17 de Julio
¡Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Así ha dicho
Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo;
porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les
hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por
tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén (Am 2.4-5).
Las lecturas del día de hoy te hacen
notar como a veces, por estar más enfocados en los aspectos materiales de la
existencia, los creyentes pasan por alto las verdades más profundas de la
Palabra de Dios. Esto, inevitablemente, es un impedimento para una buena
relación con Dios, pues pareciera que es más importante los suplementos para la
buena vida que las razones y fundamentos que nos dan derecho a ella. Es decir,
parece ser más importante tener que comer y vestir que saber vivir.
Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra
vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué
habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más
que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su
estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios
del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo
que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más
a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos,
o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas (Mat 6.25-33).
La enseñanza de Jesús es clara y radical al respecto: ¡No te
preocupes, ni te angusties, por tu vida, que has de comer, ni por tu cuerpo,
qué has de vestir! ¡Tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todas esas
cosas! ¡Deja que Él se haga cargo! Tú sólo busca primeramente el Reino de Dios
y Su Justicia y todas estas cosas te serán añadidas.
¡Qué grata simpleza hay
en las Palabras de Jesús! ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido? ¿No vales tú mucho más
que las aves que Dios alimenta?
Según la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, así como
los palacios de Jerusalén (los cuales fueron consumidos por el fuego), todas
las cosas, casas, autos, alimentos, vestidos, celulares, etc., sólo son
accesorios, añadiduras, y Dios, tu Padre, sabe que tienes necesidad de
ellas.
Jehová es mi
pastor; nada me faltará (Sal 23.1).
Sin embargo, hoy tienes que saber y creer de una vez por todas que
tu vida, que tú mismo(a) vales para Dios mucho más que cualquiera o todas esas
cosas juntas.
De acuerdo al libro de Amos, Dios tuvo que consumir esas vidas
materiales que son producto de menospreciar Su Palabra y caer en el error de
vivir en base a la mentira. Lo importante a destacar aquí, lo que tenemos que
aprender, no es el haber perdido los palacios de Jerusalén, como usualmente se
podría pensar o sentir, sino el hecho de vivir en el error de la mentira en
lugar del acierto de la Verdad.
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y
ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe (Dan 10.21).
Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad… Cercano
estás tú, oh Jehová, Y todos tus
mandamientos son verdad… La suma de tu palabra es verdad,
Y eterno es todo juicio de tu justicia (Sal 119.142, 151, 160).
La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en
justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad (Mal 2.6).
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de
la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera
en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y
luego olvida cómo era. Mas el que
mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace (Sgo 1.22-25).
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido
este bien a tu siervo (2 S 7.28).
Una y otra vez encontrarás a Dios, Tu Padre, haciéndote énfasis en
que Su Palabra es Verdad.
¿Por qué es tan importante esto? ¿Por qué Dios se molesta tanto
con las mentiras? Porque todas las fuerzas del infierno están obrando en tu
contra para que tú no te enteres (y mucho menos lo creas), que la Biblia
realmente es la Palabra de Dios y por lo tanto es la Verdad.
La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que
el SEÑOR Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios
les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?
—Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la
mujer—. Es sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se
nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo
hacen, morirán”. —¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer—. Dios sabe
que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con
el conocimiento del bien y del mal (Gen 3.1-5 NTV).
Nunca olvides que en el Paraíso, en el huerto de Edén, Dios le
enseñó a Adán y Eva que no comieran del fruto del árbol del conocimiento del
bien y del mal porque si lo hacían ciertamente morirían (lo cual resultó ser la
Verdad). Sin embargo, Satanás (en forma de serpiente), contradijo la Palabra de
Dios con sus mentiras y planteó un dilema para Adán y Eva: Dios mi creador DICE
una cosa y este animalito DICE otra, ¿quién de los dos dirá la VERDAD? ¿A cuál
de los dos le voy a CREER?
Este es el mismo dilema que vivían los israelitas en los días de
Amos y en los días de Elías.
Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis
vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en
pos de él. Y el pueblo no respondió palabra (1 R 18.21).
