23 de Agosto
¡Vida Eterna!
Por Riqui Ricón*
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree
al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de
muerte a vida. (Jn
5.24).
La Biblia, que es la
Palabra de Dios y no miente, establece claramente que por haber aceptado el
sacrificio de Amor de Cristo Jesús y por haber creído la Palabra de Dios, tú
has pasado de muerte a vida y ahora tienes Vida Eterna (antes no la tenías).
Además, las Escrituras
establecen que la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23), también enseñan que Todo aquel
que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 1a).
Todo esto es muy
importante, pues significa que, como tú fuiste un(a) pecador(a) e hiciste de tu
vida lo que la gana se te dio, entonces cuando aceptaste a Jesús como Señor y
Salvador de tu vida pasaste de muerte a Vida naciendo de Nuevo a través del
Espíritu Santo y por medio de la Palabra de Dios para recibir la Vida Eterna:
Esto es, esa Vida indestructible, plena y abundante que solamente los Hijos de
Dios Nacidos de Nuevo pueden disfrutar.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Dios, el Todopoderoso,
hace esto no por los méritos que hayas tú podido adquirir, pues ya hemos
reconocido que éramos pecadores y estábamos destinados a la muerte eterna, así
que Él lo hace por el Amor que siente por ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Es tan grande Su Amor
por ti que no sólo te salvó como a una criatura sino que lo hizo para hacer de
ti Su propio(a) Hijo(a).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Jesús NO te salvo para
darte otra oportunidad, Él lo hizo para darte una Vida totalmente Nueva y
diferente a la que antes vivías. Jesús pagó con Su propia Vida el justo castigo
de TODOS tus pecados y resucitó, venciendo al pecado y a la muerte, para una Vida
que nadie jamás pensó o soñó con vivir: La Vida Legítima de un(a) Hijo(a) de
Dios.
¡Exactamente igual a
Jesús!
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los
predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29 NVI).
La única diferencia
entre Jesús y tú es que Él es el primero entre muchos hermanos, de los cuales
ahora tú eres uno(a) de ellos.
El Espíritu que ustedes han recibido ahora no los convierte
en esclavos llenos de temor. Al contrario, el Espíritu que han recibido los
hace hijos. Por el Espíritu podemos gritar: "¡Padre, querido padre!" (Ro 8.15 PDT).
Por esto es que, en el
versículo que encabeza esta reflexión, Jesús te asegura enfáticamente que al
escuchar Su Palabra PARA CREER (creerle
a Dios, creyendo Su Palabra), no vendrás a condenación sino a Vida Eterna.
Te mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más
en la oscuridad, sino en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás,
sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el perdón de los
pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios (Hch 26.18 DHH).
Así que, como puedes
ver, al creer en Cristo Jesús, recibiste, además del perdón de tus pecados, la
hermosa Bendición de ser hecho(a) un(a) heredero(a) del Todopoderoso Dios.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).
Puesto que así lo
afirma Dios, es por fe en Su Palabra (sabiendo que Él no miente), que ahora has
pasado de muerte a Vida. ¡Y esto es más real que el aire que respiras!
Ahora bien, si lo
analizas conmigo te darás cuenta que Vida Eterna significa vivir para siempre
una sola vida. Esto quiere decir que no existe una vida aquí sobre la tierra y
otra diferente allá en el cielo. Como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo
tienes una sola y continua Vida: ¡La Vida Eterna! Y ésta, ¡ya comenzó!
Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh
casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis,
mas esfuércense vuestras manos (Zac 8.13).
La maldición de la
pobreza, enfermedad, temor, tristeza, depresión, etc., terminó con Cristo Jesús
y ahora tú has sido dejado(a) en este mundo como instrumento de bendición, como
embajador(a) de Jesús y depósito del Amor de Dios para establecer el Reino de
tu Padre sobre esta tierra.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios
rogase por medio de nosotros (2 Co 5.20a).
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Ro 5.5).
Por lo tanto, la vida
plena y abundante a la que has sido llamado(a) a manifestar en esta tierra
tiene propósito en el Amor y la representatividad de Jesucristo que te han sido
dadas para bendición de los demás.
