ante Pilato
(Mt. 27.1–2, 11–31; Mr. 15.1–20; Mt. 27.1–2, 11–31, Lc. 23.1–5, 13–25)
28Llevaron a Jesús de casa de
Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no
contaminarse, y así poder comer la pascua. 29Entonces salió Pilato
a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 30Respondieron
y le dijeron: Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado.
31Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra
ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a
nadie; 32para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho,
dando a entender de qué muerte iba a morir.
33Entonces Pilato volvió a entrar
en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
34Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho
otros de mí? 35Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu
nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de
este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los
judíos; pero mi reino no es de aquí. 37Le dijo entonces Pilato:
¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he
nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo
aquel que es de la verdad, oye mi voz. 38Le dijo Pilato: ¿Qué es
la verdad?
2
Crónicas 27-28
Reinado de Jotam
(2 R. 15.32–38)
27
1De veinticinco años era Jotam
cuando comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén. El nombre de su
madre fue Jerusa, hija de Sadoc. 2E hizo lo recto ante los ojos de
Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho Uzías su padre, salvo que no
entró en el santuario de Jehová. Pero el pueblo continuaba corrompiéndose.
3Edificó él la puerta mayor de la casa de Jehová, y sobre el muro de la
fortaleza edificó mucho. 4Además edificó ciudades en las montañas
de Judá, y construyó fortalezas y torres en los bosques. 5También
tuvo él guerra con el rey de los hijos de Amón, a los cuales venció; y le
dieron los hijos de Amón en aquel año cien talentos de plata, diez mil coros de
trigo, y diez mil de cebada. Esto le dieron los hijos de Amón, y lo mismo en el
segundo año y en el tercero. 6Así que Jotam se hizo fuerte, porque
preparó sus caminos delante de Jehová su Dios. 7Los demás hechos
de Jotam, y todas sus guerras, y sus caminos, he aquí están escritos en el
libro de los reyes de Israel y de Judá. 8Cuando comenzó a reinar
era de veinticinco años, y dieciséis reinó en Jerusalén. 9Y durmió
Jotam con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David; y reinó en su
lugar Acaz su hijo.
Reinado de Acaz
(2 R. 16.1–20)
28
1De veinte años era Acaz cuando
comenzó a reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalén; mas no hizo lo recto
ante los ojos de Jehová, como David su padre. 2Antes anduvo en los
caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes fundidas a los baales.
3Quemó también incienso en el valle de los hijos de Hinom, e hizo pasar
a sus hijos por fuego, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová
había arrojado de la presencia de los hijos de Israel. 4Asimismo
sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, en los collados, y debajo de
todo árbol frondoso.
5Por lo cual Jehová su Dios lo
entregó en manos del rey de los sirios, los cuales lo derrotaron, y le tomaron
gran número de prisioneros que llevaron a Damasco. Fue también entregado en
manos del rey de Israel, el cual lo batió con gran mortandad. 6Porque
Peka hijo de Remalías mató en Judá en un día ciento veinte mil hombres
valientes, por cuanto habían dejado a Jehová el Dios de sus padres.7Asimismo Zicri, hombre poderoso de Efraín, mató a Maasías hijo del rey,
a Azricam su mayordomo, y a Elcana, segundo después del rey.
8También los hijos de Israel
tomaron cautivos de sus hermanos a doscientos mil, mujeres, muchachos y
muchachas, además de haber tomado de ellos mucho botín que llevaron a Samaria.
9Había entonces allí un profeta de Jehová que se llamaba Obed, el cual
salió delante del ejército cuando entraba en Samaria, y les dijo: He aquí,
Jehová el Dios de vuestros padres, por el enojo contra Judá, los ha entregado
en vuestras manos; y vosotros los habéis matado con ira que ha llegado hasta el
cielo. 10Y ahora habéis determinado sujetar a vosotros a Judá y a
Jerusalén como siervos y siervas; mas ¿no habéis pecado vosotros contra Jehová
vuestro Dios? 11Oídme, pues, ahora, y devolved a los cautivos que
habéis tomado de vuestros hermanos; porque Jehová está airado contra vosotros.