Vemos así, que en los
tiempos de Elías el pueblo de Israel vivía una vida de constante fracaso y
derrota debido a sus constantes dudas e incredulidad a la Palabra de Dios. A
pesar de que Baal y sus sacerdotes habían fracasado en responder con fuego para
el sacrificio, Israel calló y no respondió palabra. Como Tomás con Jesús
resucitado, ellos necesitaban ver para creer.
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías
y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú
eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho
todas estas cosas. Respóndeme,
Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el
Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
Entonces cayó fuego de
Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió
el agua que estaba en la zanja (1 R 18.36-38).
Dado que fe es creerle a
Dios creyendo Su Palabra, podemos ver aquí que el problema es que los milagros
no producen fe. Esto es evidente pues desde que Moisés sacó al pueblo de Egipto
hasta Elías pasaron más de 600 años llenos de milagros y de la intervención
sobre natural de Dios a favor de Israel, ¡y ellos continuaban sin creerle a
Dios!
De hecho, fuego descendió
del cielo y todos clamaron que Jehová era Dios, pero ni el rey Acab, ni el
pueblo de Israel se volvieron hacia Dios de todo corazón. ¡Asombroso! Hoy en
día muchos dirían que si vieran caer fuego de Dios como respuesta a sus
oraciones, entonces en verdad creerían en Dios. Pero, ¿le creerían a Dios?
¿Creerían a Su Palabra la Biblia?
Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron. Pero cierto joven le
seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él,
dejando la sábana, huyó desnudo (Mar 14.50-52).
Lo mismo sucedió con
Jesucristo quien hizo gran cantidad de señales y milagros y aun así hasta sus discípulos
lo abandonaron.
En su sabiduría, Dios comprendió que el mundo jamás lo encontraría
por medio de la inteligencia humana, y determinó salvar precisamente a los que
creen de corazón este mensaje que el mundo tilda de tonto e insensato. Es
insensato para los judíos porque piden señales en el cielo que confirmen la
veracidad de lo que se les anuncia; y es insensato para los griegos porque sólo
confían en lo que concuerda con sus filosofías y en lo que consideran sabio. Por
eso, cuando les predicamos que Cristo que murió puede salvarlos, los judíos se
ofuscan y los griegos dicen que es tontería. Mas para los llamados, ya sean
judíos o griegos, Cristo es el gran poder de Dios que los salva, el centro
mismo del sabio plan de salvación divina (1 Co 1.21-24 BAD).
Muy probablemente tú
necesites un milagro el día de hoy. Es muy probable que este día necesites la
intervención divina en algún asunto o problema que estés enfrentando. Si este
es tu caso, te tengo buenas noticias, lo único que necesitas hacer es resolver
el dilema de la Vida: ¿Quién dirá la Verdad, tus circunstancias o Dios, tu
Padre? ¿A quién le vas a creer, a tus circunstancias o Dios, tu Padre?
¿Vas a creerle al pecado
y a la condenación y a la certeza de la muerte eterna? ¿O vas a creerle a Dios,
tu Padre, que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que
perderte a ti y ha decretado en Su Palabra que, Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17)?
¿Vas a creer a la
tristeza, la depresión, la soledad y la falta de significado de tu existencia?
¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, que te ama tanto que ha hecho de ti Su
propio(a) Hijo(a) decretando en Su Palabra que, MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que
permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de
veras lo somos! (1 Jn 3.1a BAD)?
¿Vas a creer en el dolor,
los diagnósticos, el malestar y la enfermedad que tienes que sobrellevar con
resignación por tu suerte? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, quien te dice en
Su Palabra que, Ciertamente llevó él nuestras [tus] enfermedades, y
sufrió nuestros [tus] dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras [tus] rebeliones,
molido por nuestros [tus] pecados; el castigo de nuestra [tu] paz
fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros [tu] curados (Isa
53.4-5)?
¿Vas a creer en la
pobreza y la escasez de la vida miserable que te tocó vivir? ¿O vas a creerle a
Dios, tu Padre, quien te dice en Su
Palabra que, Mi Dios [tu Padre], pues, suplirá todo lo que os falta
conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19)?
