27 de Junio
¡Con toda certeza y seguridad!
Por Riqui Ricón*
Y llamando a la gente y a sus
discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su
vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio,
la salvará (Mar 8.34-35).
Lamentablemente existe la
enseñanza de que negarte a ti mismo(a) y tomar tu cruz significa aceptar con
humilde resignación todas las cosas malas que vienen a tu vida, como las
enfermedades, accidentes, pobreza, desintegración familiar, etc., etc. Se
enseña que todo esto es la voluntad de Dios y que, si estás viviendo alguna de
estas desgracias será por alguna razón, por algo que hiciste y, por lo tanto, lo
mereces, o será quizás porque Dios te está dando algún tipo de lección o probando tu fe. Así que, debes
aceptarlo, resignarte y humillarte bajo la poderosa mano de Dios.
Con todo respeto, esto me parece
un grave error provocado por la falta de conocimiento de la Verdad.
Mi pueblo fue destruido,
porque le faltó conocimiento (Os 4.6a).
De acuerdo a la Biblia, que es la
Palabra de Dios, quien no miente, Dios es bueno y su voluntad para contigo es
buena, agradable y perfecta. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio
Hijo como el justo pago por todos tus pecados, para así no perderte a ti, sino
ganarte para Él.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Con Su muerte y Su resurrección,
Jesús te hizo justo para perdonar y olvidar todos tus pecados; estando
justificado(a) y perdonado(a) te apartó para santificarte y, así, una vez
justificado(a), perdonado(a) y santificado(a), te perfeccionó al crearte de Nuevo
y darte la Vida Eterna que solamente un(a) Hijo(a) legitimo(a) de Dios puede
tener.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en
los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y
esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe (Efe 2.4-9).
Dios no hizo todo esto, por amor
a ti, para luego condenarte o castigarte o maltratarte. ¡De ninguna manera! Él
te ama genuinamente y lo ha dicho, lo ha declarado, y lo puso por escrito en Su
Palabra.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce, precisamente
porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
El verdadero propósito del plan
de salvación o redención de Dios siempre ha sido el mismo: adoptarte como Hijo(a).
Gracias a Jesús, ya no eres más una criatura, un ser humano imperfecto y pecador,
ahora, has sido justificado(a) –hecho(a) justo(a)- por la Sangre de Jesús; tu
Padre ha perdonado y olvidado todos tus pecados, fracasos y errores; has sido
apartado(a) -santificado(a)- para Él y por la Palabra de Dios y el poder del
Espíritu Santo, fuiste totalmente regenerado(a), esto es, Naciste de Nuevo,
como un(a) Hijo(a) legítimo(a) de Dios.
Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su
nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra
de Dios (1 P 1.23
NTV).
Tu Nuevo Nacimiento no proviene
de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra
de Dios que vive y permanece para siempre.
Yo
en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a
mí me has amado (Jn 17.23).
Dios, tu Padre, siente por ti lo
mismo que siente por Jesús, Él te ama con el mismo Amor con que ama a Su Hijo
Jesús pues tú también eres Su Hijo(a).
En
esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el
día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
De acuerdo a la Palabra de Dios, que
no puede mentir, gracias a que has Nacido de Nuevo, ahora tú eres igual a Jesús.
Por eso el Padre te ama de la misma manera que lo ama a Él.
Entonces, ¿cómo nos negamos a
nosotros mismos y tomamos nuestra cruz?
Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
La Biblia es muy clara al
respecto: sin fe es imposible agradar a Dios. Así que, como Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, seguro es que tendrás aflicciones en este mundo: problemas,
conflictos, enfermedades, amenazas, etc., pero, en lugar de aceptarlos con
“humilde resignación”, tú has sido ungido(a) con el Espíritu Santo para
enfrentarlos, sabiendo, con toda certeza, que en todos ellos saldrás más que
vencedor(a).
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Se trata, pues, de creer que eres
quien Dios dice en Su Palabra que eres. Una vez que lo creas, y lo declares,
comenzarás a vivir como tal: amando a tu Padre celestial sobre todas las cosas
y amando a tus semejantes como a ti mismo(a). Lleno de paz, gozo y amor, estarás
más que listo para disfrutar la Vida Plena y Abundante que Jesús ganó para ti.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Sabiendo esto, que es Palabra de
Dios, puedes creer y recibir la Verdadera Identidad que ahora tienes. Poner la
otra mejilla no te costará absolutamente nada, le darás al pobre y al
necesitado con todo tu amor pues es parte de tu naturaleza. ¡Dios te hizo así!
