26 de Agosto
¡Echa mano de la Vida Eterna!
Por Riqui Ricón*
El espíritu es el
que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado
son espíritu y son vida (Jn 6.63).
Muy importante es no
olvidar que tú fuiste creado(a) a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto,
como Él es Espíritu, tú también eres espíritu.
Pues Dios es
Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad
(Jn 4.24 NTV).
Como Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo tú eres espíritu incorruptible engendrado por la Palabra de
Dios a través del sacrificio, muerte y resurrección de Jesús, tu Señor y
Salvador.
siendo renacidos, no
de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive
y permanece para siempre (1 P 1.23).
Destaca pues, que
es, precisamente, la Palabra de Dios, la Biblia, la que te brinda esta Nueva Vida;
es la Biblia la que te sustenta y alimenta como la Nueva creación de Dios que
ahora tú eres.
Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
Tú sabes bien que no
andas conforme a la carne porque has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de
tu vida; has Nacido de Nuevo y ahora amas a Dios, tu Padre y, de acuerdo a la
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, el glorioso Espíritu Santo vive
en ti y contigo.
No os engañéis; Dios
no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Gal 6.7-8).
Ahora, en Cristo
Jesús, tú ya no siembras para la carne; ese(a) viejo(a) hombre (mujer) carnal y
vendido(a) al pecado que tú antes eras, está muerto(a), murió con Jesucristo en
esa cruz. Tú has Nacido de Nuevo, has nacido del Espíritu Santo que vive en ti
y contigo, por lo tanto, cosechas la Vida Eterna.
Independientemente
de tus acciones, tú eres salvo(a) por gracia por medio de la fe y esto no de ti,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque eres
hechura suya, creado(a) en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduvieras en ellas (Efe 2.8-10 paráfrasis).
Tú no eres un(a)
pecador(a) salvo(a) por gracia. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Has
Nacido de Nuevo, no por medio de padres mortales que son corruptibles, sino que
has Nacido de Nuevo por medio de una semilla incorruptible que es el mensaje
vivo y eterno de la Palabra de Dios (1 P 1.23 paráfrasis).
Es por esto que,
cuando llegas a pecar, te sientes mal, no te gusta y te arrepientes pidiéndole
perdón a Dios, tu Padre. Es el glorioso Espíritu de Dios, quien vive en ti y
contigo, el que te convence de pecado.
Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso,
y su palabra no está en nosotros (1 Jn 1.9-10).
¡Qué asombroso y
maravilloso es el Amor y el Plan de Dios para tu vida que te ha dado provisión
aún para tus pecados futuros mediante la confesión y el arrepentimiento!
Sin embargo, con el
diario vivir, pudieras distraerte y olvidar por un momento que la Biblia es la
Palabra de Dios y que, por lo tanto, ésta debe ser la prioridad máxima en tu
vida. La Biblia debe ser el patrón que rija tu conducta y determine tus
decisiones.
Ahora bien, la carne
para nada aprovecha, por eso, por el gran Amor que Dios siente por ti y por el
sacrificio de Jesús al pagar con su muerte todos tus pecados, para darte Nueva
Vida con Su resurrección, tú eres más que un ser inmortal. Al igual que tu
Padre, tú Eres espíritu y ahora eres Eterno(a).
Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
¡La Vida Eterna es
la Herencia a la que Tú tienes derecho!
En otro tiempo
nosotros también éramos necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos
convertimos en esclavos de toda clase de pasiones y placeres. Nuestra vida
estaba llena de maldad y envidia, y nos odiábamos unos a otros. Pero: «Cuando
Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, él nos salvó, no por las
acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos
lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por
medio del Espíritu Santo. Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia
por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Por su gracia él nos declaró justos y
nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna» (Ti 3-3-7 NTV).
