4 de Octubre
¡Peleando la Buena Batalla!
Por Riqui Ricón *
En realidad, lo que pretendían
era asustarnos. Pensaban
desanimarnos, para que no termináramos
la obra. "Y ahora, Señor,
¡fortalece mis manos!" (Neh 6.9 NVI).
Amado(a), estos tiempos que
estamos viviendo son tiempos muy emocionantes. Grandes milagros están a punto
de suceder en tu vida. Solo debes estar consciente que, te guste o no te guste,
tú estás librando una gran batalla y se llama la buena batalla de la fe.
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual
asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos
testigos (1 Ti 6.12).
Todos los problemas, enfermedades o
aflicciones que estés enfrentando el día de hoy forman parte de esa batalla, y la
buena noticia es que tú puedes hacer que sea una BUENA batalla si te decides a
pelearla con tu FE (en lugar de con tus fuerzas).
Y, ¿qué es la fe?
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve (He 11.1).
Quizá a ti te pase como a mí me
sucedía antes: esta definición de la fe me sonaba muy propia y aún bonita pero
no me servía de mucho ya que no comprendía cómo podía yo tener por cierto cosas
que no se ven, ¿cómo creer que estoy sano si en mis manos tengo los análisis
clínicos que confirman el diagnóstico de mi médico, quienes aseguran que estoy
enfermo de tal o cual enfermedad? ¿Cómo creer que mi familia o mi matrimonio
serán restaurados cuando no veo ya posibilidad alguna? ¿Cómo creer que saldré
adelante económicamente cuando mis deudas y acreedores me están ahogando? ¿Cómo
puedo estar convencido de esas respuestas que estoy esperando?
La respuesta a estas y otras
preguntas parecidas la encontrarás en la Biblia.
Dios no es un simple *mortal para
mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? (Num
23.19 NVI).
La respuesta a tus preguntas es
hermosamente sencilla. Puedes creer y estar plenamente seguro(a) cuando tienes
la Palabra de Dios al respecto. Esto es, si encuentras en la Biblia una promesa
de liberación tocante a tu necesidad, pues Dios todo lo puede (excepto mentir),
y si Él te ha dado una Palabra o una Promesa de auxilio o liberación, entonces,
puedes estar cien por ciento seguro(a), totalmente convencido(a), que Él
honrará Su Palabra, ¡Cumpliéndola!
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras jamás pasarán (Mat 24.35).
Entonces, cuando entras a una
batalla con la certeza y total seguridad de que vas a vencer, porque si Dios es
contigo, ¿quién contra ti? ¡Esa es la buena batalla de la fe! Sabes que sabes
que todo lo puedes y que, en todas las cosas, saldrás más que vencedor(a) por
medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús.
Y ¿cómo lo sabes? ¿Cómo puedes
estar tan seguro(a)? Pues simplemente porque, ¡Dios lo ha dicho así acerca de
ti! En Su Palabra, La Biblia.
Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Así que puedes estar totalmente
seguro, pues esto es lo que la FE en Verdad ES: creerle a Dios, creyendo Su
Palabra. Sólo de Su Palabra puede provenir toda certeza y toda confianza pues,
al fin y al cabo, ¡Dios tiene Palabra de Honor!
Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo el
diablo anda buscando a quien destruir, como si fuera un león rugiente (1 Pe 5.8
BLS).
El día de hoy, al igual que en los
tiempos de Nehemías, Satanás, el diablo, sólo puede rugir sus mentiras
pretendiendo asustarte. Él no es ningún león, tan sólo simula y aparenta ser
uno. Su estrategia es simple, si él logra que tú comiences a escuchar sus
mentiras, entonces tu realidad (problemas, enfermedades, aflicciones, etc.),
comenzará a parecerte tan grande e impresionante que dejarás de creer la Verdad
de la Palabra de Dios para comenzar a creer en la mentira de tu inminente
fracaso o derrota y serás presa fácil del desánimo, el miedo, la ansiedad, el
mal genio, etc.
Pero eso NO sucederá hoy, ni
contigo. Sólo tienes que prestar atención a las instrucciones que Dios le dio a
Josué el día que enfrentó el reto más grande de su vida.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien
(Jos 1.8).
Hoy debes tomar conciencia de que
es de vital importancia que hagas de la Biblia la norma máxima de tu
existencia. ¡Ponla en tu mente, boca y corazón! ¡Léela y medítala de día y de
noche!
De tu lectura y meditación de la
Biblia fluirá como un río la FE que necesitas para ganar esta batalla y, como
en el caso de Nehemías, sin importar que tan difícil sea la obra o que tanta
oposición encuentres, ¡saldrás adelante sobrenaturalmente!
Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en
cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron
todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron
humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra
(Neh 6.15).
