viernes, 14 de junio de 2019

¡Cómo adquieres la GARANTÍA para una Vida Plena y Abundante!



13 de Junio
¡Con el Espíritu Santo!
Por Riqui Ricón*


Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo (Mr 1.8).

De acuerdo a la Palabra de Dios el bautismo de Juan era de tipo exterior, con agua, mientras que el bautismo de Jesús es interior, con el Espíritu Santo. El bautismo de Juan era para arrepentimiento mientras que el de Jesús lo es para una Vida totalmente Nueva.

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.1-4).

Esta Vida Nueva no es algo que puedas crear o forjar por ti mismo(a). Si la Nueva Vida dependiera de uno mismo, es seguro que la volveríamos a echar a perder. Por esto, Dios te la otorga como un regalo de Amor mediante la operación del Espíritu Santo en ti.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.4-7).

Tú fuiste justificado(a) –hecho(a) justo(a)- por la Gracia de Dios, quien te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Con Su muerte, Jesús pagó todos tus pecados, pero con su resurrección, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, fuiste creado(a) de Nuevo como un(a) Hijo(a) legítimo de Dios.

Tú no eres un(a) pecador(a) salvo por gracia. No se puede ser ambas cosas a la vez, o eres pecador(a) o eres salvo(a). El milagro más asombroso del Plan de Salvación no es el perdón de tus pecados sino la regeneración de tu espíritu (quién tú realmente eres) mediante la operación del Espíritu Santo dentro de ti mismo(a).

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2.19).

Sólo por Amor a ti, Jesucristo renunció a Su privilegiada posición de Hijo único de Dios con tal de tener comunión íntima contigo como tu Hermano mayor.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29).

El plan de Dios siempre ha sido hacer de ti un(a) Hijo(a) Suyo(a), y puesto que no hay forma que un(a) Hijo(a) de Dios sea un(a) pecador(a) o corrupto(a), entonces, en este maravilloso y amoroso Plan que Dios ideó para Redención tuya, el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús forzosamente incluye una renovación tal que ya nunca más serás el (la) mismo(a).

¡Tu Nuevo Nacimiento es el milagro más asombroso, real y justo que pueda existir!

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez 36.26-27).

Dios dijo que Él lo haría y lo cumplió el día que hiciste a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida. ¡Ese día Naciste de Nuevo!

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo significa ser una Nueva especie de Ser que no existía antes. Tú fuiste engendrado(a) por la incorruptible Palabra de Dios que vive y permanece para siempre mediante la operación del Espíritu Santo, prometido por Dios.

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios.Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia (Luc 1.30-38).

Al igual que en el nacimiento sobrenatural de Jesucristo donde Dios dijo que lo haría con Su Palabra y el Espíritu Santo lo ejecutó, de la misma forma tú naciste de nuevo. Esta es la única forma en que un(a) Hijo de Dios puede venir a existir.

Así que, el bautismo interior, el bautismo de fuego, que Jesús trajo a tu vida es, nada más y nada menos que, el Espíritu Santo de Dios. Esto es así porque Él lo prometió y no por algo que tu hayas hecho o dejado de hacer. ¡Es por Su Gracia y Amor abundante para contigo!

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).

Ahora estás en Cristo y las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas. Estás lleno(a) del Espíritu de Dios quien te guía a toda Verdad, te ayuda y te instruye, y te hará saber las cosas que han de venir.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

La Vida Plena y Abundante que Jesucristo compró para ti sólo es posible mediante la acción directa del Espíritu Santo en tu vida a través de tu Nueva Identidad y por medio de la fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Pues en honor a la Verdad, tú eres esa persona que la Biblia dice que ahora eres, ni más, ni menos.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).

Por todo esto y mucho más, Dios, tu Padre, te ha dado Su Santo Espíritu como garantía:

Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras (la garantía) del Espíritu (2 Co 5.2).

Estás destinado(a), por la Palabra de Dios (o sea por Dios mismo), a realizar una Vida Plena y Abundante. ¡Tú, sí, tú, eres ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo que ante todo problema, enfermedad o aflicción has de salir más que vencedor(a)!

Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, siempre te estaré agradecido(a) y alabaré Tu Nombre por todo Tu Gran Amor con que me has amado. Gracias por justificarme con la Sangre de Tu Hijo Jesús. Gracias por darme Vida Nueva, Vida Eterna, mediante su resurrección y victoria sobre el pecado y la muerte. Ahora pues, ninguna condenación hay en mi vida, pues no ando conforme a mi carne sino conforme al Espíritu Santo gracias a que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Señor Jesús, yo te amo con todo mi corazón. Por Ti, ahora yo soy Hijo(a) del Rey y Tú eres mi hermano mayor. ¡He Nacido de Nuevo! ¡Gracias Jesús! Espíritu Santo, que hermoso es saber que estás conmigo, que me acompañas de día y de noche. Tú eres mi garantía. Tú eres mi ayudador, mi amigo, mi consejero, mi maestro y mi todo. Ayúdame a despojarme del viejo(a) hombre (mujer), a renovarme en el espíritu de mi mente y a vestirme de este(a) Nuevo(a) Yo, que ha sido creado(a) según Dios en justicia y santidad de la verdad. Contigo, todo lo puedo. Contigo, soy más que vencedor(a) en todas las cosas. Lléname más y más de Ti, Señor. Sabiendo y creyendo esto, hoy puedo declarar, delante de Tu presencia, que yo, ______________ (tu nombre aquí), antes que nada, he sido lavado y comprado al precio de la Sangre de Jesús para ser hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy Eterno(a)! Por lo tanto, voy a vivir mi Vida Plena y Abundantemente porque es mi derecho. Todo problema, enfermedad o circunstancia adversa lo encararé con fe (creyéndote a Ti, creyendo Tu Palabra), con la certeza de quién ahora yo soy en Cristo Jesús. Yo confío en Dios, mi Padre, y creo toda Su Palabra. Así que, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía. ¡Yo soy ese(a) hombre (mujer) que en Ti confía! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio  13                        Mr 1.1-20  /  2 Sam 2.1-3.1 /  Dan 1


Mr 1.1-20
Predicación de Juan el Bautista
(Mt. 3.1–12; Lc. 3.1–9, 15–17; Jn. 1.19–28)
1
1Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2Como está escrito en Isaías el profeta:
He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz,
El cual preparará tu camino delante de ti.
     3     Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
 4Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 5Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. 7Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. 8Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.

El bautismo de Jesús
(Mt. 3.13–17; Lc. 3.21–22)
9Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.

Tentación de Jesús
(Mt. 4.1–11; Lc. 4.1–13)
12Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. 13Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.

Jesús principia su ministerio
(Mt. 4.12–17; Lc. 4.14–15)
14Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.

Jesús llama a cuatro pescadores
(Mt. 4.18–22; Lc. 5.1–11)
16Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. 17Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18Y dejando luego sus redes, le siguieron. 19Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que remendaban las redes. 20Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron.

2 Samuel 2.1-3.1
David es proclamado rey de Judá
2
1Después de esto aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón. 2David subió allá, y con él sus dos mujeres, Ahinoam jezreelita y Abigail, la que fue mujer de Nabal el de Carmel. 3Llevó también David consigo a los hombres que con él habían estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón. 4Y vinieron los varones de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá.
Y dieron aviso a David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron a Saúl. 5Entonces envió David mensajeros a los de Jabes de Galaad, diciéndoles: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis hecho esta misericordia con vuestro señor, con Saúl, dándole sepultura. 6Ahora, pues, Jehová haga con vosotros misericordia y verdad; y yo también os haré bien por esto que habéis hecho. 7Esfuércense, pues, ahora vuestras manos, y sed valientes; pues muerto Saúl vuestro señor, los de la casa de Judá me han ungido por rey sobre ellos.

