16 de Junio
¡Escrito está!
Por Riqui Ricón*
Entonces dijo al hombre que
tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es
lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o
quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con
enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu
mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana (Mar
3.3-5).
De acuerdo a la Biblia, que es la
Palabra de Dios, y no miente, la dureza del corazón hace enojar y entristecer
al Señor Jesús. Esto se debe a que la dureza del corazón no es otra cosa más
que incredulidad a la Palabra de Dios.
Puesto que la mayoría de las
personas que creen en Dios saben que Él es Todopoderoso y por lo tanto, saben
que no hay nada imposible ni difícil para Él. Sin embargo, pareciera que esto
no es suficiente y prefieren sostenerse de la religión y las tradiciones que a
creer lo que dice Su Palabra: Que además de Todopoderoso, Dios está lleno de
misericordia y de Amor por ti.
Respondiendo
él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano
me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el
mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos
de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes.
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra
tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y:
El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero
vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que
quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y
no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la
palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas
hacéis semejantes a estas (Mar 7.6-13).
Así que,
dejemos atrás la tradición religiosa y conozcamos a Dios, al Dios amoroso y
verdadero que está en la Biblia.
¿Podrá
Dios, hoy, sanarte o ayudarte en la situación o problema que estas enfrentando?
¡Claro! Él todo lo puede.
¿Querrá
Dios sanarte o ayudarte en la situación o problema que estas enfrentando hoy? ¡Desde
luego! ¡Él es bueno!
Jesús le dijo: ¿Por qué
me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios (Mar 10.18).
¿Por qué querría Dios hacer esto
por ti, siendo tú como has sido? ¡Porque sin lugar a dudas, Él te ama con todo
Su corazón!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Nunca me cansaré de repetirlo una
y otra vez, Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar
la culpa por tus pecados, antes que perderte a ti.
Jesús no viene a tu vida a condenarte,
a recordarte lo fracasado(a), frustrado(a), pecador(a), incompetente,
irresponsable o inútil que has sido. ¡No! ¡Nada de eso! La razón por la que Él
pagó con Su Vida, derramando hasta la última gota de Su Sangre en esa cruz, fue
por Amor a ti, fue para darte Vida; Vida nueva; Vida abundante. ¡Vida Plena!
¡Vida Eterna!
Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama
también al que ha sido engendrado por él (1 Jn 5.1).
Por este Gran Amor que Dios
siente por ti, no sólo tienes Vida Eterna sino que (y esta es la verdadera
razón por la cual ahora tienes Vida Eterna), por medio de tu fe, de creerle a
Dios, creyendo Su Palabra, ahora eres nacido(a) de Dios. ¡Tú eres, por tu fe en
Jesucristo, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 1.1 NVI).
Ahora, por la Gracia de Dios, ya
no eres más la misma persona que antes eras. Hoy, eres totalmente nuevo(a) y
diferente. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente que se
pueda corromper, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que
vive y permanece para siempre.
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
La persona que ahora tú eres,
ese(a) Hijo(a) amado(a) de Dios, ha sido engendrado(a) por la Palabra de Dios
mediante el Poder del Espíritu Santo, quien ahora vive en ti y contigo.
Sadrac, Mesac y Abed-nego
respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos
sobre este asunto. He aquí
nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de
tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no
serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado (Dan
3.16-18).
¡Qué fe la de estos tres jóvenes!
¡Qué vehemencia en su declaración! Tenían la plena certeza que Dios podía y
quería salvarlos. Ante tremendo problema y circunstancia como la ira del rey y
el martirio y la muerte inminente, no dieron lugar al temor ni a la duda, sino
que se fortalecieron en el Señor y en el poder de Su
fuerza, y
abriendo su boca hicieron tan tremenda declaración de fe que pienso, a Dios no
le quedó otra más que venir a salvarlos en persona.