Tú eres como Jesús es: manso(a) y humilde, bueno(a) y amoroso(a).
Porque todo lo que es nacido
de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra
fe (1 Jn 5.4).
Fe es creerle a Dios, creyendo Su
Palabra, sabiendo siempre que si Él lo dijo, entonces lo va a cumplir, si Él lo
habló, entonces lo va a ejecutar. Sólo con esta fe podrás vencer al mundo al
tomar tu cruz y seguir a Cristo Jesús.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad (Efe 4.22-24).
Negarte a ti mismo(a) y tomar tu
cruz no es otra cosa más que creer lo que dice la Biblia. Despójate del
viejo(a) hombre (mujer) que está viciado conforme a los deseos engañosos. No le
permitas a Satanás engañarte con sus mentiras; él necesita desesperadamente que
sigas CREYENDO que eres el (la) mismo(a) pecador(a) que antes eras, que nada ha
cambiado y que sigues colgado(a) a tus fracasos, pecados y errores del pasado.
¡Despójate de eso! ¡Renuévate en
el espíritu de tu mente poniendo la Palabra de Dios en tu mente, boca y
corazón! ¡Mírate de la misma forma que Dios te mira! Y vístete de ese(a) hombre
(mujer) nuevo(a) que ahora tú ya eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
Así que, tenlo por seguro, Dios
no te ha dejado ni te dejará jamás. ¡Has sido predestinado(a) a ser más que
vencedor(a) por medio del Amor de Aquel que te escogió, que te amó y que te
salvó: Cristo Jesús!
Con toda certeza y seguridad tú puedes
negarte a ti mismo(a), tomar tu cruz y seguirle a Él.
Oremos en voz audible:
Gracias amado Padre Celestial por
amarme con tan gran Amor. Yo _________ (tu nombre aquí) soy Tu Hijo(a), legal y
genuinamente comprado(a) y rescatado(a) a precio de la Sangre de Jesús. Tu
Palabra es la Verdad. La Biblia me define y soy libre para llevar esa vida de
victoria sobre el pecado y la muerte que Tú, Jesucristo, adquiriste para mí. Me
niego a mí mismo(a), a esa vieja naturaleza que está viciada conforme a los
deseos engañosos y tomo mi cruz renovándome en el espíritu de mi mente, me
visto del nuevo(a) hombre (mujer) creado(a) según Dios en justicia y santidad
de la verdad. Padre, me someto a Tu Palabra, la Biblia, resisto al diablo y
este huye de mí. Así que, declaro que yo todo lo puedo en Cristo que me
fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese
eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras
en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e
inquietud. ¡En todas las cosas soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a)
por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por
la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre,
estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 27 Mar
8.22-9.1 / 2 Sam 20-21 / Ose 1
Marcos
8.22-9.1
Un ciego sanado en Betsaida
22Vino luego a
Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 23Entonces,
tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos,
le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. 24El,
mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25Luego
le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue
restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. 26Y lo envió a
su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.
La confesión de Pedro
(Mt. 16.13–20; Lc. 9.18–21)
27Salieron Jesús
y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a
sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28Ellos
respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los
profetas.
29Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo
Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. 30Pero él les
mandó que no dijesen esto de él a ninguno.
Jesús anuncia su muerte
(Mt. 16.21–28; Lc. 9.22–27)
31Y comenzó a
enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser
desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas,
y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32Esto les decía
claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33Pero
él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo:
¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de
Dios, sino en las de los hombres.
34Y llamando a la
gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 35Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí y del evangelio, la salvará. 36Porque
¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38Porque el que
se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora,
el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de
su Padre con los santos ángeles.
9
1También les
dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán
la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.
2
Samuel 20-21
Sublevación de Seba
20
1Aconteció que se
hallaba allí un hombre perverso que se llamaba Seba hijo de Bicri, hombre de
Benjamín, el cual tocó la trompeta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David,
ni heredad con el hijo de Isaí. ¡Cada uno a su tienda, Israel! 2Así todos los hombres de Israel abandonaron a David, siguiendo a Seba
hijo de Bicri; mas los de Judá siguieron a su rey desde el Jordán hasta
Jerusalén.
