viernes, 7 de junio de 2019

¡Cómo ser Verdaderamente Libre!




28 de Noviembre

¡Creyéndola por la FE!

Por Riqui Ricón*

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),  para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gal 3.13-14).

De acuerdo a la Palabra de Dios, que no miente, tú has sido redimido(a) de toda maldición y ahora eres Bendito(a) del Señor.

¡Así es mi amado(a)! Puedes gritarlo hacia los cuatro puntos cardinales: ¡Eres Libre! ¡Eres el (la) redimido(a) de Jesús! ¡Eres Bendito(a)!

Esto es así, no por lo que hayas hecho o puedas hacer, ni por lo que tengas que hacer sino por lo que YA ERES en Cristo Jesús: Redimido(a) y bendito(a). ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

Redimido(a) quiere decir comprado(a) a precio de sangre para ser hecho LIBRE.

Lo realmente asombroso es que ser hecho(a) libre no es el único propósito de tu redención, sino que además, por la fe recibas la promesa del Espíritu [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra]. Y, ¿cuál es esa promesa del Espíritu que ya has recibido por medio de tu fe en Jesús?

Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios (Ez 36.24-28).

Esta es la esencia del Evangelio (son buenas noticias) y este es el corazón del Nuevo Pacto: Que mediante la Sangre de Jesús tú recibas al Espíritu Santo prometido. Y Él, el Espíritu Santo, te fue otorgado con un propósito: Que creyéndole a Él, creyéndole a Su Palabra, puedas recibir la identidad de Hijo(a) de Dios, pues con la muerte de Jesucristo en la cruz fueron pagados TODOS tus pecados, y con su victoria sobre la muerte resucitó de entre los muertos para hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y ahora tú puedes caminar en plena victoria con toda la autoridad y poder de quien ahora tú YA ERES.

pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch 1.8).

Tienes el Poder del Espíritu Santo prometido y dado, como la habilitación que te permite manifestar en esta tierra la santidad y justicia que están en ti gracias a tu Nueva Naturaleza. Ahora puedes ser fiel testigo y embajador(a) de Jesucristo en este mundo, haciendo las cosas que Él hizo y aún mayores.

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).

Puedes decirlo sin duda alguna: ¡Soy redimida(o) de toda maldición! ¡Soy bendecido(a) con toda bendición! ¡Soy heredero(a) de Dios, según la promesa!

Y además, por si todo esto fuera poco, has sido redimido(a) de la maldición de la ley, que es toda enfermedad, la pobreza, el temor, la angustia, la violencia, la soledad, etc.

Así que, sin importar cuál sea tu situación el día de hoy, la Palabra de Dios prevalece y tú puedes, sin lugar a dudas, creer y recibir tu sanidad y liberación en este momento. ¡Dios te ama! ¡Él es tu Padre y está contigo! ¡Nunca te ha dejado, ni te dejará!

Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos (Sal 27.10 NVI).

Lo más maravilloso de todo esto, lo más asombroso del Amor de Dios, es que no solamente la maldición ha sido anulada sino que ahora La Bendición de Dios, tu Padre, te pertenece y tienes todo el derecho a disfrutar de ella.

Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades. ¡Felices los que viven así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el SEÑOR (Sal 144.12-15 NTV).

Entonces, sea cual sea la situación que el día de hoy tú estés enfrentando, No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal 36.1-6).

Ser redimido de la maldición para recibir La Bendición de tu Dios y Padre ES lo único que te puede hacer verdaderamente libre.

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).


Oremos en voz audible:

Amado Señor Jesús, muchas gracias por haberme redimido de la maldición para hacerme merecedor(a) de la bendición de Abraham; entiendo y creo completamente que no es por lo que yo haya hecho o pueda hacer sino por el Amor que me tienes. ¡Gracias, Señor! Hoy decido creer y confesar este Tu Gran Amor por mí: ¡Soy Tu Hijo(a)! De acuerdo a Tu Palabra, la Biblia, que no miente, me hiciste Nacer de Nuevo para ser hecho(a) conforme a Tu Imagen, Jesús. ¡Soy redimido(a) de la maldición! ¡Vivir en la Bendición del Señor es mi derecho! Sé que en el mundo tendré aflicciones pero yo en Ti confío y tengo paz pues de todas ellas saldré más que vencedor(a) por Tu Palabra y por Tu Amor. Gracias, Padre. ¡Te amo con todo mi corazón! ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio 8                     Ro 13  /  1 Sam 25  /  Sal 68


Romanos 13
13
1Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. 3Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. 5Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. 6Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. 7Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.
8No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. 9Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
11Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.