De pronto, Nabucodonosor, lleno de asombro, se puso de pie de un salto y
exclamó a sus asesores: —¿No eran tres los hombres que atamos y arrojamos
dentro del horno? —Sí, su Majestad, así es —le contestaron. —¡Miren! —gritó
Nabucodonosor—. ¡Yo veo a cuatro hombres desatados que caminan en medio del
fuego sin sufrir daño! ¡Y el cuarto hombre se parece a un dios! Entonces
Nabucodonosor se acercó tanto como pudo a la puerta del horno en llamas y
gritó: «¡Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan
aquí!». Así que Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del fuego. Entonces los
altos funcionarios, autoridades, gobernadores y asesores los rodearon y vieron
que el fuego no los había tocado. No se les había chamuscado ni un cabello, ni
se les había estropeado la ropa. ¡Ni siquiera olían a humo! Entonces
Nabucodonosor dijo: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego! Envió a
su ángel para rescatar a sus siervos que confiaron en él. Desafiaron el mandato
del rey y estuvieron dispuestos a morir en lugar de servir o rendir culto a
otro dios que no fuera su propio Dios (Dan 3.24-28 NTV).
¿Cómo puede uno alcanzar tal fe,
tal certeza y convicción? Ellos conocían a Dios, sabían que es clemente y
misericordioso y, sobre todo, estaban convencidos de que Él no miente pues
conocían Su Palabra. ¿Cómo puedes tú hoy estar seguro(a) que Dios puede
ayudarte y quiere hacerlo por amor a ti? Pues porque tienes Su Palabra de Honor
al respecto y ahora mediante Cristo Jesús tú tienes una relación de Padre a
Hijo(a) con el único Dios Vivo y Verdadero.
El Espíritu mismo da
testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si
hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro
8.16-17a).
¡Escrito está!
Dios no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición,
y no podré revocarla (Num 23.19-20).
Sin importar
cuál sea el problema, enfermedad o aflicción que estás enfrentando el día de
hoy, de todos ellos tú saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te
amó, Cristo Jesús.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta
hora te doy gracias porque en Cristo Jesús tengo la plena certeza y la
manifestación más gloriosa de Tu Amor por mí. Esto es, puedo erguirme hoy y
encarar cualquier problema, tristeza, enfermedad o aflicción, sabiendo que Tú estás
conmigo y que saldré más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó,
Jesucristo mi Señor. Puedo, Padre, como Sadrac, Mesac y Abed-nego, declarar con
fe, con toda certeza y seguridad, que todo lo puedo en Cristo; declaro que es
Tu Amor quien me sostiene y que nada ni nadie me podrán hacer frente todos los
días de mi vida pues así como estuviste con Jesús, estás conmigo. ¡Gracias,
Jesús! Te amo con todo mí ser. Declaro en Tu nombre, Jesucristo, que lo mejor de
mi vida ya comenzó. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy el (la) vencedor(a)! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
16 Mar
3.1-19 /
2 Sam 6 / Dan 3
Marcos
3.1-19
El hombre de la mano seca
(Mt. 12.9–14; Lc. 6.6–11)
3
1Otra vez entró
Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. 2Y
le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.
3Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en
medio. 4Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer
bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. 5Entonces,
mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones,
dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada
sana. 6Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos
contra él para destruirle.
La multitud a la orilla del mar
7Mas Jesús se
retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de
Judea, 8de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de
los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes
multitudes vinieron a él. 9Y dijo a sus discípulos que le tuviesen
siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le oprimiesen. 10Porque
había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían
sobre él.
11Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y
daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 12Mas él les
reprendía mucho para que no le descubriesen.
Elección de los doce apóstoles
(Mt. 10.1–4; Lc. 6.12–16)
13Después subió
al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 14Y
estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,
15y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera
demonios: 16a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; 17a
Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó
Boanerges, esto es, Hijos del trueno; 18a Andrés, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista,
19y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.
