11 de Septiembre
¡No temas, cree solamente!
Por Riqui Ricón*
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago,
él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre
(Jn 14.12).
¡Qué declaración! ¡Qué sombrosa afirmación
(porque es una afirmación), la que Jesucristo hace al establecer en Su Palabra,
la Biblia, que si crees en Él, entonces tú harás las mismas obras que Jesús
hizo y aún mayores porque –dijo Él- yo voy al Padre (dando a entender que el
único y todopoderoso Dios es Su Padre pero TAMBIÉN es tu Padre).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
La clave, el secreto, para que puedas hacer
las obras que Jesús hizo, y aún mayores, está en que conozcas y, sobre todo,
CREAS que en Verdad eres un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios.
¡Exactamente igual a Jesús!
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del
juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
Quizá el día de hoy estés enfrentando graves
problemas, enfermedades o tristezas y te estés preguntando, ¿cómo podría yo
siquiera parecerme un poquito a Jesús? Las lecturas del programa para leer la
Biblia en un año que corresponden al día de hoy, te mostrarán cuán
asombrosamente fácil es pasar de esa actitud de fracaso y derrota a la
permanente Victoria que te permita levantarte de cualquier circunstancia y que
comiences a hacer las mismas obras que Jesús hizo y aún mayores.
¡Porque tú tienes el mismo Padre que Jesús
tiene!
Llegaron mensajeros e informaron a Josafat: «Un enorme ejército de Edom*
marcha contra ti desde más allá del mar Muerto;* ya está en Hazezon-tamar»
(este era otro nombre para En-gadi). Josafat quedó aterrado con la noticia y le
suplicó al SEÑOR que lo guiara. También ordenó a todos en Judá que ayunaran (2 Cro 20.2-3 NTV).
Pon mucha atención porque, quizá al igual que
tú, el rey Josafat al mirar la enormidad de su problema y constatar la falta de
capacidad y recursos para enfrentarlo, tuvo miedo. Sin embargo, actuó sabia y
prudentemente: Buscó a Dios y puso TODA su confianza en Él.
Josafat no oró ni ayunó sólo un ratito
mientras por otro lado buscaba ayuda y consejo de sus amigos y allegados. ¡No!
Josafat dominó su miedo al poner TODA su confianza en el Señor.
Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del
principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más
al Maestro? (Mar 5.35).
¡Mira a Jairo! Él era un principal de la
sinagoga que tenía la esperanza que Jesús sanará a su hija moribunda, pero al
parecer ya era demasiado tarde, ¡su hija había muerto! ¿Te puedes imaginar
semejante problema? Jesús probablemente la hubiera salvado, pero ahora que ya
está muerta, ¡nada se puede hacer!
Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al
principal de la sinagoga: No temas, cree solamente (Mar 5.36).
Y, ¿qué con Marta ante la triste realidad de
su hermano muerto desde hace cuatro días?
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto,
le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he
dicho que si crees, verás la gloria de Dios? (Jn 11.39-40).
Lo más emocionante de ser un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo, esto es, de haber recibido a Jesucristo como Señor y
Salvador de tu Vida, es que ¡NÚNCA ES DEMASIADO TARDE!
Sólo tienes, como Josafat, que encontrar la
forma de anular el temor que te neutraliza y paraliza. Esto sólo lo puedes
lograr al comenzar a creer; al creerle a Dios creyendo Su Palabra.
Por lo demás, hermanos
míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).
Pero, ¿cómo se hace esto? ¡Cómo puedes
fortalecerte en el Poder de la fuerza de Dios? Sólo tienes que comprender que
el Poder de la fuerza de Dios no son los ángeles, ni los truenos y relámpagos.
Tampoco Su brazo musculoso. El Poder de la fuerza de Dios es Su Palabra, pues
Él no necesita otra cosa más que hablar Su Palabra y ésta sucederá.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).