Guerra entre David y la casa de Saúl
8Pero Abner hijo de Ner, general del ejército de Saúl, tomó a Is-boset hijo de Saúl, y lo llevó a Mahanaim, 9y lo hizo rey sobre Galaad, sobre Gesuri, sobre Jezreel, sobre Efraín, sobre Benjamín y sobre todo Israel. 10De cuarenta años era Is-boset hijo de Saúl cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Solamente los de la casa de Judá siguieron a David. 11Y fue el número de los días que David reinó en Hebrón sobre la casa de Judá, siete años y seis meses.
12Abner hijo de Ner salió de Mahanaim a Gabaón con los siervos de Is-boset hijo de Saúl, 13y Joab hijo de Sarvia y los siervos de David salieron y los encontraron junto al estanque de Gabaón; y se pararon los unos a un lado del estanque, y los otros al otro lado. 14Y dijo Abner a Joab: Levántense ahora los jóvenes, y maniobren delante de nosotros. Y Joab respondió: Levántense. 15Entonces se levantaron, y pasaron en número igual, doce de Benjamín por parte de Is-boset hijo de Saúl, y doce de los siervos de David. 16Y cada uno echó mano de la cabeza de su adversario, y metió su espada en el costado de su adversario, y cayeron a una; por lo que fue llamado aquel lugar, Helcat-hazurim, el cual está en Gabaón. 17La batalla fue muy reñida aquel día, y Abner y los hombres de Israel fueron vencidos por los siervos de David. 18Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisai y Asael. Este Asael era ligero de pies como una gacela del campo.
19Y siguió Asael tras de Abner, sin apartarse ni a derecha ni a izquierda. 20Y miró atrás Abner, y dijo: ¿No eres tú Asael? Y él respondió: Sí. 21Entonces Abner le dijo: Apártate a la derecha o a la izquierda, y echa mano de alguno de los hombres, y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en pos de él. 22Y Abner volvió a decir a Asael: Apártate de en pos de mí; ¿por qué he de herirte hasta derribarte? ¿Cómo levantaría yo entonces mi rostro delante de Joab tu hermano? 23Y no queriendo él irse, lo hirió Abner con el regatón de la lanza por la quinta costilla, y le salió la lanza por la espalda, y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio. Y todos los que venían por aquel lugar donde Asael había caído y estaba muerto, se detenían.
24Mas Joab y Abisai siguieron a Abner; y se puso el sol cuando llegaron al collado de Amma, que está delante de Gía, junto al camino del desierto de Gabaón. 25Y se juntaron los hijos de Benjamín en pos de Abner, formando un solo ejército; e hicieron alto en la cumbre del collado. 26Y Abner dio voces a Joab, diciendo: ¿Consumirá la espada perpetuamente? ¿No sabes tú que el final será amargura? ¿Hasta cuándo no dirás al pueblo que se vuelva de perseguir a sus hermanos? 27Y Joab respondió: Vive Dios, que si no hubieses hablado, el pueblo hubiera dejado de seguir a sus hermanos desde esta mañana. 28Entonces Joab tocó el cuerno, y todo el pueblo se detuvo, y no persiguió más a los de Israel, ni peleó más.
29Y Abner y los suyos caminaron por el Arabá toda aquella noche, y pasando el Jordán cruzaron por todo Bitrón y llegaron a Mahanaim. 30Joab también volvió de perseguir a Abner, y juntando a todo el pueblo, faltaron de los siervos de David diecinueve hombres y Asael. 31Mas los siervos de David hirieron de los de Benjamín y de los de Abner, a trescientos sesenta hombres, los cuales murieron. 32Tomaron luego a Asael, y lo sepultaron en el sepulcro de su padre en Belén. Y caminaron toda aquella noche Joab y sus hombres, y les amaneció en Hebrón.

3
1Hubo larga guerra entre la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba debilitando.

Daniel 1

Daniel y sus compañeros en Babilonia
1
1En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. 2Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios. 3Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, 4muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. 5Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey. 6Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá. 7A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
8Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. 9Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos; 10y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza. 11Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. 13Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas. 14Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días. 15Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. 16Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.
17A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños. 18Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. 19Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. 20En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. 21Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro. 

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