¿Vas a creer en las
circunstancias y lo malo de los tiempos que te han arrebatado el corazón de tus
hijos para llevarlos a la perdición? ¿O vas a creerle a Dios, tu Padre, quien te jura en Su Palabra que, Y este será mi pacto con ellos [contigo],
dijo Jehová: El Espíritu mío que
está sobre ti [el Espíritu Santo],
y mis palabras que puse en tu boca [la Biblia], no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová,
desde ahora y para siempre (Isa 59.21)?
¡Sólo creyéndole a Dios,
creyendo Su Palabra, dejarás de ser derrotado(a) entre dos pensamientos y sólo
así podrás vivir la Vida Victoriosa que Cristo Jesús compró para ti!
¡Sólo la Fe produce los
milagros!
Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra
de Cristo (Ro 10.17 DHH).
¡Sólo la Palabra de Dios
produce Fe!
Regocijémonos en El, crezcamos en la vida cristiana y dejemos
atrás nuestra vieja y cancerosa vida con sus malicias y perversidades.
Celebrémoslo con el purísimo pan del honor, la sinceridad y la verdad (1 Co 5.8 BAD).
Así que, alégrate y crece
en tu vida cristiana. Deja atrás la vieja naturaleza pues Tú no eres más un(a)
viejo(a) pecador(a) salvo(a) por gracia. En honor a la Verdad, que es la
Palabra de Dios, tú eres un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una simiente que se pueda corromper sino de
la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre.
¡Tú eres el (la) amado(a)
Hijo(a) de tu Padre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora quiero
agradecer Tu Gran Amor para conmigo, que estando yo muerto(a) en delitos y
pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Señor Jesús, gracias por la Vida
Nueva que compraste para mí. Gracias porque no es una vida común y corriente.
Por ti, Señor Jesús, ahora puedo gozar la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. ¡Tengo Vida de Reino! ¡Tengo Vida de Poder! Por Ti, mi
amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre,
mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la
Verdad me hace libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor
del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo,
esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta
identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una
de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me
escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y
recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy
sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad
expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas
las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo
todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a)
Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo
que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más
que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador.
Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona
que Tú dices que soy. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios.
Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo
he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí
acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta
la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 16 Jn 18:1-18 / 2 Cr
26 /
Sal 83
Juan 18:1-18
Arresto de Jesús
(Mt. 26.47-56; Mr.
14.43-50; Lc. 22.47-53)
Jesús ante el sumo
sacerdote
(Mt. 26.57-58; Mr.
14.53-54; Lc. 22.54)
12 Entonces la compañía de soldados, el
tribuno y los alguaciles de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron, 13 y
le llevaron primeramente a Anás; porque era suegro de Caifás, que era sumo
sacerdote aquel año. 14 Era Caifás el que había dado el consejo
a los judíos, de que convenía que un solo hombre muriese por el pueblo.
Pedro en el patio
de Anás
(Mt. 26.69-70; Mr.
14.66-68; Lc. 22.55-57)
15 Y seguían a Jesús Simón Pedro y otro
discípulo. Y este discípulo era conocido del sumo sacerdote, y entró con Jesús
al patio del sumo sacerdote; 16 mas Pedro estaba fuera, a la
puerta. Salió, pues, el discípulo que era conocido del sumo sacerdote, y habló
a la portera, e hizo entrar a Pedro. 17 Entonces la criada
portera dijo a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre?
Dijo él: No lo soy. 18 Y estaban en pie los siervos y los
alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y
también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose.
2 Crónicas 26
Reinado de Uzías
(2 R. 15.1-7)
26 Entonces
todo el pueblo de Judá tomó a Uzías, el cual tenía dieciséis años de edad, y lo
pusieron por rey en lugar de Amasías su padre. 2 Uzías edificó
a Elot, y la restituyó a Judá después que el rey Amasías durmió con sus padres.