Por lo tanto, al comenzar a leer y meditar la
Biblia, constante y persistentemente, recibes la FE que te da fuerzas, pues
tienes la certeza y estás plenamente convencido(a) que si Dios te prometió algo
tocante a tu problema o necesidad, entonces, ¡Él va a cumplir!
Mientras todos los hombres de Judá estaban de pie ante el SEÑOR junto
con sus esposas, sus hijos y aun los niños pequeños, el Espíritu del SEÑOR vino
sobre uno de los hombres allí presentes. Se llamaba Jahaziel, hijo de Zacarías,
hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, un levita, quien era un
descendiente de Asaf. Dijo: «¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén!
¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el SEÑOR: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército,
porque la batalla no es de ustedes sino de Dios. Mañana, marchen contra ellos.
Los encontrarán subiendo por la cuesta de Sis al extremo del valle que da al
desierto de Jeruel. Sin embargo, ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen
sus posiciones; luego quédense quietos y observen la victoria del SEÑOR. Él
está con ustedes, pueblo de Judá y de Jerusalén. No tengan miedo ni se
desalienten. ¡Salgan mañana contra ellos, porque el SEÑOR está con ustedes!”» (2 Cro 20.13-17).
¿No te parece familiar que tanto en el
Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento siempre que alguien busca
sinceramente a Dios en momentos de necesidad, Dios siempre responde: “No temas,
Yo estoy contigo”?
Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.9).
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de
quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los
malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos
tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27. 1-3).
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso
su diestra sobre mí, diciéndome: No
temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas
he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la
muerte y del Hades (Apo 1.17-18).
El temor, el miedo, es todo lo contrario a la
fe [fe es creerle a Dios, creyendo Su Palabra] y su único propósito es estorbar
y anular tu fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra]. Tu adversario el diablo siempre
te va a presionar con los problemas y circunstancias. Y lo hará de tal forma que
tratará de orillarte a que pongas tus cinco sentidos y tus emociones en lo
grande, difícil que te parece problema, para que así él pueda robarte la
Palabra de Dios y entonces tú comiences a CREER que no hay solución o que es
demasiado tarde.
El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos
son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que
la oyen, en seguida viene Satanás, y
quita la palabra que se sembró en sus
corazones. Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los
que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen
raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación
o la persecución por causa de la palabra,
luego tropiezan (Mar 4.14-17).
Satanás está derrotado y lo único que puede
hacer es intentar engañarte con alguna mentira para así (si crees la mentira),
robarte la Verdad de la Palabra de Dios que se sembró en tu corazón.
¡Satanás es un perdedor!
Así que, ¡No temas, cree solamente! ¡Créele a
Dios! ¡Créele a Su Palabra!
Así pues, la fe [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de
la palabra de Cristo (Ro 10.17 DHH).
Entre otras muchas cosas, la Palabra de Dios
tiene el Poder de producir fe [esto es, creerle a Dios, creyendo Su Palabra] en
el corazón de aquellos que la escuchan con intención o con propósito, en aquellos
que honestamente están buscando a Dios.
Temprano a la mañana siguiente, el ejército de Judá salió al desierto de
Tecoa. De camino, el rey Josafat se detuvo y dijo: «¡Escúchenme, habitantes de
Judá y de Jerusalén! Crean en el SEÑOR su Dios y podrán permanecer firmes.
Créanles a sus profetas y tendrán éxito» (2 Cro 20.20 NTV).
Después de haber orado y escuchado la Palabra
de Dios, el rey Josafat y el pueblo de Judá adquirieron la FE [creerle a Dios,
creyendo Su Palabra] necesaria para obtener la Victoria.
Después de consultar con el pueblo, el rey nombró cantores que caminaran
delante del ejército cantando al SEÑOR y alabándolo por su santo esplendor.
