14 de Mayo
¡Nada ni nadie te pueden derrotar!
Por Riqui Ricón*
Levantaos, subamos
contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es
muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha
para ir a tomar posesión de la tierra (Jue 18. 9).
Que hermoso es saber que tu vida, como Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, está llena de acción y de aventura. Tan solo
necesitas ser como los hijos de Dan y comenzar a explorar la región. ¡Explora
la Biblia! Lee y medita la Palabra de Dios hasta que te des cuenta que, en
Verdad, es muy Buena la Nueva Vida que has heredado.
No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta (Ro 12.2).
¿Cómo puedes llegar a este conocimiento o
revelación cuando tu propia vida parece ser algo totalmente opuesto a una
maravillosa aventura? ¡Sencillo! Sólo tienes que comprender y CREER que, de
acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, la buena voluntad
de Dios para tu vida es agradable y perfecta.
No os
amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes bien, procurad
que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra personalidad,
para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es la voluntad de
Dios (Ro 12.2 CST).
Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo y Dios te transforma en una persona completamente nueva al cambiar tu
forma de pensar.
Así que, procura que tu mente renovada opere
la transformación de tu personalidad, para que puedas comprobar la buena, grata
y perfecta voluntad de Dios para contigo.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua
3.16-17).
Pensar y CREER que el Todopoderoso Dios ahora
es tu Padre; pensar y CREER que Él es bueno y que te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti; pensar y CREER que
Jesucristo pagó todos tus pecados al morir en esa cruz y que con su resurrección
te dio derecho a ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para gozar de la
Vida Eterna; en fin, tener este tipo de fe necesariamente te hace cambiar tu
forma de pensar y de ver todas las cosas.
No imiten
las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los
transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces
aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena,
agradable y perfecta (Ro 12. 2 NTV).
La única forma posible de transformarte por
medio de la renovación de tu entendimiento es cambiando tu forma de pensar.
Esto sólo lo consigues haciendo de la Biblia la prioridad máxima y apremiante
de tu vida. Todos los pensamientos y sentimientos de fracaso, rechazo, temor,
resentimiento, soledad y derrota que has acumulado a lo largo de tu vida, sólo
pueden ser eliminados con la luz de la Verdad. Esta Verdad no es otra que la
Biblia, la Palabra de Dios.
Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
La Verdad, como la mentira, permaneces en
ella cuando lo CREES.
Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10. 17).
La fe que necesitas para entrar a poseer todo
lo que ya es tuyo por la Sangre de Jesús, sólo la podrás desarrollar como
resultado de leer y meditar la Palabra de Dios.
Y
él dijo: El Dios de nuestros padres
te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas
la voz de su boca. Porque serás testigo suyo a todos los hombres,
de lo que has visto y oído. Ahora, pues, ¿por qué te detienes?
Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre
(Hch 22. 14-15).
Así que, amado(a), no te dejes engañar, ¡no
te detengas! Tú has sido escogido(a) por Dios para que conozcas Su Voluntad y
escuches Su Palabra, pues Él tiene todo un Plan para que en realidad vivas una
vida con propósito.
Porque
yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de
bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza (Jer 29.11 NVI).
Donde quiera que estés, cualquiera que sea la
actividad que realices, tú estás destinado(a) a ser Luz en las tinieblas, pues
eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y la Palabra de tu Padre
celestial es Verdad en tu boca.
Ahora,
pues, ¿por qué te detienes? Levántate y comienza a CREER que eres esa Princesa, ese Príncipe,
del Dios Altísimo y recibe tu sanidad, recibe tu libertad y tu restauración,
las cuales, Jesucristo compró para ti al precio de Su Sangre.
¡Permítete creer lo que
Dios dice de ti en Su Palabra!
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
¡El Espíritu de esclavitud y temor nada tiene
en ti! ¡Eres un(a) Hijo(a) y Heredero(a) del único Dios Vivo y Verdadero! Él,
tu Papá, ha establecido para este mundo y para este tiempo que tú, Su Hijo(a),
todo lo puedes en Cristo y que en todo problema, enfermedad o aflicción, ¡eres
ya más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús!