Recuerda que la
Palabra de Dios es espíritu y es vida. Así que, si te has estado alimentando
diariamente con noticias, programas de radio o televisión, películas,
publicaciones y todo tipo de conversaciones, es muy probable que estés luchando
contra la ansiedad, la angustia y la depresión. Ya es tiempo que te determines
a llenar todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Verdad que es la Palabra
de Dios ya que la Biblia es la única que puede nutrirte con fe, Amor, Paz y
gozo.
Santifícalos en tu
verdad; tu palabra es verdad (Jn 17.17).
¡La Biblia es La
Verdad!
Lámpara es a mis
pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.105).
¡La Biblia es Luz y
Guía en tu diario vivir!
Dijo entonces Jesús
a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro:
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos
creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Jn
6.67-69).
¡La Biblia es la
Eterna e Infalible Palabra del Dios viviente!
Si en estos momentos
de tu vida estás atravesando por diversos problemas, enfermedades o aflicciones,
lo mejor que puedes hacer es alimentarte con la Vida que transmite a tu
espíritu la Palabra de Dios. Confía en Él pues Él actuará a favor de ti. Acude
a Su Palabra y no permitas que la duda y el temor te arrebaten la victoria que
Jesús ganó para ti en la cruz.
Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Tú eres un(a)
Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Dios te ama tanto que prefirió entregar a
Su propio Hijo para pagar tus pecados antes que perderte a ti. Te ha dado Su
Palabra de Honor como garantía para que puedas creer y tengas fe para salir
adelante, viviendo y manifestando, aquí y ahora, la vida plena y abundante que
sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede vivir y manifestar: La Vida Eterna.
Así que, Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás
en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Esta orden que Dios
le dio a Josué cuando estaba a punto de encarar el reto más grande de su vida
sigue vigente para ti el día de hoy. Sólo haciendo de la Biblia la prioridad y
pauta de tu conducta harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Porque
entonces, dice el Señor, esto es, ni antes, ni después, ni de ninguna otra
forma podrás conseguirlo. Sólo poniendo la Palabra de Dios en tu mente, boca y
corazón harás realidad todas y cada una de las promesas que tu Padre te dio.
No en vano Jesús
afirmó, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Así que, ¡Animo!
¡Dios está contigo! Y si Dios está contigo, ¿quién contra ti?
Oremos en voz
audible:
Amado Padre
celestial, sé, porque lo dices en Tu Palabra, que Tú guardarás irreprensible
todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de mi Señor Jesucristo. Te
pido perdón por haber descuidado mi espíritu (yo soy espíritu) y no alimentarme
de la Vida, que es Tu Palabra. Señor Jesús, Tú me has enseñado que si bebo del
agua que Tú me das, ésta será una fuente dentro de mí que saltará para vida
eterna y de mi interior correrán ríos de agua viva. ¡Quiero esto, Señor!
Alimentarme con Tu Palabra de tal manera que el espíritu de mi mente sea
renovado para manifestar esta Vida Nueva que me has regalado y ser un reflejo
de Tu Amor a todos los que me rodean. Espíritu Santo, ayúdame hacer de la
Biblia la norma máxima de mi existencia pues en verdad comprendo que sólo
entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto, creo y
declaro que yo, ______________ (tu nombre aquí), soy la persona que Tú, Dios,
dices en tu Palabra que soy. Gracias Jesucristo por tu sacrificio en la cruz,
ahí pagaste todos mis pecados. ¡Soy justo y he sido perdonado(a)! Gracias Jesús
por tu gloriosa resurrección, pues así como en la cruz morí contigo, también he
Nacido de Nuevo en Tu resurrección. Tú Palabra me enseña que por medio de
aquella ofrenda única, Tú, Jesús, hiciste perfectos delante de Dios a los
santificados. ¡Soy santo(a) y soy perfecto(a)! ¡Todas y cada una de Tus
Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios, me someto a Tu Palabra,
resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el
temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo
de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la
siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que
le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo
que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 22 Mr 6:1-29 / 2 Sam
15 / Dan 9
Marcos 6:1-29
Jesús en Nazaret
(Mt. 13.53-58;
Lc. 4.16-30)
6
1 Salió Jesús de
allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. 2 Y
llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole,
se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es
esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? 3 ¿No
es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de
Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de
él. 4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su
propia tierra,y entre sus parientes, y en su casa. 5 Y no pudo
hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre
ellos las manos. 6 Y estaba asombrado de la incredulidad de
ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Misión de los
doce discípulos
(Mt. 10.5-15;
Lc. 9.1-6)
7 Después llamó a los doce, y
comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus
inmundos. 8 Y les mandó que no llevasen nada para el
camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, 9 sino
que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. 10 Y les
dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de
aquel lugar. 11 Y si en algún lugar no os recibieren ni os
oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies,
para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será
más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.
