miércoles, 11 de septiembre de 2019

¿En Verdad podrías tú hacer las mismas obras que Jesús hizo?



11 de Septiembre
¡No temas, cree solamente!
Por Riqui Ricón*

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).

¡Qué declaración! ¡Qué sombrosa afirmación (porque es una afirmación), la que Jesucristo hace al establecer en Su Palabra, la Biblia, que si crees en Él, entonces tú harás las mismas obras que Jesús hizo y aún mayores porque –dijo Él- yo voy al Padre (dando a entender que el único y todopoderoso Dios es Su Padre pero TAMBIÉN es tu Padre).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

La clave, el secreto, para que puedas hacer las obras que Jesús hizo, y aún mayores, está en que conozcas y, sobre todo, CREAS que en Verdad eres un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios. ¡Exactamente igual a Jesús!

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros,  para que tengamos confianza en el día del juicio;  pues como él es,  así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).

Quizá el día de hoy estés enfrentando graves problemas, enfermedades o tristezas y te estés preguntando, ¿cómo podría yo siquiera parecerme un poquito a Jesús? Las lecturas del programa para leer la Biblia en un año que corresponden al día de hoy, te mostrarán cuán asombrosamente fácil es pasar de esa actitud de fracaso y derrota a la permanente Victoria que te permita levantarte de cualquier circunstancia y que comiences a hacer las mismas obras que Jesús hizo y aún mayores.

¡Porque tú tienes el mismo Padre que Jesús tiene!

Llegaron mensajeros e informaron a Josafat: «Un enorme ejército de Edom* marcha contra ti desde más allá del mar Muerto;* ya está en Hazezon-tamar» (este era otro nombre para En-gadi). Josafat quedó aterrado con la noticia y le suplicó al SEÑOR que lo guiara. También ordenó a todos en Judá que ayunaran  (2 Cro 20.2-3 NTV).

Pon mucha atención porque, quizá al igual que tú, el rey Josafat al mirar la enormidad de su problema y constatar la falta de capacidad y recursos para enfrentarlo, tuvo miedo. Sin embargo, actuó sabia y prudentemente: Buscó a Dios y puso TODA su confianza en Él.

Josafat no oró ni ayunó sólo un ratito mientras por otro lado buscaba ayuda y consejo de sus amigos y allegados. ¡No! Josafat dominó su miedo al poner TODA su confianza en el Señor.

Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? (Mar 5.35).

¡Mira a Jairo! Él era un principal de la sinagoga que tenía la esperanza que Jesús sanará a su hija moribunda, pero al parecer ya era demasiado tarde, ¡su hija había muerto! ¿Te puedes imaginar semejante problema? Jesús probablemente la hubiera salvado, pero ahora que ya está muerta, ¡nada se puede hacer!

Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente (Mar 5.36).

Y, ¿qué con Marta ante la triste realidad de su hermano muerto desde hace cuatro días?

Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Jn 11.39-40).

Lo más emocionante de ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, esto es, de haber recibido a Jesucristo como Señor y Salvador de tu Vida, es que ¡NÚNCA ES DEMASIADO TARDE!

Sólo tienes, como Josafat, que encontrar la forma de anular el temor que te neutraliza y paraliza. Esto sólo lo puedes lograr al comenzar a creer; al creerle a Dios creyendo Su Palabra.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).

Pero, ¿cómo se hace esto? ¡Cómo puedes fortalecerte en el Poder de la fuerza de Dios? Sólo tienes que comprender que el Poder de la fuerza de Dios no son los ángeles, ni los truenos y relámpagos. Tampoco Su brazo musculoso. El Poder de la fuerza de Dios es Su Palabra, pues Él no necesita otra cosa más que hablar Su Palabra y ésta sucederá.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).

Por lo tanto, al comenzar a leer y meditar la Biblia, constante y persistentemente, recibes la FE que te da fuerzas, pues tienes la certeza y estás plenamente convencido(a) que si Dios te prometió algo tocante a tu problema o necesidad, entonces, ¡Él va a cumplir!

