6
de Septiembre
¡Sin fe es
imposible!
Por
Riqui Ricón*
Jesús le dijo: ¿No te he dicho
que si crees, verás la gloria de Dios? (Jn 11.40).
Esta
es la respuesta que Jesús le dio a Marta cuando ésta le reprochó: ¡Pero Señor, ya hiede! ¡Hace cuatro días que
murió!
Marta
se espantó ante la orden de Jesús de remover la piedra del sepulcro donde se
encontraba el cadáver de su hermano Lázaro, pues, después de todo, hacía ya
cuatro días que éste había muerto y, cómo ella misma había dicho, si Jesús
hubiera estado ahí a tiempo, Lázaro no habría muerto, y ahora Jesús se traía
algo entre manos. ¿Ahora? ¿Después de cuatro días en el sepulcro?
¡Cuán
cotidianamente los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo se encuentran en la misma posición
de Marta! Ante la contundente evidencia que les muestra la realidad, de plano
olvidan las palabras de Jesús, ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de
Dios?
¿Por
qué sucede esto? Porque el ser humano está absolutamente embebido del sistema
que rige a este mundo y porque a pesar de que las pautas y valores de este
mundo son totalmente ilusorios, el ser humano NO se puede abstraer de dicho
sistema. Para explicar esto satisfactoriamente es necesario analizar el origen
del problema.
o
La forma en que
el común de los mortales encara la realidad está basada, primeramente, en las
mentiras de Satanás:
Pero la serpiente le dijo a la mujer: ¡No
es cierto, no van a morir! Dios sabe muy
bien que, cuando coman de ese
árbol, se les abrirán los ojos y
llegarán a ser como Dios, conocedores
del bien y del mal (Gen 3.4-5 NVI).
o
Se fundamenta también
en los impresionables sentidos del ser humano,
La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir
sabiduría, así que tomó de su fruto y
comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió (Gen 3.6 NVI).
o
Y, por último, se
enraíza en el miedo que la duda produce,
Cuando el día comenzó a
refrescar, oyeron el hombre y la mujer
que Dios andaba recorriendo el jardín;
entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el
Señor llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde
estás? El hombre contestó: Escuché que
andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy
desnudo. Por eso me escondí (Gen 3.8-10 NVI).
La
buena noticia respecto a todo esto es que, gracias al sacrificio de Jesús, y
por haberlo tú aceptado como Señor y Salvador de tu vida, ahora eres Nueva
criatura. Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA NO ESTÁS sujeto(a)
al sistema de este mundo.
Yo les he entregado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No
te pido que los quites del mundo, sino
que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo (Jn 17.14-16).
De
hecho, en Cristo Jesús, tú has vencido al mundo,
Hijitos, ustedes son de Dios y han
vencido a esos mentirosos, porque el que está en ustedes es más poderoso que el
que está en el mundo (1 Jn 4.4 DHH).
¡La
mejor noticia es que el sacrificio de Jesús fue completo, perfecto y acabado!
Cuando Jesús hubo tomado el
vinagre, dijo: Consumado es.
Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19.30).
Sin importar lo que tus sentidos o tus emociones te quieran decir, tu
Nueva Naturaleza, tu Nuevo Nacimiento, es un hecho consumado, perfecto y
acabado. Fue establecido por la Palabra de Dios y realizado por el mismísimo
unigénito Hijo de Dios, Cristo Jesús.
Y ciertamente todo sacerdote
está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios,
que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo
sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de
ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de
sus pies; porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.11-14).
¡Ya
no hay que añadirle nada! ¡No hay nada más que puedas o debas hacer! Ahora tan
sólo te toca creer, creerle a Dios, creerle a Su Palabra, y recibir con
gratitud y gozo lo que compró con Su Sangre al morir en esa cruz y resucitar
venciendo a la muerte por ti.
Pues han nacido de nuevo pero no a una
vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene
de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).
Hoy
sabes, por el gran Amor que Dios siente por ti, que has Nacido de Nuevo no de
una simiente corruptibles, sino de la semilla incorruptible que es la Palabra
de Dios que vive y permanece para siempre.