2
Samuel 6
David intenta llevar el arca a Jerusalén
(1 Cr. 13.5–14)
6
1David volvió a
reunir a todos los escogidos de Israel, treinta mil. 2Y se levantó
David y partió de Baala de Judá con todo el pueblo que tenía consigo, para
hacer pasar de allí el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de
Jehová de los ejércitos, que mora entre los querubines. 3Pusieron
el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab, que
estaba en el collado; y Uza y Ahío, hijos de
Abinadab, guiaban el carro nuevo. 4Y cuando lo llevaban de la casa
de Abinadab, que estaba en el collado, con el arca de Dios, Ahío iba delante
del arca. 5Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de
Jehová con toda clase de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios,
panderos, flautas y címbalos.
6Cuando llegaron
a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque
los bueyes tropezaban. 7Y el furor de Jehová se encendió contra
Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al
arca de Dios. 8Y se entristeció David por haber herido Jehová a
Uza, y fue llamado aquel lugar Pérez-uza, hasta hoy.
9Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el
arca de Jehová? 10De modo que David no quiso traer para sí el arca
de Jehová a la ciudad de David; y la hizo llevar David a casa de Obed-edom
geteo. 11Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo
tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa.
David trae el arca a Jerusalén
(1 Cr. 15.1—16.6)
12Fue dado aviso
al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que
tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el
arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David. 13Y cuando
los que llevaban el arca de Dios habían andado seis pasos, él sacrificó un buey
y un carnero engordado. 14Y David danzaba con toda su fuerza delante
de Jehová; y estaba David vestido con un efod de lino. 15Así David
y toda la casa de Israel conducían el arca de Jehová con júbilo y sonido de
trompeta.
16Cuando el arca
de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde
una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le
menospreció en su corazón. 17Metieron, pues, el arca de Jehová, y
la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado; y
sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. 18Y
cuando David había acabado de ofrecer los holocaustos y ofrendas de paz,
bendijo al pueblo en el nombre de Jehová de los ejércitos. 19Y
repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a
mujeres, a cada uno un pan, y un pedazo de carne y una torta de pasas. Y se fue
todo el pueblo, cada uno a su casa.
20Volvió luego
David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a
David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy
delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un
cualquiera! 21Entonces David respondió a Mical: Fue delante de
Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para
constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto,
danzaré delante de Jehová. 22Y aun me haré más vil que esta vez, y
seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has
hablado. 23Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de
su muerte.
Daniel 3
Rescatados del horno de fuego
3
1El rey
Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su
anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de
Babilonia. 2Y envió el rey Nabucodonosor a que se reuniesen los
sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces,
y todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen a la dedicación
de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado. 3Fueron,
pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros,
consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación
de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie
delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. 4Y
el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y
lenguas, 5que al oír el son de la bocina, de la flauta, del
tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de
música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha
levantado; 6y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente
será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. 7Por lo cual, al
oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del
arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los
pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el
rey Nabucodonosor había levantado.
8Por esto en aquel
tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los
judíos. 9Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para
siempre vive. 10Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al
oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de
la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de
oro; 11y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un
horno de fuego ardiendo. 12Hay unos varones judíos, los cuales
pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y
Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni
adoran la estatua de oro que has levantado.
13Entonces
Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y
Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. 14Habló
Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros
no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? 15Ahora,
pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del
tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de
música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la
adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego
ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
16Sadrac, Mesac y
Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te
respondamos sobre este asunto. 17He aquí nuestro Dios a quien
servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos
librará. 18Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses,
ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. 19Entonces
Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra
Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más
de lo acostumbrado. 20Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en
su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno
de fuego ardiendo. 21Entonces estos varones fueron atados con sus
mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del
horno de fuego ardiendo. 22Y como la orden del rey era apremiante,
y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían
alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23Y estos tres varones,
Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
24Entonces el rey
Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su
consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron
al rey: Es verdad, oh rey. 25Y él dijo: He aquí yo veo cuatro
varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el
aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
26Entonces
Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo:
Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces
Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27Y se juntaron
los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para
mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus
cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban
intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. 28Entonces
Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego,
que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no
cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y
adorar a otro dios que su Dios. 29Por lo tanto, decreto que todo
pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y
Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no
hay dios que pueda librar como éste. 30Entonces el rey engrandeció
a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?