¡Gloria al Rey! Dios
te necesita sobre esta tierra. Tú eres Su Hijo(a) amado(a), Su representante
legal y encargado(a) de los negocios del Reino.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras
que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Jesús te dejó en Su
lugar y todos los problemas y circunstancias adversas que puedas enfrentar no
son más que el intento del diablo para distraerte de dicho propósito. Su
intención es desenfocarte de Jesús para que te enfoques en tus circunstancias.
Satanás pretende que creas que tus problemas son más grandes e importantes que
la Palabra de Dios, pues lo único que quiere es robarte tu identidad y que NO
CREAS que eres ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a) del Padre;
él intenta con todos los medios que tiene a su alcance que NO CREAS que eres
ese(a) que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, que ahora tú eres.
Hijitos, ustedes son de Dios y han vencido a esos mentirosos,
porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo (1 Jn 4.4 DHH).
¡Nunca olvides quién
ahora tú eres! ¡Dios es tu Padre y está contigo! ¡Nada ni nadie te puede
derrotar en esta tierra! ¡Tú has nacido de Dios para triunfar!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
yo sé que me has amado con tal Amor que preferiste entregar a Tu Hijo Jesús
para pagar mis pecados antes que perderme a mí. Sé y declaro que, por la Sangre
de Jesús, soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para triunfar y
establecer Tu Reino sobre la tierra. Señor, yo escucho y creo Tu Palabra la
Biblia. La reconozco como la única Verdad y declaro, conforme a Ella, que TODO
lo puedo en Cristo pues en todo problema, circunstancia o aflicción, yo saldré
más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús. No voy a temer, sólo voy
a creer lo que Tu Palabra, la Biblia, dice acerca de mí. En este momento quiero
honrarte aceptando y recibiendo esa preciosa identidad que me has dado como Hijo(a)
Tuyo(a). Creo y por lo tanto declaro que soy lo(a) más valioso(a) que Tú tienes
sobre la tierra. He conocido y creído el Amor que Tú, oh Dios, tienes por mí.
No voy a permitir que el espíritu de temor y duda me haga soltar lo que con
tanto Amor pagaste por mí en esa cruz: el saber y creer que en verdad soy un(a)
Hija(o) del único Dios vivo y verdadero. ¡Soy Eterno(a)! Por tanto, nada ni
nadie me puede vencer; nada ni nadie me puede separar de Tu Amor que es en
Cristo Jesús mi Señor. Contigo ya he vencido al mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Pues yo en Ti confío. Gracias Señor
Jesús, te amo con todo mi corazón. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de
Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente
oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás
diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo
que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 21 Mr 5:21-43
/ 2 Sam 14 / Dan 8
Marcos 5:21-43
La hija de
Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús
(Mt. 9.18-26; Lc. 8.40-56)
21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la
otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junto al
mar. 22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado
Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23 y le rogaba
mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para
que sea salva, y vivirá. 24 Fue, pues, con él; y le seguía una
gran multitud, y le apretaban. 25 Pero una mujer que desde
hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26 y había sufrido
mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado,
antes le iba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por
detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28 Porque decía: Si
tocare tan solamente su manto, seré salva. 29 Y en seguida la
fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel
azote. 30 Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que
había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis
vestidos? 31 Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te
aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?
32 Pero él miraba alrededor para ver
quién había hecho esto. 33 Entonces la mujer, temiendo y
temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante
de él, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: Hija, tu fe
te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote. 35 Mientras
él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu
hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? 36 Pero
Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No
temas, cree solamente. 37 Y no permitió que le siguiese nadie
sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y vino a casa
del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y
lamentaban mucho. 39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis
y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 40 Y se
burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la
niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. 41 Y
tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te
digo, levántate. 42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues
tenía doce años. Y se espantaron grandemente. 43 Pero él les
mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.