Todo el que cree que Jesús es el
Cristo, ha nacido de Dios (1 Jn 1.5a).
¿Crees
tú que Jesús es el mesías Salvador de la humanidad? Si es así, entonces, ¡Tú eres
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
porque todo el que ha nacido de Dios
vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe (1 Jn 5.4).
Como
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes la fe de Jesucristo. Es esta fe (que
no es otra cosa que creerle a Dios creyendo Su Palabra), lo que te permite
vencer sobre la contundente evidencia que te presenta la realidad de tus
problemas, aflicciones o enfermedades. Éstas no son definitivas. Lo único
definitivo es la Verdad y la Verdad es la Palabra de Dios.
Jesús preguntó al padre:
¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y
muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes
hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le
dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E
inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad (Mar 9.21-24).
¡Al que cree todo le es posible! No importa que tu situación sea tan
difícil que parezca que ya no hay nada que hacer:
¡Pero Señor, ya hiede! ¡Hace cuatro días
que murió!
¡Al que cree todo le es posible! Y, cuando tu realidad parezca tan
abrumadora que te cueste trabajo creer, aun así, tú puedes acudir a Él para que
te ayude a creer. ¡Qué Amor más asombroso!
Jesús le preguntó al padre: -¿Cuánto
tiempo ha estado así? El hombre le respondió. -Ha estado así desde que era
niño. Varias veces lo ha tirado al fuego o al agua para matarlo. Por favor, si
puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Jesús le dijo: -No
digas: 'Si puedes hacer algo', todo es posible para el que cree. Entonces, el
padre del muchacho gritó muy fuerte: -¡Creo, ayúdame a creer aún más! (Mar 9.21-24 PDT).
Así que,
puedes confiar en Dios, tu Padre. En medio de cualquier problema, angustia o
enfermedad, puedes recibir la dicha de confiar en Él, pues sabes que sabes, que
si Dios te da en Su Palabra alguna promesa tocante a tu necesidad, entonces Él
lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Esta dicha
y paz que sobrepasa todo entendimiento sólo te la proporciona el saber y creer
que Dios tiene Palabra de Honor y que, por lo tanto, primero el cielo y la
tierra dejan de existir antes que Él deje de cumplir lo que ha dicho.
Jesús le dijo: ¿No te he dicho
que si crees, verás la gloria de Dios? (Jn 11.40).
Esta es la
única forma de vivir mirando la gloria de Dios.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, gracias por tanto y tan grande Amor con que me
has amado que siendo yo un(a) pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para
pagar todas mis deudas y así hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús.
Oh Dios, es algo tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu
sacrificio en la cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he
sido justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y ¡glorificado(a)! ¡Sí!
¡Glorificado(a)! Porque a los que antes conociste, también los predestinaste
para que fuesen hechos conformes a la imagen de Tu Hijo, para que así, Jesús
sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que
predestinaste, a éstos también llamaste; y a los que llamaste, a éstos también
justificaste; y a los que justificaste, a éstos también glorificaste. Gracias
por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto
mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi
Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable
otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a).
Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo
creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que
se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si
no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo
no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si
soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que me justifica. ¿Quién
es el que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún, Tú, Señor,
eres el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? A todos esos
males se refieren las Escrituras diciendo: "Por ser fieles a tu causa nos
persiguen a muerte sin descanso; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero".Por
causa de ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas cosas yo, ___________
(tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por
lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a),
y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives
en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus
Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu
Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la
duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la
depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 6 Jn
11.28-57 / 2 Cr 12-13 / Sal
76
San
Juan 11.1-27
Jesús llora ante la tumba de Lázaro
28Habiendo dicho
esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está
aquí y te llama. 29Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino
a él. 30Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que
estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31Entonces los
judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se
había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro
a llorar allí. 32María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al
verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no
habría muerto mi hermano. 33Jesús entonces, al verla llorando, y a
los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se
conmovió, 34y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y
ve. 35Jesús lloró. 36Dijeron entonces los judíos:
Mirad cómo le amaba. 37Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste,
que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
Resurrección de Lázaro
38Jesús,
profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una
piedra puesta encima. 39Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la
hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días. 40Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la
gloria de Dios? 41Entonces quitaron la piedra de donde había sido
puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te
doy por haberme oído. 42Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije
por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has
enviado. 43Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven
fuera! 44Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies
con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y
dejadle ir.