Mientras todos los hombres de Judá estaban de pie ante el SEÑOR junto con sus esposas, sus hijos y aun los niños pequeños, el Espíritu del SEÑOR vino sobre uno de los hombres allí presentes. Se llamaba Jahaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, un levita, quien era un descendiente de Asaf. Dijo: «¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el SEÑOR: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes sino de Dios. Mañana, marchen contra ellos. Los encontrarán subiendo por la cuesta de Sis al extremo del valle que da al desierto de Jeruel. Sin embargo, ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen sus posiciones; luego quédense quietos y observen la victoria del SEÑOR. Él está con ustedes, pueblo de Judá y de Jerusalén. No tengan miedo ni se desalienten. ¡Salgan mañana contra ellos, porque el SEÑOR está con ustedes!”» (2 Cro 20.13-17).

¿No te parece familiar que tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento siempre que alguien busca sinceramente a Dios en momentos de necesidad, Dios siempre responde: “No temas, Yo estoy contigo”?

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.9).

Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27. 1-3).

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (Apo 1.17-18).

El temor, el miedo, es todo lo contrario a la fe [fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra] y su único propósito es estorbar y anular tu fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra]. Tu adversario el diablo siempre te va a presionar con los problemas y circunstancias. Y lo hará de tal forma que tratará de orillarte a que pongas tus cinco sentidos y tus emociones en lo grande, difícil que te parece problema, para que así él pueda robarte la Palabra de Dios y entonces tú comiences a CREER que no hay solución o que es demasiado tarde.

El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan (Mar 4.14-17).

Satanás está derrotado y lo único que puede hacer es intentar engañarte con alguna mentira para así (si crees la mentira), robarte la Verdad de la Palabra de Dios que se sembró en tu corazón.

¡Satanás es un perdedor!

Así que, ¡No temas, cree solamente! ¡Créele a Dios! ¡Créele a Su Palabra!

Así pues, la fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Ro 10.17 DHH).

Entre otras muchas cosas, la Palabra de Dios tiene el Poder de producir fe [esto es, creerle a Dios, creyendo Su Palabra] en el corazón de aquellos que la escuchan con intención o con propósito, en aquellos que honestamente están buscando a Dios.

Temprano a la mañana siguiente, el ejército de Judá salió al desierto de Tecoa. De camino, el rey Josafat se detuvo y dijo: «¡Escúchenme, habitantes de Judá y de Jerusalén! Crean en el SEÑOR su Dios y podrán permanecer firmes. Créanles a sus profetas y tendrán éxito» (2 Cro 20.20 NTV).

Después de haber orado y escuchado la Palabra de Dios, el rey Josafat y el pueblo de Judá adquirieron la FE [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] necesaria para obtener la Victoria.

Después de consultar con el pueblo, el rey nombró cantores que caminaran delante del ejército cantando al SEÑOR y alabándolo por su santo esplendor. Esto es lo que cantaban: «¡Den gracias al SEÑOR; su fiel amor perdura para siempre!». Cuando comenzaron a cantar y a dar alabanzas, el SEÑOR hizo que los ejércitos de Amón, de Moab y del monte Seir comenzaran a luchar entre sí. Los ejércitos de Moab y de Amón se volvieron contra sus aliados del monte Seir y mataron a todos y a cada uno de ellos. Después de destruir al ejército de Seir, empezaron a atacarse entre sí. De modo que cuando el ejército de Judá llegó al puesto de observación en el desierto, no vieron más que cadáveres hasta donde alcanzaba la vista. Ni un solo enemigo había escapado con vida. El rey Josafat y sus hombres salieron a recoger el botín. Encontraron una enorme cantidad de objetos, vestidos* y otros artículos valiosos, más de lo que podían cargar. ¡Había tanto botín que les llevó tres días sólo para juntarlo! Al cuarto día se reunieron en el valle de la Bendición [Valle de Beraca],* el cual recibió ese nombre aquel día porque allí el pueblo alabó y agradeció al SEÑOR. Aún se conoce como valle de la Bendición [Valle de Beraca] hasta el día de hoy. Luego todos los hombres volvieron a Jerusalén, con Josafat a la cabeza, rebosando de alegría porque el SEÑOR les había dado la victoria sobre sus enemigos (2 Cro 20.21-27 NTV).

¿Qué le impide a Dios que obre a tu favor esa gran salvación que estás necesitando el día de hoy? ¡Sólo tu fe! Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

- Creer ¿qué? Me podrías decir. Pues creer que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).

Creer que eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).

Creer que todo lo puedes.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).

Creer que de todo problema, angustia o enfermedad saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.

Antes,  en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).

Creer que en la cruz del calvario Jesucristo llevo todas tus enfermedades y sufrió todos tus dolores y, por lo tanto, tienes derecho a la sanidad divina.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades,  y sufrió nuestros dolores;  y nosotros le tuvimos por azotado,  por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,  molido por nuestros pecados;  el castigo de nuestra paz fue sobre él,  y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).