3 De dieciséis años era Uzías cuando comenzó a reinar, y
cincuenta y dos años reinó en Jerusalén. El nombre de su madre fue Jecolías, de
Jerusalén. 4 E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme
a todas las cosas que había hecho Amasías su padre. 5 Y
persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de
Dios; y en estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó. 6 Y
salió y peleó contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de
Jabnia, y el muro de Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los
filisteos. 7 Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra
los árabes que habitaban en Gur-baal, y contra los amonitas. 8 Y
dieron los amonitas presentes a Uzías, y se divulgó su fama hasta la frontera
de Egipto; porque se había hecho altamente poderoso. 9 Edificó
también Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, y junto a la
puerta del valle, y junto a las esquinas; y las fortificó. 10 Asimismo
edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas; porque tuvo muchos
ganados, así en la Sefela como en las vegas, y viñas y labranzas, así en los
montes como en los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura. 11 Tuvo
también Uzías un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en
divisiones, de acuerdo con la lista hecha por mano de Jeiel escriba, y de
Maasías gobernador, y de Hananías, uno de los jefes del rey. 12 Todo
el número de los jefes de familia, valientes y esforzados, era dos mil
seiscientos. 13 Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de
guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes, para
ayudar al rey contra los enemigos. 14 Y Uzías preparó para todo
el ejército escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para tirar
piedras. 15 E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por
ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar
saetas y grandes piedras. Y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado
maravillosamente, hasta hacerse poderoso. 16 Mas cuando ya era
fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová
su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del
incienso. 17 Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él
ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes. 18 Y se
pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías,
el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son
consagrados para quemarlo. Sal del santuario, porque has prevaricado, y no
te será para gloria delante de Jehová Dios. 19 Entonces Uzías,
teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en
su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente, delante de los
sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso. 20 Y
le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra
estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él
también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido. 21 Así
el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una
casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo
tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra. 22 Los
demás hechos de Uzías, primeros y postreros, fueron escritos por el profeta
Isaías, hijo de Amoz. 23 Y durmió Uzías con sus padres, y
lo sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros reales; porque
dijeron: Leproso es. Y reinó Jotam su hijo en lugar suyo.
Salmos 83
Plegaria pidiendo
la destrucción de los enemigos de Israel
Cántico. Salmo de
Asaf.
83 Oh Dios, no
guardes silencio;
No calles, oh Dios, ni te estés quieto.
No calles, oh Dios, ni te estés quieto.
2 Porque he aquí que rugen tus
enemigos,
Y los que te aborrecen alzan cabeza.
Y los que te aborrecen alzan cabeza.
3 Contra tu pueblo
han consultado astuta y secretamente,
Y han entrado en consejo contra tus protegidos.
Y han entrado en consejo contra tus protegidos.
4 Han dicho: Venid, y destruyámoslos
para que no sean nación,
Y no haya más memoria del nombre de Israel.
Y no haya más memoria del nombre de Israel.
5 Porque se confabulan de corazón a
una,
Contra ti han hecho alianza
Contra ti han hecho alianza
6 Las tiendas de los edomitas y de los
ismaelitas,
Moab y los agarenos;
Moab y los agarenos;
7 Gebal, Amón y Amalec,
Los filisteos y los habitantes de Tiro.
Los filisteos y los habitantes de Tiro.
8 También el asirio se ha juntado con
ellos;
Sirven de brazo a los hijos de Lot. Selah
Sirven de brazo a los hijos de Lot. Selah
9 Hazles como a Madián,
Como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón;
Como a Sísara, como a Jabín en el arroyo de Cisón;
10 Que perecieron en Endor,
Fueron hechos como estiércol para la tierra.
Fueron hechos como estiércol para la tierra.
11 Pon a sus capitanes como a
Oreb y a Zeeb;
Como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes,
Como a Zeba y a Zalmuna a todos sus príncipes,
12 Que han dicho: Heredemos para
nosotros
Las moradas de Dios.
Las moradas de Dios.
13 Dios mío, ponlos como
torbellinos,
Como hojarascas delante del viento,
Como hojarascas delante del viento,
14 Como fuego que quema el
monte,
Como llama que abrasa el bosque.
Como llama que abrasa el bosque.
15 Persíguelos así con tu
tempestad,
Y atérralos con tu torbellino.
Y atérralos con tu torbellino.
16 Llena sus rostros de vergüenza,
Y busquen tu nombre, oh Jehová.
Y busquen tu nombre, oh Jehová.
17 Sean afrentados y turbados
para siempre;
Sean deshonrados, y perezcan.
Sean deshonrados, y perezcan.
18 Y conozcan que tu nombre es
Jehová;
Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.
Tú solo Altísimo sobre toda la tierra.
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