26
de Septiembre
¡Creyendo
quien tú eres!
Por
Riqui Ricón*
Hijitos, vosotros sois de Dios, y
los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en
el mundo (1 Jn 4.4).
Dios te dice claramente en Su Palabra que (y recuerda siempre que Él no
miente), tú eres de Él, que fuiste comprado(a) al precio de la Sangre y de la
Vida de Su Hijo Jesús, el cual te amó y se entregó a Sí mismo por ti. Ahora, tú
eres de Dios y, por lo tanto, tú ya has vencido pues mayor es Él, quien ahora
está en ti y contigo, que cualquiera que esté en el mundo (en contra de ti).
Sólo nos queda decir que si Dios está
de nuestra parte, nadie podrá ponerse en contra nuestra (Ro 8.31 BLS).
Te invito a que leas y declares lo siguiente en voz audible, mientras lo
meditas lentamente: Yo, ______________ (pon tu nombre aquí), soy de Dios, fui
comprado(a) a precio de la Sangre y de la Vida de Cristo Jesús, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí. Ahora soy del Padre, le pertenezco a Él y soy
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, por lo tanto ya he vencido las
mentiras del diablo. En todas las cosas soy más que vencedor(a) pues mayor es
Dios, quien está en mí y conmigo, que cualquiera que esté en el mundo. No hay
enfermedad, problema, circunstancia o pecado que me pueda derrotar. En el
nombre de Jesús. Amén.
Si te das cuenta, este es un estilo de vida totalmente nuevo, que
realmente te ofrece plena victoria pues no depende de lo que hiciste o estés haciendo
con tu vida, sino de lo que Cristo Jesús hizo en la cruz POR AMOR a ti.
Porque por gracia eres salvo(a)
por medio de la fe; y esto no de ti, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe
(Efe 2.8-9 paráfrasis).
Así que, la única forma en que tú podrías ser derrotado(a) en esta vida,
sería si sigues escuchando y atendiendo a la voz del espíritu de temor y
condenación, quien continuamente te acusará, asegurándote que, por la forma en
que piensas, hablas y actúas no eres digno(a) de llamarte vencedor(a) y mucho
menos Hijo(a) de Dios.
Si éste fuera tu caso, yo que tú, le recordaría a esa voz cuál es la
Verdad; le hablaría a ese pensamiento diciéndole que la Biblia es la Palabra de
Honor de Dios y por lo tanto es la única Verdad y si la Biblia dice que Él te
ama tanto que prefirió entregar a su propio Hijo antes que perderte a ti,
entonces, sin lugar a dudas, tú eres amado(a) de Dios no por lo que hiciste o
estés haciendo sino porque Él decidió amarte.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16).
Háblale a esa voz de duda y desánimo y dile que si en la Biblia, Él te
llama Su Hijo(a), entonces, le guste o no, tú eres lo que Dios dice que eres y
no otra cosa.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el
Padre, que se nos llame hijos de
Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Recuérdale que si la Biblia dice que ahora, en Cristo Jesús, tú has
Nacido de Nuevo de la incorruptible semilla que es Su Palabra, entonces, le
guste o no, ahora tú eres incorruptible.
porque en vosotros se ha operado un
nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la
incorruptible y permanente palabra de Dios
(1 P 1.23 CST).
Asegúrale al demonio que si llegas a caer (pues si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros) ya no vas a huir de Dios, tu Padre, sintiéndote
todo(a) condenado(a), sino que correrás hacia Él, pues ahora, como Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, te arrepientes de todo corazón y cambias tu forma de
pensar de ti mismo(a) y, por lo tanto, automáticamente cambias tu forma de
actuar.
Confesando tus pecados RECIBES Su perdón pues Dios es fiel y justo para perdonar tus pecados, y
limpiarte de toda maldad (1 Jn 1.8-9).
Así que, el
diablo, y sus mentiras, están totalmente derrotados.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad
(Efe 4.22-24).