3Y luego que
llegó David a su casa en Jerusalén, tomó el rey las diez mujeres concubinas
que había dejado para guardar la casa, y las puso en reclusión, y les dio
alimentos; pero nunca más se llegó a ellas, sino que quedaron encerradas hasta
que murieron, en viudez perpetua.
4Después dijo el
rey a Amasa: Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y
hállate tú aquí presente. 5Fue, pues, Amasa para convocar a los de
Judá; pero se detuvo más del tiempo que le había sido señalado. 6Y
dijo David a Abisai: Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón;
toma, pues, tú los siervos de tu señor, y ve tras él, no sea que halle para sí
ciudades fortificadas, y nos cause dificultad. 7Entonces salieron
en pos de él los hombres de Joab, y los cereteos y peleteos y todos los
valientes; salieron de Jerusalén para ir tras Seba hijo de Bicri. 8Y
estando ellos cerca de la piedra grande que está en Gabaón, les salió Amasa al
encuentro. Y Joab estaba ceñido de su ropa, y sobre ella tenía pegado a sus
lomos el cinto con una daga en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó.
9Entonces Joab dijo a Amasa: ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó Joab con
la diestra la barba de Amasa, para besarlo. 10Y Amasa no se cuidó
de la daga que estaba en la mano de Joab; y éste le hirió con ella en la quinta
costilla, y derramó sus entrañas por tierra, y cayó muerto sin darle un segundo
golpe.
Después Joab y su hermano
Abisai fueron en persecución de Seba hijo de Bicri. 11Y uno de los
hombres de Joab se paró junto a él, diciendo: Cualquiera que ame a Joab y a
David, vaya en pos de Joab. 12Y Amasa yacía revolcándose en su
sangre en mitad del camino; y todo el que pasaba, al verle, se detenía; y
viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba, apartó a Amasa del camino al
campo, y echó sobre él una vestidura. 13Luego que fue apartado del
camino, pasaron todos los que seguían a Joab, para ir tras Seba hijo de Bicri.
14Y él pasó por
todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca y todo Barim; y se juntaron, y
lo siguieron también. 15Y vinieron y lo sitiaron en
Abel-bet-maaca, y pusieron baluarte contra la ciudad, y quedó sitiada; y todo
el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la muralla. 16Entonces
una mujer sabia dio voces en la ciudad, diciendo: Oíd, oíd; os ruego que digáis
a Joab que venga acá, para que yo hable con él. 17Cuando él se
acercó a ella, dijo la mujer: ¿Eres tú Joab? Y él respondió: Yo soy. Ella le
dijo: Oye las palabras de tu sierva. Y él respondió: Oigo. 18Entonces
volvió ella a hablar, diciendo: Antiguamente solían decir: Quien preguntare,
pregunte en Abel; y así concluían cualquier asunto. 19Yo soy de
las pacíficas y fieles de Israel; pero tú procuras destruir una ciudad que es
madre en Israel. ¿Por qué destruyes la heredad de Jehová? 20Joab
respondió diciendo: Nunca tal, nunca tal me acontezca, que yo destruya ni
deshaga. 21La cosa no es así: mas un hombre del monte de Efraín,
que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey David;
entregad a ése solamente, y me iré de la ciudad. Y la mujer dijo a Joab: He
aquí su cabeza te será arrojada desde el muro. 22La mujer fue
luego a todo el pueblo con su sabiduría; y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo
de Bicri, y se la arrojaron a Joab. Y él tocó la trompeta, y se retiraron de la
ciudad, cada uno a su tienda. Y Joab se volvió al rey a Jerusalén.
Oficiales de David
(2 S. 8.15–18; 1 Cr. 18.14–17)
23Así quedó Joab
sobre todo el ejército de Israel, y Benaía hijo de Joiada sobre los cereteos y
peleteos, 24y Adoram sobre los tributos, y Josafat hijo de Ahilud
era el cronista. 25Seva era escriba, y Sadoc y Abiatar,
sacerdotes, 26e Ira jaireo fue también sacerdote de David.