Así que, ¡no te detengas! Como decimos los
mexicanos, toma al toro por los cuernos, sigue adelante, tómate
de la mano del Espíritu Santo en oración, llénate de la Biblia, que es la
Palabra de Dios, y la fuente de tu fe y disfruta la aventura de tu vida, pues
lo mejor está delante de ti.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien
(Jos 1.8).
Jamás olvides que ¡Dios está contigo! ¡No hay
forma que puedas perder!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias porque este
día puedo declarar en Tu Presencia que soy amado(a) y escogido(a) por Ti. Me
determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejarme engañar por palabras y
pensamientos de desaliento, fracaso o derrota. Yo creo lo que Tú dices acerca
de mí: que por Tu Sangre, Señor Jesús, me has redimido de todo pueblo, lengua o
nación; y me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor
Jesús, me has hecho rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para nuestro Dios, y
reinaré sobre esta tierra. Me levanto, en tu nombre Jesús, a cumplir el
propósito y destino Eterno que compraste para mí en esa cruz. Por lo tanto, hoy
declaro que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a) y soy dichoso(a) en todas
las cosas. Resisto, con la Palabra de Dios, al espíritu de temor, al desaliento
y a la depresión; no recibo a la enfermedad, ni a la pobreza; perdono a todos
los que me han lastimado y defraudado y recibo la salud, el gozo, la paz y el
amor que son mi herencia y mi derecho, Voy hacer de mi vida una vida que valga
la pena vivirse. ¡Voy a vivir una vida plena y abundante! ¡Nada ni nadie me
pueden detener! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo 14 Hch 21. 37-22.
29 /
Jue 17-18 / Sal 43
Hechos
21. 37- 22. 29
Defensa de Pablo ante el pueblo
37Cuando
comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite
decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? 38¿No eres tú aquel
egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los
cuatro mil sicarios? 39Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy
hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia;
pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. 40Y cuando él se
lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al
pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:
22
1Varones hermanos
y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
2Y al oír que les
hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:
3Yo de cierto soy
judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los
pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros
padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4Perseguía
yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y
mujeres; 5como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos
los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco
para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que
fuesen castigados.
Pablo relata su conversión
(Hch. 9.1–19; 26.12–18)
6Pero aconteció
que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó
mucha luz del cielo; 7y caí al suelo, y oí una voz que me decía:
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8Yo entonces respondí: ¿Quién
eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9Y
los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no
entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10Y dije: ¿Qué haré,
Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo
que está ordenado que hagas. 11Y como yo no veía a causa de la
gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a
Damasco.
12Entonces uno
llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos
los judíos que allí moraban, 13vino a mí, y acercándose, me dijo:
Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y
lo miré. 14Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido
para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
15Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y
oído. 16Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate,
y lava tus pecados, invocando su nombre.
Pablo es enviado a los gentiles
17Y me aconteció,
vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. 18Y
le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no
recibirán tu testimonio acerca de mí. 19Yo dije: Señor, ellos
saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en
ti; 20y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo
mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas
de los que le mataban. 21Pero me dijo:
Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
Pablo en manos del tribuno
22Y le oyeron
hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo: Quita de la tierra a tal
hombre, porque no conviene que viva. 23Y como ellos gritaban y
arrojaban sus ropas y lanzaban polvo al aire, 24mandó el tribuno
que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para
saber por qué causa clamaban así contra él. 25Pero cuando le
ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito
azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? 26Cuando el
centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer?
Porque este hombre es ciudadano romano. 27Vino el tribuno y le
dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? El dijo: Sí. 28Respondió el
tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero
yo lo soy de nacimiento. 29Así que, luego se apartaron de él los
que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano
romano, también tuvo temor por haberle atado.
Jueces
17-18
Las imágenes y el sacerdote de Micaía
17
1Hubo un hombre
del monte de Efraín, que se llamaba Micaía, 2el cual dijo a su
madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los
cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi
poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.
3Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su madre dijo:
En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de
talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. 4Mas él
devolvió el dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los
dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la
cual fue puesta en la casa de Micaía. 5Y este hombre Micaía tuvo
casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que
fuera su sacerdote. 6En aquellos días no había rey en Israel; cada
uno hacía lo que bien le parecía.
7Y había un joven
de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí.
8Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde
pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a
casa de Micaía. 9Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita
le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar.
10Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y
sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el
levita se quedó. 11Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre,
y fue para él como uno de sus hijos. 12Y Micaía consagró al
levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía.
13Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un
levita por sacerdote.
Micaía y los hombres de Dan
18
1En aquellos días
no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión
para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre las
tribus de Israel. 2Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco
hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que
reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la
tierra. Estos vinieron al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí
posaron. 3Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron
la voz del joven levita; y llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá?
¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí? 4El les respondió:
De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea
su sacerdote. 5Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios,
para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos. 6Y el
sacerdote les respondió: Id en paz; delante de Jehová está vuestro camino en
que andáis.
7Entonces aquellos
cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba
en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de
Sidón, sin que nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había
quien poseyese el reino. Y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios
con nadie. 8Volviendo, pues, ellos a sus hermanos en Zora y
Estaol, sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay? Y ellos respondieron: 9Levantaos,
subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto
que es muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en
marcha para ir a tomar posesión de la tierra. 10Cuando vayáis,
llegaréis a un pueblo confiado y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha
entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya
en la tierra.
11Entonces
salieron de allí, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres de la familia de
Dan, armados de armas de guerra. 12Fueron y acamparon en
Quiriat-jearim en Judá, por lo cual llamaron a aquel lugar el campamento de
Dan, hasta hoy; está al occidente de Quiriat-jearim. 13Y de allí
pasaron al monte de Efraín, y vinieron hasta la casa de Micaía.
14Entonces
aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a
sus hermanos: ¿No sabéis que en estas casas hay efod y terafines, y una imagen
de talla y una de fundición? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer. 15Cuando
llegaron allá, vinieron a la casa del joven levita, en casa de Micaía, y le
preguntaron cómo estaba. 16Y los seiscientos hombres, que eran de
los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra a la entrada de la
puerta. 17Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer
la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y
la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta
con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. 18Entrando,
pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los
terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis
vosotros? 19Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu
boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor
que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de
Israel? 20Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó el
efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo.
21Y ellos se
volvieron y partieron, y pusieron los niños, el ganado y el bagaje por
delante. 22Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los
hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaía se juntaron y siguieron
a los hijos de Dan. 23Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron
sus rostros, y dijeron a Micaía: ¿Qué tienes, que has juntado gente? 24El
respondió: Tomasteis mis dioses que yo hice y al sacerdote, y os vais; ¿qué más
me queda? ¿Por qué, pues, me decís: ¿Qué tienes? 25Y los hijos de
Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os
acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos. 26Y
prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo que eran más fuertes
que él, volvió y regresó a su casa.
27Y ellos,
llevando las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que
tenía, llegaron a Lais, al pueblo tranquilo y confiado; y los hirieron a filo
de espada, y quemaron la ciudad. 28Y no hubo quien los defendiese,
porque estaban lejos de Sidón, y no tenían negocios con nadie. Y la ciudad
estaba en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y
habitaron en ella. 29Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan,
conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba
la ciudad Lais. 30Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen
de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron
sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra.
31Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había
hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.
Salmos 43
Plegaria pidiendo vindicación y liberación
1 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;
Líbrame de
gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.
2 Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué andaré enlutado por
la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán;
Me
conducirán a tu santo monte,
Y a tus
moradas.
4 Entraré al altar de Dios,
Al Dios de
mi alegría y de mi gozo;
Y te alabaré con arpa, oh
Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te
turbas dentro de mí?
Espera en
Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación
mía y Dios mío.
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