12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. 13 Y
echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los
sanaban.
Muerte de Juan
el Bautista
(Mt. 14.1-12;
Lc. 9.7-9)
14 Oyó el rey Herodes la fama de
Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha
resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. 15 Otros
decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas. 16 Al
oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de
los muertos. 17 Porque el mismo Herodes había enviado y
prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías,
mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. 18 Porque
Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Pero
Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía; 20 porque
Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a
salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana. 21 Pero
venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una
cena a sus príncipes y tribunos y a los principales de Galilea, 22 entrando
la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la
mesa; y el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. 23 Y
le juró: Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino. 24 Saliendo
ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el
Bautista. 25 Entonces ella entró prontamente al rey, y pidió
diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el
Bautista. 26 Y el rey se entristeció mucho; pero a causa del
juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. 27 Y
en seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuese traída la
cabeza de Juan. 28 El guarda fue, le decapitó en la cárcel, y
trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su
madre. 29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron
su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.
2 Samuel 15
Absalón se subleva contra David
15
1 Aconteció
después de esto, que Absalón se hizo de carros y caballos, y cincuenta hombres
que corriesen delante de él. 2 Y se levantaba Absalón de
mañana, y se ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a cualquiera que
tenía pleito y venía al rey a juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De qué
ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. 3 Entonces
Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no tienes quien
te oiga de parte del rey. 4 Y decía Absalón: !!Quién me pusiera
por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o
negocio, que yo les haría justicia! 5 Y acontecía que cuando
alguno se acercaba para inclinarse a él, él extendía la mano y lo tomaba, y lo
besaba. 6 De esta manera hacía con todos los israelitas que
venían al rey a juicio; y así robaba Absalón el corazón de los de Israel. 7 Al
cabo de cuatro años, aconteció que Absalón dijo al rey: Yo te ruego me permitas
que vaya a Hebrón, a pagar mi voto que he prometido a Jehová. 8 Porque
tu siervo hizo voto cuando estaba en Gesur en Siria, diciendo: Si Jehová me
hiciere volver a Jerusalén, yo serviré a Jehová. 9 Y el rey le
dijo: Ve en paz. Y él se levantó, y fue a Hebrón. 10 Entonces
envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando
oigáis el sonido de la trompeta diréis: Absalón reina en Hebrón. 11 Y
fueron con Absalón doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los
cuales iban en su sencillez, sin saber nada. 12 Y mientras
Absalón ofrecía los sacrificios, llamó a Ahitofel gilonita, consejero de David,
de su ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba el pueblo
que seguía a Absalón. 13 Y un mensajero vino a David, diciendo:
El corazón de todo Israel se va tras Absalón. 14 Entonces David
dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos,
porque no podremos escapar delante de Absalón; daos prisa a partir, no sea que
apresurándose él nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad
a filo de espada. 15 Y los siervos del rey dijeron al rey: He
aquí, tus siervos están listos a todo lo que nuestro señor el rey decida. 16 El
rey entonces salió, con toda su familia en pos de él. Y dejó el rey diez
mujeres concubinas, para que guardasen la casa. 17 Salió, pues,
el rey con todo el pueblo que le seguía, y se detuvieron en un lugar distante. 18 Y
todos sus siervos pasaban a su lado, con todos los cereteos y peleteos; y todos
los geteos, seiscientos hombres que habían venido a pie desde Gat, iban delante
del rey. 19 Y dijo el rey a Itai geteo: ¿Para qué vienes tú
también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey; porque tú eres extranjero,
y desterrado también de tu lugar. 20 Ayer viniste, ¿y he de
hacer hoy que te muevas para ir con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde
pueda ir; tú vuélvete, y haz volver a tus hermanos; y Jehová te muestre amor
permanente y fidelidad. 21 Y respondió Itai al rey, diciendo:
Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi
señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo. 22 Entonces
David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Y pasó Itai geteo, y todos sus hombres, y
toda su familia. 23 Y todo el país lloró en alta voz; pasó
luego toda la gente el torrente de Cedrón; asimismo pasó el rey, y todo el
pueblo pasó al camino que va al desierto. 24 Y he aquí, también
iba Sadoc, y con él todos los levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y
asentaron el arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo
hubo acabado de salir de la ciudad. 25 Pero dijo el rey a
Sadoc: Vuelve el arca de Dios a la ciudad. Si yo hallare gracia ante los ojos
de Jehová, él hará que vuelva, y me dejará verla y a su tabernáculo. 26 Y