Venganza de los gabaonitas
21
1Hubo hambre en
los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y
Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto
mató a los gabaonitas. 2Entonces el rey llamó a los gabaonitas, y
les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del resto de
los amorreos, a los cuales los hijos de Israel habían hecho juramento; pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de
Judá.) 3Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué haré por
vosotros, o qué satisfacción os daré, para que bendigáis la heredad de Jehová?
4Y los gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre
plata ni sobre oro con Saúl y con su casa; ni queremos que muera hombre de
Israel. Y él les dijo: Lo que vosotros dijereis, haré. 5Ellos
respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruyó, y que maquinó contra
nosotros para exterminarnos sin dejar nada de nosotros en todo el territorio de
Israel, 6dénsenos siete varones de sus hijos, para que los
ahorquemos delante de Jehová en Gabaa de Saúl, el escogido de Jehová. Y el rey
dijo: Yo los daré.
7Y perdonó el rey
a Mefi-boset hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Jehová que hubo
entre ellos, entre David y Jonatán hijo de Saúl. 8Pero
tomó el rey a dos hijos de Rizpa hija de Aja, los cuales ella había tenido de
Saúl, Armoni y Mefi-boset, y a cinco hijos de Micalc hija
de Saúl, los cuales ella había tenido de Adriel hijo de Barzilai meholatita,
9y los entregó en manos de los gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el
monte delante de Jehová; y así murieron juntos aquellos siete, los cuales
fueron muertos en los primeros días de la siega, al comenzar la siega de la
cebada.
10Entonces Rizpa
hija de Aja tomó una tela de cilicio y la tendió para sí sobre el peñasco,
desde el principio de la siega hasta que llovió sobre ellos agua del cielo; y
no dejó que ninguna ave del cielo se posase sobre ellos de día, ni fieras del
campo de noche. 11Y fue dicho a David lo que hacía Rizpa hija de
Aja, concubina de Saúl. 12Entonces David fue y tomó los huesos de
Saúl y los huesos de Jonatán su hijo, de los hombres de Jabes de Galaad, que
los habían hurtado de la plaza de Bet-sán, donde los habían colgado los
filisteos, cuando los filisteos mataron a Saúl en Gilboa;
13e hizo llevar de allí los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su
hijo; y recogieron también los huesos de los ahorcados. 14Y
sepultaron los huesos de Saúl y los de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín,
en Zela, en el sepulcro de Cis su padre; e hicieron todo lo que el rey había
mandado. Y Dios fue propicio a la tierra después de esto.
Abisai libra a David del gigante
15Volvieron los
filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y
pelearon con los filisteos; y David se cansó. 16E Isbi-benob, uno
de los descendientes de los gigantes, cuya lanza pesaba trescientos siclos de
bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David;
17mas Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo
mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más de aquí en
adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de
Israel.
Los hombres de David matan a
los gigantes
(1 Cr. 20.4–8)
18Otra segunda
guerra hubo después en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató
a Saf, quien era uno de los descendientes de los gigantes. 19Hubo
otra vez guerra en Gob contra los filisteos, en la cual Elhanán, hijo de
Jaare-oregim de Belén, mató a Goliat geteo, el asta de cuya lanza era como el
rodillo de un telar. 20Después hubo otra guerra en Gat, donde
había un hombre de gran estatura, el cual tenía doce dedos en las manos, y
otros doce en los pies, veinticuatro por todos; y también era descendiente de
los gigantes. 21Este desafió a Israel, y lo mató Jonatán, hijo de
Simea hermano de David. 22Estos cuatro eran descendientes de los
gigantes en Gat, los cuales cayeron por mano de David y por mano de sus
siervos.
Oseas 1
La esposa infiel de Oseas, y sus hijos
1
1Palabra de
Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías,
Jotam,
Acaz
y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam
hijo de Joás, rey de Israel.
2El principio de
la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una
mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose
de Jehová. 3Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual
concibió y le dio a luz un hijo.
4Y le dijo
Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa
de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar
el reino de la casa de Israel. 5Y en aquel día quebraré yo el arco
de Israel en el valle de Jezreel.
6Concibió ella
otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama,porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del
todo. 7Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré
por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla,
ni con caballos ni jinetes.
8Después de haber
destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 9Y dijo Dios:
Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi
pueblo, ni yo seré vuestro Dios.
10Con todo, será
el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir
ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío,
les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. 11Y
se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y
subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.
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