13 de Junio
¡Con el Espíritu Santo!
Por Riqui Ricón*
Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con
Espíritu Santo (Mr 1.8).
De acuerdo a la Palabra de
Dios el bautismo de Juan era de tipo exterior, con agua, mientras que el
bautismo de Jesús es interior, con el Espíritu Santo. El bautismo de Juan era
para arrepentimiento mientras que el de Jesús lo es para una Vida totalmente
Nueva.
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos
sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque
somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.1-4).
Esta Vida Nueva no es algo
que puedas crear o forjar por ti mismo(a). Si la Nueva Vida dependiera de uno
mismo, es seguro que la volveríamos a echar a perder. Por esto, Dios te la
otorga como un regalo de Amor mediante la operación del Espíritu Santo en ti.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor
para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que
nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en
el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que
justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza
de la vida eterna (Ti 3.4-7).
Tú fuiste justificado(a)
–hecho(a) justo(a)- por la Gracia de Dios, quien te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Con Su muerte, Jesús pagó
todos tus pecados, pero con su resurrección, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo, fuiste creado(a) de Nuevo como un(a) Hijo(a) legítimo
de Dios.
Tú no eres un(a) pecador(a)
salvo por gracia. No se puede ser ambas cosas a la vez, o eres pecador(a) o
eres salvo(a). El milagro más asombroso del Plan de Salvación no es el perdón
de tus pecados sino la regeneración de tu espíritu (quién tú realmente eres)
mediante la operación del Espíritu Santo dentro de ti mismo(a).
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien
todas las cosas subsisten, que habiendo
de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al
autor de la salvación de ellos (He 2.19).
Sólo por
Amor a ti, Jesucristo renunció a Su privilegiada posición de Hijo único de Dios
con tal de tener comunión íntima contigo como tu Hermano mayor.
Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos (Ro 8.29).
El plan de Dios siempre ha
sido hacer de ti un(a) Hijo(a) Suyo(a), y puesto que no hay forma que un(a)
Hijo(a) de Dios sea un(a) pecador(a) o corrupto(a), entonces, en este
maravilloso y amoroso Plan que Dios ideó para Redención tuya, el Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús forzosamente incluye una renovación tal que ya nunca más
serás el (la) mismo(a).
¡Tu Nuevo Nacimiento es el
milagro más asombroso, real y justo que pueda existir!
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos,
y los pongáis por obra (Ez
36.26-27).
Dios dijo que Él lo haría y
lo cumplió el día que hiciste a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida. ¡Ese
día Naciste de Nuevo!
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1
P 1.23).
Ser un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo significa ser una Nueva especie de Ser que no existía antes.
Tú fuiste engendrado(a) por la incorruptible Palabra de Dios que vive y
permanece para siempre mediante la operación del Espíritu Santo, prometido por
Dios.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz
un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo
del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y
reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo
el ángel, le dijo: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que
nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta
Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes
para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para
Dios.Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de
su presencia (Luc 1.30-38).
Al igual que en el
nacimiento sobrenatural de Jesucristo donde Dios dijo que lo haría con Su
Palabra y el Espíritu Santo lo ejecutó, de la misma forma tú naciste de nuevo.
Esta es la única forma en que un(a) Hijo de Dios puede venir a existir.
Así que, el bautismo
interior, el bautismo de fuego, que Jesús trajo a tu vida es, nada más y nada
menos que, el Espíritu Santo de Dios. Esto es así porque Él lo prometió y no
por algo que tu hayas hecho o dejado de hacer. ¡Es por Su Gracia y Amor
abundante para contigo!
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia
hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Ahora estás en Cristo y las
cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas. Estás lleno(a) del
Espíritu de Dios quien te guía a toda Verdad, te ayuda y te instruye, y te hará
saber las cosas que han de venir.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
La Vida Plena y Abundante
que Jesucristo compró para ti sólo es posible mediante la acción directa del
Espíritu Santo en tu vida a través de tu Nueva Identidad y por medio de la fe,
que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Pues en honor a la Verdad, tú eres
esa persona que la Biblia dice que ahora eres, ni más, ni menos.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Por todo
esto y mucho más, Dios, tu Padre, te ha dado Su Santo Espíritu como garantía:
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras (la garantía) del Espíritu (2 Co 5.2).