si dijere: No me complazco en ti; aquí estoy, haga de mí lo que bien le
pareciere. 27 Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres
tú el vidente? Vuelve en paz a la ciudad, y con vosotros vuestros dos hijos;
Ahimaas tu hijo, y Jonatán hijo de Abiatar. 28 Mirad, yo me
detendré en los vados del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros
que me dé aviso. 29 Entonces Sadoc y Abiatar volvieron el arca
de Dios a Jerusalén, y se quedaron allá. 30 Y David subió la
cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los
pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su
cabeza, e iban llorando mientras subían. 31 Y dieron aviso a
David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces
dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel. 32 Cuando
David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai
arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su
cabeza. 33 Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás carga.
34 Mas si volvieres a la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo
seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora
siervo tuyo; entonces tú harás nulo el consejo de Ahitofel. 35 ¿No
estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que
oyeres en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36 Y
he aquí que están con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonatán el de
Abiatar; por medio de ellos me enviaréis aviso de todo lo que oyereis. 37 Así
vino Husai amigo de David a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén.
Daniel 9
Oración de
Daniel por su pueblo
9
1 En el año primero de Darío hijo de
Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los
caldeos, 2 en el año primero de su reinado, yo Daniel miré
atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta
Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta
años. 3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en
oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. 4 Y oré a Jehová
mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser
temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan
tus mandamientos; 5 hemos pecado, hemos cometido iniquidad,
hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus
mandamientos y de tus ordenanzas. 6 No hemos obedecido a tus
siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros
príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya
es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy
lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de
cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su
rebelión con que se rebelaron contra ti. 8 Oh Jehová, nuestra
es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de
nuestros padres; porque contra ti pecamos. 9 De Jehová nuestro
Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos
rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios,
para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus
siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley
apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la
maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios;
porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que
habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo
sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada
semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme
está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos
implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras
maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre
el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas
sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora
pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano
poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho
impíamente. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de
justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu
santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros
padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora
pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu
rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina,
oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la
ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos
ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye,
Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de
ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu
pueblo.
Profecía de las
setenta semanas
20 Aún estaba hablando y orando, y
confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego
delante de Jehová mi Dios por el monte santo de mi Dios; 21 aún
estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto
en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del
sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo,
diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. 23 Al
principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela,
porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. 24 Setenta
semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para
traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la
salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías
Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar
la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo
de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin
será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y
por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará
cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las
abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo
que está determinado se derrame sobre el desolador.
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