21 de Julio
¡Sólo
con el Amor de Dios!
Por Riqui Ricón*
En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que
todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Co 8.1).
¡Sólo el Amor edifica! Y es por Amor que Dios prefirió
entregar a Su propio Hijo, Jesús, para así pagar todos tus pecados y no
perderte, sino ganarte por toda la eternidad haciendo de ti un Hijo(a) Suyo(a),
exactamente igual que Jesucristo.
Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Es el Amor de Dios el que cubre TODAS las faltas (Pro
10.12). Es el Amor de Dios el que te edifica como nueva creatura para que
conozcas, mediante el Espíritu Santo, que ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y no de simiente corruptible, sino incorruptible por la Palabra de Dios
que vive y permanece para siempre (1 P
1.23).
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para
estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.14-17).
¡Tú ya padeciste juntamente con Él,
pues al ser Jesús tu substituto en la condenación eterna, tú moriste con Él y
resucitaste a una Vida totalmente Nueva!
Porque el amor de Cristo nos
constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos
murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos (2 Co 5.14-15).
Por la fe, por creerle a Dios creyendo Su Palabra, recibiste
la salvación y por la misma fe tú ya padeciste juntamente con Jesús, para que
juntamente con Él seas glorificado(a) con la Vida Eterna que Jesús compró para
ti.
¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo,
nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo
mediante el bautismo. Y, tal como Cristo fue levantado de los muertos por el
poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva (Ro 6.3-4).
Además, ¿en qué hemos de padecer si somos Hijos del Rey del
Universo? ¿Quién o qué nos puede hacer daño si Dios es nuestro propio Padre?
¿Qué problema, enfermedad o tribulación nos podría robar el gozo de ser Hijos
de Dios Nacidos de Nuevo, comprados a precio de la Sangre de Jesús para ser
Eternos y Reinar juntamente con Él?
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;
más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).
¡Estas son las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo! No
existe nada ni nadie que te pueda vencer pues eres literal y efectivamente
un(a) Hijo(a) de Dios, creado de Nuevo, justo(a), santo(a) y perfecto(a). ¡La
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, lo dice así!
Solamente que aceptes el miedo, la incredulidad y los
engaños del diablo, estos te podrían separar de la libertad gloriosa de los
Hijos de Dios, y esto, insisto, siempre y cuando, tú le prestes oído y des
crédito a sus mentiras, como que no vales, que no sirves, que no puedes, que te
vas a morir, que no eres digno(a), que eres falso(a), etc., etc., etc.
¡No! ¡Nada de eso eres tú! En lugar de escuchar o creer esas
mentiras, mantente firme, constante y persistente en creer a la Verdad, que es
la Biblia, la Palabra de Dios.
Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues
ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser
tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento,
sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil,
¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil
por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e
hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de
caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano (1 Co 8.8-13).
Es precisamente la certeza de saberte un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, amado(a) del Padre, lo que te permite, por Amor y con Amor,
padecer juntamente con Cristo a favor de los más débiles en la fe. No necesitas
demostrar a nadie quien eres pues sabes perfectamente quien tú ahora eres y
así, puedes amar a los demás con el mismo Amor que tu Padre te da. Puedes ir
donde los drogadictos, las prostitutas o los idólatras sin juzgarles ni
criticarles sino edificarles con Amor.
Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier
circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu
Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón (Ro 5.5 CST).
Sin importar el problema, enfermedad o circunstancia que
estés enfrentando el día de hoy, la Verdad es que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y el glorioso Espíritu de Dios te ha llenado con Su Amor
para vivir en ti, y contigo, para que así creas, de una vez por todas, que en
todas las cosas eres más que vencedor(a), pues todo lo puedes en Cristo que te
fortalece.
Por todo esto, ten por seguro que, ¡ahora, en Cristo Jesús,
sí puedes amar a tu prójimo como a ti mismo(a)!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermosa es la Vida Nueva que me
has dado por medio de Tu Hijo. Jesús, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador y
gracias a Ti, hoy, yo ________________ (tu nombre aquí), soy también un(a)
Hijo(a) amado(a) de Nuestro Dios y Padre. Tengo Vida Eterna y la puedo (y
debo), vivir en plenitud y abundancia. Aunque sé que en el mundo tendré
aflicciones, me has dado Tu Palabra, la Biblia, para que en Ti yo tenga paz,
pues Tú has vencido al mundo y yo contigo. Gracias Señor, pues esta identidad
de Hijo(a) me permite amar a mis semejantes como a mí mismo(a). Por tanto,
desecho el temor y la duda, me someto a Ti, Padre, a Tu Verdad y a Tu Palabra,
resisto al diablo, a sus engaños y mentiras y éste tiene que huir de mi vida. Ahora sé, que sé, que
en todas las cosas he de salir más que vencedor(a), pues todo lo puedo en
Cristo que me fortalece. ¡Ya he vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que estás en mí, y conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi
identidad y con toda certeza y autoridad, resisto
y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión,
soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la
Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú,
Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre!
¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo!
Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 21 Jn 20:19-31
/ 2 Cr 32 / Sal
88
Juan 20:19-31
Jesús se aparece a
los discípulos
(Mt. 28.16-20; Mr.
16.14-18; Lc. 24.36-49)
19 Cuando llegó la noche de aquel mismo
día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde
los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto
en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20 Y cuando les hubo dicho
esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo
al Señor. 21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros.
Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22 Y habiendo
dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23 A
quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los
retuviereis, les son retenidos.
Incredulidad de
Tomás
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado
Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Le dijeron,
pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en
sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos,
y metiere mi mano en su costado, no creeré. 26 Ocho días
después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó
Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros. 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. 28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y
Dios mío! 29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás,
creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
El propósito del
libro
30 Hizo además Jesús muchas otras señales en
presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero
éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
2 Crónicas 32
Senaquerib invade
a Judá
(2 R. 18.13-37;
Is. 36.1-22)
32 Después de
estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a
Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de
conquistarlas. 2 Viendo, pues, Ezequías la venida de
Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, 3 tuvo
consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes
de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. 4 Entonces
se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a
través del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria
muchas aguas cuando vengan? 5 Después con ánimo resuelto
edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro
por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas
espadas y escudos. 6 Y puso capitanes de guerra sobre el
pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón
de ellos, diciendo: 7 Esforzaos y animaos; no temáis, ni
tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene;
porque más hay con nosotros que con él. 8 Con él está el brazo
de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear
nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey
de Judá.
9 Después de esto, Senaquerib rey de
los asirios, mientras sitiaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió sus siervos
a Jerusalén para decir a Ezequías rey de Judá, y a todos los de Judá que
estaban en Jerusalén: 10 Así ha dicho Senaquerib rey de los
asirios: ¿En quién confiáis vosotros, al resistir el sitio en Jerusalén? 11 ¿No
os engaña Ezequías para entregaros a muerte, a hambre y a sed, al decir: Jehová
nuestro Dios nos librará de la mano del rey de Asiria? 12 ¿No
es Ezequías el mismo que ha quitado sus lugares altos y sus altares, y ha dicho
a Judá y a Jerusalén: Delante de este solo altar adoraréis, y sobre él
quemaréis incienso? 13 ¿No habéis sabido lo que yo y mis padres
hemos hecho a todos los pueblos de la tierra? ¿Pudieron los dioses de las
naciones de esas tierras librar su tierra de mi mano? 14 ¿Qué
dios hubo de entre todos los dioses de aquellas naciones que destruyeron mis
padres, que pudiese salvar a su pueblo de mis manos? ¿Cómo podrá vuestro Dios
libraros de mi mano? 15 Ahora, pues, no os engañe Ezequías, ni
os persuada de ese modo, ni le creáis; que si ningún dios de todas aquellas
naciones y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos, y de las manos de mis
padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mi mano? 16 Y
otras cosas más hablaron sus siervos contra Jehová Dios, y contra su siervo
Ezequías. 17 Además de esto escribió cartas en que blasfemaba
contra Jehová el Dios de Israel, y hablaba contra él, diciendo: Como los dioses
de las naciones de los países no pudieron librar a su pueblo de mis manos,
tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos. 18 Y
clamaron a gran voz en judaico al pueblo de Jerusalén que estaba sobre los
muros, para espantarles y atemorizarles, a fin de poder tomar la ciudad. 19 Y
hablaron contra el Dios de Jerusalén, como contra los dioses de los pueblos de
la tierra, que son obra de manos de hombres.
Jehová libra a
Ezequías
(2 R. 19.1-37; Is.
37.1-38)
20 Mas el rey Ezequías y el profeta
Isaías hijo de Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo.
21 Y Jehová envió un ángel, el cual
destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el
campamento del rey de Asiria. Este se volvió, por tanto, avergonzado a su
tierra; y entrando en el templo de su dios, allí lo mataron a espada sus
propios hijos. 22 Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores
de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos;
y les dio reposo por todos lados. 23 Y muchos trajeron a
Jerusalén ofrenda a Jehová, y ricos presentes a Ezequías rey de Judá; y fue muy
engrandecido delante de todas las naciones después de esto.