Estás
destinado(a), por la Palabra de Dios (o sea por Dios mismo), a realizar una
Vida Plena y Abundante. ¡Tú, sí, tú, eres ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo que ante todo problema, enfermedad o aflicción has de salir más que
vencedor(a)!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, siempre te
estaré agradecido(a) y alabaré Tu Nombre por todo Tu Gran Amor con que me has
amado. Gracias por justificarme con la Sangre de Tu Hijo Jesús. Gracias por
darme Vida Nueva, Vida Eterna, mediante su resurrección y victoria sobre el
pecado y la muerte. Ahora pues, ninguna condenación hay en mi vida, pues no
ando conforme a mi carne sino conforme al Espíritu Santo gracias a que la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y
de la muerte. Señor Jesús, yo te amo con todo mi corazón. Por Ti, ahora yo soy
Hijo(a) del Rey y Tú eres mi hermano mayor. ¡He Nacido de Nuevo! ¡Gracias
Jesús! Espíritu Santo, que hermoso es saber que estás conmigo, que me acompañas
de día y de noche. Tú eres mi garantía. Tú eres mi ayudador, mi amigo, mi
consejero, mi maestro y mi todo. Ayúdame a despojarme del viejo(a) hombre
(mujer), a renovarme en el espíritu de mi mente y a vestirme de este(a)
Nuevo(a) Yo, que ha sido creado(a) según Dios en justicia y santidad de la
verdad. Contigo, todo lo puedo. Contigo, soy más que vencedor(a) en todas las
cosas. Lléname más y más de Ti, Señor. Sabiendo y creyendo esto, hoy puedo
declarar, delante de Tu presencia, que yo, ______________ (tu nombre aquí),
antes que nada, he sido lavado y comprado al precio de la Sangre de Jesús para
ser hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy Eterno(a)! Por lo
tanto, voy a vivir mi Vida Plena y Abundantemente porque es mi derecho. Todo
problema, enfermedad o circunstancia adversa lo encararé con fe (creyéndote a
Ti, creyendo Tu Palabra), con la certeza de quién ahora yo soy en Cristo Jesús.
Yo confío en Dios, mi Padre, y creo toda Su Palabra. Así que, Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el
mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a
sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda
ansiedad e inquietud. ¡En todas las
cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya
he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar
en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi
Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí?
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! Jehová de
los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía. ¡Yo soy ese(a) hombre (mujer)
que en Ti confía! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 13 Mr 1.1-20 / 2 Sam 2.1-3.1 / Dan 1
Mr 1.1-20
Predicación de Juan el
Bautista
(Mt. 3.1–12; Lc. 3.1–9, 15–17; Jn. 1.19–28)
1
1Principio del
evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2Como está escrito en
Isaías el profeta:
He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti.
3 Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
4Bautizaba Juan en el desierto, y
predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 5Y
salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran
bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6Y
Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de
sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 7Y
predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no
soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. 8Yo a la
verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.
El bautismo de Jesús
(Mt. 3.13–17; Lc. 3.21–22)
9Aconteció en
aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan
en el Jordán. 10Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los
cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11Y vino
una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia.
Tentación de Jesús
(Mt. 4.1–11; Lc. 4.1–13)
12Y luego el
Espíritu le impulsó al desierto. 13Y estuvo allí en el desierto
cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los
ángeles le servían.
Jesús principia su ministerio
(Mt. 4.12–17; Lc. 4.14–15)
14Después que
Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de
Dios, 15diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios
se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
Jesús llama a cuatro
pescadores
(Mt. 4.18–22; Lc. 5.1–11)
16Andando junto
al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el
mar; porque eran pescadores. 17Y les dijo Jesús: Venid en pos de
mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18Y dejando luego sus
redes, le siguieron. 19Pasando de allí un poco más adelante, vio a
Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que
remendaban las redes. 20Y luego los llamó; y dejando a su padre
Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron.
2
Samuel 2.1-3.1
David es proclamado rey de Judá
2
1Después de esto
aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las
ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde
subiré? Y él le dijo: A Hebrón. 2David subió allá, y con él sus
dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal el de
Carmel. 3Llevó también David consigo a los hombres que con él habían estado,
cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón. 4Y
vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de
Judá.
Y dieron aviso a David,
diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl. 5Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles:
Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con
vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura. 6Ahora, pues, Jehová
haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que
habéis hecho. 7Esfuércense, pues, ahora vuestras manos, y sed
valientes; pues muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido
por rey sobre ellos.
Guerra entre David y la casa de Saúl
8Pero Abner hijo
de Ner, general del ejército de Saúl, tomó a Is-boset hijo de Saúl, y lo llevó
a Mahanaim, 9y lo hizo rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre
Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel. 10De
cuarenta años era Is-boset hijo de Saúl cuando comenzó a reinar sobre Israel, y
reinó dos años. Solamente los de la casa de Judá siguieron a David. 11Y
fue el número de los días que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá,
siete años y seis meses.
