7 de Junio
¡Cambia tu forma de pensar acerca de ti
mismo(a)!
Por Riqui Ricón*
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta
(Ro 12.2).
Una de las tareas más importantes que tienes
que desarrollar como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo es la
transformación de tu entendimiento, es decir, cambiar tu forma de pensar.
Esto es vital porque la influencia del
sistema de este mundo ha sido tan fuerte y dominante en el ser humano que, al venir
a Cristo Jesús y Nacer de Nuevo, es necesario que NO te conformes a la forma (valga la redundancia) que como hasta
ese momento tú habías sido.
Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se
acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones (Sgo 4.7-8).
Si tú ya piensas como piensas, ¿cómo puedes
cambiar tu forma de pensar? La respuesta es sencilla, pero presta mucha
atención porque todas las fuerzas del demonio tratarán de evitar que lo lleves
acabo: ¡Sométete a la Palabra de Dios! Haz de tu lectura de la Biblia la norma
diaria de tu vida. Medita en la Palabra de Dios de día y de noche, ponla en tu
MENTE, BOCA y CORAZÓN, porque sólo el Poder y la Vida que hay en la Biblia
pueden cambiar tu forma de pensar y de hablar.
Lo que trato de enseñarte es que tú puedes
purificar tu corazón con la Palabra de Dios. La Biblia es lo único que puede
habilitarte para resistir al diablo y obligarlo a que huya de ti.
En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos,
y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del
nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad
(Efe 4.22-24).
Esto enseña la Biblia, que es la Palabra de
Dios, y es la Verdad, que el (la) hombre (mujer) viejo(a), ese(a) que tú eras
antes de reconocer a Cristo Jesús como tu Señor y Salvador, está viciado(a)
conforme (en forma de) los deseos engañosos que en la carne tú antes tenías. La
buena noticia es que ese(a) viejo(a) hombre (mujer) ya no existe más, quedó
muerto(a) en la cruz del calvario. Sólo tienes que despojarte de él (ella).
¡Quitártelo(a) de encima!
Porque el amor de Cristo nos constriñe,
pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y
por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel
que murió y resucitó por ellos (2 Co 5.14-15).
Sólo por el Gran Amor que Jesús siente por ti
fue posible esto; por Su muerte, por Su Sangre, tu viejo yo ha muerto; por Su
Victoria sobre la muerte, Su resurrección, ahora estás vivo(a), ¡has
Nacido de Nuevo! Se te ha regalado la
Vida Eterna y esa, mi amado(a), es una Vida totalmente Nueva y diferente a cualquier
cosa que tú siquiera hayas imaginado.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en
el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad
(Efe 4.22-24).
El campo de batalla en esta guerra por
instaurar el Reino de Dios en tu vida es tu mente. Si Satanás consigue que
sigas pensando como antes lo hacías, entonces, te habrá anulado haciéndote
creer que sigues siendo el (la) mismo(a).
Lo que él no sabe, porque no puede ni quiere
saberlo, es que las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2
Co 10.4-5).
No hay arma más poderosa que la espada del
Espíritu, que es la Palabra de Dios. Al leer y meditar en la Palabra de Dios
cada día, el espíritu de tu mente es renovado día a día, fortaleces tu hombre
(mujer) interior, que es el espíritu nuevo que ahora tú eres, y la fe que vence
al mundo crece dentro de ti para desalojar al miedo y al rencor, llenándote del
Amor y Poder de Dios para servir, y así, solamente así, vivirás esa vida plena
y abundante que Jesús ganó para ti.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
El (la) hombre (mujer) que ahora tú eres, YA
FUE creada según Dios en la justicia y santidad de la verdad. ¡Tú no tienes que
hacer nada! ¡Jesús ya lo hizo todo por ti! Tú no te puedes hacer justo(a) a ti
mismo(a). Tampoco puedes hacerte santo(a) a ti mismo(a). Sólo el sacrificio de
Amor de Cristo Jesús y la Palabra de Dios tienen el Poder y la Autoridad
suficiente para hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Gloria a
Dios por el Gran Amor con que te ha amado!