El complot para matar a Jesús
(Mt. 26.1–5; Mr. 14.1–2; Lc. 22.1–2)
45Entonces muchos
de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo
Jesús, creyeron en él. 46Pero algunos de ellos fueron a los
fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47Entonces los
principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué
haremos? Porque este hombre hace muchas señales. 48Si le dejamos
así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo
y nuestra nación. 49Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote
aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50ni pensáis que nos
conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
51Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote
aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52y
no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de
Dios que estaban dispersos. 53Así que, desde aquel día acordaron
matarle.
54Por tanto,
Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a
la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí
con sus discípulos.
55Y estaba cerca
la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes
de la pascua, para purificarse. 56Y buscaban a Jesús, y estando
ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a
la fiesta? 57Y los principales sacerdotes y los fariseos habían
dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le
prendiesen.
2
Crónicas 12-13
Sisac invade Judá
(1 R. 14.21–31)
12
1Cuando Roboam
había consolidado el reino, dejó la ley de Jehová, y todo Israel con él.
2Y por cuanto se habían rebelado contra Jehová, en el quinto año del rey
Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, 3con mil
doscientos carros, y con sesenta mil hombres de a caballo; mas el pueblo que
venía con él de Egipto, esto es, de libios, suquienos y etíopes, no tenía
número. 4Y tomó las ciudades fortificadas de Judá, y llegó hasta
Jerusalén. 5Entonces vino el profeta Semaías a Roboam y a los
príncipes de Judá, que estaban reunidos en Jerusalén por causa de Sisac, y les
dijo: Así ha dicho Jehová: Vosotros me habéis dejado, y yo también os he dejado
en manos de Sisac. 6Y los príncipes de Israel y el rey se
humillaron, y dijeron: Justo es Jehová. 7Y cuando Jehová vio que
se habían humillado, vino palabra de Jehová a Semaías, diciendo: Se han
humillado; no los destruiré; antes los salvaré en breve, y no se derramará mi
ira contra Jerusalén por mano de Sisac. 8Pero serán sus siervos,
para que sepan lo que es servirme a mí, y qué es servir a los reinos de las
naciones.
9Subió, pues, Sisac
rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los
tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que
Salomón había hecho. 10Y en lugar de
ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los entregó a los jefes de la
guardia, los cuales custodiaban la entrada de la casa del rey. 11Cuando
el rey iba a la casa de Jehová, venían los de la guardia y los llevaban, y
después los volvían a la cámara de la guardia. 12Y cuando él se
humilló, la ira de Jehová se apartó de él, para no destruirlo del todo; y
también en Judá las cosas fueron bien.
13Fortalecido,
pues, Roboam, reinó en Jerusalén; y era Roboam de cuarenta y un años cuando
comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalén, ciudad que escogió Jehová
de todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. Y el nombre de la
madre de Roboam fue Naama amonita. 14E hizo lo malo, porque no
dispuso su corazón para buscar a Jehová.
15Las cosas de
Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros del profeta
Semaías y del vidente Iddo, en el registro de las familias? Y entre Roboam y
Jeroboam hubo guerra constante. 16Y durmió Roboam con sus padres,
y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar Abías su hijo.
Reinado de Abías
(1 R. 15.1–8)
13
1A los dieciocho
años del rey Jeroboam, reinó Abías sobre Judá, 2y reinó tres años
en Jerusalén. El nombre de su madre fue Micaías hija de Uriel de Gabaa.
Y hubo guerra entre Abías y
Jeroboam.3Entonces Abías ordenó batalla con un ejército de
cuatrocientos mil hombres de guerra, valerosos y escogidos; y Jeroboam ordenó
batalla contra él con ochocientos mil hombres escogidos, fuertes y valerosos.