Tu pasada
manera de vivir y tu viejo(a) hombre (mujer) no existen más, murieron en la
cruz del calvario y quedaron sepultados en esa cueva, juntamente con Jesús.
¡Eso es lo que sucedió! ¡Esta es la Verdad! ¡Renuévate en el espíritu de tu
mente con la Palabra de Dios! Pon la Biblia en tu mente, boca y corazón para
que así puedas vestirte de ese(a) Nuevo(a) hombre (mujer), que ahora tú eres,
creado(a) según Dios en la justicia y santidad de la Verdad.
De modo que si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas (2 Cor 5.17).
Ahora, esto
sólo es posible si crees lo que dice la Biblia, pues recuerda que sin fe, sin
creerle a Dios, creyendo lo que dice Su Palabra, es imposible agradar a Dios.
Cuando Jesús hubo
tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó
el espíritu (Jn 19.30).
La obra que
Jesucristo realizó en la cruz por Amor a ti, es perfecta, completa y acabada. Él
no dio Su Vida para darte una victoria momentánea sobre el pecado y la muerte
para luego dejarte y ver si ahora tú podías vencerles. ¡No! ¡Nada de eso! Él te
hizo más que vencedor(a) de una vez por todas y para siempre.
Y ciertamente todo sacerdote
está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios,
que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo
sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de
ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de
sus pies; porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.11-14).
Por esto, la Escritura dice acerca de ti que:
Antes, en todas estas cosas eres
más que vencedor(a) por medio de aquel que te amó (Ro 8.37 paráfrasis).
Ahora,
gracias al precio que se pagó para ello, eres un(a) Victorioso(a) Hijo(a) del
Rey; y ni el pecado, ni la muerte, tienen nada en ti. Eres exactamente como
Jesús es, ni más, ni menos.
De esta manera se hace realidad el
amor en nosotros, para que en el día del juicio tengamos confianza; porque
nosotros somos en este mundo tal como es Jesucristo (1 Jn 4.17 DHH).
Lo que te
hace perfecto ante Dios no es que no peques sino que CREAS en Su Palabra; que CREAS
en Su Amor; que CREAS que el sacrificio de Jesús fue completo, perfecto y
acabado; que CREAS que cuando aceptaste a Jesucristo como Señor y Salvador de
tu vida fuiste transformado por la Palabra de Dios (1 P 1.23); que CREAS que
estando muerta(o) en delitos y pecados RECIBISTE vida juntamente con Cristo
(Efe 2.5); que CREAS que fuiste trasladado(a) de las tinieblas a Su luz
admirable (1 P 2.9); que CREAS que pasaste de muerte a vida (Jn 11.25); que
CREAS que tu vieja naturaleza pecadora murió en esa cruz (Gal 2.20); que CREAS
que ¡tú NACISTE DE NUEVO! (1 Jn 5.1) y que CREAS que Su Gracia te es más que
suficiente (2 Co 12.9).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, gracias porque cada día comprendo más lo que hiciste por Amor a mí.
Gracias porque en Cristo Jesús me transformaste de ser un(a) perdedor(a) a ser más
que vencedor(a), de pecador(a) a Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Soy santo(a),
justo(a) y perfecto(a). De todos mis pecados me arrepiento, los confieso
delante de Ti y recibo Tu perdón. Muchas gracias, pues por éste, Tu Amor tan
grande por mí, hoy puedo declarar con TODA CERTEZA, que yo, ____________ (tu nombre aquí), habito a Tu
abrigo y moro bajo Tu sombra, omnipotente Dios. Tú eres mi esperanza y mi
castillo. Yo en Ti confío. Tú me libras del lazo del cazador, de la peste
destructora. Me cubres con Tus plumas y debajo de Tus alas estoy seguro(a).