¡Cincuenta y dos días! Quizá tú,
como yo, no sepas mucho acerca de la industria de la construcción, pero algo si
sé: no es nada fácil terminar de construir una casa pequeña en dos meses (60
días); se necesitan muchos recursos y personal trabajando continuamente hasta
en dos turnos de trabajo. ¡Cómo imaginar siquiera que la ancha muralla que
protege a una ciudad completa se pueda terminar en cincuenta y dos días! Sólo
con la ayuda de Dios y eso, mi amado(a), se llama un milagro.
La Biblia, que es la Palabra de
Dios, y no miente, te asegura que Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que
Dios ha preparado para los que le aman (1
Co 2.9). Así que, tú, como Nehemías, prepárate a ser asombrado y recibir, en esta
buena batalla, el pronto auxilio del único Dios Todopoderoso.
En aquel tiempo, los enemigos de Nehemías, y
del pueblo de Dios, así como todas las naciones de alrededor se sintieron
humillados y conocieron que Dios estaba con ellos. Esto sucedió porque un
hombre le recordó al Señor Su propia Palabra, el Pacto establecido con Israel:
»Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si
ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: pero si se vuelven a mí, y
obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al
lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he
decidido habitar.” (Neh 1.8-9 NVI).
Me pregunto, ¿qué no hará el Señor tu Dios
por un(a) Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo mediante un pacto establecido sobre
mejores promesas? ¡Un pacto establecido en la Sangre de Su propio Hijo
Jesucristo!
Amado(a), sea cual sea tu situación actual,
es tiempo de comenzar a creerle a Dios. Este es el tiempo de creer que la
Biblia no es un libro de religión sino que realmente es la Palabra de Dios y
esto significa que son las Palabras que salieron de la boca de Dios y por lo
tanto se van a cumplir todas. El cielo y la tierra pasarán pero Su Palabra NO
va a pasar.
Tú eres un(a) Nehemías de este tiempo y has
sido dejado(a) por Dios en esta tierra para vencer poderosos enemigos y hacer
que la gente conozca y reconozca que la Palabra de Dios es Verdad en tu boca
(1R 17.24). Tu vida, como la de Nehemías, tiene un propósito y sentido, y es establecer
el reino de Dios aquí en la tierra.
Probablemente esto no suene muy
acorde con la realidad que estás viviendo o te parezca demasiado formidable
como para realizarlo pero, no te preocupes, la mismísima Palabra de Dios te
tiene la respuesta:
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús (Fil 4.19).
Todo esto lo dice Dios acerca
de ti.
…Si
puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
De
cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre
(Jn 14.12).
Así que, ¡Prepárate para ser
asombrado por tu FE! ¡Por creerle a Dios, creyendo Su Palabra!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este
momento quiero darte gracias por Tu Gran Amor con que me has amado que estando
yo muerto(a) en delitos y pecados me salvaste y diste vida juntamente con
Cristo. Señor Jesús, muchas gracias por la Vida Plena y abundante que
adquiriste para mí. ¡La creo y la recibo! Soy ¡Nueva Creatura! ¡Las cosas
viejas pasaron y he aquí que todo en mi vida es Nuevo! ¡Gracias a Ti! ¡Gracias
a Tu Amor! Hoy quiero honrarte aceptando y recibiendo esa preciosa identidad
que me has dado como Hijo(a) Tuyo(a). Creo y por lo tanto declaro que soy lo(a)
más valioso(a) que Tú tienes sobre la tierra. He conocido y creído el Amor que
Tú, oh Dios, tienes por mí. No voy a permitir que el espíritu de temor y duda
me haga soltar lo que con tanto Amor pagaste por mí en esa cruz: el saber y
creer que en verdad soy un(a) Hija(o) del único Dios vivo y verdadero. Por
tanto, nada ni nadie me puede vencer; nada ni nadie me puede separar de Tu Amor
que es en Cristo Jesús mi Señor. Contigo ya he vencido al mundo. ¡No temo! ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Estoy listo(a) para
hacer grandes cosas, las mismas que Tú, Jesucristo, hiciste y aún mayores.
¡Todo lo puedo en Cristo y en todas las cosas soy más que vencedor(a)! Sí, soy
dichoso(a), pues yo en Ti confío. Gracias Señor Jesús, te amo con todo mi
corazón. Amén
Nota Importante:
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 10 Ro 15:1-13
/ 1 Sam 27-28 / Sal 70
Romanos 15:1-13
15 Así que, los que somos fuertes debemos
soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. 2
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. 3
Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los
vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. 4 Porque las
cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de
que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. 5
Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo
sentir según Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una voz,
glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
El evangelio a
los gentiles
7 Por tanto,
recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de
Dios. 8 Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la
circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas
a los padres, 9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su
misericordia, como está escrito:
Por tanto, yo te confesaré entre los
gentiles,
Y cantaré a tu nombre.