4Y se levantó Abías sobre el monte de Zemaraim, que está en los montes
de Efraín, y dijo: Oídme, Jeroboam y todo Israel. 5¿No sabéis
vosotros que Jehová Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para
siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal? 6Pero Jeroboam
hijo de Nabat, siervo de Salomón hijo de David, se levantó y rebeló contra su
señor. 7Y se juntaron con él hombres vanos y perversos, y pudieron
más que Roboam hijo de Salomón, porque Roboam era joven y pusilánime, y no se
defendió de ellos.
8Y ahora vosotros
tratáis de resistir al reino de Jehová en mano de los hijos de David, porque
sois muchos, y tenéis con vosotros los becerros de oro que Jeroboam os hizo por
dioses. 9¿No habéis arrojado vosotros a los sacerdotes de Jehová,
a los hijos de Aarón y a los levitas, y os habéis designado sacerdotes a la
manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera venga a consagrarse
con un becerro y siete carneros, y así sea sacerdote de los que no son dioses?
10Mas en cuanto a nosotros, Jehová es nuestro Dios, y no le hemos
dejado; y los sacerdotes que ministran delante de Jehová son los hijos de
Aarón, y los que están en la obra son levitas, 11los cuales queman
para Jehová los holocaustos cada mañana y cada tarde, y el incienso aromático;
y ponen los panes sobre la mesa limpia, y el candelero de oro con sus lámparas
para que ardan cada tarde; porque nosotros guardamos la ordenanza de Jehová
nuestro Dios, mas vosotros le habéis dejado. 12Y he aquí Dios está
con nosotros por jefe, y sus sacerdotes con las trompetas del júbilo para que
suenen contra vosotros. Oh hijos de Israel, no peleéis contra Jehová el Dios de
vuestros padres, porque no prosperaréis.
13Pero Jeroboam
hizo tender una emboscada para venir a ellos por la espalda; y estando así
delante de ellos, la emboscada estaba a espaldas de Judá. 14Y
cuando miró Judá, he aquí que tenía batalla por delante y a las espaldas; por
lo que clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15Entonces
los de Judá gritaron con fuerza; y así que ellos alzaron el grito, Dios
desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá; 16y
huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos.
17Y Abías y su gente hicieron en ellos una gran matanza, y cayeron
heridos de Israel quinientos mil hombres escogidos. 18Así fueron
humillados los hijos de Israel en aquel tiempo, y los hijos de Judá
prevalecieron, porque se apoyaban en Jehová el Dios de sus padres. 19Y
siguió Abías a Jeroboam, y le tomó algunas ciudades, a Bet-el con sus aldeas, a
Jesana con sus aldeas, y a Efraín con sus aldeas. 20Y nunca más
tuvo Jeroboam poder en los días de Abías; y Jehová lo hirió, y murió. 21Pero
Abías se hizo más poderoso. Tomó catorce mujeres, y engendró veintidós hijos y
dieciséis hijas. 22Los demás hechos de Abías, sus caminos y sus
dichos, están escritos en la historia de Iddo profeta.
Salmo 76
El Dios de la victoria y del
juicio
Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de Asaf. Cántico.
1 Dios es
conocido en Judá;
En Israel es
grande su nombre.
2 En Salem
está su tabernáculo,
Y su
habitación en Sion.
3 Allí quebró
las saetas del arco,
El escudo,
la espada y las armas de guerra.
Selah
4 Glorioso
eres tú, poderoso más que los montes de caza.
5 Los fuertes
de corazón fueron despojados, durmieron su sueño;
No hizo uso
de sus manos ninguno de los varones fuertes.
6 A tu
reprensión, oh Dios de Jacob,
El carro y el caballo fueron
entorpecidos.
7 Tú, temible
eres tú;
¿Y quién
podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira?
8 Desde los
cielos hiciste oír juicio;
La tierra
tuvo temor y quedó suspensa
9 Cuando te
levantaste, oh Dios, para juzgar,
Para salvar
a todos los mansos de la tierra.
Selah
10 Ciertamente
la ira del hombre te alabará;
Tú
reprimirás el resto de las iras.
11 Prometed, y
pagad a Jehová vuestro Dios;
Todos los
que están alrededor de él, traigan ofrendas al Temible.
12 Cortará él
el espíritu de los príncipes;
Temible es a
los reyes de la tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?