Escudo y adarga es Tu verdad. Así que, no voy a temer al terror nocturno, ni
saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que
en medio del día destruya, pues caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra
mas a mí no llegará. Ciertamente con mis ojos miraré y veré la recompensa de
los impíos. Porque te he puesto a Ti, mi Dios, que eres mi esperanza, a Ti,
Altísimo, por mi habitación, por lo tanto, No me sobrevendrá mal, Ni plaga
tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandarás acerca de mí, que me guarden en
todos mis caminos. En sus manos me llevarán, para que mi pie no tropiece en
piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; Hollaré al cachorro del león y al
dragón. Por cuanto en Ti, Padre celestial, he puesto mi amor, Tú también me
librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y
Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me
glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. Así que,
¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a) y Tu eres mío. En Cristo Jesús ya he vencido,
pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está
en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me
someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste
tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad,
ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 26 1
Jn 4 /
Es 1-2 / Sal 91
1
Juan 4
El Espíritu de Dios y el espíritu del anticristo
4
1Amados, no
creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo. 2En esto conoced el
Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
es de Dios; 3y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha
venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual
vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. 4Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo. 5Ellos son del mundo; por eso hablan
del mundo, y el mundo los oye. 6Nosotros somos de Dios; el que
conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el
espíritu de verdad y el espíritu de error.
Dios es amor
7Amados, amémonos
unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios,
y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque
Dios es amor. 9En esto se mostró el amor de Dios para con
nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por
él. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados. 11Amados, si Dios nos ha amado así, debemos
también nosotros amarnos unos a otros. 12Nadie ha visto jamás a
Dios.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha
perfeccionado en nosotros.
13En esto
conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su
Espíritu. 14Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha
enviado al Hijo, el Salvador del mundo. 15Todo aquel que confiese
que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 16Y
nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios
es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 17En
esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el
día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. 18En
el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor. 19Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso.
Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a
quien no ha visto? 21Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El
que ama a Dios, ame también a su hermano.
Esdras
1-2
El decreto de Ciro
(2 Cr. 36.22–23)
1
1En el primer año
de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de
Jeremías,
despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra
y también por escrito por todo su reino, diciendo:
2Así ha dicho
Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de
la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén,
que está en Judá. 3Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea
Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová
Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. 4Y a
todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres
de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias
para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.
El regreso a Jerusalén
5Entonces se
levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los
sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a
edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén. 6Y todos
los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y
ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció
voluntariamente. 7Y el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de
Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y los había puesto en la
casa de sus dioses. 8Los sacó, pues, Ciro rey de Persia, por mano
de Mitrídates tesorero, el cual los dio por cuenta a Sesbasar príncipe de
Judá. 9Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil
tazones de plata, veintinueve cuchillos, 10treinta tazas de oro,
otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios. 11Todos
los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todos los hizo
llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén.
Los que volvieron con
Zorobabel
(Neh. 7.5–73)
2
1Estos son los
hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de aquellos que
Nabucodonosor rey de Babilonia había llevado cautivos a Babilonia, y que
volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; 2los cuales
vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán,
Mispar, Bigvai, Rehum y Baana.
El número de los varones del
pueblo de Israel:3Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y
dos. 4Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. 5Los
hijos de Ara, setecientos setenta y cinco. 6Los hijos de
Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos doce. 7Los
hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 8Los hijos de
Zatu, novecientos cuarenta y cinco. 9Los hijos de Zacai,
setecientos sesenta. 10Los hijos de Bani, seiscientos cuarenta y
dos. 11Los hijos de Bebai, seiscientos veintitrés. 12Los
hijos de Azgad, mil doscientos veintidós. 13Los hijos de Adonicam,
seiscientos sesenta y seis. 14Los hijos de Bigvai, dos mil
cincuenta y seis. 15Los hijos de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro.
16Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 17Los
hijos de Bezai, trescientos veintitrés. 18Los hijos de Jora,
ciento doce. 19Los hijos de Hasum, doscientos veintitrés. 20Los
hijos de Gibar, noventa y cinco. 21Los hijos de Belén, ciento
veintitrés. 22Los varones de Netofa, cincuenta y seis. 23Los
varones de Anatot, ciento veintiocho. 24Los hijos de Azmavet,
cuarenta y dos. 25Los hijos de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot,
setecientos cuarenta y tres. 26Los hijos de Ramá y Geba,
seiscientos veintiuno. 27Los varones de Micmas, ciento veintidós.