2 Samuel 14
Joab procura el
regreso de Absalón
14
1 Conociendo Joab hijo de Sarvia que el
corazón del rey se inclinaba por Absalón, 2 envió Joab a Tecoa,
y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de
duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como
una mujer que desde mucho tiempo está de duelo por algún muerto; 3 y
entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su
boca. 4 Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y
postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: !!Socorro, oh
rey! 5 El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la
verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. 6 Tu sierva
tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los
separase, hirió el uno al otro, y lo mató. 7 Y he aquí toda la
familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su
hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y
matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no
dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra. 8 Entonces
el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti. 9 Y
la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la
casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa. 10 Y el
rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más. 11 Dijo
ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el
vengador de la sangre no aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y él
respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en
tierra. 12 Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva
hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. 13 Entonces
la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo
de Dios? Porque hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo, por
cuanto el rey no hace volver a su desterrado. 14 Porque de
cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver
a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí
al desterrado. 15 Y el haber yo venido ahora para decir esto al
rey mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré ahora
al rey; quizá él hará lo que su sierva diga. 16 Pues el rey
oirá, para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y
a mi hijo juntamente, de la heredad de Dios.
17 Tu sierva, pues, dice: Sea ahora
de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como
un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios
sea contigo. 18 Entonces David respondió y dijo a la mujer: Yo
te ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo:
Hable mi señor el rey. 19 Y el rey dijo: ¿No anda la mano de
Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y dijo: Vive tu alma, rey
señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi
señor el rey ha hablado; porque tu siervo Joab, él me mandó, y él puso en boca
de tu sierva todas estas palabras. 20 Para mudar el aspecto de
las cosas Joab tu siervo ha hecho esto; pero mi señor es sabio conforme a la
sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra. 21 Entonces
el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón. 22 Y
Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que
bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus
ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho. 23 Se
levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Mas
el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa,
y no vio el rostro del rey. 25 Y no había en todo Israel
ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie
hasta su coronilla no había en él defecto. 26 Cuando se cortaba
el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, y por
eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso
real. 27 Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que se
llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante. 28 Y
estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del
rey. 29 Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al rey, pero él
no quiso venir; y envió aun por segunda vez, y no quiso venir. 30 Entonces
dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí
cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al
campo. 31 Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón, y
le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo? 32 Y
Absalón respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses
acá, con el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor
me fuera estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado,
máteme. 33 Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber.
Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, e inclinó su rostro a tierra
delante del rey; y el rey besó a Absalón.
Daniel 8
Visión del
carnero y del macho cabrío
8
1 En el año tercero del reinado del rey
Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había
aparecido antes. 2 Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en
Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión,
estando junto al río Ulai. 3 Alcé los ojos y miré, y he aquí un
carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos
eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto creció después. 4 Vi
que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que
ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder;
y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía. 5 Mientras yo
consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la
faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno
notable entre sus ojos. 6 Y vino hasta el carnero de dos
cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió contra él con la furia
de su fuerza.
7 Y lo vi que llegó junto al
carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el
carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en
tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder. 8 Y
el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza,
aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos
notables hacia los cuatro vientos del cielo. 9 Y de uno de
ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia
la tierra gloriosa. 10 Y se engrandeció hasta el ejército del
cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las
pisoteó. 11 Aun se engrandeció contra el príncipe de los
ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su
santuario fue echado por tierra. 12 Y a causa de la
prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y
echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó. 13 Entonces
oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba:
¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación
asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? 14 Y
él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será
purificado. 15 Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba
la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con
apariencia de hombre. 16 Y oí una voz de hombre entre las
riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión. 17 Vino
luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre
mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para
el tiempo del fin. 18 Mientras él hablaba conmigo, caí dormido
en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie. 19 Y
dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es
para el tiempo del fin. 20 En cuanto al carnero que viste, que
tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia. 21 El
macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos
es el rey primero. 22 Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y
sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa
nación, aunque no con la fuerza de él. 23 Y al fin del reinado
de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo
de rostro y entendido en enigmas. 24 Y su poder se fortalecerá,
mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará
arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. 25 Con
su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se
engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe
de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana. 26 La
visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la
visión, porque es para muchos días. 27 Y yo Daniel quedé
quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los
negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.
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