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
No permitas al diablo engañarte con sus
mentiras y engaños. No le permitas, bajo ninguna circunstancia, hacerte creer
que no has Nacido de Nuevo, que si hubieras Nacido de Nuevo no seguirías siendo
el (la) mismo(a) que siempre has sido.
Sea cual sea la situación por lo cual te está
diciendo eso, contéstale con la Verdad, dile en su propia cara que tu Identidad
no depende de lo que tú hayas hecho o estés haciendo sino de lo que Cristo
Jesús YA HIZO por ti.
Muéstrale que el sacrificio de Jesús es
Perfecto, completo y Acabado, y enséñale que no te dejas amedrentar por sus
engaños, ni mentiras. Muéstrale que tú has creído a Dios y eso basta porque es
la Verdad.
Dile que Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Dile que ahora eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y que haz Nacido de Nuevo no de una simiente
corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive
y permanece para siempre.
Dile que tú eres santo(a), justo(a) y
perfecto(a), y que TODOS tus pecados han sido perdonados y ahora son asunto
exclusivo entre tú y tu Padre, el Todopoderoso Dios.
Te aseguro que no lo podrá resistir, pero
tienes que creer, pues al que cree todo le es posible.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
¡Cambia tu forma de pensar! Haz de la Biblia
la norma máxima de tu vida y te garantizo, sí, te garantizo, que harás
prosperar tu camino y todo te saldrá bien. ¿Qué cómo puedo estar tan seguro?
¡Facilísimo! ¡Escrito está! ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero
agradecerte por el gran Amor con que me has amado. Cristo Jesús, me asombro
cada día más y más por todo lo que has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a),
con Tu ayuda, Espíritu Santo, a cambiar mi forma de pensar transformándome en
el espíritu de mi mente. Sin importar las circunstancias del momento o la forma
en que hoy me siento, creo y declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y
Padre, siempre has deseado, justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así
está escrito en Tu Palabra y esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás
todas esas emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa
vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo
Jesús para vivir una Vida Plena y Victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia,
lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu
Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú,
oh Dios, deseas para mí. Yo, _____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues
mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu
de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a
temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las
heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la
sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás
en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 7 Ro 12 / 1 Sam
23-24 / Sal 67
Romanos
12
Deberes cristianos
12
1Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
3Digo, pues, por
la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más
alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4Porque
de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, 5así nosotros, siendo muchos,
somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de
los otros. 6De manera que, teniendo diferentes dones, según la
gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe; 7o si de servicio, en servir; o el
que enseña, en la enseñanza; 8el que exhorta, en la exhortación;
el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría.
9El amor sea sin
fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10Amaos los unos
a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los
otros. 11En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes
en espíritu, sirviendo al Señor; 12gozosos en la esperanza;
sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13compartiendo
para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
14Bendecid a los
que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15Gozaos
con los que se gozan; llorad con los que lloran. 16Unánimes entre
vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en
vuestra propia opinión. 17No paguéis a
nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18Si
es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.
19No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira
de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed,
dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su
cabeza. 21No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
1
Samuel 23-24
David en el desierto
23
1Dieron aviso a
David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras.
2Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y
Jehová respondió a David: Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila. 3Pero
los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos
con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los
filisteos? 4Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová
le respondió y dijo: Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus
manos a los filisteos. 5Fue, pues, David con sus hombres a Keila,
y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran
derrota; y libró David a los de Keila.
6Y aconteció que
cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con el
efod en su mano. 7Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a
Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha
encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras. 8Y convocó
Saúl a todo el pueblo a la batalla para descender a Keila, y poner sitio a
David y a sus hombres. 9Mas entendiendo David que Saúl ideaba el
mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod. 10Y dijo
David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir
contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía. 11¿Me entregarán
los vecinos de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como ha oído tu siervo?