1 Samuel 25
 David y Abigail
25
1Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá.
Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.2Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel. 3Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb. 4Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. 5Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre, 6y decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes. 7He sabido que tienes esquiladores. Ahora, tus pastores han estado con nosotros; no les tratamos mal, ni les faltó nada en todo el tiempo que han estado en Carmel. 8Pregunta a tus criados, y ellos te lo dirán. Hallen, por tanto, estos jóvenes gracia en tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.
9Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. 10Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores. 11¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son? 12Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras. 13Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada y también David se ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
14Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. 15Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo. 16Muro fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. 17Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien pueda hablarle.
18Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo en asnos. 19Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego; y nada declaró a su marido Nabal. 20Y montando un asno, descendió por una parte secreta del monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro. 21Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien. 22Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.
23Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra; 24y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva. 25No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. El se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi a los jóvenes que tú enviaste. 26Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y vive tu alma, que Jehová te ha impedido el venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor. 27Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor, sea dado a los hombres que siguen a mi señor. 28Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa estable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días. 29Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será ligada en el haz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. 30Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre Israel, 31entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado por ti mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
32Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases. 33Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano. 34Porque vive Jehová Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí a mañana no le hubiera quedado con vida a Nabal ni un varón. 35Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.
36Y Abigail volvió a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente. 37Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le refirió su mujer estas cosas; y desmayó su corazón en él, y se quedó como una piedra. 38Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.
39Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar con Abigail, para tomarla por su mujer. 40Y los siervos de David vinieron a Abigail en Carmel, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer. 41Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor. 42Y levantándose luego Abigail con cinco doncellas que le servían, montó en un asno y siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer. 43También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres. 44Porque Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a Palti hijo de Lais, que era de Galim.


Salmos 68

El Dios del Sinaí y del santuario
Al músico principal. Salmo de David. Cántico.
     1     Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos,
Y huyan de su presencia los que le aborrecen.
     2     Como es lanzado el humo, los lanzarás;
Como se derrite la cera delante del fuego,
Así perecerán los impíos delante de Dios.
     3     Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios,
Y saltarán de alegría.
     4     Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre;
Exaltad al que cabalga sobre los cielos.
JAH es su nombre; alegraos delante de él.
     5     Padre de huérfanos y defensor de viudas
Es Dios en su santa morada.
     6     Dios hace habitar en familia a los desamparados;
Saca a los cautivos a prosperidad;
Mas los rebeldes habitan en tierra seca.
     7     Oh Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo,
Cuando anduviste por el desierto,
Selah
     8     La tierra tembló;
También destilaron los cielos ante la presencia de Dios;
Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel.
     9     Abundante lluvia esparciste, oh Dios;
A tu heredad exhausta tú la reanimaste.
     10     Los que son de tu grey han morado en ella;
Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre.
     11     El Señor daba palabra;
Había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas.
     12     Huyeron, huyeron reyes de ejércitos,
Y las que se quedaban en casa repartían los despojos.
     13     Bien que fuisteis echados entre los tiestos,
Seréis como alas de paloma cubiertas de plata,
Y sus plumas con amarillez de oro.
     14     Cuando esparció el Omnipotente los reyes allí,
Fue como si hubiese nevado en el monte Salmón.
     15     Monte de Dios es el monte de Basán;
Monte alto el de Basán.
     16     ¿Por qué observáis, oh montes altos,
Al monte que deseó Dios para su morada?
Ciertamente Jehová habitará en él para siempre.
     17     Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares;
El Señor viene del Sinaí a su santuario.
     18     Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad,
Tomaste dones para los hombres,
Y también para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios.
     19     Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios
El Dios de nuestra salvación.
Selah
     20     Dios, nuestro Dios ha de salvarnos,
Y de Jehová el Señor es el librar de la muerte.
     21     Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos,
La testa cabelluda del que camina en sus pecados.
     22     El Señor dijo: De Basán te haré volver;
Te haré volver de las profundidades del mar;
     23     Porque tu pie se enrojecerá de sangre de tus enemigos,
Y de ella la lengua de tus perros.
     24     Vieron tus caminos, oh Dios;
Los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario.
     25     Los cantores iban delante, los músicos detrás;
En medio las doncellas con panderos.
     26     Bendecid a Dios en las congregaciones;
Al Señor, vosotros de la estirpe de Israel.
     27     Allí estaba el joven Benjamín, señoreador de ellos,
Los príncipes de Judá en su congregación,
Los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
     28     Tu Dios ha ordenado tu fuerza;
Confirma, oh Dios, lo que has hecho para nosotros.
     29     Por razón de tu templo en Jerusalén
Los reyes te ofrecerán dones.
     30     Reprime la reunión de gentes armadas,
La multitud de toros con los becerros de los pueblos,
Hasta que todos se sometan con sus piezas de plata;
Esparce a los pueblos que se complacen en la guerra.
     31     Vendrán príncipes de Egipto;
Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.
     32     Reinos de la tierra, cantad a Dios,
Cantad al Señor;
Selah
     33     Al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antigüedad;
He aquí dará su voz, poderosa voz.
     34     Atribuid poder a Dios;
Sobre Israel es su magnificencia,
Y su poder está en los cielos.
     35     Temible eres, oh Dios, desde tus santuarios;
El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo.
Bendito sea Dios.

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