28Los varones de Bet-el y Hai, doscientos veintitrés. 29Los
hijos de Nebo, cincuenta y dos. 30Los hijos de Magbis, ciento
cincuenta y seis. 31Los hijos del otro Elam, mil doscientos
cincuenta y cuatro. 32Los hijos de Harim, trescientos veinte.
33Los hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veinticinco. 34Los
hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 35Los hijos de
Senaa, tres mil seiscientos treinta.
36Los sacerdotes:
los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 37Los
hijos de Imer, mil cincuenta y dos. 38Los hijos de Pasur, mil
doscientos cuarenta y siete. 39Los hijos de Harim, mil diecisiete.
40Los levitas:
los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro.
41Los cantores: los hijos de Asaf, ciento veintiocho. 42Los
hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de
Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; por todos,
ciento treinta y nueve.
43Los sirvientes
del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot,
44los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 45los
hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Acub, 46los
hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán, 47los
hijos de Gidel, los hijos de Gahar, los hijos de Reaía, 48los
hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam, 49los
hijos de Uza, los hijos de Paseah, los hijos de Besai, 50los hijos
de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de Nefusim, 51los hijos
de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur, 52los hijos
de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa, 53los hijos de
Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 54los hijos de
Nezía, los hijos de Hatifa.
55Los hijos de
los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de
Peruda, 56los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de
Gidel, 57los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de
Poqueret-hazebaim, los hijos de Ami.
58Todos los
sirvientes del templo, e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y
dos.
59Estos fueron
los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán e Imer que no pudieron
demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel: 60los
hijos de Delaía, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos
cincuenta y dos. 61Y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de
Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las
hijas de Barzilai galaadita, y fue llamado por el nombre de ellas. 62Estos
buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron excluidos del
sacerdocio, 63y el gobernador les dijo que no comiesen de las
cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote para consultar con Urim y Tumim.
64Toda la
congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos
sesenta, 65sin contar sus siervos y siervas, los cuales eran siete
mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras.
66Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulas, doscientas
cuarenta y cinco; 67sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco;
asnos, seis mil setecientos veinte.
68Y algunos de los
jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en
Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para
reedificarla en su sitio. 69Según sus fuerzas dieron al tesorero
de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil libras de plata, y cien
túnicas sacerdotales.
70Y habitaron los
sacerdotes, los levitas, los del pueblo, los cantores, los porteros y los
sirvientes del templo en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades.
Salmo 91
Morando bajo la sombra del Omnipotente
1 El que
habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo
la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en
quien confiaré.
3 El te
librará del lazo del cazador,
De la peste
destructora.
4 Con sus
plumas te cubrirá,
Y debajo de
sus alas estarás seguro;
Escudo y
adarga es su verdad.
5 No temerás
el terror nocturno,
Ni saeta que
vuele de día,
6 Ni
pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del
día destruya.
7 Caerán a tu
lado mil,
Y diez mil a
tu diestra;
Mas a ti no
llegará.
8 Ciertamente
con tus ojos mirarás
Y verás la recompensa de los
impíos.
9 Porque has
puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo
por tu habitación,
10 No te
sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.
11 Pues a sus
ángeles mandará acerca de ti,
Que te
guarden en todos tus caminos.
12 En las
manos te llevarán,
Para que tu
pie no tropiece en piedra.
13 Sobre el
león y el áspid pisarás;
Hollarás al
cachorro del león y al dragón.
14 Por cuanto
en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en
alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
15 Me
invocará, y yo le responderé;
Con él
estaré yo en la angustia;
Lo libraré y
le glorificaré.
16 Lo saciaré
de larga vida,
Y le
mostraré mi salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?