Jehová Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí,
descenderá. 12Dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de
Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Os
entregarán. 13David entonces se levantó con sus hombres, que eran
como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino
a Saúl la nueva de que David se había escapado de Keila, y desistió de salir.
14Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un
monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo
entregó en sus manos.
15Viendo, pues,
David que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el
desierto de Zif. 16Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino
a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios. 17Y le dijo: No
temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel,
y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe. 18Y
ambos hicieron pacto delante de Jehová; y David se
quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
19Después
subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en
nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur
del desierto? 20Por tanto, rey, desciende
pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del
rey. 21Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis
tenido compasión de mí. 22Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced
y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se me ha
dicho que él es astuto en gran manera. 23Observad, pues, e informaos
de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con información segura,
y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo le buscaré entre
todos los millares de Judá. 24Y ellos se levantaron, y se fueron a
Zif delante de Saúl.
Pero David y su gente estaban
en el desierto de Maón, en el Arabá al sur del desierto. 25Y se
fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la
peña, y se quedó en el desierto de Maón. Cuando Saúl oyó esto, siguió a David
al desierto de Maón. 26Y Saúl iba por un lado del monte, y David
con sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa David para escapar
de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a David y a su gente para
capturarlos. 27Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven
luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país. 28Volvió,
por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por esta
causa pusieron a aquel lugar por nombre Sela-hama-lecot. 29Entonces David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de
En-gadi.
David perdona la vida a Saúl en En-gadi
24
1Cuando Saúl
volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso, diciendo: He aquí David
está en el desierto de En-gadi. 2Y tomando Saúl tres mil hombres
escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las
cumbres de los peñascos de las cabras monteses. 3Y cuando llegó a
un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para
cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la
cueva. 4Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo
Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te
pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de
Saúl. 5Después de esto se turbó el corazón de David, porque había
cortado la orilla del manto de Saúl. 6Y dijo a sus hombres: Jehová
me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo
extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová. 7Así
reprimió David a sus hombres con palabras, y no les permitió que se levantasen
contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
8También David se
levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi
señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra,
e hizo reverencia. 9Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las
palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? 10He
aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la
cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé
mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová. 11Y mira,
padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de
tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi
mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para
quitármela. 12Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová;
pero mi mano no será contra ti. 13Como dice el proverbio de los
antiguos: De los impíos saldrá la impiedad; así que mi mano no será contra ti.
14¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un
perro muerto? ¿A una pulga? 15Jehová, pues, será juez, y él
juzgará entre tú y yo. El vea y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
16Y aconteció que
cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la
voz tuya, hijo mío David? Y alzó Saúl su voz y lloró, 17y dijo a
David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo
pagado con mal. 18Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien;
pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tu mano. 19Porque
¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con
bien por lo que en este día has hecho conmigo. 20Y ahora, como yo
entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano
firme y estable, 21júrame, pues, ahora por Jehová, que no
destruirás mi descendencia después de mí, ni borrarás mi nombre de la casa de
mi padre. 22Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y
David y sus hombres subieron al lugar fuerte.
Salmos 67
Exhortación a las naciones,
para que alaben a Dios
Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico.
1 Dios tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga;
Haga
resplandecer su rostro sobre nosotros;
Selah
2 Para que sea conocido en la tierra tu camino,
En todas las
naciones tu salvación.
3 Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
4 Alégrense y gócense las naciones,
Porque
juzgarás los pueblos con equidad,
Y
pastorearás las naciones en la tierra.
Selah
5 Te alaben los pueblos, oh Dios;
Todos los pueblos te alaben.
6 La tierra dará su fruto;
Nos
bendecirá Dios, el Dios nuestro.
7 Bendíganos Dios,
Y témanlo
todos los términos de la tierra.
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