Esto es lo que cantaban: «¡Den gracias al SEÑOR; su fiel amor perdura para
siempre!». Cuando comenzaron a cantar y a dar alabanzas, el SEÑOR hizo que los
ejércitos de Amón, de Moab y del monte Seir comenzaran a luchar entre sí. Los
ejércitos de Moab y de Amón se volvieron contra sus aliados del monte Seir y
mataron a todos y a cada uno de ellos. Después de destruir al ejército de Seir,
empezaron a atacarse entre sí. De modo que cuando el ejército de Judá llegó al
puesto de observación en el desierto, no vieron más que cadáveres hasta donde
alcanzaba la vista. Ni un solo enemigo había escapado con vida. El rey Josafat
y sus hombres salieron a recoger el botín. Encontraron una enorme cantidad de
objetos, vestidos* y otros artículos valiosos, más de lo que podían cargar.
¡Había tanto botín que les llevó tres días sólo para juntarlo! Al cuarto día se
reunieron en el valle de la Bendición [Valle de Beraca],* el cual recibió ese nombre aquel día porque allí el pueblo alabó y
agradeció al SEÑOR. Aún se conoce como valle de la Bendición [Valle de Beraca] hasta el día de hoy. Luego todos los hombres
volvieron a Jerusalén, con Josafat a la cabeza, rebosando de alegría porque el
SEÑOR les había dado la victoria sobre sus enemigos (2 Cro 20.21-27 NTV).
¿Qué le impide a Dios que obre a tu favor esa
gran salvación que estás necesitando el día de hoy? ¡Sólo tu fe! Si puedes
creer, al que cree todo le es posible.
- Creer ¿qué? Me podrías decir. Pues creer
que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte
a ti.
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
Creer que eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo.
Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su
nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra
de Dios (1 P
1.23 NTV).
Creer que todo lo puedes.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
Creer que de todo problema, angustia o
enfermedad saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado,
Cristo Jesús.
Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Creer que en la cruz del calvario Jesucristo
llevo todas tus enfermedades y sufrió todos tus dolores y, por lo tanto, tienes
derecho a la sanidad divina.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados (Isa 53.4-5).
En fin, creer que en Verdad la Biblia es lo
que tú dices que es: La Palabra de Dios.
Entonces, ¿Qué impide que tú comiences hacer
las mismas obras que Jesús hizo y aún mayores? ¡Sólo tu fe! Pues si puedes
creerle a Dios, creyendo lo que Él dice acerca de ti en Su Palabra, entonces,
TODO te es posible.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en
este día quiero volver a agradecerte por tanto y tan grande Amor con que me has
amado que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente
con Cristo. Y no cualquier tipo de Vida sino que me diste la Vida Eterna de
un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. Gracias porque ahora Jesucristo es el
primero entre muchos hermanos de los cuales yo soy uno(a). Oh Dios, es algo tan
asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la cruz,
por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a),
perdonado(a), santificado(a) y ¡glorificado(a)! ¡Sí! ¡Glorificado(a)! Porque a
los que antes conociste, también los predestinaste para que fuesen hechos
conformes a la imagen de Tu Hijo, para que así Jesús sea el primogénito entre
muchos hermanos. Y a los que predestinaste, a éstos también
llamaste; y a los que llamaste, a éstos también justificaste; y a los que
justificaste, a éstos también glorificaste. Gracias
por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto
mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi
Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable
otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a).
Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo
creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que
se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si
no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo
no me darás también con Él todas las cosas? Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a),
y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives
en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus
Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu
Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la
duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la
depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Por
todo esto, seguro(a) estoy que puedo hacer las mismas cosas que tú hiciste,
Señor Jesús, y aún mayores haré porque Tú estás con el Padre, que es mi Padre.