12Entonces se levantaron algunos varones de los principales de los hijos
de Efraín, Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo
de Salum, y Amasa hijo de Hadlai, contra los que venían de la guerra. 13Y
les dijeron: No traigáis aquí a los cautivos, porque el pecado contra Jehová
estará sobre nosotros. Vosotros tratáis de añadir sobre nuestros pecados y
sobre nuestras culpas, siendo muy grande nuestro delito, y el ardor de la ira
contra Israel. 14Entonces el ejército dejó los cautivos y el botín
delante de los príncipes y de toda la multitud. 15Y se levantaron
los varones nombrados, y tomaron a los cautivos, y del despojo vistieron a los
que de ellos estaban desnudos; los vistieron, los calzaron, y les dieron de
comer y de beber, los ungieron, y condujeron en asnos a todos los débiles, y
los llevaron hasta Jericó, ciudad de las palmeras, cerca de sus hermanos; y
ellos volvieron a Samaria.
16En aquel tiempo envió a pedir el
rey Acaz a los reyes de Asiria que le ayudasen. 17Porque también
los edomitas habían venido y atacado a los de Judá, y habían llevado cautivos.
18Asimismo los filisteos se habían extendido por las ciudades de la
Sefela y del Neguev de Judá, y habían tomado Bet-semes, Ajalón, Gederot, Soco
con sus aldeas, Timna también con sus aldeas, y Gimzo con sus aldeas; y
habitaban en ellas. 19Porque Jehová había humillado a Judá por
causa de Acaz rey de Israel, por cuanto él había actuado desenfrenadamente en
Judá, y había prevaricado gravemente contra Jehová. 20También vino
contra él Tiglat-pileser rey de los asirios, quien lo redujo a estrechez, y no
lo fortaleció. 21No obstante que despojó Acaz la casa de Jehová, y
la casa real, y las de los príncipes, para dar al rey de los asirios, éste no
le ayudó.
22Además el rey Acaz en el tiempo
que aquél le apuraba, añadió mayor pecado contra Jehová; 23porque
ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que le habían derrotado, y dijo:
Pues que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo también ofreceré
sacrificios a ellos para que me ayuden; bien que fueron éstos su ruina, y la de
todo Israel. 24Además de eso recogió Acaz los utensilios de la
casa de Dios, y los quebró, y cerró las puertas de la casa de Jehová, y se hizo
altares en Jerusalén en todos los rincones. 25Hizo también lugares
altos en todas las ciudades de Judá, para quemar incienso a los dioses ajenos,
provocando así a ira a Jehová el Dios de sus padres. 26Los demás
de sus hechos, y todos sus caminos, primeros y postreros, he aquí están
escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27Y durmió
Acaz con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad
de Jerusalén, pero no lo metieron en los sepulcros de los reyes de Israel; y
reinó en su lugar Ezequías su hijo.
Salmo 84
Anhelo por la casa de Dios
Al músico principal; sobre Gitit. Salmo para los hijos de Coré.
1 ¡Cuán
amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos!
2 Anhela mi
alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová;
Mi corazón y mi carne cantan
al Dios vivo.
3 Aun el
gorrión halla casa,
Y la
golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos,
Cerca de tus
altares, oh Jehová de los ejércitos,
Rey mío, y
Dios mío.
4 Bienaventurados
los que habitan en tu casa;
Perpetuamente
te alabarán.
Selah
5 Bienaventurado
el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo
corazón están tus caminos.
6 Atravesando
el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la
lluvia llena los estanques.
7 Irán de
poder en poder;
Verán a Dios en Sion.
8 Jehová Dios
de los ejércitos, oye mi oración;
Escucha, oh
Dios de Jacob.
Selah
9 Mira, oh
Dios, escudo nuestro,
Y pon los ojos en el rostro de
tu ungido.
10 Porque
mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería
antes estar a la puerta de la casa de mi Dios,
Que habitar
en las moradas de maldad.
11 Porque sol
y escudo es Jehová Dios;
Gracia y
gloria dará Jehová.
No quitará
el bien a los que andan en integridad.
12 Jehová de
los ejércitos,
Dichoso el
hombre que en ti confía.
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