Enfermedad de
Ezequías
(2 R. 20.1-11; Is.
38.1-22)
24 En aquel tiempo Ezequías enfermó de
muerte; y oró a Jehová, quien le respondió, y le dio una señal. 25 Mas
Ezequías no correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció
su corazón, y vino la ira contra él, y contra Judá y Jerusalén. 26 Pero
Ezequías, después de haberse enaltecido su corazón, se humilló, él y los
moradores de Jerusalén; y no vino sobre ellos la ira de Jehová en los días de
Ezequías.
Ezequías recibe a
los enviados de Babilonia
(2 R. 20.12-19;
Is. 39.1-8)
27 Y tuvo Ezequías riquezas y gloria, muchas
en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas, perfumes,
escudos, y toda clase de joyas deseables. 28 Asimismo hizo
depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos para toda
clase de bestias, y apriscos para los ganados. 29 Adquirió
también ciudades, y hatos de ovejas y de vacas en gran abundancia; porque Dios
le había dado muchas riquezas. 30 Este Ezequías cubrió los
manantiales de Gihón la de arriba, y condujo el agua hacia el occidente de la
ciudad de David. Y fue prosperado Ezequías en todo lo que hizo. 31 Mas
en lo referente a los mensajeros de los príncipes de Babilonia, que enviaron a
él para saber del prodigio que había acontecido en el país, Dios lo dejó, para
probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón.
Muerte de Ezequías
(2 R. 20.20-21)
32 Los demás hechos de Ezequías, y sus
misericordias, he aquí todos están escritos en la profecía del profeta Isaías
hijo de Amoz, en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Y
durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de
los sepulcros de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda
Jerusalén; y reinó en su lugar Manasés su hijo.
Salmos 88
88 Oh Jehová,
Dios de mi salvación,
Día y noche clamo delante de ti.
Día y noche clamo delante de ti.
2 Llegue mi oración a tu presencia;
Inclina tu oído a mi clamor.
Inclina tu oído a mi clamor.
3 Porque mi alma está hastiada de
males,
Y mi vida cercana al Seol.
Y mi vida cercana al Seol.
4 Soy contado entre los que descienden
al sepulcro;
Soy como hombre sin fuerza,
Soy como hombre sin fuerza,
5 Abandonado entre los muertos,
Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
De quienes no te acuerdas ya,
Y que fueron arrebatados de tu mano.
Como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
De quienes no te acuerdas ya,
Y que fueron arrebatados de tu mano.
6 Me has puesto en el hoyo profundo,
En tinieblas, en lugares profundos.
En tinieblas, en lugares profundos.
7 Sobre mí reposa tu ira,
Y me has afligido con todas tus ondas. Selah
Y me has afligido con todas tus ondas. Selah
8 Has alejado de mí mis conocidos;
Me has puesto por abominación a ellos;
Encerrado estoy, y no puedo salir.
Me has puesto por abominación a ellos;
Encerrado estoy, y no puedo salir.
9 Mis ojos enfermaron a causa de mi
aflicción;
Te he llamado, oh Jehová, cada día;
He extendido a ti mis manos.
Te he llamado, oh Jehová, cada día;
He extendido a ti mis manos.
10 ¿Manifestarás tus maravillas
a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah
¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah
11 ¿Será contada en el sepulcro
tu misericordia,
O tu verdad en el Abadón?
O tu verdad en el Abadón?
12 ¿Serán reconocidas en las
tinieblas tus maravillas,
Y tu justicia en la tierra del olvido?
Y tu justicia en la tierra del olvido?
13 Mas yo a ti he clamado, oh
Jehová,
Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.
Y de mañana mi oración se presentará delante de ti.
14 ¿Por qué, oh Jehová, desechas
mi alma?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
15 Yo estoy afligido y
menesteroso;
Desde la juventud he llevado tus terrores, he estado medroso.
Desde la juventud he llevado tus terrores, he estado medroso.
16 Sobre mí han pasado tus iras,
Y me oprimen tus terrores.
Y me oprimen tus terrores.
17 Me han rodeado como aguas
continuamente;
A una me han cercado.
A una me han cercado.
18 Has alejado de mí al amigo y
al compañero,
Y a mis conocidos has puesto en tinieblas.
Y a mis conocidos has puesto en tinieblas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?