En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 19 Mar
4.21-41 / 2 Sam 11-12
/ Dan 6
Marcos 4:21-41
Nada oculto que
no haya de ser manifestado
(Lc. 8.16-18)
21 También les dijo: ¿Acaso se trae
la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla
en el candelero? 22 Porque no hay nada oculto que no haya de
ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. 23 Si
alguno tiene oídos para oír, oiga. 24 Les dijo también: Mirad
lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se
os añadirá a vosotros los que oís. 25 Porque al que tiene, se
le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Parábola del crecimiento
de la semilla 26 Decía además: Así es el reino de Dios, como
cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27 y duerme y se
levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28 Porque
de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano
lleno en la espiga; 29 y cuando el fruto está maduro, en
seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.
Parábola de la
semilla de mostaza
(Mt. 13.31-32;
Lc. 13.18-19)
30 Decía también: ¿A qué haremos
semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? 31 Es
como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de
todas las semillas que hay en la tierra; 32 pero después de
sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes
ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.
El uso que Jesús
hace de las parábolas
(Mt. 13.34-35)
33 Con muchas parábolas como estas
les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. 34 Y sin
parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba
todo.
Jesús calma la
tempestad
(Mt. 8.23-27;
Lc. 8.22-25)
35 Aquel día, cuando llegó la noche,
les dijo: Pasemos al otro lado. 36 Y despidiendo a la multitud,
le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37 Pero
se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal
manera que ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo
sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado
que perecemos? 39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo
al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40 Y
les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Entonces
temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el
viento y el mar le obedecen?
2 Samuel 11-12
David y Betsabé
11
Aconteció
al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió
a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y
sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. 2 Y sucedió
un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre
el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba
bañando, la cual era muy hermosa. 3 Envió David a preguntar por
aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías
heteo. 4 Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él
durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su
casa. 5 Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David,
diciendo: Estoy encinta. 6 Entonces David envió a decir a Joab:
Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David. 7 Cuando
Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del
pueblo, y por el estado de la guerra. 8 Después dijo David a
Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del
rey, le fue enviado presente de la mesa real. 9 Mas Urías
durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no
descendió a su casa. 10 E hicieron saber esto a David,
diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has
venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa? 11 Y
Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor
Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa
para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu
alma, que yo no haré tal cosa. 12 Y David dijo a Urías: Quédate
aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y
el siguiente. 13 Y David lo convidó a comer y a beber con él,
hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de
su señor; mas no descendió a su casa. 14 Venida la mañana,
escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. 15 Y
escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la
batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. 16 Así
fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que
estaban los hombres más valientes. 17 Y saliendo luego los de
la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos
de David; y murió también Urías heteo. 18 Entonces envió Joab e
hizo saber a David todos los asuntos de la guerra. 19 Y mandó
al mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la
guerra, 20 si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por
qué os acercasteis demasiado a la ciudad para combatir? ¿No sabíais lo que
suelen arrojar desde el muro? 21 ¿Quién hirió a Abimelec hijo
de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y
murió en Tebes? ¿Por qué os acercasteis tanto al muro? Entonces tú le
dirás: También tu siervo Urías heteo es muerto. 22 Fue el
mensajero, y llegando, contó a David todo aquello a que Joab le había enviado. 23 Y
dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros los hombres que
salieron contra nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder
hasta la entrada de la puerta; 24 pero los flecheros tiraron
contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; y
murió también tu siervo Urías heteo. 25 Y David dijo al
mensajero: Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada
consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que
la rindas. Y tú aliéntale. 26 Oyendo la mujer de Urías que su
marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. 27 Y pasado
el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz
un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de
Jehová.