En fin, creer que en Verdad la Biblia es lo que tú dices que es: La Palabra de Dios.

Entonces, ¿Qué impide que tú comiences hacer las mismas obras que Jesús hizo y aún mayores? ¡Sólo tu fe! Pues si puedes creerle a Dios, creyendo lo que Él dice acerca de ti en Su Palabra, entonces, TODO te es posible.


Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día quiero volver a agradecerte por tanto y tan grande Amor con que me has amado que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. Y no cualquier tipo de Vida sino que me diste la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. Gracias porque ahora Jesucristo es el primero entre muchos hermanos de los cuales yo soy uno(a). Oh Dios, es algo tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y ¡glorificado(a)! ¡Sí! ¡Glorificado(a)! Porque a los que antes conociste, también los predestinaste para que fuesen hechos conformes a la imagen de Tu Hijo, para que así Jesús sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinaste, a éstos también llamaste; y a los que llamaste, a éstos también justificaste; y a los que justificaste, a éstos también glorificaste. Gracias por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a). Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Por todo esto, seguro(a) estoy que puedo hacer las mismas cosas que tú hiciste, Señor Jesús, y aún mayores haré porque Tú estás con el Padre, que es mi Padre. En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso? 
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios: 
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 11           Jn 14.1-14  /  2 Cr 20  /  Sal 78.56-72



San Juan 14.1-14

Jesús, el camino al Padre
14
1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. 4Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. 5Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? 6Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 7Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
8Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. 9Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 10¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. 11Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.
12De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. 13Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. 


2 Crónicas 20

Victoria sobre Moab y Amón
20
1Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. 2Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. 3Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. 4Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.
5Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; 6y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? 7Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? 8Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo: 9Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. 10Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese; 11he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. 12¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
13Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos. 14Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; 15y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. 17No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros.
18Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. 19Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.
20Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. 21Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 22Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. 23Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero.
24Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. 25Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. 26Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. 27Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. 28Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová. 29Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel. 30Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.

Resumen del reinado de Josafat
(1 R. 22.41–50)
31Así reinó Josafat sobré Judá; de treinta y cinco años era cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Azuba, hija de Silhi. 32Y anduvo en el camino de Asa su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová. 33Con todo eso, los lugares altos no fueron quitados; pues el pueblo aún no había enderezado su corazón al Dios de sus padres.
34Los demás hechos de Josafat, primeros y postreros, he aquí están escritos en las palabras de Jehú hijo de Hanani, del cual se hace mención en el libro de los reyes de Israel.
35Pasadas estas cosas, Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozías rey de Israel, el cual era dado a la impiedad, 36e hizo con él compañía para construir naves que fuesen a Tarsis; y construyeron las naves en Ezión-geber. 37Entonces Eliezer hijo de Dodava, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: Por cuanto has hecho compañía con Ocozías, Jehová destruirá tus obras. Y las naves se rompieron, y no pudieron ir a Tarsis.

Salmo 78.56-72

     56     Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo,
Y no guardaron sus testimonios;
     57     Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres;
Se volvieron como arco engañoso.
     58     Le enojaron con sus lugares altos,
Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.
     59     Lo oyó Dios y se enojó,
Y en gran manera aborreció a Israel.
     60     Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,
La tienda en que habitó entre los hombres,
     61     Y entregó a cautiverio su poderío,
Y su gloria en mano del enemigo.
     62     Entregó también su pueblo a la espada,
Y se irritó contra su heredad.
     63     El fuego devoró a sus jóvenes,
Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.
     64     Sus sacerdotes cayeron a espada,
Y sus viudas no hicieron lamentación.
     65     Entonces despertó el Señor como quien duerme,
Como un valiente que grita excitado del vino,
     66     E hirió a sus enemigos por detrás;
Les dio perpetua afrenta.
     67     Desechó la tienda de José,
Y no escogió la tribu de Efraín,
     68     Sino que escogió la tribu de Judá,
El monte de Sion, al cual amó.
     69     Edificó su santuario a manera de eminencia,
Como la tierra que cimentó para siempre.
     70     Eligió a David su siervo,
Y lo tomó de las majadas de las ovejas;
     71     De tras las paridas lo trajo,
Para que apacentase a Jacob su pueblo,
Y a Israel su heredad.
     72     Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,
Los pastoreó con la pericia de sus manos. 

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