16
de Julio
¡Ser un(a) Hijo(a)
del Reino! ¡Un(a) Hijo(a) del Reino de tu Padre celestial!
Por
Riqui Ricón*
Pero
iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el
poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no
consiste en palabras, sino en poder (1
Co 4.19-20).
En una ocasión, los fariseos le preguntaron a Jesús, cuándo había de
venir el reino de Dios, y Él, claramente les enseñó: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo
aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros (Luc 17.20-21).
Así que,
este reino de Dios que no consiste en palabras sino en poder ya está entre
nosotros. Este reino no es un lugar físico sino un orden de gobierno divino al
cual sólo se puede acceder con la Vida Nueva que Jesús compró para ti por medio
de Su muerte y de Su resurrección.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino,
y la cizaña son los hijos del malo (Mat 13.38).
En todas
las épocas en la historia de la Iglesia ha habido creyentes que, ignorando las
Escrituras y el poder de Dios, se confunden en sus propias mentes, se extravían
del propósito de su redención olvidando quiénes son en Cristo Jesús y comienzan
argumentar la Palabra de Dios para establecer posturas y cuerpos doctrinales. De
éstos, Pablo se refirió como a los que examinaría para ver si son Hijos del
Reino y tienen poder o sólo tienen puras palabras.
Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un
hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de
su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo,
que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es
(Jn3.3-6).
La única forma de participar en el Reino de Dios es a través del Nuevo
Nacimiento. La buena noticia es que tú ya eres un(a) Hijo(a) del Reino. Por la
muerte y resurrección de Jesucristo has sido justificado(a) y santificado(a)
para, por obra del Espíritu Santo, Nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios.
Lo nacido de la carne, carne es, mas ahora tú has Nacido del Espíritu de
Dios y no de simiente corruptible, sino
de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre
(1 P 1.23).
Cuando recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador naciste de Nuevo.
Ahora eres nueva creatura y TODAS las cosas viejas pasaron. ¡Tienes por delante
una Vida TOTALMENTE Nueva!
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas
(2 Co 5.17).
La vida en
el Reino es esa rica y poderosa vida espiritual que goza todo(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Es la Vida Eterna!
¡Es la Vida
plena y abundante que Jesús compró para ti!
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Es con la
conciencia de esta identidad (sabiendo quién tú eres ahora en Cristo Jesús),
que puedes alcanzar la libertad y la victoria que te da el Poder del Espíritu
de Dios. Esto es así, pues el Nuevo Nacimiento incluye la promesa del Padre, el
Espíritu Santo, la cual, dijo Jesús, oíste de mí.
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de
Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo,
oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días…
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra (Hch 1.4-5, 8).
Lamentablemente
algunos creyentes piensan de este Poder como algo externo a ellos mismos, como
un poder que se puede usar para hacer algún tipo de milagros, como las
sanidades y la liberación de demonios.
»Vienen días en que haré un nuevo
pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. —Palabra del Señor (Jer 31.31
RVC).
Lo
asombroso en todo esto, en este Nuevo Nacimiento, es que este Poder no es algo
sino alguien: es el Espíritu Santo de Dios viviendo en ti y contigo, para así
dar cumplimiento a la promesa que el Padre hizo del Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús.
porque esto es mi sangre que establece
el nuevo pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada para perdonar los pecados
de mucha gente (Mat 26.28 PDT).
Estar lleno
del Espíritu Santo es tener la Unción del Santo quién, sin importar que las
circunstancias de tu vida sean totalmente adversas, te habilita para vivir una
Vida Plena, una Vida llena de Poder, Libertad y Victoria.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud
para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción,
por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Es,
precisamente, el Espíritu Santo quien te da la certeza de que ahora eres Hijo(a)
amado(a) de Dios y nada ni nadie te podrán separar de Su Amor.
Ahora,
sabes que sabes, que Él no te ha dejado ni te dejarás; que mayor es Él, que
está contigo, que el que está en el mundo.
Ahora, eres
Hijo(a) del Reino y el Poder del Espíritu Santo te respalda, sabiendo que todo
lo puedes con la Unción de Cristo Jesús y que en todas las cosas, sí, en TODAS
LAS COSAS, siempre saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te Ama,
Cristo Jesús.
¡Esta es la
Palabra de Dios dada por el Espíritu de Dios! ¡Este es el Poder del Reino!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, en esta hora quiero agradecer Tu Gran Amor para conmigo, que estando
yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Señor
Jesús, gracias por la Vida Nueva que compraste para mí. Gracias porque no es
una vida común y corriente. Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida
Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino!
¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios,
el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la
Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo
entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para
recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para
recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una
de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo
orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en
mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de
Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia;
creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y
vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento
de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que
la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi
Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas,
absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de
Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y
la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me
hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 15 Jn 17 / 2 Cr
25 / Sal 82
Juan 17
Jesús ora por sus
discípulos
17 Estas cosas habló
Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado;
glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como
le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que
le diste. 3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo
te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora
pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo
antes que el mundo fuese. 6 He manifestado tu nombre a los
hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu
palabra. 7 Ahora han conocido que todas las cosas que me has
dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me diste, les
he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti,
y han creído que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos; no ruego
por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10 y
todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y
ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre
santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así
como nosotros. 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los
guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se
perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13 Pero
ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en
sí mismos. 14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los
aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No
ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No
son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos
en tu verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al
mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me
santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. 20 Mas
no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por
la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo
les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo
en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo
conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me
has amado. 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde
yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado;
porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Padre
justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido
que tú me enviaste. 26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo
daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo
en ellos.