Natán amonesta a
David
12
Jehová
envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una
ciudad, el uno rico, y el otro pobre. 2 El rico tenía numerosas
ovejas y vacas; 3 pero el pobre no tenía más que una sola
corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus
hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en
su seno; y la tenía como a una hija. 4 Y vino uno de camino al
hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar
para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre
pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. 5 Entonces
se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a
Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. 6 Y
debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo
misericordia. 7 Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel
hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y
te libré de la mano de Saúl, 8 y te di la casa de tu señor, y
las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y
si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. 9 ¿Por qué,
pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus
ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo
mataste con la espada de los hijos de Amón. 10 Por lo cual
ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste,
y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. 11 Así
ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y
tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá
con tus mujeres a la vista del sol. 12 Porque tú lo hiciste en
secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. 13 Entonces
dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová
ha remitido tu pecado; no morirás. 14 Mas por cuanto con este
asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido
ciertamente morirá. 15 Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová
hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. 16 Entonces
David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado
en tierra. 17 Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron
a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos
pan. 18 Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de
David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño
aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá
si le decimos que el niño ha muerto? 19 Mas David, viendo a sus
siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo
David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. 20 Entonces
David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y
entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le
pusieron pan, y comió. 21 Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es
esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto
él, te levantaste y comiste pan. 22 Y él respondió: Viviendo
aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá
compasión de mí, y vivirá el niño? 23 Mas ahora que ha muerto,
¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no
volverá a mí. 24 Y consoló David a Betsabé su mujer, y
llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su
nombre Salomón, al cual amó Jehová,
25 y
envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a
causa de Jehová.
David captura
Rabá
(1 Cr. 20.1-3)
26 Joab peleaba contra Rabá de los
hijos de Amón, y tomó la ciudad real. 27 Entonces envió Joab
mensajeros a David, diciendo: Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad
de las aguas. 28 Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, y
acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad y sea llamada de
mi nombre. 29 Y juntando David a todo el pueblo, fue contra
Rabá, y combatió contra ella, y la tomó. 30 Y quitó la corona
de la cabeza de su rey, la cual pesaba un talento de oro, y tenía piedras
preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Y sacó muy grande botín de la
ciudad. 31 Sacó además a la gente que estaba en ella, y los
puso a trabajar con sierras, con trillos de hierro y hachas de hierro, y además
los hizo trabajar en los hornos de ladrillos; y lo mismo hizo a todas las
ciudades de los hijos de Amón. Y volvió David con todo el pueblo a Jerusalén.
Daniel 6
Daniel en el
foso de los leones
6
Pareció
bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen
en todo el reino. 2 Y sobre ellos tres gobernadores, de los
cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey
no fuese perjudicado. 3 Pero Daniel mismo era superior a estos
sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey
pensó en ponerlo sobre todo el reino. 4 Entonces los
gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado
al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y
ningún vicio ni falta fue hallado en él. 5 Entonces dijeron
aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para
acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios. 6 Entonces
estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así:
!!Rey Darío, para siempre vive! 7 Todos los gobernadores del reino,
magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que
promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de
treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey,
sea echado en el foso de los leones. 8 Ahora, oh rey, confirma
el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media
y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 9 Firmó, pues, el
rey Darío el edicto y la prohibición. 10 Cuando Daniel supo que
el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su
cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y
daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. 11 Entonces
se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia
de su Dios. 12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del
edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de
treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en
el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley
de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. 13 Entonces
respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los
cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que
confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición. 14 Cuando
el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y
hasta la puesta del sol trabajó para librarle. 15 Pero aquellos
hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de
Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. 16 Entonces
el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el
rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. 17 Y
fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey
con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de
Daniel no se alterase. 18 Luego el rey se fue a su palacio, y
se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se
le fue el sueño. 19 El rey, pues, se levantó muy de mañana, y
fue apresuradamente al foso de los leones. 20 Y acercándose al
foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios
viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar
de los leones? 21 Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey,
vive para siempre. 22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la
boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado
inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. 23 Entonces
se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso;
y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había
confiado en su Dios. 24 Y dio orden el rey, y fueron traídos
aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de
los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del
foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos. 25 Entonces
el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en
toda la tierra: Paz os sea multiplicada. 26 De parte mía es
puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y
tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y
permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su
dominio perdurará hasta el fin. 27 El salva y libra, y hace
señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del
poder de los leones. 28 Y este Daniel prosperó durante el
reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.
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