10 Y otra vez
dice:
Alegraos, gentiles, con su pueblo.
11 Y otra vez:
Alabad al Señor todos los gentiles,
Y magnificadle todos los pueblos.
12 Y otra vez dice
Isaías:
Estará la raíz de Isaí,
Y el que se levantará a regir los gentiles;
Los
gentiles esperarán en él.
13
Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis
en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
1 Samuel 27-28
David entre los
filisteos
27 Dijo luego David en su corazón: Al fin seré
muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que
fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me
ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano. 2
Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo se
pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat. 3 Y moró David con Aquis en
Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia; David con sus dos mujeres,
Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel. 4
Y vino a Saúl la nueva de que David había huido a Gat, y no lo buscó más. 5
Y David dijo a Aquis: Si he hallado gracia ante tus ojos, séame dado lugar en
alguna de las aldeas para que habite allí; pues ¿por qué ha de morar tu siervo
contigo en la ciudad real? 6 Y Aquis le dio aquel día a Siclag, por
lo cual Siclag vino a ser de los reyes de Judá hasta hoy. 7 Fue el
número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos, un año y
cuatro meses. 8 Y subía David con sus hombres, y hacían incursiones
contra los gesuritas, los gezritas y los amalecitas; porque éstos habitaban de
largo tiempo la tierra, desde como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto. 9
Y asolaba David el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer; y se llevaba las
ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y las ropas, y regresaba a Aquis. 10
Y decía Aquis: ¿Dónde habéis merodeado hoy? Y David decía: En el Neguev de
Judá, y el Neguev de Jerameel, o en el Neguev de los ceneos. 11 Ni
hombre ni mujer dejaba David con vida para que viniesen a Gat; diciendo: No sea
que den aviso de nosotros y digan: Esto hizo David. Y esta fue su costumbre
todo el tiempo que moró en la tierra de los filisteos. 12 Y Aquis
creía a David, y decía: Él se ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será
siempre mi siervo.
28 Aconteció en aquellos días, que los filisteos
reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten
entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres. 2 Y
David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis
dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi
vida.
Saúl y la
adivina de Endor
3 Ya Samuel había muerto, y todo Israel
lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había
arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos. 4 Se juntaron,
pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo
Israel, y acamparon en Gilboa. 5 Y cuando vio Saúl el campamento de
los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera. 6 Y
consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim,
ni por profetas. 7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una
mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de
ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor
que tiene espíritu de adivinación. 8 Y se disfrazó Saúl, y se puso
otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche;
y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me
hagas subir a quien yo te dijere. 9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes
lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los
adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? 10
Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te
vendrá por esto. 11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir?
Y él respondió: Hazme venir a Samuel. 12 Y viendo la mujer a Samuel,
clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: 13 ¿Por
qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has
visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. 14
El le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene,
cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el
rostro a tierra, hizo gran reverencia. 15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por
qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado,
pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me
responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado,
para que me declares lo que tengo que hacer. 16 Entonces Samuel
dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu
enemigo? 17 Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues
Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. 18
Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira
contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy. 19 Y Jehová
entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis
conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en
mano de los filisteos. 20 Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande
era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque
en todo aquel día y aquella noche no había comido pan. 21 Entonces
la mujer vino a Saúl, y viéndolo turbado en gran manera, le dijo: He aquí que
tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las
palabras que tú me has dicho. 22 Te ruego, pues, que tú también
oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que
comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino. 23 Y él
rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la
mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una
cama. 24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el
cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura. 25
Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se
levantaron, y se fueron aquella noche.
Salmos 70
Súplica por la
liberación
Al músico
principal. Salmo de David, para conmemorar.
70
Oh Dios, acude a librarme;
Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.
Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.
2 Sean avergonzados y
confundidos
Los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados
Los que mi mal desean.
Los que buscan mi vida;
Sean vueltos atrás y avergonzados
Los que mi mal desean.
3 Sean vueltos atrás, en pago
de su afrenta hecha,
Los que dicen: ¡Ah! ¡Ah!
Los que dicen: ¡Ah! ¡Ah!
4 Gócense y alégrense en ti
todos los que te buscan,
Y digan siempre los que aman tu salvación:
Engrandecido sea Dios.
Y digan siempre los que aman tu salvación:
Engrandecido sea Dios.
5 Yo estoy afligido y
menesteroso;
Apresúrate a mí, oh Dios.
Ayuda mía y mi libertador eres tú;
Oh Jehová, no te detengas.
Apresúrate a mí, oh Dios.
Ayuda mía y mi libertador eres tú;
Oh Jehová, no te detengas.
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