2 Crónicas 25
Reinado de Amasías
(2 R. 14.1-22)
25 De
veinticinco años era Amasías cuando comenzó a reinar, y veintinueve años reinó
en Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de Jerusalén. 2 Hizo
él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de perfecto corazón. 3 Y
luego que fue confirmado en el reino, mató a los siervos que habían matado al
rey su padre. 4 Pero no mató a los hijos de ellos, según lo que
está escrito en la ley, en el libro de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No
morirán los padres por los hijos, ni los hijos por los padres; mas cada uno
morirá por su pecado. 5 Reunió luego Amasías a Judá, y con
arreglo a las familias les puso jefes de millares y de centenas sobre todo Judá
y Benjamín. Después puso en lista a todos los de veinte años arriba, y fueron
hallados trescientos mil escogidos para salir a la guerra, que tenían lanza y
escudo. 6 Y de Israel tomó a sueldo por cien talentos de plata,
a cien mil hombres valientes. 7 Mas un varón de Dios vino a él
y le dijo: Rey, no vaya contigo el ejército de Israel; porque Jehová no está
con Israel, ni con todos los hijos de Efraín. 8 Pero si vas
así, si lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te hará caer delante de los
enemigos; porque en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar. 9 Y
Amasías dijo al varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará de los cien talentos que he
dado al ejército de Israel? Y el varón de Dios respondió: Jehová puede darte
mucho más que esto. 10 Entonces Amasías apartó el ejército de
la gente que había venido a él de Efraín, para que se fuesen a sus casas; y
ellos se enojaron grandemente contra Judá, y volvieron a sus casas
encolerizados. 11 Esforzándose entonces Amasías, sacó a su
pueblo, y vino al Valle de la Sal, y mató de los hijos de Seir diez mil. 12 Y
los hijos de Judá tomaron vivos a otros diez mil, los cuales llevaron a la
cumbre de un peñasco, y de allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos. 13 Mas
los del ejército que Amasías había despedido, para que no fuesen con él a la
guerra, invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet-horón, y
mataron a tres mil de ellos, y tomaron gran despojo. 14 Volviendo
luego Amasías de la matanza de los edomitas, trajo también consigo los dioses
de los hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó
incienso. 15 Por esto se encendió la ira de Jehová contra
Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo: ¿Por qué has buscado los dioses
de otra nación, que no libraron a su pueblo de tus manos? 16 Y
hablándole el profeta estas cosas, él le respondió: ¿Te han puesto a ti por
consejero del rey? Déjate de eso. ¿Por qué quieres que te maten? Y cuando
terminó de hablar, el profeta dijo luego: Yo sé que Dios ha decretado
destruirte, porque has hecho esto, y no obedeciste mi consejo. 17 Y
Amasías rey de Judá, después de tomar consejo, envió a decir a Joás hijo de
Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel: Ven, y veámonos cara a cara. 18 Entonces
Joás rey de Israel envió a decir a Amasías rey de Judá: El cardo que estaba en
el Líbano envió al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: Da tu hija a mi
hijo por mujer. Y he aquí que las fieras que estaban en el Líbano pasaron, y
hollaron el cardo. 19 Tú dices: He aquí he derrotado a Edom; y
tu corazón se enaltece para gloriarte. Quédate ahora en tu casa. ¿Para qué
provocas un mal en que puedas caer tú y Judá contigo? 20 Mas
Amasías no quiso oír; porque era la voluntad de Dios, que los quería entregar
en manos de sus enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom. 21 Subió,
pues, Joás rey de Israel, y se vieron cara a cara él y Amasías rey de Judá en
la batalla de Bet-semes, la cual es de Judá. 22 Pero cayó Judá
delante de Israel, y huyó cada uno a su casa. 23 Y Joás rey de
Israel apresó en Bet-semes a Amasías rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz,
y lo llevó a Jerusalén; y derribó el muro de Jerusalén desde la puerta de
Efraín hasta la puerta del ángulo, un tramo de cuatrocientos codos. 24 Asimismo
tomó todo el oro y la plata, y todos los utensilios que se hallaron en la casa
de Dios en casa de Obed-edom, y los tesoros de la casa del rey, y los hijos de
los nobles; después volvió a Samaria. 25 Y vivió Amasías hijo
de Joás, rey de Judá, quince años después de la muerte de Joás hijo de Joacaz,
rey de Israel. 26 Los demás hechos de Amasías, primeros y
postreros, ¿no están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel? 27 Desde
el tiempo en que Amasías se apartó de Jehová, empezaron a conspirar contra él en
Jerusalén; y habiendo él huido a Laquis, enviaron tras él a Laquis, y allá lo
mataron; 28 y lo trajeron en caballos, y lo sepultaron con sus
padres en la ciudad de Judá.
Salmos 82
Amonestación
contra los juicios injustos
Salmo de Asaf.
82 Dios está en la
reunión de los dioses;
En medio de los dioses juzga.
En medio de los dioses juzga.
2 ¿Hasta cuándo juzgaréis
injustamente,
Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah
Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah
3 Defended al débil y al huérfano;
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
Haced justicia al afligido y al menesteroso.
4 Librad al afligido
y al necesitado;
Libradlo de mano de los impíos.
Libradlo de mano de los impíos.
5 No saben, no entienden,
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
Andan en tinieblas;
Tiemblan todos los cimientos de la tierra.
6 Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
Y todos vosotros hijos del Altísimo;
7 Pero como hombres moriréis,
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
Y como cualquiera de los príncipes caeréis.
8 Levántate, oh Dios, juzga la tierra;
Porque tú heredarás todas las naciones.
Porque tú heredarás todas las naciones.
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