12Abner hijo de
Ner salió de Mahanaim a Gabaón con los siervos de Is-boset hijo de Saúl,
13y Joab hijo de Sarvia y los siervos de David salieron y los
encontraron junto al estanque de Gabaón; y se pararon los unos a un lado del
estanque, y los otros al otro lado. 14Y dijo Abner a Joab:
Levántense ahora los jóvenes, y maniobren delante de nosotros. Y Joab
respondió: Levántense. 15Entonces se levantaron, y pasaron en
número igual, doce de Benjamín por parte de Is-boset hijo de Saúl, y doce de
los siervos de David. 16Y cada uno echó mano de la cabeza de su
adversario, y metió su espada en el costado de su adversario, y cayeron a una;
por lo que fue llamado aquel lugar, Helcat-hazurim, el
cual está en Gabaón. 17La batalla fue muy reñida aquel día, y
Abner y los hombres de Israel fueron vencidos por los siervos de David.
18Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Este
Asael era ligero de pies como una gacela del campo.
19Y siguió Asael
tras de Abner, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda. 20Y miró
atrás Abner, y dijo: ¿No eres tú Asael? Y él respondió: Sí. 21Entonces
Abner le dijo: Apártate a la derecha o a la izquierda, y echa mano de alguno de
los hombres, y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en
pos de él. 22Y Abner volvió a decir a Asael: Apártate de en pos de
mí; ¿por qué he de herirte hasta derribarte? ¿Cómo levantaría yo entonces mi
rostro delante de Joab tu hermano? 23Y no queriendo él irse, lo
hirió Abner con el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió la
lanza por la espalda, y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio. Y todos los
que venían por aquel lugar donde Asael había caído y estaba muerto, se
detenían.
24Mas Joab y
Abisai siguieron a Abner; y se puso el sol cuando llegaron al collado de Amma,
que está delante de Gía, junto al camino del desierto de Gabaón. 25Y
se juntaron los hijos de Benjamín en pos de Abner, formando un solo ejército; e
hicieron alto en la cumbre del collado. 26Y Abner dio voces a
Joab, diciendo: ¿Consumirá la espada perpetuamente? ¿No sabes tú que el final
será amargura? ¿Hasta cuándo no dirás al pueblo que se vuelva de perseguir a
sus hermanos? 27Y Joab respondió: Vive Dios, que si no hubieses
hablado, el pueblo hubiera dejado de seguir a sus hermanos desde esta mañana.
28Entonces Joab tocó el cuerno, y todo el pueblo se detuvo, y no
persiguió más a los de Israel, ni peleó más.
29Y Abner y los
suyos caminaron por el Arabá toda aquella noche, y pasando el Jordán cruzaron
por todo Bitrón y llegaron a Mahanaim. 30Joab también volvió de
perseguir a Abner, y juntando a todo el pueblo, faltaron de los siervos de
David diecinueve hombres y Asael. 31Mas los siervos de David
hirieron de los de Benjamín y de los de Abner, a trescientos sesenta hombres,
los cuales murieron. 32Tomaron luego a Asael, y lo sepultaron en
el sepulcro de su padre en Belén. Y caminaron toda aquella noche Joab y sus
hombres, y les amaneció en Hebrón.
3
1Hubo larga
guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba
fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba debilitando.
Daniel 1
Daniel y sus compañeros en Babilonia
1
1En el año
tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia
a Jerusalén, y la sitió. 2Y el Señor
entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa
de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los
utensilios en la casa del tesoro de su dios. 3Y dijo el rey a
Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje
real de los príncipes, 4muchachos en quienes no hubiese tacha
alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de
buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les
enseñase las letras y la lengua de los caldeos. 5Y
les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y
del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se
presentasen delante del rey. 6Entre éstos estaban Daniel, Ananías,
Misael y Azarías, de los hijos de Judá. 7A éstos el jefe de los
eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael,
Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
8Y Daniel propuso
en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el
vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le
obligase a contaminarse. 9Y puso Dios a Daniel en gracia y en
buena voluntad con el jefe de los eunucos; 10y dijo el jefe de los
eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra
bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los
muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi
cabeza. 11Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el
jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12Te
ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a
comer, y agua a beber. 13Compara luego nuestros rostros con los
rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz
después con tus siervos según veas. 14Consintió, pues, con ellos
en esto, y probó con ellos diez días. 15Y al cabo de los diez días
pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos
que comían de la porción de la comida del rey. 16Así, pues, Melsar
se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y
les daba legumbres.
17A estos cuatro
muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y
ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. 18Pasados,
pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el
jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. 19Y el rey
habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel,
Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. 20En
todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez
veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.
21Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.
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